jueves, 23 de mayo de 2024

Jueves de la Séptima Semana del Tiempo Ordinario

 


Stg 5, 1-6

Hay una continuidad temática innegable entre lo que nos viene diciendo Santiago en su Carta y lo que prosigue hoy. La riqueza tiene ese brillo y ese encanto que nubla: recordemos lo que le pasó a Eva, “Entonces la mujer cayó en la cuenta de que el árbol tentaba el apetito, era una delicia de ver y deseable para adquirir conocimiento.” Y, ahí fue Troya, no corta ni perezosa, agarró el fruto a dos manos y lo comió, y le compartió a su marido. (Gn 3, 6)

 

Santiago nos empieza llamando la atención sobre ¿cómo ve sus posesiones el enriquecido: las ve tentadoras, gratas a la vista, detonadoras del apetito y que le permitirán el embrutecedor placer de la “posesión”, sus “riquezas acumuladas.

 

Frente a este comportamiento digno de un demente, señala Santiago como paralelo Celestial, lo que pasa con Dios mientras el “rico” frota sus manos con gesto de satisfacción: mientras, Dios está observando, está atento y defraudado por las vías que este ha usado para enriquecerse: ha acaparado y retrasado los pagos de los salarios de sus operarios, ha usufructuado del sudor de sus sub-alternos, seguramente ha obtenido pingües ganancias comerciando con los pagos atrasados de los “labradores”.

 

Decimos Emmanuel, “Dios con nosotros”, y nos imaginamos que Él no se da cuenta de nuestras jugadas por debajo de la mesa y de las cartas que jugamos tramposamente, ocultas en las mangas y en los bolsillos del chaleco. Por eso nos llama la atención diciéndonos ¡Miren!

 

¿Qué nos señala cuando nos llama a “Mirar”? ¡El jornal de los obreros que segaron sus campos, el que ustedes han retenido, está gritando, y los gritos de los segadores llega nítido y claro a los Oídos del Señor del Universo! (Cfr 5, 4)

 

Para señalarnos que la Justicia Divina no se quedará bracicruzada, el hagiógrafo usa una metáfora: compara a los ricos y sus barrigonas arcas (sus arcas son sus propios corazones, porque ellos atesoran no en los baúles y en las cajas fuertes, sino en la avaricia de su corazón y en las entrañas despiadadas que tiene los espoliadores), con animales engordados pensando en el Día de las matanzas. Cuando llegue la hora de llevarlos al matadero, correrán la misma suerte: morirán a manos de un matarife.

 

Para evitar malos entendidos habrá que repasar el concepto de Justicia: No es que Dios castigue, es que, si uno siembra semillas de cizaña, no esperará cosechar clavelitos. Se llama “consecuencia”, no se llama castigo. ¡Si de castigos se tratara, no habría dado su vida por nuestro Rescate!  

 

Sal 49(48), 14-15ab. 15cde-16. 17-18. 19-20

 

¡Pobres de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque después tendrán hambre! ¡Pobres de ustedes, los que ahora ríen, porque van a llorar de pena!

Lc 6, 25

 

El Salmo, que es el mismo de ayer, sólo que hoy tomamos otros versículos distintos, parece que fuera la continuación de la Primera Lectura, parece que hubiera salido de la misma mano de Santiago.

 

En la Primera estrofa nos habla de los “hombres satisfechos”, ¿quién los pastorea? La propia muerte, que no usa cayado para dirigirlos, sino que siempre blande su guadaña para segarnos en el momento que el pecado garantice nuestra desgracia, nuestra perdición. ¡Ese sí que es impío!

 

¡Su tumba será el Sheol! Pero el hombre piadoso, de entrañas compasivas, Dios lo salva, llegado el caso, lo arrancará de las garras de la pérfida muerte eterna.

 

No hay que envidiarle nada al “rico” cuyos tesoros son más pasajeros y provisionales que la vida de una mariposa, no alcanzarán a dar ni un aleteo, y se destriparán contra el “abismo”.

 

En vida, se jactaban de sus lujos y sus despilfarros, pero en el Sheol, la oscuridad es Eterna, es el único “lugar” donde la Luz Divina y su Esplendor Maravilloso no llegan: por eso se llama “Muerte Eterna”.

 

Mc 9, 41-50



Es desagradable llevar al paladar la comida insulsa. La comida desabrida es insípida, inclusive, llega a dar nauseas. El Señor Jesús nos llama a darle sabor alegra a la vida del mundo enero cuando nos dirige hacia “Vosotros sois la sal de la tierra. Más si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres”. (Mt 5, 13)

 

Un escándalo para nosotros es algo tan salido de los limites morales que nos lleva a taparnos la boca como signo de “yo no habría dicho eso tan vergonzoso, o no lo habría hecho” ese gesto, tan automático, señala hacia lo indignante y condenable del hecho. La palabra que nos encontramos en Mc 42 es σκανδαλίζω [scandalizo] “piedra de tropiezo”, “trampa en la que uno se puede romper fácilmente una pierna”, “treta para obligarlo a uno a comportarse mal a irse por donde Dios no manda”.

 

Si uno se vuelve eso, la piedra de tropiezo, la fuente dl mal ejemplo, el enseñante de los malos pasos, el publicista del diablo”, más nos vale cortarnos la mano, los pies y sacarnos el ojo malo que andar por ahí, impulsando el mal, como agente satánico. No hay que taparse la boca moralistamente, hay que evitar a toda costa incurrir en ser paradigma de maldad.

 

La perícopa nos habla de la Gehena que puede entenderse como sinónimo de Infierno; era un sitio de perdición, porque allí se habían practicado cultos perversos con ritos paganos. Allá la muerte es de por vida y el fuego quemará sin cesar.

 

Ahora bien, hay personas más vulnerables a la corrupción por su ingenuidad, por su credulidad, por su falta de información o escasa formación, por tener pocos recursos morales en los que afianzarse. Ellos en general son los débiles, los vulnerables. En el Evangelio se les nombra como μικρός [micros] “pequeño”, “menor de edad”, por extensión “inocente”. Nosotros diríamos, tal vez, “marginales”, por ser ellos los desfavorecidos, en el sentido de ser más fácilmente dañados y afectados por los escándalos del “mal ejemplo”.


 

Sería preferible estar manco o cojo o tuerto y no convertirse en guías hacia la corrupción y el pecado, peor aún, si es desviando a un “débil”.

 

Nuestra misión es radicalmente otra: es traer la “Luz” al Mundo, para que la gente sea feliz gozando de la claridad y la plenitud de la visión de lo que es bueno y nos da la Vida Eterna.

Nuestra Misión es proclamar el Evangelio, y no olvidemos nunca que el Evangelio es una Buena noticia, la Noticia de Jesucristo Salvador del Mundo.

 

Dios-Tres-Veces-Santo, te suplicamos que nos forres en la salazón que preserva de ser corrompidos. ¡Sálanos oh Señor, con la sal de la Fe! Y así gocemos de esa Paz que sólo Tú nos das. 

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