sábado, 18 de diciembre de 2021

NACE UNA NUEVA HUMANIDAD

 


Miq 5, 1-4a; Sal 79, (2-19); Hb 10, 5-10; Lc 1, 39-45

 

Sólo por el servicio el hombre cambiará la tierra gastada y cansada en Nueva Humanidad.

Emilio L. Mazariegos

Quisiéramos traducir el Adviento en una secuencia de “consignas”:

En el Primer Domingo de Adviento: Erguirse y alzar la cabeza. En el Segundo Domingo de Adviento se nos ofrece la guía del Señor, Quien nos conducirá con Justicia y Misericordia, pero a nosotros nos asiste una responsabilidad, ser precursores, desbrozar el camino, facilitarle el paso, acogerlo. Para el Tercer Domingo de Adviento adquirir la consciencia de asistir el parto de los Nuevos Tiempos, aportar todas nuestras fuerzas, todo nuestro empeño; además ser conscientes que esta tarea no es de uno sólo, no es la misión de algún súper-héroe; en esa misión estaremos juntos, hombro a hombro, codo a codo con nuestros hermanos, radiantes de alegría.



¿Y hoy? ¿Qué nos trae la Liturgia de hoy? El servicio, la fraternidad, la solidaridad.

 

1

San Juan Bautista no sólo predicaba un bautismo de conversión (distinto de nuestro bautismo que es sacramento de iniciación y nos vincula a la Iglesia haciendo oficial nuestra filiación al Padre y anulando en nosotros las consecuencias del pecado original, sin embargo, no elimina nuestra inclinación al mal (concupiscencia), una de las consecuencias de ese “pecado original”). Además, señalaba que quien se convertía verdaderamente con su bautismo, empezaba a dar unos frutos que evidenciaban tal conversión.

 


Gentes de distinta procedencia le preguntaban cuáles eran esos frutos, Καὶ ἐπηρώτων αὐτὸν οἱ ὄχλοι λἐγοντες· τί οὖν ποιήσωμεν; "La gente le preguntaba “Qué debemos hacer?”"(Lc 3, 10). Aquí queremos dirigir el reflector sobre la profunda conciencia de la gente. Ellos sabían claramente que sus frutos debían ser obras, que una conversión no es simplemente un acto abstracto simbolizado por una “sumersión” y ya, ¡estuvo el bautismo!  eso es lo que muchas veces nos sucede a nosotros: vamos a la Iglesia, recibimos el chorrito de agua (o se lo hacemos aplicar a nuestros hijos), se cumple con el “rito”, pero todo sigue igual. Con grande preocupación vemos la actitud poco o nada piadosa de personas que -durante la celebración del bautismo- están ocupadas tomando fotografías, o con sus teléfonos celulares y sus mensajes de texto, que conversan mientras el sacerdote procura “develar” lo que es “develable” en el sacramento, mientras la feligresía  -padres y padrinos- conversan amenamente como en el mejor club; y, seguramente ignorando que la Mesa del Altar representa a Jesucristo que es Víctima, Sacerdote y Altar de su Sacrificio,… encontramos a un papá que no tuvo inconveniente en parar a su niña sobre La Mesa Sagrada para fotografiarla.

 

Aquella gente que se bautizaba con San Juan, entendían que había un compromiso de cambio, y así llegaban a su cuestionamiento: τί οὖν ποιήσωμεν “Qué debemos hacer?”. Ese fue nuestro tema del Tercer Domingo de Adviento, esa era la perícopa que leímos el Domingo Anterior. No está de más que repasemos la respuesta que les dio San Juan:

 

-       A los pudientes, a los solventes, a los acomodados, a los adinerados les dijo: “El que tenga dos capas dé una al que no tiene y quien tenga qué comer, haga lo mismo” Lc 3, 11

-       A los publicanos (es decir, a los cobradores de impuestos) “No cobren más de lo debido” Lc 3, 13c

-       A los soldados, representantes de la casta militar les respondió: No abusen de la gente, no hagan denuncias falsas y conténtense con lo que les pagan” Lc 3, 14c


 

Un predicador que oímos los parangonó con el Ministro de Finanzas, los Coroneles de los “falsos positivos” y la feligresía de la comunidad a la cual el predicador se dirigía, actualizando así el Mensaje para nosotros. Ahí dejamos la Semana Anterior, hoy retomamos con la Primera Lectura, del Profeta Miqueas, cuyo nombre traduce “Quién como YHWH”; él era un campesino, nacido en  Môresheth Gat (propiedad de Gat) como a 35 kms de Jerusalén, cerca de Kiryat Malaqhi y de Kiryat Gat; si leemos su libro en la Biblia, es decir, la trascripción de sus profecías, nos encontramos con la denuncia de los abusos de explotación por parte de las clases acomodadas aprovechándose de los pobres, de los labradores por medio de un sistema basado en la violencia. «… denuncia un mal peor que la propia guerra, la codicia y las injusticias sociales, en las cuales ve la causa principal de la ira de Dios (2,8)»[1]

 

Podemos dividir este Libro en cuatro secciones: la primera que se ocupa de los oráculos amenazadores, forman los capítulos del 1 al 3; en la segunda parte, de la cual se toma la perícopa que leemos este Cuarto Domingo de Adviento, la conforman los capítulos 4 y 5; la tercera parte, especie de juicio a Israel, forma los capítulos 6 y 7; y concluye con el capítulo 7 que muestra las perspectivas salvíficas.


 

En la perícopa de hoy «… existen también promesas y esperanzas. Entre ellas se destaca el anunció del surgimiento del Mesías en la pequeña ciudad de Belén (5, 1-3). El N.T. tomará ese oráculo y lo atribuirá al nacimiento de Cristo. (cf. Mt 1, 6).»[2]

 

2

διὰ τῆς προσφορᾶς τοῦ σώματος Ἰησοῦ Χριστοῦ ἐφάπαξ. “…por la ofrenda del Cuerpo de Jesucristo, de una vez por todas” (Heb 10, 10b) alcanzamos ἡγιασμένοι ἐσμεν “quedar santificados”. Eso lo hace Jesús “en cumplimiento de ἐν ᾧ θελήματι la voluntad de suprimir los antiguos sacrificios. Esa voluntad emana del “Querer” de Dios, de lo que Dios quiere. No quiere ni víctimas, ni ofrendas, ni holocaustos, ni sacrificios, así lo leemos en Θυσίαν καὶ προσφορὰν οὐκ ἠθέλησας,… ὁλοκαυτώματα καὶ Hb 10, 5b. 6a. En cambio, Dios le dio para ofrendar un “cuerpo” σῶμα δὲ κατηρτίσω μοι· (un cuerpo me preparaste). El verbo καταρτίζω señala algo que ha sido dispuesto con destino preciso, a propósito para tal cosa, que conviene exactamente y cumple todos los requisitos.

 

Ahora bien, según lo pone la Carta a los Hebreos, Cristo dice ofrendándose a Sí mismo: τότε εἶπον, Ἰδοὺ ἥκω “Entonces dije, aquí estoy” Hb 10, 7a y continúa diciendo, ἐν κεφαλίδι βιβλίου γέγραπται περὶ ἐμοῦ, τοῦ ποιῆσαι ο θεος το θελημα σου “como dice en el rollo hablando sobre mí, para hacer Tu Voluntad, Oh Dios.”.


 

Sólo resta un punto: ¿Qué tiene todo esto que ver con la Navidad? ¿Con el Cuarto Domingo de Adviento? Que este decir de Jesús, esta opción de ser Víctima Sacrificial por nuestros pecados la toma Διὸ εἰσερχόμενος εἰς τὸν κόσμον Al entrar en el mundo. No fue algo que se le presentó posteriormente, no fue una situación “imprevista”, ¡no! El nació para ser nuestro Salvador. Se hizo hombre para Redimirnos. Él tiene ahora un cuerpo humano para ser el “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.

 

3

 

El salmo 79 es un Salmo de súplica. En la estructura de la súplica va primero la Invocación al Protector, a quien llamamos por Nombre propio. ¿Cómo se llama Dios en este salmo? ¿Con qué Nombre se le invoca? Dios viene a nosotros en Jesús, “Dios Salva”; nace Pastor entre pastorcitos, como sabemos, son los pastores de Belén los primeros en venir a visitarlo. Así que en este salmo lo invocamos con ese título: רֹ֘עֵ֤ה  יִשְׂרָאֵ֨ל Pastor de Israel.

 

En segundo lugar, siguiendo la estructura de la súplica, vienen las peticiones generales. En este caso son tres: manifiéstate, despierta tu Poder, ven a salvarnos.

 


Viene el tercer elemento de la estructura de una súplica: La presentación que dice quién es el que clama. En este salmo, es el pueblo elegido, Israel. Se autodenomina “la cepa plantada por tu Mano”, “el renuevo que Tú mismo cultivaste”.

 

Luego, viene el siguiente elemento de la súplica: Se ofrece algo a cambio, para que se conceda lo pedido el suplicante hace un compromiso: “Dame tal cosa y me comprometo a tal otra”: Se encierra en ello una “Alianza”. En el presente salmo la “transacción” es: se pide que “Tu Diestra defienda al que Elegiste, al hombre que has fortalecido” y a cambio se ofrece: “Ya no nos alejaremos de Ti”. Se pide “Consérvanos la vida” a cambio se ofrece: “Alabaremos tu Poder”.

 

4

La radicalidad del seguimiento de Jesús está en hacer del amor, servicio.

Emilio L. Mazariegos

 

«El hacerse hermano del otro supone salir de “nuestro mundo” para entrar en “el mundo del otro”. Entrar en…sus necesidades…La fraternidad es tan exigente y difícil  porque no consiste sólo en prestar un servicio exterior, sino en un gesto de servicio que nos compromete, que nos arranca de nosotros mismos para hacernos solidarios con la pobreza del otro»[3]

 


«Decirle sí al Señor es ponerse en camino. Y esta vez el éxodo es a través de las montañas. El amor es capaz de superar montañas… allí pasará unos meses en experiencia de éxodo, de salida, de encuentro en servicio con Isabel. Su estancia en el Hebrón es como una bella liturgia anticipada de la Cena pascual de Jesús con los suyos.

 

María se ha quitado la capa, el manto –señal de señorío- y se ha puesto el delantal –señal de servidumbre-. La Madre de Dios hecha de nuevo esclava, servidora. El sí a la Palabra de Dios la lleva al sí al hombre. La Fuerza del espíritu en su corazón la lleva a abrir la vida como abanico en ayuda del necesitado. Jesús ira creciendo en su interior y ella ira manifestando las maravillas de ese amor»[4]

 


Se tiene que resaltar y observar detenidamente el ejemplo de María, y aquí en este ejemplo, en este detalle de su vida, está compendiada la razón que la lleva a ser María Santísima, María madre de Dios. Insistimos, María quien acaba de ser llamada a la maternidad de Dios-Encarnado podría haberse sentado en la butaca más muelle, y entregarse a un ejercicio auto-contemplativo.  ¿Cuál sería la reacción promedio de la persona que recibiera esta clase de privilegios de Manos de Dios? ¿Hasta dónde llegaría la vanidad de su orgullo henchido?

 

Hay otra reacción probable a raíz de años y años de un tipo de religiosidad, de piedad aprendida: podría haber salir corriendo hacía el Templo, elevando mil y mil plegarias. Oración tras oración sin tregua, eso podría sonar como una respuesta digna de un corazón agradecido.

 

¿Era el corazón de la Virgen Santa poco agradecido? No, no se trata de eso. En el Magnificat muestra su gratitud y sabemos que está consciente del privilegio incomparable que se le ha otorgado; oímos en su plegaria reverberar los ecos de esa gratitud. Se trata de algo mucho más profundo, más intenso, se trata de ponerlo todo en su dimensión correcta, en su justa proporción.

 

¿Qué hizo la Virgen María? μετὰ σπουδῆς Salió corriendo hacía Ain Karen! Ahí tenemos la respuesta de María, “manos a la obra”, no palabras, no oraciones, no contemplaciones, no auto-complacencias. Su gratitud se traduce de inmediato en acción inmediata, en servicio, servicio al más necesitado que ella conocía. El más débil, el más necesitado, la más inmediata era su “prima” Santa Isabel, mujer entrada en años y –pese a ello- en cinta. Era ella quien necesitaba apoyo, compañía, servicio. Con ella podía ser solidaria. (Permítaseme insertar aquí la definición que el Padre Gustavo Baena da de la solidaridad: “meterse uno en el pellejo del otro como si el otro fuera yo”)

 


«María de Nazaret, ante el privilegio  de haber sido elegida para ser la madre de Dios encarnado, el Mesías,

 

-       No queda extasiada, fuera de sí por la alegría

-       No permanece pasiva, encerrada en su mundo de jovencita embarazada que necesita atención, cuidados, mimos.

-       No se lanza a publicar su privilegio y alegría

 

María sale de su mundo, de sí misma y viaja “a toda prisa a la montaña, a la provincia de Judea” (Lc 1, 39), lejos a  más de 120 Kms. de Nazaret para ayudar a Isabel. La colaboración de María le vendría muy bien: su pariente es ya entrada en años, estéril hasta ahora, primeriza pues, y en el sexto mes de su embarazo, tres circunstancias que hacen que estos últimos meses sean positivamente molestos y angustiosos para Isabel… Por eso ella va a ayudar, a servir (Lc 1, 36-40.56)» [5]

 


«Sólo por el servicio se levantará al pobre de la miseria. Sólo por el servicio las manos vacías se llenarán. Sólo por el servicio el hombre encontrará su lugar entre los hombres. Sólo por el servicio al hombre se llamará hijo de Dios. Sólo por el servicio a los más necesitados el hombre probará la verdad de su amor a Dios. Sólo por el servicio el corazón manifestará que está habitado por Dios-Amor. Sólo por el servicio el hombre sentirá la alegría de vivir. Sólo por el servicio el hombre sentirá que la vida vale la pena. Sólo por el servicio el hombre cambiará la tierra gastada y cansada en Nueva Humanidad.»[6]

 

El Padre Jesús Antonio Weisensee guiándonos en la Lectio Divina sobre esta perícopa del Evangelio de San Lucas, formula, en la Meditatio, diez preguntas, de las cuales queremos tomar -como clave para “aterrizar” este Evangelio en nuestra vida- sólo las tres últimas:

 

«8. ¿Qué mensaje nos deja este pasaje conocido como la Visitación a Isabel? ¿A qué nos invita?

9. Hoy, ¿a qué nos compromete la actitud de servicio de María? ¿qué debiéramos hacer nosotros?

10. Hoy, ¿Quiénes son las Isabel a quienes debemos visitar para ayudar y servir? »[7]

 

María nos da la respuesta a estas y a muchas otras preguntas que nos permiten posicionar nuestra fe, que nos orienta hacia dónde dirigir nuestros esfuerzos, dónde y cómo fructificar agradando al Señor. Ella que enamoró al Señor con su respuesta que no era una interjección, un simple “sí”; ella contestó con un verbo dijo γένοιτο “hágase” del verbo γίνομαι que autoriza, que da su aceptación. Con este examen de la palabra con la que contestó María al ángel, queremos destacar que María la silente, la que casi no habla en los evangelios es una “mujer de acción”. Quien ha vivido la paternidad-maternidad sabe que el cuidado de un bebé no es de palabras sino de acciones, de compromiso, de responsabilidad. Y más adelante, la formación de un niño, de un muchacho, es de responsabilidad, de presencia, de acompañamiento. «El único signo de ser y de estar “tocado por Dios” es descubrirse “hermano universal” –para emplear un término grato al Padre de Foucauld. Y esto significa estar en comunión con los hombres y con todos los seres. Al no darse esta comunión, el signo es asumir la lucha y afrontar la muerte para que esta comunión se dé.»[8]

 

«Aquellos tres meses fueron de un compartir profundo entre dos mujeres generacionalmente distintas, pero unidas por el amor y la esperanza de una nueva humanidad que despuntaba en el fruto de sus vientres; unidas en el proyecto del Padre. Tres meses de compartir sus vidas, desde las riquezas del Espíritu Santo, y de su esperanza compartida hacia el futuro.»[9]

 

Se establece una conexión entre la bienaventuranza y el cumplimiento de la profecía. La condición radica en la fe, María es la μακαρία -Dichosa- porque Ella creyó [πιστεύσασα] y, en consecuencia, junto con todos los que sepan creer, se les cumplirá todo cuanto el Señor les anunció: ἔσται τελείωσις τοῖς λελαλημένοις.

 


«María vive ya el mandamiento nuevo de Jesús. Porque en su comunidad no es la “igualdad” la ley, sino “el servicio”. No es el estar con los mismos derechos al lado de los otros, sino el “ponerse por debajo”. Esto es el servicio. Ha comenzado en la historia la revolución nueva de Jesús. Ha comenzado la civilización del amor, de lo gratuito, de lo inútil, de lo dado con un corazón gozoso.»[10]



[1] Storniolo, Ivo y Martins Balancin, Euclides. CONOZCA LA BIBLIA Ed. San Pablo Bogotá Colombia. 5ª reimpresión 2002 p. 75

[2] Ibid.

[3] Galilea, Segundo. EL SEGUIMIENTO DE CRISTO Ed. San Pablo Santafé de Bogotá – Colombia. 1999. pp. 40-41

[4] Mazariegos, Emilio L. EN ÉXODO CON MARÍA Ed. San Pablo Santafé de Bogotá – Colombia. 1997 pp. 19-20

[5] Moracho, Félix. LA VIRGEN MARÍA ES MARÍA DE NAZARET. Ed. “Tierra Nueva” Quito – Ecuador p. 23

[6] Mazariegos, Emilio L. Op. Cit. pp. 22-23

[7] Weisensee, Jesús Antonio Pbro. EVANGELIOS DE LA INFANCIA MATEO – LUCAS LECTIO DIVINA Ed. Federación Bíblica Católica FEBIC-LAC Bogotá –Colombia 2000 p. 58

[8] Paoli, Arturo LA PERSPECTIVA POLÍTICA DE SAN LUCAS Ed. Siglo XXI editores. Bs As. Argentina 5ta ed. 1976 p. 15

[9] Jordán Chigua, Milton. PINCELADAS BÍBLICAS DEL EVANGELIO Ed. San Pablo Bogotá – Colombia 2009 p. 25

[10] Mazariegos, Emilio L. Op. Cit. p. 19

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