sábado, 25 de abril de 2015

APRENDER LA TERNURA DE “BUEN PASTOR”


Hch 4, 8-12; Sal 117,  1. 8-9. 21-23. 26. 28-29; 1Jn 3, 1-2; Jn 10, 11-18

¿Qué amor es ese que no siente la necesidad de hablar del ser amado, de mostrarlo, de hacerlo conocer?... Y una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie………………………………………………………

Permitir que Él nos guíe, nos oriente, nos impulse hacia donde Él quiera.
Papa Francisco

Antíoco IV Epífanes, rey Sirio de la dinastía Seléucida invadió Jerusalén y procuró erradicar el culto a YHWH, para helenizar –de esta forma- el pueblo de Israel. Puso en el Templo una estatua de Zeus e hizo sacrificar allí cerdos, mientras  prohibió ofrecer los sacrificios normales que prescribe la fe judía consistentes en toros, ovejas, cabras, palomas y tórtolas; de la misma forma -y para más reprimir la practica de la fe judía- leer la Escritura se volvió causal de muerte. Así, con el Templo profanado surge la acción del Sacerdote  Matatías  y sus hijos los Macabeos con Judas Macabeo a la cabeza que se enfrentaron a diversos generales sirios hasta reducirlos y expulsarlos; y luego, Judas Macabeo procedió a purificar el Templo y a re- consagrarlo, Ordenó hacer vasos para el templo e introdujo en él el altar del incienso, la mesa del pan de la proposición y el candelabro. Fue así como surgió la fiesta judía de חֲנֻכָּה Janucá (del verbo hebreo חֲנֻכָּה inaugurar, dedicar), la fiesta de las luces, para celebrar la re-dedicación del Templo. Esta celebración va del 25 de Kislev al 2 ó 3 de Tevet, o sea que esta fiesta dura ocho días. Es una fiesta de independencia porque conmemora la derrota de los invasores y la victoria de los Macabeos. Es la fiesta de las luces porque en ella se enciende la Menorah de ocho candelas y, una bujía adicional, flama “piloto” denominada Shamash o sea “siervo” que proporciona el fuego para encender las otras.

En el capítulo 8 de San Juan, Jesús declara que Él es la Luz del Mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Jn 8, 12. Dios ha sido Fuego y Luz conductora cuando, en el desierto los iba guiando: “El Señor iba delante de ellos, de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos, a fin de que anduvieran de día y de noche”. Ex 13, 21. Insistimos enfáticamente  en la teofanía de la Zarza Ardiente, donde Dios se revela como Dios-liberador: “Y el Señor dijo: Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he escuchado su clamor a causa de sus capataces, pues estoy consciente de sus sufrimientos. Y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y para sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel” Ex 3, 7-8a. Pero en el Nuevo Testamento, es Jesús definitivamente la Luz del Mundo, Dios-Humanado guiando a su pueblo. La Zarza Ardiente cede el puesto a la cruz con el crucificado, llama ardiente de Amor que conduce al pueblo de Dios. La Cruz-Ardiente-de-Amor es la columna de Fuego que lidera al pueblo. Su mejor imagen litúrgica es el Cirio Pascual (Cristo ayer y hoy, Principio y Fin, Alfa y Omega, Suyo es el tiempo, Y la eternidad, A Él la gloria y el poder, Por los siglos de los siglos. Amén.) Este Cirio es nuestro Shamash cristiano. En la vigilia Pascual, la completa oscuridad es rasgada y vencida por la llama del Cirio Pascual del cual toman todos fuego para encender sus “pascualitos”,  simbolizando con este gesto el ánimo discipular que los asiste, como si dijeran: “Nos confesamos y nos comprometemos en la fidelidad del seguimiento”.


«En el Evangelio de Juan, Jesús usa muchas metáforas y similitudes para hablar, en el fondo, de sí mismo: el agua (cap.4 y cap. 7), el pan (cap.6), la luz (cap. 9), la vida (cap. 11), la vid (cap.15). Sin embargo, estas son imágenes de cosas…. Pero en la imagen personal del pastor, Jesús es para cada uno de nosotros el responsable afectuoso, el que nos está cerca con atención, paciencia, devoción incansable y suprema hasta la entrega total de sí.»[1]

Para entender y aprender esta tarea-misión, para poder asumir el discipulado y ser “pascualitos” del Buen Pastor, nos viene muy bien recordar algunos apartes de la Evangelii Gaudium de S.S. el Papa Francisco: «266… No se puede perseverar en una evangelización fervorosa si uno no sigue convencido, por experiencia propia, de que no es lo mismo haber conocido a Jesús que no conocerlo, no es lo mismo caminar con Él que caminar a tientas, no es lo mismo poder escucharlo que ignorar su Palabra, no es lo mismo poder contemplarlo, adorarlo, descansar en Él, que no poder hacerlo. No es lo mismo tratar de construir el mundo con su Evangelio que hacerlo sólo con la propia razón. Sabemos bien que la vida con Él se vuelve mucho más plena y que con Él es más fácil encontrarle un sentido a todo…. Y una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie.

267 Unidos a Jesús, buscamos lo que Él busca, amamos lo que Él ama. En definitiva, lo que buscamos es la gloria del Padre… Éste es el móvil definitivo, el más profundo, el más grande, la razón y el sentido final de todo lo demás. Se trata de la gloria del Padre que Jesús buscó durante toda su existencia… Si somos misioneros, es ante todo porque Jesús nos ha dicho: «La gloria de mi Padre consiste en que deis fruto abundante» (Jn 15,8)… evangelizamos para la mayor gloria del Padre que nos ama.

268 … Reconocer que somos pueblo: «Vosotros, que en otro tiempo no erais pueblo, ahora sois pueblo de Dios» (1 Pe 2,10… también hace falta desarrollar el gusto espiritual de estar cerca de la vida de la gente, [desarrollar el gusto por oler a oveja, nos dijo en otra oportunidad] hasta el punto de descubrir que eso es fuente de un gozo superior. La misión es una pasión por Jesús pero, al mismo tiempo, una pasión por su pueblo… redescubrimos que Él nos quiere tomar como instrumentos para llegar cada vez más cerca de su pueblo amado. Nos toma de en medio del pueblo y nos envía al pueblo, de tal modo que nuestra identidad no se entiende sin esta pertenencia.


269… deseamos integrarnos a fondo en la sociedad, compartimos la vida con todos, escuchamos sus inquietudes, colaboramos material y espiritualmente con ellos en sus necesidades, nos alegramos con los que están alegres, lloramos con los que lloran y nos comprometemos en la construcción de un mundo nuevo, codo a codo con los demás…. 270… Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás. Espera que renunciemos a buscar esos cobertizos personales o comunitarios que nos permiten mantenernos a distancia del nudo de la tormenta humana, para que aceptemos de verdad entrar en contacto con la existencia concreta de los otros y conozcamos la fuerza de la ternura. Cuando lo hacemos, la vida siempre se nos complica maravillosamente y vivimos la intensa experiencia de ser pueblo, la experiencia de pertenecer a un pueblo… 271… se nos invita a dar razón de nuestra esperanza, pero no como enemigos que señalan y condenan. Se nos advierte muy claramente: «Hacedlo con dulzura y respeto» (1 Pe 3,16), y «en lo posible y en cuanto de vosotros dependa, en paz con todos los hombres» (Rm 12,18). También se nos exhorta a tratar de vencer «el mal con el bien» (Rm 12,21), sin cansarnos «de hacer el bien» (Ga 6,9) y sin pretender aparecer como superiores, sino «considerando a los demás como superiores a uno mismo» (Flp 2,3)… Queda claro que Jesucristo no nos quiere príncipes que miran despectivamente, sino hombres y mujeres de pueblo… 272 Benedicto XVI ha dicho que «cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios», y que el amor es en el fondo la única luz que «ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la fuerza para vivir y actuar»… Por lo tanto, cuando vivimos la mística de acercarnos a los demás y de buscar su bien, ampliamos nuestro interior para recibir los más hermosos regalos del Señor. Cada vez que nos encontramos con un ser humano en el amor, quedamos capacitados para descubrir algo nuevo de Dios…. La tarea evangelizadora enriquece la mente y el corazón, nos abre horizontes espirituales, nos hace más sensibles para reconocer la acción del Espíritu, nos saca de nuestros esquemas espirituales limitados…. Sólo puede ser misionero alguien que se sienta bien buscando el bien de los demás, deseando la felicidad de los otros. 273…Hay que reconocerse a sí mismo como marcado a fuego por esa misión de iluminar, bendecir, vivificar, levantar, sanar, liberar. Allí aparece la enfermera de alma, el docente de alma, el político de alma, esos que han decidido a fondo ser con los demás y para los demás…274… cada persona es digna de nuestra entrega. No por su aspecto físico, por sus capacidades, por su lenguaje, por su mentalidad o por las satisfacciones que nos brinde, sino porque es obra de Dios, criatura suya. Él la creó a su imagen, y refleja algo de su gloria. Todo ser humano es objeto de la ternura infinita del Señor, y Él mismo habita en su vida. Jesucristo dio su preciosa sangre en la cruz por esa persona… cada uno es inmensamente sagrado y merece nuestro cariño y nuestra entrega. Por ello, si logro ayudar a una sola persona a vivir mejor, eso ya justifica la entrega de mi vida. Es lindo ser pueblo fiel de Dios. ¡Y alcanzamos plenitud cuando rompemos las paredes y el corazón se nos llena de rostros y de nombres!

275… “¿Para qué me voy a privar de mis comodidades y placeres si no voy a ver ningún resultado importante?”. Con esa actitud se vuelve imposible ser misioneros… 276 Su resurrección no es algo del pasado; entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo. Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable… Cada día en el mundo renace la belleza, que resucita transformada a través de las tormentas de la historia. Los valores tienden siempre a reaparecer de nuevas maneras, y de hecho el ser humano ha renacido muchas veces de lo que parecía irreversible. Ésa es la fuerza de la resurrección y cada evangelizador es un instrumento de ese dinamismo. 277… no es lo mismo cuando uno, por cansancio, baja momentáneamente los brazos que cuando los baja definitivamente dominado por un descontento crónico, por una acedia que le seca el alma. Puede suceder que el corazón se canse de luchar porque en definitiva se busca a sí mismo en un carrerismo sediento de reconocimientos, aplausos, premios, puestos; entonces, uno no baja los brazos, pero ya no tiene garra, le falta resurrección… 278 La fe es también creerle a Él, creer que es verdad que nos ama, que vive, que es capaz de intervenir misteriosamente, que no nos abandona, que saca bien del mal con su poder y con su infinita creatividad. Es creer que Él marcha victorioso en la historia «en unión con los suyos, los llamados, los elegidos y los fieles» (Ap 17,14). Creámosle al Evangelio que dice que el Reino de Dios ya está presente en el mundo, y está desarrollándose aquí y allá, de diversas maneras: como la semilla pequeña que puede llegar a convertirse en un gran árbol (cf. Mt 13,31-32), como el puñado de levadura, que fermenta una gran masa (cf. Mt 13,33), y como la buena semilla que crece en medio de la cizaña (cf. Mt 13,24-30), y siempre puede sorprendernos gratamente.»



[1] Martini, Carlo María. POR LOS CAMINOS DEL SEÑOR MEDITACIONES PARA CADA DÍA. Ed San Pablo. Santafé de Bogotá-Colombia 1995 p. 176-177

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