sábado, 11 de abril de 2015

CUERPO MÍSTICO-CUERPO UNÁNIME


Hech 4,32-35; Sal 117,2-4.16ab-18.22-24; 1Jn 5,1-6; Jn 20,19-31

Tomás vuelve a ver a Jesús, cuando se reúne con los “suyos”, con los otros apóstoles; cuando acepta humildemente estar con los otros aunque no los entienda a fondo.
Carlo María Martini

Esta escena del Evangelio de Juan es un Nuevo Génesis: ¿Qué dice el Resucitado? Hay una frase que repite tres veces: Εἰρήνη ὑμῖν. “La paz esté con ustedes”. A partir de esta Paz se irradia el resplandor que ilumina hasta a los más recalcitrantes. Aquí los recalcitrantes están representados en la persona de Tomás. Se trata de Tomás, uno de los Doce, al que apodaban “El Gemelo”, ¿qué nos comunica este apodo”? (Ya sabemos que en esa cultura el nombre era supremamente significativo). «Tomás es “gemelo” de cada uno de nosotros, incrédulos como él, llamados a llegar a ser “gemelos” de Jesús mediante la fe… llamado el gemelo, Dídimo en griego, así como Tomás en hebreo, significa Gemelo. Tomás es gemelo de muchos hermanos. Ante todo de Judas: al igual que corre el riesgo de perderse en la noche de la incredulidad, separado de la comunidad, en cuyo centro está Cristo resucitado. Además es gemelo de nosotros: está en la situación de todos nosotros que no estaban con los que han visto al Señor y estamos llamados a la fe por el testimonio de ellos.»[1]

Pero Jesús, quien ha hecho todo nuevo (Cfr Ap 21, 5), va a crear un Hombre Nuevo, del cual la primicia es Él mismo. Así como en Génesis 2, 7 Dios crea al ser humano y le “soplo” la vida; así en este cuadro, Jesús crea al Hombre Nuevo, soplando sobre ellos infundiéndoles el Espíritu Santo. Y ¿Qué harán con esa efusión de Espíritu Santo que han recibido? Liberar, perdonando los pecados, puesto que la liberación más profunda, la esencial es la liberación del pecado, la desalienación de la voluntad, que nos permite optar en la libertad de los hijos de Dios. Regresamos al tema de la libertad: Se puede aceptar el perdón pero si uno se niega, la liberación no se puede alcanzar, sencillamente los pecados les quedaran sin perdonar. La paz fundamental que puede cimentar la personalidad desalienada del Hombre Nuevo, es la tranquilidad de conciencia, que suprime toda agresividad, toda arrogancia, todo afán de prepotencia y dominación, toda esclavitud del vicio, del egoísmo, de la avaricia.


Pues bien, ¿en qué consiste esta efusión del Espíritu Santo, causada por el Soplo de Jesús sobre los Apóstoles? Jesús los cristifica. Ya no serán aquellos amedrentados que vivían a puerta cerrada, por miedo de los “judíos”, si leemos atentamente en los Hechos de los Apóstoles, nos va a sorprender el cambio tan rotundo. Hasta ayer no más, eran unos pusilánimes, víctimas del temor, aprensivos, presas de toda preocupación. Después, los vemos proclamar abiertamente, delante de todos, inclusive cuando son llevados ante el Sanedrín, o cuando son encarcelados, o cuando son azotados o apedreados, aun cuando esta pedrea fuera llevada hasta la lapidación, como en el caso de San Esteban,  protomártir.

Especialmente nos asombra escuchar a San Pedro, el mismo que ayer negó a Jesús tres veces, delante de la comunidad judía, en el Pórtico de Salomón, arrostrarles el asesinato de Jesús: “Y así mataron ustedes al que nos lleva a la vida. Pero Dios lo resucitó y de eso nosotros somos testigos” Hch 3, 15. Si los Discípulos no reconocían a Jesús después de resucitado, nosotros tampoco podemos reconocer a los Discípulos que ahora son tan valientes y decididos, como antes veíamos a Jesús ser atractivo por su firmeza, su resolución, su disposición a entregarlo todo por nosotros, llegando a amarnos hasta el límite. Por eso decimos que Jesús-resucitado ha “creado” Hombres Nuevos, desalienados, firmes y decididos. Resueltos a defender la verdad, cueste lo que cueste.

Hay un cambio no sólo en los apóstoles sino en toda la comunidad, lo vemos en la Primera Lectura, que es una perícopa tomada de Hechos de los Apóstoles, se caracterizan por ἦν καρδία καὶ ψυχὴ μία “tener un solo corazón y una sola alma”. ¡Eso es ser verdadera comunidad! No estar divididos por nimiedades, por pequeñas diferencias, por mi afán de diferencia. Eso se nos ha alimentado en grado sumo en nuestra sociedad, se nos enfatiza “poner el toque de diferencia” que vemos que no es nada diferente: por ejemplo, ser diferentes, mandándonos hacer todos el mismo tatuaje, o usando la misma cachucha, o conduciendo el mismo coche; para hacernos sentir diferentes, aparte, separados, aislados, fariseos (de hecho, la palabra fariseo proviene del verbo פרושים "separar”). Rápidamente esta tendencia a ser diferente, condujo a los “separados” a una forma de hipocresía religiosa que precisamente consiste en aparentar con la “pureza ritual”, con las muchas abluciones, con las largas filacterias, (o como pasó con Ananías y Safira que quisieron mostrar un falso “desprendimiento” quedándose con la mitad del dinero de la venta de una de sus posesiones), con prolongados rezos, o como les criticaba Jesús, juntando muchas palabras porque se imaginan que alargando Dios les hará más caso (Cfr. Mt 6, 7). Al contrario, lo que se nos pide es la capacidad de concertar, de ponernos de acuerdo, de solucionar las diferencias por el camino antes de llevarnos ante tribunales. Lo que se nos pide es “comunión” de voluntades en procura de construir el Reino, lo cual implica, discernimiento de los valores evangélicos, conocimiento y ejercicio de las “virtudes” cristianas.


«La comunidad en la que todos tienen y mantienen un mismo espíritu constituye la prueba más excelente de que Jesús está vivo en medio de ella, Jesús ha dado la vida, poniendo así un sello de garantía al proyecto de Dios, que consistía en proporcionar a todos libertad y vida. Cuando tal cosa se hace real y efectiva en la comunidad, ésta puede ser reconocida  como el gran anuncio de que Jesús efectivamente ha resucitado en ella, y por medio y en medio de ella está vivo y en acción.»[2]

La perícopa de Hechos recalca la generosidad y el desprendimiento además de la solidaridad. No que vender y regalar lo que tengamos en legitima propiedad sea un mandamiento; es más bien, una sugerencia, un ejemplo, una de las posibilidades. No es que se haya originado el nuevo mandamiento de vender lo que se tiene para darlo a los pobres. Aquí lo que tenemos es un caso límite en el que, algunas personas optan por esta generosidad, por la vía del desprendimiento, como Jesús cuando le aconsejó a aquel joven que le preguntaba qué más debía hacer para alcanzar la perfección (Cfr. Mt 19, 21). Esta generosidad-límite es un síntoma de cristificación, por ejemplo en los “consagrados” que hacen voto de pobreza -como consejo evangélico- en procura de una desalienación más libre, de encontrar vías ascéticas más expeditas. En todo caso, el más vivo ejemplo de cristificación está en οὐδὲ γὰρ ἐνδεής τις ἦν ἐν αὐτοῖς· evitar que “alguien pase necesidades” (Hch 4, 34). «La pobreza del mundo es un escándalo. En un mundo donde hay tantas riquezas, tantos recursos para dar de comer a todos, es imposible entender qué haya tantos niños que pasan hambre, tantos niños sin educación, tantos pobres. La pobreza hoy es un grito. Todos tenemos que pensar en volvernos un poco más pobres: todos tendríamos que hacerlo. Habría que preguntarse: ¿Cómo puedo yo hacerme un poco más pobre para parecerme más a Jesús que era el Maestro pobre?…»[3]

No en vano muchos hablan  del Libro de los Hechos como de un Quinto Evangelio, y otros se refieren a él como el Evangelio del Espíritu Santo. No en vano tenemos en este Libro la mejor fuente sobre la estructura de las Primeras Comunidades y el ejemplo de vida de la cristiandad primitiva. Pero debemos mirar en este escrito Lucano (el que otros ven como el segundo tomo de su Evangelio) la imagen de estas personas que tanto cambiaron, que pasaron de una fe amedrentada y tibia, sino fría; a una fe ardiente, sólida, comprometida. El Libro de los Hechos de los Apóstoles es una guía de Cristificación, aprender el seguimiento, cómo ellos se convirtieron en discípulos cumplidos, partiendo de su realidad de fragilidad “evolucionaron” hacia el compromiso y llenos del Espíritu de Jesús vivieron según la manera de Jesucristo. Al cristificarse permitieron la acción del Espíritu que Jesús les había insuflado y –en consecuencia- así vivieron y murieron. Se capacitaron entregándose al compromiso de construcción del reino. Pero no como individuos aislados sino construyendo comunidad, haciendo y haciéndose Cuerpo Místico de Cristo.


Pero eso, además, implica también unos “Ojos Nuevos” para leer la realidad desde una nueva Perspectiva: saber leer los “signos de los tiempos” y en ese tiempo concreto, leer la acción y la Presencia constante del Dios que no nos abandona y de Jesús que –Nuestro Hermano- camina con nosotros, siempre a nuestro lado.  «… no es fácil ver los signos de la presencia de Dios en el mundo: algunos los ven antes y tal vez son los tipos afectivos; luego llegan los intuitivos, después las personas lentas y sólidas. Pero también están los escépticos que llegan de últimos, pero que también pueden llegar. Nadie está excluido, con tal que se tenga una seriedad y una firme voluntad. Jesús se revela a todos amablemente, a cada uno según su propio modo. Por otra parte, nuestro episodio hace resaltar la bondad de Jesús que busca el modo apto para Tomás, que es distinto del de la Magdalena, de Juan y de Pedro. Todos tienen la posibilidad de abrirse a la presencia del Señor. No todos los medios son aptos para todos, pero para todos hay un modo y un tiempo que el Señor conoce. Es cierto que el Señor quiere revelarse a todos, aún a aquellos que parecen más refractarios y que más lo rechazan. El mansaje evangélico nos  educa para esta confianza…»[4]







[1] Fausti, Silvano. UNA COMUNIDAD LEE EL EVANGELIO DE JUAN. Ed. San Pablo. Bogotá- Colombia 2008 pp. 620. 622
[2] Storniolo, Ivo. CÓMO LEER LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES. EL CAMINO DEL EVANGELIO. Ed. San Pablo Santafé de Bogotá-Colombia 1998. p.66
[3] Papa Francisco. LA POBREZA DEL MUNDO ES UN ESCANDALO
[4] Martini, Carlo María. EL EVANGELIO DE SAN JUAN. EJERCICIOS ESPIRITUALES SOBRE SAN JUAN. Ed. Paulinas. Bogotá-Colombia 1986. p. 145.

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