sábado, 4 de abril de 2015

RESURRECCIÓN: Nueva manera de ser


Jesús no ha retornado a la existencia empírica, sometida a la ley de la muerte, sino que vive de modo nuevo en la comunión con Dios, sustraído para siempre a la muerte.
Benedicto XVI

Así vale la pena vivir y morir. En realidad, no vivimos para morir. Morimos para resucitar. Para vivir más y mejor.
Leonardo Boff

La resurrección es para nosotros
el signo absoluto de que la cruz es el pasaje obligado para ir hacia la luz.
Dios te ha creado para la eternidad.
Encerrado sobre la tierra
dentro de tu carcasa humana,
tú debes servirte de ella para construir
un mundo de amor.
Guy Gilbert


«Sólo si Jesús ha resucitado ha sucedido algo verdaderamente nuevo que cambia el mundo y la situación del hombre. Entonces Él, Jesús, se convierte en el criterio del que podemos fiarnos. Pues, ahora, Dios se ha manifestado verdaderamente… La reanimación de un muerto no nos ayudaría para nada y, desde el punto de vista existencial, sería irrelevante. Efectivamente, si la resurrección de Jesús no hubiera sido más que el milagro  de un muerto redivivo, no tendría para nosotros en última instancia interés alguno. No tendría más importancia que la reanimación, por la pericia de los médicos, de alguien clínicamente muerto.»[1]

«Entendieron la resurrección no como la reanimación de un cadáver, como el de Lázaro, que después acabó muriendo nuevamente, sino como la emergencia del ser humano nuevo, el “novíssimus Adam” (1Cor 15,45), el “novísimo Adán”, como realización plena de todas las virtualidades presentes en lo humano.»[2]


1. “Al llegar vieron que la piedra ya estaba quitada, a pesar de ser muy grande.” Mc 16, 4
2. “Entraron en el sepulcro y vieron a un joven, vestido con una túnica blanca, sentado en el lado derecho y se llenaron de miedo.” Mc 16, 5.
3. No está aquí. Ha resucitado. Miren el sitio donde lo habían puesto. Mc 16, 6
4. “’Él ira delante de ustedes a Galilea. Allá lo verán como Él les dijo’”. Mc 16.7

Quisiéramos examinar comparativamente estas cuatro frases –entresacadas de la perícopa de Marcos que constituye el Evangelio de la Solemne Vigilia Pascual que tienen en común verbos de percepción ocular (que hemos destacado con negrillas-cursivas).

Veamos a qué verbos griegos corresponden y cuál es su significado. Primero presentemos la tesis que pretendemos sustentar con esta argumentación: La fe –que es un tipo de conocimiento supra sensorial- surge de la atenta lectura de ciertos “indicios” que pueden ser sensorialmente percibidos. O sea que, surge de una “gracia” que adorna al intelecto, que le permite “ver” más allá de lo puramente sensible.

En 1. El verbo es θεωροῦσιν es el verbo θεωρέω, en presente indicativo activo “mirar con fijeza”, “clavar la mirada”, “ver para analizar”, de esta palabra deriva “teatro” (medio de contemplación) donde se mira para captar el “significado”; también emparentada con la palabra teoría algo así como “capacidad para comprender la realidad”.

En 2. El verbo es εἶδον está en aoristo indicativo activo, es el verbo  οἶδα saber, recordar, algo “visto con la mirada física” pero tiene un valor por así decirlo metafórico que lo lleva a significar “algo así captado”, “que fue así percibido mentalmente”, o sea que la mente lo tomó de esa manera, “lo vio y así lo interpretó”. Entonces se usa para “captación de una realidad espiritual a partir de un dato físico”.

En el caso de 3. Se trata de ἴδε otra vez εἶδον pero esta vez en la segunda persona del aoristo imperativo activo.

Finalmente en 4. Tenemos ὄψεσθε es el verbo ὀπτάνομαι en futuro indicativo medio que sería “aparecerse”, “dejarse ver”.

En los tres primeros está expresado claramente que fue lo que “leyeron” en el “signo” que vieron, mientras en el cuarto se expresa el “don, la “gracia”, el “regalo”, la “entrega”.


La perícopa nos da unos “detalles” que constituyen como los datos sobre los que se fundamenta la “conciencia” de que Jesús había resucitado.

a.    La piedra “ya estaba quitada”. «Marcos obtiene el efecto dramático al referir la preocupación de las mujeres por la piedra grande que cerraba la tumba y luego su sorpresa al comprobar que el sepulcro ya estaba abierto»[3]
b.    Un joven vestido con una túnica blanca (sentado a la derecha). Lo más importante de “este joven” es que él les da la interpretación global de los hechos: ἠγέρθη ¡Ha resucitado! ¡Ha sido levantado! «La forma pasiva del aoristo griego (exactamente “ha sido despertado”»[4]
c.    La ausencia del cuerpo. Pero, como lo dice Hans Küng, «la fe en la nueva vida junto a Dios, del Resucitado, no depende de la tumba vacía… La fe cristiana no llama a una tumba vacía sino al encuentro con el Cristo viviente, como dice el Evangelio: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?” (Lc 24,5)… si se observa bien, en el centro del relato sobre la tumba no está la tumba vacía sino el mensaje breve, como una profesión de fe, de la resurrección (por boca del ángel): “¡Ha resucitado!” (Mc 16,6)»[5]

Ahora bien, tengamos en cuanta, como nos lo explica nuestro Papa Emérito «si bien el sepulcro vacío no puede probar la resurrección, sigue siendo un presupuesto necesario para la fe en la resurrección, puesto que esta se refiere precisamente al cuerpo y, por él, a la persona en su totalidad… “No conocer la corrupción”: ésta es precisamente la definición de resurrección. Sólo la corrupción era considerada como la fase en la que la muerte era definitiva… un anuncio de la resurrección habría sido imposible si el cuerpo de Jesús hubiera permanecido en el sepulcro»[6]

d.    La cita que Él les había puesto en Galilea. Cuando le cumplan la cita, lo verán resucitado. «La fe en la resurrección no tuvo su origen en el descubrimiento del sepulcro vacío y en el testimonio de las mujeres sino en las apariciones a los apóstoles.»[7]

Así las cosas, las mujeres que fueron a ungir a Jesús tendrían que dar “fe” a lo que les dijo el joven de las vestiduras blancas, y nosotros a lo que nos contó San Marcos (y los otros evangelistas) porque «La resurrección no puede ser demostrada científicamente, porque es algo que escapa a los sentidos. Es un hecho ocurrido fuera de la historia, más allá de nuestra dimensión, y que no dejó ninguna huella material en este mundo.»[8]

Es esencial a nuestra fe tener una concepción correcta de la resurrección (de ninguna manera se trata de una re-encarnación) «Ser resucitado no significa que el hombre recibe otra personalidad, sino significa que el ser humano total, por la acción de Dios, entra en una nueva manera de ser. Su apariencia cambia, pero su personalidad sigue siendo la misma, pero ampliada y en plenitud.»[9]

«La materia misma es trasformada en un nuevo género de realidad… con la resurrección de Jesús… se ha producido un salto ontológico que afecta al ser como tal, se ha inaugurado una dimensión que nos afecta a todos y que ha creado para todos nosotros un nuevo ámbito de vida del ser con Dios… la resurrección… inaugura una dimensión que llamamos comúnmente la dimensión escatológica… la resurrección no es un acontecimiento histórico del mismo tipo que el nacimiento o la crucifixión de Jesús. Es algo nuevo, un género nuevo de acontecimiento.»[10]

«He aquí el punto central de la fiesta de Pascua: en la muerte de Jesús, nuestra muerte, aunque conserve su realidad biológica, ya no es un final oscuro ni un término desesperado, ni una salida de la seguridad hacia la nada. Es una realidad vencida, domada en su ferocidad, de tal modo que ya no puede dominar más los pensamientos y las previsiones del hombre… A la luz de la Pascua todo puede tener un sentido y un tono distintos, todo puede ser susceptible de ser redimido por la esperanza.»[11]


La Resurrección es un elemento que tiene enormes implicaciones en nuestra vida, y debe repercutir en acciones, en un estilo de vida verdaderamente a la manera de Jesús. Implica, no sólo una creencia sino un compromiso: Se trata de la VIDA ETERNA. «Pero esta vida que culmina en su plenitud en una situación de vida eterna, ya comienza aquí y ahora, en las situaciones histórica de la convivencia social… todos aquellos que profesan su fe en una vida eterna, son llamados y desafiados a obrar, para que su esperanza en la vida futura repercuta ya en el presente. Su lucha contra todos los mecanismos que causan muerte comprueba y manifiesta su fe en la vida eterna… En nombre de su fe en la vida eterna hay que denunciar las estructuras injustas, los mecanismos de exclusión y los sistemas que generan muerte, en vez de vida… se convierte en incentivo, para empezar ya aquí en la tierra, con la realización de aquellos valores que Dios llevará a plenitud para nosotros en escala infinita en aquella nueva manera de ser, que llamamos VIDA ETERNA.»[12]


¡FELICES PASCUAS!

[1] S.S. Benedicto XVI. JESÚS DE NAZARET 2da. PARTE Ed. Planeta. Colombiana Bogotá-Colombia 2011 p. 284.
[2] Boff, Leonardo. UNA REVOLUCIÓN EN LA EVOLUCIÓN. boffsemanal@servicioskoinonia.org 2015-04-04
[3] Beck, T. Benedetti, U. Brambillesca, G. Clerici, F. Fausti, S. UNA COMUNIDAD LEE EL EVANGELIO DE MARCOS. Ed. San Pablo 1ª re-imp. 2009 p. 718
[4] Ibid p. 719
[5] Küng, Hans. CREDO.  Madrid-España Trotta, 1994, pp 99-120.
[6] S.S. Benedicto XVI. Op. Cit. p. 297. 299.
[7] Boff, Leonardo. LA RESURRECCIÓN EN CRISTO NUESTRA RESURRECCIÓN EN LA MUERTE. p. 72
[8] Álvarez Valdés, Ariel (Pbro.) QUÉ SABEMOS DE LA BIBLIA II Ed. Centro Carismático “Minuto de Dios” Bogotá –Colombia  p. 111
[9] Blank, Renold. CREO EN LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS Ed San Pablo Bogotá- Colombia 2010 p. 40
[10] S.S. Benedicto XVI Op. Cit. p. 319
[11]  Martini. Carlo María. POR LOS CAMINOS DEL SEÑOR. Ed. San Pablo Santafé de Bogotá-Colombia 1995 pp. 151-152
[12] Blank, Renold CREO EN LA VIDA ETERNA. Ed San Pablo Bogotá- Colombia 2010 p. 52

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