domingo, 25 de diciembre de 2011

HOY JESÚS ESTÁ PRESENTE EN MEDIO DE NOSOTROS

Is 52, 7-10; Sal 98(97); Hb 1,1-6; Jn 1, 1-18


Κα λόγος σρξ γένετο κα σκήνωσεν ν μν
Jn 1, 14ª

En varios capítulos del Evangelio de Juan aparece la idea de Dios presente, encarnado en las personas, animando, sosteniendo y vivificando la comunidad. Es creyendo en la presencia de Dios en la Comunidad como las personas tienen fuerzas para asumir una nueva práctica (Jn 13, 1-10) y ser fiel hasta el final, hasta lea entrega de la propia vida. [1]




Hemos llegado al final del Adviento y también al último domingo del año civil, el siguiente ya será 2012. Hemos vivido la noche de Navidad: Tal y como lo esperábamos (es una manera de decir, en realidad ¡era lo que menos nos esperábamos!) el Niño Dios está acostado entre pajitas, en la caja donde se pone el forraje para el ganado. De esta manera entramos en el Segundo Tiempo fuerte del Año Litúrgico, el tiempo de Navidad, que se extiende hasta la Epifanía del Señor, también llamada “Fiesta de los Reyes Magos” o “Seis de Reyes”, que litúrgicamente celebraremos el 8 de enero del 2012 y que el calendario civil –según la denominada ley Emiliani, en Colombia, traslada -en este año- al 9 de enero; luego entraremos ya en el Tiempo Ordinario (aquí también vale el paréntesis para decir que el Tiempo Ordinario es lo menos Ordinario, porque infortunadamente, la palabra “ordinario” ha pasado a significar “de baja calidad”, “muy barato”, “de poca importancia” “de escasa monta”; por eso estipulamos que este Tiempo Ordinario es lo menos ordinario).

En la temporada de Navidad se insertan dos fiestas de gran importancia: La Sagrada Familia, y Santa María Madre de Dios. La Sagrada Familia se celebra el Domingo de la Octava de Navidad; y Santa María Madre de Dios el 1º de Enero. En el año 2012, las dos fiestas se solapan, por lo cual, la liturgia dispone que la Fiesta de la Sagrada Familia sea trasladada para el 30 de Diciembre, de forma tal, que las dos fiestas se puedan celebrar independientemente; esto se hará así siempre que no caiga un domingo, distinto al 1º de enero, dentro de la Octava de Navidad.


¿Por qué nació el Niño Jesús en un establo? Porque sus Padres no habían hallado sitio en la “posada”; allí aparece la palabra griega κατάλυμα que significa hospedaje, posada, fonda. Pero también esta palabra [kataluma] puede significar, la sala-comedor ampliada de la casa, el espacio central y básico de una vivienda donde no habían dormitorios en el sentido de nuestros cuartos diferenciados del comedor, la cocina, la sala, los baños, separados en nuestras arquitecturas urbanas; lo cierto es que La Santísima Virgen acostó al Divino Niño en un φάτν que es el cajón para el pienso porque no podía parir su Bebé en plena sala. Todo esto lo sabemos a partir de Lc 2, 1-14 que es la perícopa del Evangelio que se lee en la misa de media noche de Navidad (que en muchas partes se celebra no a media noche sino en las vísperas de la navidad, el 24, después de las 6:00 PM.).

1

El salmo para esta liturgia es el 98(97), el mismo que leímos con motivo de la Inmaculada Concepción, perteneciente a la familia de los Salmos de ¡YHWH reina! El pueblo judío veía que en otros pueblos se repetía periódicamente la posesión del dios babilónico, en esta ceremonia se le “entregaba” a ese dios la realeza; pero YHWH, que es Rey de su pueblo desde siempre y por siempre, ¿cómo se le iba a conferir tal potestad? Entonces, en este marco cultual –la fiesta de las Tiendas, de los tabernáculos, de las cabañas, de las enramadas, Sukkot סֻכּוֹת en hebreo- la entrega de los atributos reales al dios, se parangona con la proclamación de las Victorias de YHWH. El salmo nos convoca a la bullaranga, al griterío feliz de la Victoria: «Aclamad al Señor tierra entera; gritad, vitoread, tocad». Esta algarabía está motivada, no es gratuita, lo que dispara la algazara es que «El Señor da a conocer su victoria.»

¿De qué se trata la Victoria de Dios? ¿Por qué hemos de estar tan felices? Es que Él «revela a las naciones su justicia: se acordó de Su Misericordia y de Su Fidelidad» y como concluye el salmo: «El gobernará el mundo con Justicia y Rectitud». Por tanto, este salmo anuncia al Mesías. No gobernará dentro de cierto territorio limitado, sino que su Reinado será un Reinado Universal. En verdad que hay motivo para «Cantar al Señor un Cántico Nuevo, porque ha hecho maravillas: su Diestra le ha dado la Victoria, su Santo Brazo.» Es el Salmo del jolgorio por excelencia.

Muy bien, leímos el salmo y lo entendimos… ¿y nosotros qué? ¿Qué hay con todo eso? Pues sí, nosotros somos los mensajeros, nuestra misión es la de anunciar que Dios ya reina, que su Reinado  ya está en proceso de construcción; que sólo faltan nuestras manos para completar su implantación. Somos, también los centinelas alertas y vigilantes que se dan cuenta que el Señor tiene un estilo de gobierno basado en la verdadera Justicia, una Justicia Recta, Inquebrantable, Amorosa.



 
2

σκήνωσεν eskenosen habitar, morar, viene de la palabra  σκήνε eskené, que significa ‘cobertizo de ramas’ o ‘choza’, es decir, lo mismo que sukka en hebreo; con este giro etimológico queremos acercar la idea que expresa el verso 14 -especialmente en la parte a- cuando dice que el logos σκήνωσεν entre nosotros. Arriba hablábamos de la fiesta del Sukkot, para el pueblo judío era de precepto, durante esta semana, morar en una cabaña y dormir al aire libre, y hacer en esa cabaña su comedor.
Emmanuel, Dios-con-nosotros, ha puesto su cabaña entre nosotros; San Pablo lo dice con otro vocablo, “se abajó” λλ κένωσεν μορφν δούλου, que traducido a la letra sería “pero acampó con forma de esclavo”, a lo que en otra parte nos hemos referido como kénosis.
Digámoslo con las palabras de Benedicto XVI: “Por tanto el "Sentido eterno" del mundo "se ha hecho tangible a nuestros sentidos y a nuestra inteligencia: ahora podemos tocarlo y contemplarlo", ese "sentido" "no es simplemente una idea general inscrita en el mundo", sino que es "una Persona que se interesa por cada uno de nosotros".

"Sí, existe un sentido, el sentido no es una protesta impotente contra el absurdo. El Sentido es poderoso: es Dios. Un Dios bueno, que no se confunde con cualquier poder excelso y lejano, al que nunca se podría llegar, sino un Dios que se ha hecho cercano a nosotros".

"En la gruta de Belén, Dios se muestra a nosotros humilde 'infante' para vencer nuestra soberbia… Quizás nos habríamos rendido más fácilmente frente al poder, frente a la sabiduría; pero Él no quiere nuestra rendición; apela más bien a nuestro corazón y a nuestra decisión libre de aceptar su amor".

"Se ha hecho pequeño para liberarnos de esa pretensión humana de grandeza que surge de la soberbia; se ha encarnado libremente para hacernos a nosotros verdaderamente libres, libres de amarlo". [2]
3
En algunas traducciones “logos” se traduce por Palabra, en otras, allí donde dice logos, el traductor pone el “Verbo”. Repetimos lo que dice el Cardenal Martini sobre la palabra griega “logos”: “es una palabra desesperante, porque talvez es la palabra griega con más significados: la mente, la razón, la cuenta del mercado, y muchas otras cosas extremadamente diferentes”[3]

Su Santidad, Benedicto XVI dijo en su audiencia papal que “Logos significa también "el Sentido"[4]. Íntimamente relacionado con este significado, se expresa el Cardenal Martini en los siguientes términos: “En Dios está la razón última no sólo del ser de las cosas, sino del ser “aquí y ahora” Es decir, todas las situaciones de la existencia, todo lo que gegonen (“ha acontecido”) y acontece ahora, tiene un significado en la sabiduría ordenadora de Dios… Esta consideración es amplísima y clarificadora, porque partiendo de ella ninguna situación humana carece de sentido”[5]

4

San Ireneo afirma: “El Verbo de Dios puso su morada entre los hombres y se hizo Hijo del hombre, para acostumbrar al hombre a comprender a Dios y para acostumbrar a Dios a poner su morada en el hombre según la voluntad del Padre. Por esto, Dios nos dio como 'signo' de nuestra salvación a aquel que, nacido de la Virgen, es el Emmanuel”. San Ireneo, III, 20, 2-3

"Tan dañosos es para el recto entendimiento de la persona
de Cristo el decir algo en detrimento de su humanidad
como el decir algo en detrimento de su divinidad."
                                                                                  San León Magno

 
«A diferencia de los sinópticos, el cuarto Evangelio nos presenta una cristología “desde arriba”… Dicha cristología “desde arriba”, la tenemos admirablemente compendiada en el prólogo del cuarto Evangelio (Juan 1, 1-18); texto que afirma de manera rotunda la preexistencia y naturaleza divina del Hijo de Dios, que, una vez llegado el momento culminante de la historia salvífica de la humanidad, se hace hombre, sin detrimento alguno ni la menor mudanza en su personal espesor óntico. Como es impensable que en la naturaleza propia de la divinidad haya cambios, es dable afirmar que la encarnación del Verbo eterno de Dios constituye una verdadera logofanía. En efecto, el Hijo Unigénito de Dios, que viene hasta nosotros desde el seno de su Padre para darlo a conocer, se le puede designar adecuadamente como Logos, en el sentido de ser la expresión inteligible de la realidad trascendente de Dios. Al respecto dirá santo Tomás de Aquino que, al Hijo de Dios se le llama Verbo porque ese es su nombre propio (Verbum proprium nomem Filii). En efecto, el Logos de Dios, que es Dios mismo, que llega hasta nosotros para que podamos llegar a la bienaventurada intimidad eterna con Él; al hacerse hombre, no sólo nos capacita para percibir visiblemente al Dios invisible de nuestra fe, sino que nos comunica lo necesario para entrar en relación con Él. Cuando el Logos hecho hombre nos habla, es Dios mismo quien nos está hablando.»[6]
No se disfrazó de hombre, sino que se hizo hombre y actuó
autenticamente como ser humano.
Aldo Stella pbro.

¿Qué razón de ser tiene esta cristología “desde arriba”? Recordemos que el cuarto evangelio es el más tardío de ellos, hacía el año 95, cuando los judíos empezaron a expulsar a los cristianos de las sinagogas y se empezó a ver el cristianismo como una secta judía en la que se fundían los judíos convertidos al cristianismo, los griegos ganados para esta fe, algunos discípulos de Juan el bautista, algunos samaritanos. En este contexto, frente al cristianismo, surgió el movimiento gnóstico. «En el seno mismo de las puras primeras comunidades cristianas, surgió ya, podríamos decir que demasiado prontamente la herejía cristológica conocida como docetismo (del griego dóketis, figura o apariencia)…No pocos comulgaban con los planteamientos dualistas del platonismo y del gnosticismo,…Como cristianos, era imposible que negaran que el Verbo de Dios se hizo hombre, y que habitó históricamente entre nosotros (Jn 1, 14). Pero explicaban la innegable realidad de tan inusitado acontecimiento, afirmando que esa permanencia terrestre del Verbo de Dios fue sólo una aparición. Algo así como una teofanía de características insólitas,…Según ellos, en el caso concreto de Jesús de Nazaret, lo espiritual e invisible del Verbo eterno de Dios, pasó a ser, en un momento dado, para sus contemporáneos de Palestina, algo aparentemente material y visible. Pero aquello no era una realidad objetiva sino mera fantasmagoría colectiva,… algo similar a lo que acontecía frecuentemente en los relatos mitológicos corrientes, en los que una de las tantas deidades helénicas bajaba del Olimpo, adoptando la apariencia de una figura antropomorfa, cuando no zoomorfa, la que utilizaba durante cierto tiempo determinado, para sus fines y propósitos. Todo lo humano en Jesús de Nazaret, fue aparente. Sólo lo divino era lo real en él»[7]

5

Dice la Doctora Consuelo Vélez que “La navidad es ante todo dedicarnos a descubrir esa presencia de Dios en todo ser humano y decidirnos a servirle y amarle en ellos. Navidad es reconocer que el amor a los demás no es optativo sino condición inherente, a nuestro ser cristiano y lugar privilegiado para amar a ese Dios que no vemos pero que podemos reconocer encarnado en nuestros semejantes (1Jn 4, 20). Y amarle en los demás no porque ellos sean buenos sino porque son personas y en esta humanidad, Dios decidió quedarse para siempre con nosotros”[8]. Reflexionando todo esto, pensamos adecuado como cuento navideño, uno de Anthony de Mello, aquí lo tenemos

El gurú que se hallaba meditando en su cueva del Himalaya, abrió los ojos y descubrió, sentado frente a él, a un inesperado visitante: el abad de un célebre monasterio.

- «¿Qué deseas?», le preguntó el gurú.

El abad le contó una triste historia. En otro tiempo, su monasterio había sido famoso en todo el mundo occidental, sus celdas estaban llenas de jóvenes novicios, y en su iglesia resonaba el armonioso canto de sus monjes. Pero habían llegado malos tiempos: la gente ya no acudía al monasterio a alimentar su espíritu, la avalancha de jóvenes candidatos había cesado y la iglesia se hallaba silenciosa. Sólo quedaban unos pocos monjes que cumplían triste y rutinariamente sus obligaciones. Lo que el abad quería saber era lo siguiente:

- «¡Hemos cometido algún pecado para que el monasterio se vea en esta situación?»

- «Sí», respondió el gurú, «un pecado de ignorancia».

- «¿Y qué pecado puede ser ése?»

- «Uno de vosotros es el Mesías disfrazado, y vosotros no lo sabéis».

Y, dicho esto, el gurú cerró sus ojos y volvió a su meditación.

Durante el penoso viaje de regreso a su monasterio, el abad sentía cómo su corazón se desbocaba al pensar que el Mesías, ¡el mismísimo Mesías!, había vuelto a la tierra y había ido a parar justamente a su monasterio. ¿Cómo no había sido él capaz de reconocerle? ¿Y quién podría ser? ¿Acaso el hermano cocinero? ¿El hermano sacristán? ¿El hermano administrador? ¿O sería él, el hermano prior? ¡No, él no! Por desgracia, él tenía demasiados defectos...

Pero resulta que el gurú había hablado de un Mesías «disfrazado»... ¿No serían aquellos defectos parte de su disfraz? Bien mirado, todos en el monasterio tenían defectos... y uno de ellos tenía que ser el Mesías!

Cuando llegó al monasterio, reunió a los monjes y les contó lo que había averiguado. Los monjes se miraban incrédulos unos a otros:

- ¿el Mesías... aquí? ¡Increíble! Claro que, si estaba disfrazado... entonces, tal vez... ¿Podría ser Fulano...? ¿O Mengano, o...?

Una cosa era cierta: si el Mesías estaba allí disfrazado, no era probable que pudieran reconocerlo. De modo que empezaron todos a tratarse con respeto y consideración. «Nunca se sabe», pensaba cada cual para sí cuando trataba con otro monje, «tal vez sea este...»

El resultado fue que el monasterio recobró su antiguo ambiente de gozo desbordante. Pronto volvieron a acudir docenas de candidatos pidiendo ser admitidos en la Orden, y en la iglesia volvió a escucharse el jubiloso canto de los monjes, radiantes del espíritu de Amor.[9]

Y continúa diciendo la Dra. Vélez: «Navidad tiempo de descubrir a Dios en los demás, tiempo de aceptación mutua, tiempo de reconocimiento de los valores que todo ser humano tiene, tiempo de perdón y de reconciliación, tiempo de esperanza y de un nuevo comienzo. Que el Niño de Belén nazca hoy en nuestra vida, en nuestras relaciones y nuestra historia y así podamos afirmar que en verdad “el Verbo se hizo carne y no “habitó –en pasado- sino que “habita” hoy entre nosotros” (Jn 1,14)»[10]


[1] Centro Bíblico Verbo LA NUEVA VIDA NACE DE LA COMUNIDAD. EL EVANGELIO DE JUAN. Ed. San Pablo.2010 p. 104
[2] Benedicto XVI. AUDIENCIA GENERAL DEL 17 DE DICIEMBRE DE 2008.
[3] Martini, Card. Carlo María. EL EVANGELIO DE SAN JUAN. Ed Paulinas 1986 p. 21
[4] Benedicto XVI. Loc. Cit.
[5] Martini, Card. Carlo María.. Op. Cit. p. 23
[6] Stella, Aldo Pbro. JESUCRISTO CINCO MEDITACIONES CRISTOLÓGICAS. Ed. Dr. Rafael Gómez Betancur. 2004 p. 191.
[7] Ibídem pp. 319-320
[8] Vélez, Consuelo Y EL VERBO SE HIZO CARNE Y HABITA ENTRE NOSOTROS En la revista Iglesia SINFRONTERAS No. 328, Diciembre 2009 Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús. p. 11
[9] De Mello Anthony LA ORACIÓN DE LA RANA 1. Ed. Sal Terrae Santander 1988 pp. 58-59
[10] Vélez, Consuelo. Loc. Cit.

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