viernes, 29 de noviembre de 2013

HASTA QUE TODO LE ESTÉ SOMETIDO


El Evangelio llama a la vigilancia y la conversión
 Is 2,1-5; Sal 121, 1-2. 3-4a. 4b-5. 6-7. 8-9; Rom 13,11-14; Mt 24,37-44.

Y nosotros, ahora, estamos aquí,
delante de la puerta del Adviento
que finalmente se abrió
y Tú Señor, nos convidas a entrar.

Averardo Dini

¡Si en este día comprendieras tú
lo que puede conducirte a la paz!
Más por lo pronto, está oculto a tus ojos

Lc 19, 42 bcd


Constructores de paz, testigos de su Amor



Nuevamente se trata del Salmo 122(121), exactamente el mismo que nos ha ocupado el Domingo anterior. Dijimos que era uno de los quince salmos graduales que hablan de las diversas etapas de la peregrinación; por tanto  es un Salmo gradual o de peregrinación.  Dijimos también que este salmo alude a diversas “peregrinaciones”, de un pueblo que es “errabundo” en diversos momentos de su historia: se destacan los cuarenta años que erró por el desierto antes de poder entrar en la “Tierra Prometida”, esa tierra que “manaba leche y miel”; también le correspondió esa triste página de la historia en que fue “llevado” en esclavitud a Babilonia donde permaneció sometido –según nuestras cuentas- desde el 607 hasta el 540, es decir 67 años, aun cuando más estrictamente va del 587 al 538 (período mucho más reducido, que sólo toma en cuenta el tiempo de deportación de la “aristocracia” judía en Babilonia). De este tiempo queremos destacar tres aspectos (a nuestra manera de ver) positivos:
i)              Comprendieron que habían sido infieles a la Alianza
ii)             Crecieron en su amor a Dios sabiendo que sólo Él los podía salvar y devolverles la libertad y la Tierra Perdida, se podría hablar de un arrepentimiento, de una conversión que los acercó a YHWH.
iii)            Empezó a esperarse un Mesías, liberador y restaurador.

El Domingo anterior, el último del año Litúrgico, del ciclo C, consideraba los versos 1-2; 4. 8-9. En este 1er Domingo de Adviento del año Litúrgico, del ciclo A, leemos lo mismo añadiendo los versos 6-7.



Si nos atenemos estrictamente a la expresión בִּ֝שְׁעָרַ֗יִךְ entendemos que significa que ya atravesaron las puertas, que ya están dentro de la ciudad, dice que están “dentro de las puertas”.

Queremos destacar que Jerusalén es, sobre todo, signo de convergencia: “A ti Jerusalén suben las tribus, las tribus del Señor. Así como los Sabios de Oriente convergieron hacía el sitio donde había nacido el Salvador, así Jerusalén será el punto de encuentro de todos los “fieles” del Señor. ¿A qué se reúnen? El verso 4b nos lo dice: “…para albar el nombre del Señor”. La palabra que se usa  עֵדוּת, implica algo así como “dar testimonio”. Así es, se nos da una misión, no es solamente el desplazamiento, el recorrido que se hace hasta la Ciudad de la Paz, es el encargo que tenemos de “glorificar el Santo Nombre de Dios dando testimonio”.



¿Testimonio de qué? Ahí entran en juego los dos versos que se leen en este Domingo y que no leímos la semana anterior. Testimonio de Paz, dicen estos dos versos: “Jerusalén, que haya paz entre aquellos que te aman, que haya paz dentro de tus murallas (y que reine la paz) que haya prosperidad en cada casa”. Nuestra tarea consiste en mostrarnos como gente de paz; trabajadores por la paz, nos llamará Jesús en las bienaventuranzas. Este Salmo nos convoca para “subir a Jerusalén” nosotros los trabajadores por la Paz, los que a través de esta conducta Alabamos el Santo Nombre de Dios: לְ֭מַעַן  אַחַ֣י  וְרֵעָ֑י  אֲדַבְּרָה־  נָּ֖א  שָׁלֹ֣ום  בָּֽךְ׃ Por el amor que tengo a mis hermanos voy a decir “La paz sea contigo”. El Salmo nos hace iniciar el Adviento con una tarea: trabajar por la paz.



Al proponernos esta tarea no podemos encararla con ingenuidad desinformada, hay que tener en cuenta que «El gasto mundial anual en guerras o en la preparación de conflictos se acerca a los 1,8 billones de dólares, siendo EE.UU. el país que más gasta, pese a la reducción de su presupuesto bélico. Según los últimos datos, el gasto militar de EE.UU. alcanzó en 2012 los 682.000 millones de dólares (el 39% del gasto mundial), y ello pese a la reducción de su presupuesto de defensa en unos 40.000 millones de dólares.»[1] Frente a este dato, que transparenta una realidad contundente y apabullante del mundo que habitamos con su cultura hegemónica de muerte y las enormes ganancias que estos empresarios alcanzan y –lo que es peor- que no están dispuestos a perder. No digamos que somos muy pequeños o muy insignificantes para hacerle oír nuestra voz a este Goliat, más bien, digamos como dijo David: “Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo voy contra ti en el Nombre del Señor Todopoderoso, el Dios de los Ejércitos de Israel a los que tú has desafiado” 1Sam 17, 45bc. Esta es la única manera de decir sinceramente ¡Por el amor que tengo a mis hermanos voy a decir “La paz sea contigo”! Toda otra palabra carece del “compromiso” suficiente y necesario.



Aprender a desarmar la muerte y a construir la paz

Hay que aprender a desbaratar fusiles y cañones y volverlos puentes y edificios y fábricas de paz. Hay que acabar de una vez por todas con las fábricas de guerra y de muerte, de bombas y napalm, de armas químicas y bacteriológicas, de ojivas nucleares. La tarea de trabajar por la paz se inserta en el contexto de este Domingo cual es la de una vigilancia activa. Muchas veces hemos señalado que el Primer Domingo de Adviento tiene como médula la vigilancia, pero no es la vigilancia de la persona que se sienta en la ventana a esperar que pase algo, una persona, un carro, o que alguien llegue. No. Esta es una vigilancia alerta, un estar en vigilia, un hacer preparativos para cuando llegue el momento tener todo dispuesto.



En la Primera Lectura, del profeta Isaías, se nos invita nuevamente –igual que en el Salmo- a “subir al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob…” pero la cosa no para ahí. Otra vez nos topamos con un “para”, vamos a la casa del Señor para que Él nos instruya וְיֹרֵ֙נוּ֙  מִדְּרָכָ֔יו  וְנֵלְכָ֖ה  בְּאֹרְחֹתָ֑יו en sus caminos y podamos marchar por sus sendas cfr. Is 2, 3c.



Observemos el mandato de volvernos trabajadores por la paz cómo está expresado por el profeta: “De las espadas forjaran arados y de las lanzas podaderas; ya no alzará la espada pueblo contra pueblo, ya no se adiestraran para la guerra” Is 2, 4bc.



Queremos llover sobre mojado, la tarea de vigilancia no es pasiva sino muy activa, muy comprometida, se nos conmina a encargarnos de la trasformación, evidentemente que las espadas no se volverán arados por mirarlos fijamente, ni se volverán podaderas las lanzas con rezar veinte mil oraciones. Habrá que hacer todo lo necesario, no sólo esperar pacientemente sino manos a la acción, mangas remangadas, ¡sudando la camiseta!



En su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium el Papa Francisco nos advierte en el numeral 218: «La paz social no puede entenderse como un irenismo o como una mera ausencia de violencia lograda por la imposición de un sector sobre los otros. También sería una falsa paz aquella que sirva como excusa para justificar una organización social que silencie o tranquilice a los más pobres, de manera que aquellos que gozan de los mayores beneficios puedan sostener su estilo de vida sin sobresaltos mientras los demás sobreviven como pueden. Las reivindicaciones sociales, que tienen que ver con la distribución del ingreso, la inclusión social de los pobres y los derechos humanos, no pueden ser sofocadas con el pretexto de construir un consenso de escritorio o una efímera paz para una minoría feliz. La dignidad de la persona humana y el bien común están por encima de la tranquilidad de algunos que no quieren renunciar a sus privilegios. Cuando estos valores se ven afectados, es necesaria una voz profética.»



Tenemos que descubrir la manera de invertir no en armamentismo sino en salud, alimentación, educación, oportunidades para la gente; no en vallas y carteles para promover candidaturas sino en llevar adelante las candidaturas con proyectos echados a andar favoreciendo a los que más lo necesitan. Votos para los que desde ya estén haciendo realidad lo que prometen. Es cierto que es difícil distinguirlo entre tanto engaño, calumnia y golpe sucio; pero recordemos que “por sus frutos los reconoceremos…”

Pasos que componen la tarea



Cuantas veces y cuantas personas van viendo el correr del tiempo como un simple proceso de envejecimiento, otros lo ven como un acercamiento sistemático a la hora de la muerte. San Pablo nos da una mejor óptica: cada minuto que pasa estamos más cerca de la hora de nuestra Salvación. Esta es la primera clave interpretativa que nos da esta perícopa de la Carta a los Romanos.



La segunda clave consiste en que nos entrega paso a paso la ruta para revestirnos de Nuestro Señor Jesucristo. ¿Qué significa esto de revestirse? Ponerse las mismas ropas para hacerse parecido. Una de las mejores maneras de imitar a alguien es vestirse del mismo modo. San Pablo nos da seis pasos esenciales para lograr esta mímesis:



1)    Desechemos las obras de las tinieblas
1a) Revistámonos con las armas de la luz
2)    Comportémonos honestamente
3)    Nada de comilonas y borracheras
4)    Nada de lujurias ni desenfrenos (esto reclama una actitud crítica ante el acoso del mercado y la cultura del despilfarro y el consumismo.)
5)    Nada de pleitos ni envidias
6)    Que el cuidado de su cuerpo no de ocasión a los malos deseos.

¿Por qué hay que hacer estas seis cosas? Porque ya es hora de que nos despertemos del sueño; otra vez el llamado a estar “vigilantes”, despiertos, alertas; insistimos (tercera vez) no sólo mantener los ojos bien abiertos sino hacer cosas, no cuales quiera cosas sino exactamente estas seis.



Velar y estar preparados

Jesús nos manda γρηγορεῖτε οὖν, ὅτι οὐκ οἴδατε ποίᾳ ἡμέρᾳ ὁ κύριος ὑμῶν ἔρχεται. “Velen pues, y estén preparados porque no saben qué día va a venir su Señor” Se trata de la Segunda Venida, la Primera vino como un Bebé y murió Crucificado para Resucitar al Tercer Día. La Segunda sabemos con toda seguridad que vendrá, más ignoramos los detalles, sólo sabemos que será revestido de Gloria y de Poder… de resto… nada podemos afirmar. Pero que viene ¡Viene!



Al doblar por la esquina de la “Segunda Venida” conviene recordar tres numerales del Catecismo de la Iglesia Católica:

672 Cristo afirmó antes de su Ascensión que aún no era la hora del establecimiento glorioso del Reino mesiánico esperado por Israel (cf. Hch 1, 6-7) que, según los profetas (cf. Is 11, 1-9), debía traer a todos los hombres el orden definitivo de la justicia, del amor y de la paz. El tiempo presente, según el Señor, es el tiempo del Espíritu y del testimonio (cf Hch 1, 8), pero es también un tiempo marcado todavía por la "tribulación" (1 Co 7, 26) y la prueba del mal (cf. Ef 5, 16) que afecta también a la Iglesia (cf. 1 P 4, 17) e inaugura los combates de los últimos días (1 Jn 2, 18; 4, 3; 1 Tm 4, 1). Es un tiempo de espera y de vigilia (cf. Mt 25, 1-13; Mc 13, 33-37).

El glorioso advenimiento de Cristo, esperanza de Israel



673 Desde la Ascensión, el advenimiento de Cristo en la gloria es inminente (cf Ap 22, 20) aun cuando a nosotros no nos "toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad" (Hch 1, 7; cf. Mc 13, 32). Este acontecimiento escatológico se puede cumplir en cualquier momento (cf. Mt 24, 44: 1 Ts 5, 2), aunque tal acontecimiento y la prueba final que le ha de preceder estén "retenidos" en las manos de Dios (cf. 2 Ts 2, 3-12).

674 La venida del Mesías glorioso, en un momento determinado de la historia (cf. Rm 11, 31), se vincula al reconocimiento del Mesías por "todo Israel" (Rm 11, 26; Mt 23, 39) del que "una parte está endurecida" (Rm 11, 25) en "la incredulidad" (Rm 11, 20) respecto a Jesús. San Pedro dice a los judíos de Jerusalén después de Pentecostés: "Arrepentíos, pues, y convertíos para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que del Señor venga el tiempo de la consolación y envíe al Cristo que os había sido destinado, a Jesús, a quien debe retener el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de que Dios habló por boca de sus profetas" (Hch 3, 19-21). Y san Pablo le hace eco: "si su reprobación ha sido la reconciliación del mundo ¿qué será su readmisión sino una resurrección de entre los muertos?" (Rm 11, 5). La entrada de "la plenitud de los judíos" (Rm 11, 12) en la salvación mesiánica, a continuación de "la plenitud de los gentiles (Rm 11, 25; cf. Lc 21, 24), hará al pueblo de Dios "llegar a la plenitud de Cristo" (Ef 4, 13) en la cual "Dios será todo en nosotros" (1 Co 15, 28).

Tan inusitadamente será su Llegada –dice en primer término- que será como el diluvio, que nadie se lo esperaba, pero llegó…

Tan inesperadamente como el ladrón, que si uno supiera cuando va a llegar, seguro que reforzaría la guardia y tendría muchos policías al acecho para que capturarlo.



 Παραλαμβάνεται - ἀφίεται  “llevada – dejada” una bina clave en esta perícopa del  Evangelio según San Mateo. La primera palabra significa llevarse, reconocerle, admitir, agresivamente llevada, como secuestrada, como raptada; la segunda palabra significa soltada, despachada, que se le ha permitido irse, perdonada. Que dos anden juntos y aunque estén haciendo lo mismo no garantiza que correrán la misma suerte porque muchas veces depende de lo que hay dentro del corazón, de las intenciones que mueven a las personas, de que una determina acción se esté haciendo en el Santo Nombre de Dios, para testimoniar su Infinita Grandeza y Misericordia. Mientras uno correrá una suerte bendita, el otro se quedará “viendo un chispero”.



La tónica es una actitud de alerta: γρηγορεῖτε Así que velen y estén preparados Mt 24, 42a. Y recuerda, una de las mejores preparaciones para estar “despierto” y “vigilante” es el Sacramento de la Conversión, así que, ¡amig@ mí@, visita el confesionario!









[1] http://actualidad.rt.com/actualidad/view/101774-mundo-gastar-armas-guerras-eeuu

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