sábado, 7 de diciembre de 2019

TOTA PULCHRA



Gen 3,9-15.20; Sal 98(97), 1.2-3ab.3bc-4; Ef 1,3-6. 11-12; Lc 1,26-38

¡Lanza gritos de gozo, hija de Sión, lanza clamores, Israel, alégrate y exulta de todo corazón, hija de Jerusalén! Ha retirado Yahveh las sentencias contra ti, ha alejado a tu enemigo. ¡Yahveh, Rey de Israel, está en medio de ti, no temerás ya ningún mal! Aquel día se dirá a Jerusalén: ¡No tengas miedo, Sión, no desmayen tus manos! Yahveh tu Dios está en medio de ti, ¡un poderoso salvador! El exulta de gozo por ti, te renueva por su amor; danza por ti con gritos de júbilo, como en los días de fiesta. Yo quitaré de tu lado la desgracia, el oprobio que pesa sobre ti. He aquí que yo haré exterminio de todos tus opresores, en el tiempo aquel; y salvaré a la coja y recogeré a la descarriada, y haré que tengan alabanza y renombre en todos los países donde fueron confundidas. En aquel tiempo os haré venir, en aquel tiempo os congregaré. Entonces os daré renombre y alabanza entre todos los pueblos de la tierra, cuando yo vuelva a vuestros cautivos a vuestros propios ojos, dice Yahveh.
So 3, 14-20

Prolegómeno de la antropología cristiana
Nadie puede decir esta oración (“hágase tu Voluntad en la tierra como en el cielo”) con sinceridad a menos que crea que Dios dispone todos los hechos visibles, negativos o positivos, para nuestro beneficio y que Dios es más atento y previsivo por la salvación y bienestar de su propiedad de lo que somos con nosotros mismos.
Juan Casiano
Conferences

Esta solemnidad debe ser correctamente enfocada. No se debe mirar como un dato histórico, simplemente como una fiesta de los católicos establecida por el Papa Pio IX, ni como un referente previo al nacimiento de Jesús, una especie de condición que debía cumplir la Madre de Jesús y punto. Inclusive, si aceptamos la Maternidad Universal de la Santísima Virgen –porque Jesús mismo nos la entregó en la Cruz, haciéndonos a la vez hijos suyos, por ser hermanos de Jesús- aún falta dar un paso adelante y entender que la Inmaculada está en la base de la antropología e ilumina un aspecto básico del ésjatos contestando a las consecuencias de ser librados del pecado.


Cuando miramos hacía María Santísima hemos exagerado la definición de obediencia hasta vaciarla de significado –entre otras cosas porque nos hemos dedicado a fetichizar la palabra “rebeldía” como un valor cúspide- y hemos perdido de vista que la palabra obediencia convoca a la entrega, a la donación, a la docilidad. Para entender la profundidad de la ob-ediencia es preciso tender una cuerda de trasporte entre el “Shema Israel” y el γένοιτό μοι κατὰ τὸ ῥῆμά σου. “Hágase en mí según lo que has dicho” (Lc 1,38a), la δούλη “esclavitud” aceptada.

Con alta frecuencia al meditar el Pater Noster llegamos a esa médula; “Hágase, Señor Tu Voluntad” y súbitamente encontramos el profundo sentido del pecado: hacer mi voluntad, por encima de la Voluntad Divina. Valga decir que  somos libres de obedecer o de rebelarnos. Cuando Dios creo el género humano hizo una elección en nuestro favor. Como especie, fuimos preferidos, si cabe decir, privilegiados, para recibir el don de la vida. Lo que causó el pecado fue la muerte. Pero esta consecuencia no es irreversible. Dios en su Misericordia Infinita puede restituírnosla. La oferta-solicitud hecha a María de hacerse Madre del Salvador, era para recibir la Vida a priori, sin tener que procesarla porque Jesús –que vive desde antes del Principio-, al traspasarla –efectuando una “curvatura” en el tiempo- hizo antes lo que podría haber hecho sincrónicamente, dicho en otras palabras, reorganizó el tiempo a “nuestro” favor, para que pudiéramos ver y testimoniar en la Persona de la Virgen-siempre-pura, que acatar los designios del Providentísimo, da la vida.

¿Cómo sabemos que le dio la Vida? Porque ella no murió, sólo se durmió y fue llevada en Cuerpo y Alma al Cielo. Asunta (fiesta que en el siglo VI fue llamada la Dormitio (χοίμŋσις) o Dormición de María) como Enoc y Elías. Luego, hay antecedentes, el requisito es la perseverancia en la virtud –in aliis verbis- obedientes. Retornemos al asunto de la observancia, porque no basta ceñirse a la Ley, se requiere vivir coherentemente inclinados a cumplir, a plegarse a la voluntad de nuestro Dueño y Hacedor. Apostarlo todo, jugársela toda, confiar contra toda lógica. Allí se yergue María como una propuesta, como paradigma para nuestra raza, como opción posible; en ella se cumple –como primicia- que la fidelidad en el discipulado conlleva un premio trascendental.

En los santos vemos que es posible una vida de obediencia, pero en María lo que se da es la evidencia de una recompensa; no prometida, puesto que la Gracia no es cuestión de compra-venta, no es mercancía, sino fruto del amor que acata, que sabe confiar, que espera paciente pero seguro en la Justicia que es otro Nombre de Dios.

Pecado original-Feliz Culpa
Adán tiene ahora –después del pecado original- cosas que esconder, tiene vergüenza de sí, le da miedo, es consciente de su desnudez. Desnudez es un concepto ajeno al hombre “puro”, Dios sabe que Adán ha desobedecido porque habla de esa incuria, sabe que carece de algo que lo cubra, él solo ha edificado su desnudez, que no es pudor, sino dolor de pecado. Llega el momento de transferir responsabilidades: Adán culpa a su mujer, Eva culpa a la serpiente; la serpiente recibe la maldición.

A renglón seguido se lee el protoevangelio que vaticina quien herirá en la cabeza a la serpiente Gn 3, 15.

Teruah
Proclamo la victoria con los labios y lucho con las manos para que venga.
Carlos González Vallés, s.j.

El Salmo es un salmo del reino, se trata de aclamar la posesión del Rey, este es un Rey Justiciero, se celebra con el sonido entrecortado del Shofar, esta voz del cuerno de carnero, es la voz festiva, la voz celebrativa: Dios vendrá, está a punto su Llegada; se van dando los pasos indispensables, se ha buscado una Madre para Él, la Madre está revestida de toda dignidad, no hay en ella mácula alguna. Verdaderamente que todos debemos cantar vítores, armemos la algarabía jubilosa, toquemos todos los instrumentos disponibles, es tiempo de gritar porque el Señor ha hecho maravillas. La Virgen Pura va a dar a Luz al Mesías-Bebé.

Volveremos a leer este salmo en la Misa del Día de Navidad.

Himno bendicional
La bendición es dar vida: esta primera bendición que se lee hoy, extraída del primer capítulo de  la Carta a los Efesios pone en la Creación del hombre el centro y el motivo de toda la  Creación y, en el centro de la Creación la Salvación. Jesús ha venido a liberarnos, librándonos de las consecuencias del pecado, para que podamos caminar por vías de santidad. Así, se concatenan los pasos de la soteriología: se busca una Madre, esa Madre es plenamente Inmaculada, Arca digna con total pureza de dar cobijo al Santo de los Santos, es Reina Pura, Jesús mismo la ha dignificado, Ella es Stella Matutina, es Madre purísima, Madre castísima, Madre intacta, Madre incorrupta, Madre Inmaculada, Rosa mística, Torre de David, Torre de marfil, Casa de oro, Arca de la alianza, Puerta del cielo, Estrella de la mañana, Salud de los enfermos, Refugio de los pecadores, Consoladora de los afligidos, Auxilio de los cristianos, por sólo nombrar algunos de sus adornos.

Hemos sido elegidos, y nuestra elección es para la santidad. Los que estábamos esperando al Mesías, estamos convocados para su aclamación.

El Señor es contigo

María es figura de todo creyente y de la Iglesia entera. Lo que le sucedió a ella debe sucederle a cada uno y a todos. El “si” del hombre que acoge y engendra el Verbo, del cual todo tiene su principio, es la misma finalidad de la creación.
Silvano Fausti

Si comprendemos bien la Inmaculada Concepción como introito del Plan Salvífico en el contexto de la antropología cristiana, entenderemos porque se ha elegido precisamente este Evangelio Lucano para la Liturgia de esta Solemnidad. Se trata, en esencia, del que se ha dado en llamar el “Si” de María, aquel Acto de dadivosa entrega y del asumir total de la Voluntad Divina expresada por Dios a través del Arcángel. No se puede pasar por encima del infinito respeto de Dios hacia la voluntad de su criatura, la Dulce ternura de Dios Padre –no atropella- sino que pide gentil permiso para que su Hijo se pueda Encarnar. Al saludarla le manifiesta la realeza que la reviste: “Llena de Gracia”, κεχαριτωμένη “Kejaritomene”. Buceando en la profundidad de este título de dignidad se encuentra la verdad de la Inmaculación. Si tuviera cualquier “mancha” no sería “llena de Gracia”. La Gracia que la consagra es ¡total!.Kejaritomene es: Madre Inmaculada, Rosa mística, Torre de David, Torre de marfil, Casa de oro, Arca de la alianza, Puerta del cielo, Estrella de la mañana, Salud de los enfermos y todo lo demás que contempla la Letanía Lauretana.

También nosotros, en Jesús y por María estamos llamados a ser salud, anuncio evangélico, y estrella mañanera.


ὁ Κύριος μετὰ σοῦ. El Señor es contigo, a veces se traduce por “está”, pero el estar es un “por ahora”, en cambio, “es” significa -mucho mejor- en todo momento, antes, ahora, después, significa que la acompaña desde siempre y para siempre. Digamos –al rezar el Ave María: “El Señor es contigo”.

Oremos con San Juan Pablo II
El concilio ecuménico Vaticano II recordó que la historia es, en su realidad profunda, escenario de "una dura batalla contra los poderes de las tinieblas, que, iniciada ya desde el origen del mundo, durará hasta el último día, según dice el Señor" (Gaudium et spes, 37).

En este enfrentamiento sin tregua se encuentra implicado el hombre, todo hombre, que "debe combatir continuamente para adherirse al bien, y no sin grandes trabajos, con la ayuda de la gracia de Dios, es capaz de lograr la unidad en sí mismo".


Virgen Inmaculada, Madre del Salvador, los siglos hablan de tu presencia materna en apoyo del pueblo que peregrina por las sendas de la historia. A ti elevamos nuestra mirada y te pedimos que nos sostengas en la lucha contra el mal y en nuestro compromiso por el bien.

Consérvanos bajo tu tutela materna, Virgen toda hermosa y toda santa. Ayúdanos a avanzar… revestidos de la humildad que te convirtió en predilecta a los ojos del Altísimo.

En tus manos ponemos el futuro que nos espera, invocando sobre el mundo entero tu constante protección. Por eso, como el apóstol san Juan, queremos acogerte en nuestra casa (cf. Jn 19, 27).

¡Quédate con nosotros, María, quédate con nosotros siempre! Ora pro nobis, intercede pro nobis, ad Dominum Iesum Christum! Amen.


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