sábado, 9 de junio de 2018

NO TE DEJES ENGAÑAR POR LOS OJOS, USA LOS DEL CORAZÓN



Gen 3, 9-15; Sal. 129, 1-2. 3-4. 5-6. 7-8; 2Cor 4, 13–5, 1; Mc 3, 20-35

¡Dichosa tú, que has creído
que lo te ha dicho el Señor se cumplirá!
Lc 1, 45

El mal, es claro, no es la desnudez en sí misma (el cuerpo humano es obra de Dios y es un reflejo de su belleza); es, más bien, el uso instrumental y comercial, que se le hace, para seducir y hacer dinero. El uso, que se hace de la desnudez en la pornografía y frecuentemente también en la publicidad, no es otra cosa que una forma residual de prostitución, un vender el propio cuerpo.
Raniero Cantalamessa ofm Capuch.

¿Cómo desplazamos la responsabilidad?
Adán transfiere la culpa a Eva,
Eva la traslada a  la serpiente que la sedujo…
El meollo está en la seducción, que conlleva engaño,
Eva habría caído –precisamente- víctima de su credulidad.
Lo que no se puede olvidar es que habían sido explícitamente advertidos…
Hoy –sin embargo- el foco está en la promesa, que cierra la perícopa,
hay garantía de Una Descendencia que le aplastará la cabeza a la serpiente,
que nos redimirá de todos los delitos,
de esa Descendencia esperábamos la Misericordia,
la Redención
generosa y abundante
de su Linaje proviene el Perdón;
Perdón, Misericordia y Redención guardan teológica sinonimia;
de un Dios que lo único malo que tiene es la Memoria
¡Alabada por los siglos de los siglos su Desmemoria!
¡La Redención es un ataque amnésico de la Memoria Divina!
Ataque que Le sobrevino al ver a su Hijo crucificado.



Una consecuencia, de la que no se hace mención
en la perícopa del Génesis de este Domingo,
es el hecho de que nuestra “humanidad exterior” se va desmoronando;
-a ello apunta la perícopa de la Segunda Carta a los Corintios-
es la muerte que muerde;    
      pero eso no ha de descorazonarnos,
porque si bien hay desmorone exterior,
asistimos a nuestra renovación cotidiana,
pongamos de relieve esta Palabra esencial: “Renovación”,
cuando parecemos decaer, hay –en verdad- un florecimiento interior,
aun cuando en una cultura visual lo que vale es lo “que se ve” ,
no nos dejemos “seducir” por los ojos,
                                                             seamos capaces
de captar lo invisible –que es lo eterno-
y no de estancarnos en los visible
                                                       que es lo efímero.


Tenemos heredado un consejo en la 1ª Carta de Pedro sobre la desnudez
«Que vuestro adorno no esté en el exterior,
en peinados, joyas y modas,
sino en lo oculto del corazón,
en la incorruptibilidad de un espíritu dulce y sereno:
esto es,
 precioso ante Dios.
Así se adornaban -en otro tiempo-
        las santas mujeres que esperaban en Dios»
1 P 3,3-8


No corramos pues, detrás de los palacios terrenales,
sino llenémonos de anhelos por la morada  eterna
que el Mismo Jesús ha ido
                                          al Cielo a prepararnos.

Hay un concepto que tenemos que dejar aclarado
en nuestra fe, en esta fecha:
          “Blasfemia”.
Primero: la blasfemia contra el Espíritu Santo es el pecado imperdonable;
Segundo, se blasfema contra el Espíritu Santo si se cree
que el poder de Jesús viene del Malo,
porque eso es identificar al Espíritu Santo con el espíritu inmundo,
valga decir,
                   no poder ver que el Espíritu Santo es Dios,
confundirlo con el dios de las moscas.
Y eso, no se puede subsanar, porque es el error garrafal,
más que garrafal, fatal,
un error con el que renunciamos a pasar por las puertas de la Salvación.
Qué pasa si a lo bueno lo llamamos malo
                                                                   y a lo malo bueno,
que nos pegamos el más terrible extravío,
y –cuando nos venimos a dar cuenta- ya habremos cruzado el fatídico umbral
“Lasciete ogni speranza, voi ch’entrate”
     dice Dante que marca tal entrada.


Luego blasfemia es confundir el derrotero que conduce hacia Dios,
Porque el Camino es Jesús
                                               Que es también Verdad y Vida,
Si no vamos en pos suya,
                                          nuestro derrotero nos llevará a la Muerte,
donde es el llanto y el rechinar de dientes,
porque allí todo es oscuro
y sólo existe el tristísimo alejamiento de Dios:
Su Ausencia-lo más doloroso.
¡No está Dios y su falta es por siempre!


En vez de dejarnos engañar
e irnos detrás de falacias,
busquemos “…la profunda verdad de que Dios,
y no el hombre,
  es el verdadero Señor de todo ser humano,
   de toda vida humana”.

No te muestres desnudo, muéstrate virtuoso.
Prepotencia y arrogancia, ¡Vade retro!        
           






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