sábado, 16 de marzo de 2013

LA ASOMBROSA SABIDURÍA DE JESÚS





Señor, Tú eres la esperanza de Israel. Todo el que te abandona quedará avergonzado. Todo el que se aleja de Ti desaparecerá como un nombre escrito en el polvo, por abandonarte a Ti, manantial de frescas aguas.
Jer 17, 13

De su Sabiduría brotaba el Amor Redentor .


¿Hemos vivido una Cuaresma real, o no pasó nada?

No somos expertos en lengua hebrea, pero en Isaías 43, 20, encontramos la siguiente categoría: la de “pueblo elegido” עַמִּ֥י  בְחִירִֽי . Un pueblo predestinado a tener su lengua consagrada a cantar las alabanzas del Señor; un pueblo que tendrá un corazón que –en cada latido-  lo glorifique; un pueblo cuyo ser mismo es pura conciencia de criatura frente a la Grandeza de su Creador. Creador Paternal que cuida, protege y acompaña.

¿Cómo alcanzar esa categoría? ¿Cómo pertenecer al “pueblo escogido”? En las lecturas de hoy, encontramos la respuesta, en los tres textos dice lo mismo, pero cada vez con una perspectiva diferente:


En la primera nos lo dice así: “No recuerden lo pasado ni piensen en lo antiguo; yo voy a realizar algo nuevo. Ya está brotando. ¿No lo notan?”Is 43, 18

En el Evangelio, Jesús le dice a la mujer adúltera: “Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar”.Jn 8, 11

En la Segunda Lectura lo dice San Pablo con gran énfasis: “Todo lo que era valioso para mí lo consideré sin valor… pienso que nada vale la pena en comparación con el bien supremo, que consiste en conocer a Cristo Jesús, mi Señor,…”Fil 3, 7-8

Inclusive si miramos el Salmo nos encontramos con esta misma idea de cambio radical, lo que era, pierde su sentido porque ahora empieza algo absolutamente nuevo, una Nueva Creación. En el verso 4 del salmo 126(125) leemos: “Como cambian los ríos la suerte del desierto, cambia también ahora nuestra suerte el Señor”.



Este sentido general que articula las Lecturas de este 5to Domingo de Cuaresma nos hace recordar una hermosa imagen de la Pasión de Mel Gibson, donde Jesús le dice a su Madre una frase sacada del propio Apocalipsis: “Mira como hago nuevas todas las cosas” Ap 21, 5 (bien cierto que en el Apocalipsis están dirigidas a San Juan). ¿Cómo hace Jesús todo nuevo? ¿Cómo recrea la Creación Entera, borrando la Caída, el Pecado Original; para devolvernos al Mundo de la Gracia?

Este 5to Domingo de Cuaresma es el preámbulo a la Coronación de Jesús como Crucificado- Resucitado. El próximo Domingo entrará en Jerusalén para dar inicio a la re-creación universal: La Semana Santa, con su pináculo: La Pascua del Señor.

Hoy es pues el punto cardinal, como lo explica su etimología (cardinal que significa “principal” proviene de la palabra cardo, término de origen incierto que significa gozne, bisagra) donde la vida pública de Jesús se trasforma en Pasión-Muerte-Resurrección.

También para nosotros es un punto cardinal: Culmina la cuarentena penitencial en la que caminamos los senderos de la Conversión. ¿Hubo o no hubo conversión? ¿Aprovechamos la cuaresma o seguimos en las mismas?

Podemos redondear la idea revisando si esta Nueva Cuaresma que el Señor nos regaló nos permitió avanzar y madurar en nuestra vida espiritual y dar por fin el paso hacía nuestra metanoia a la que Jesús, con tanta insistencia, nos llama día tras día, nos convida.

Criterio y discernimiento

Estamos en la época de la fiesta de las tiendas. Desde la alborada hay teas encendidas alrededor del Templo. Acude allí la multitud que escucha a Jesús quien viene del Monte de los Olivos, lugar penitencial por excelencia para Jesús, y llega a Jerusalén, el “antro” donde escribas y fariseos no cesan en tender celadas a Jesús. Estos buscan con preguntas capciosas llevar a Jesús a una respuesta suficientemente incriminatoria; y para escribas y fariseos, la mejor incriminación sería lograr que Jesús apostatara de la Ley de Moisés. A la pregunta de los escribas y los fariseos no había escapatoria: O negaba lo que venía enseñando o se distanciaba de la Ley Mosaica y entonces tendrían pretexto para aprenderlo.



Jesús, no quiere contestar, crea un silencia tenso donde los “acusadores”, “lapidadores de mujeres” puedan verse a sí mismos, discernir, buscar el origen de su supuesta autoridad para apedrear a alguien a muerte. Y, entonces, sólo entonces, después de haber trazado unas enigmáticas grafías en el suelo. Jamás sabremos si escribía, dibujaba, sólo hurgaba, simplemente quemaba tiempo. ¿Qué pasaba en el corazón de Jesús en ese rato? El Evangelio es esquivo con todo tipo de sicologismo. ¿Sería verdad que cada uno leyó en aquellos arabescos su propia biografía con contabilidad de pecados? Aquellos escribas, tan compenetrados con las escrituras ¿habrán pensado en el capítulo 5 de Daniel, evocando el verso 5: “En aquel momento apareció una mano de hombre que, a la luz de los candiles, comenzó a escribir con el dedo sobre la pared blanca de la sala. Al ver el rey la mano que escribía se puso pálido y del miedo que le entró, comenzó a temblar de pies a cabeza.” Dn 5,5.

Después de leer este versículo del libro de Daniel uno entiende enseguida que Jesús no se iba a quedar callado, Él no era la clase de persona dispuesta a cohonestar con la injusticia. No se iba a quedar atrapado en el dilema que le tendían los escribas y los fariseos; trampa astuta para llevarlo a la perdición. ¡No! Jesús cambia el eje de la disputa. ¡Nos convoca al discernimiento!

Cuando el ser humano se ve abocado a enfrentar una situación no puede ni siquiera imitar a los santos. No puede –de manera simplista- preguntarse ¿qué habría hecho Jesús en aquella misma situación? Porque no estamos en los pensamientos de Jesús por mucho que lo amamos y pretendamos conocerlo. ¡Nada de esto está a la mano en nuestra vida práctica!

Entonces ¿cómo saber la vía? ¿Cómo proceder en cada caso? Jesús nos ha enseñado hoy que debo saber discernir entre la letra de la ley y el caso concreto. Y en esta decisión sólo el Espíritu Santo nos puede ayudar. El Espíritu Santo enseña y guía nuestra conciencia; Él se ocupa de formar nuestra consciencia de una manera tal que nosotros sabemos y sabemos con certeza qué es lo correcto y qué es lo que ofende al Señor. Pero esta formación que hace el Espíritu Santo hay que pedirla, orar para que el Espíritu Santo se sienta invitado a habitarnos, a iluminarnos. Si no se lo pedimos Él no nos asistirá, porque sería un invasor. Hay todavía más, es un Invitado sensible y delicado que se marcha cuando nos contaminamos, cuando adormilamos la conciencia, cuando nos habituamos a vivir en pecado, cuando no nos cuidamos de permanecer en estado de Gracia. Pero igual, si al marcharse, lo llamamos, vivimos el Sacramento de la Conversión, entonces rescatamos al Invitado, que Feliz vendrá en nuestro auxilio.



 «De Jesús impactaba la misericordia y la primariedad que le otorgaba: nada hay más acá ni más allá de ella, y desde ella define la verdad de Dios y del ser humano. De Jesús impactaba su honradez con lo real y su voluntad de verdad, su juicio sobre la situación de las mayorías oprimidas y de las minorías opresoras, ser voz de los sin voz y voz contra los que tienen demasiada voz, e impactaba su reacción hacia esa realidad: ser defensor de los débiles y denuncia y desenmascaramiento de los opresores. De Jesús impactaba su fidelidad para mantener honradez y justicia hasta el final en contra de crisis internas y de persecuciones externas. De Jesús impactaba su libertad para bendecir y maldecir, acudir a la sinagoga en sábado y violarlo, libertad, en definitiva, para que nada fuese obstáculo para hacer el bien. De Jesús impactaba que quería el fin de las desventuras de los pobres y la felicidad de sus seguidores, y de ahí sus bienaventuranzas. De Jesús impactaba que acogía a pecadores y marginados, que se sentaba a la mesa y celebraba con ellos, y que se alegraba de que Dios se revelaba a ellos. De Jesús impactaban sus signos -sólo modestos signos del reino- y su horizonte utópico que abarcaba a toda la sociedad, al mundo y a la historia. Finalmente, de Jesús impactaba que confiaba en un Dios bueno y cercano, a quien llamaba Padre, y que, a la vez, estaba disponible ante un Padre que sigue siendo Dios, misterio inmanipulable»[1]

Cómo supo Jesús qué hacer en aquella circunstancia? Pues, es claro que él estaba lleno del Espíritu Santo y su conciencia podía discernir con profunda claridad tanto la trampa de los escribas y fariseos como la pecaminosidad de todos los presentes. Jesús encontró la respuesta de “tercera vía”, la respuesta admirable que llamaríamos “sabia”, o aún mejor, “divina”. Pero lo más hermoso es que esta alternativa está abierta también para nosotros. También el Espíritu Santo nos dirá como contestar sin que tengamos que preparar nuestra respuesta cuando se nos presenten estos desafíos. Y seguro, con toda seguridad, no será evasión, ni indiferencia ni el silencio de los cobardes. Será una respuesta libre, en la libertad de los hijos de Dios.







[1] Sobrino, Jon LA FE EN JESUCRISTO. http://www.servicioskoinonia.org



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