lunes, 17 de abril de 2023

Lunes de la Segunda Semana de Pascua



Hch 4, 23-31

Toda la perícopa se desarrolla en un clima de oración. Pero la propia oración transcurre en diferentes momentos: La comunidad vive una cierta experiencia, y puede suceder que percibamos la vida como una sucesión de episodios en los que pasan ciertas “cosas”; de ser así, nos quedamos en la superficie de los “hechos”, sin lograr “vivirlos”, es como si las cosas que pasaran nos “vivieran” a nosotros, como avatares. Donde las circunstancias nos manejan.

 

No es lo que sucede aquí. Primero la comunidad evalúa ¿qué es lo que ha pasado? Toda la comunidad pone estos hechos ante el Señor. A continuación, -se eleva a un nivel mucho más alto- va a la Palabra de Dios, y confronta lo que le ha sucedido, con lo que Dios dice: Lee la experiencia a la Luz de la Palabra de Dios. No sólo se presenta una cierta Lectura Bíblica, sino que esa Lectura Bíblica ilumina la realidad para “interpretarla”.

 

Luego, vienen una serie de ruegos (Oración Universal de los Fieles), donde una vez entendida la “experiencia” a la “Luz de la Palabra” se ruega a Dios que haga su intervención. Lo que muy frecuentemente se pide es que Dios impida que esto pase, o que las consecuencias del hecho nos atropellen, o que Dios castigue, o premie y que logremos huir de la “experiencia”. Pero aquí, las peticiones presentadas piden otra cosa: «Concede a tus siervos predicar con valentía, extiende tu mano para que se realicen curaciones, signos y prodigios por el Nombre de tu Santo Siervo Jesús». (Hch 4,30)

 

Dios “habla” concediendo los dones necesarios a la misión encomendada, ratifica su Presencia, Su Escucha; y da la señal de asentimiento, un ¡Yo estoy aquí respaldándolos!, en este ejemplo es un ἐσαλεύθη [esaleuthe] “temblor”, una “agitación”, un “estremecimiento”, verbo -en este caso- puesto en voz pasiva. Y, viene ahora, el compromiso con el cumplimiento de la misión encomendada: Se ponen a predicar con “valentía”.

 

Sal 2, 1-3. 4-6. 7-9

Para “digerir” esta experiencia que Pedro y Juan han vivido de encarcelamiento y puesta en libertad, la Lectura Bíblica elegida es el Salmo 2. Efectivamente, como lo explica Hch 4, 27, Herodes y Pilatos han conspirado contra “tu Santo Siervo Jesús”, conforme en este Salmo se anunciaba: que habría conspiración contra el מָשִׁ֫יחַ [Masiash] “Mesías”. Este Santo Siervo fue Ungido por Dios, es decir, establecido por YHWH como Mesías. Cumpliéndose, además, que los gentiles cohonestaron con los Israelitas para urdir contra el Salvador.

 

En el verso 3, se habla de מוֹסֵר [moserah] “coyundas”, "ataduras"; en el sentido de romperlas, de liberarlos; y de suprimir las עֲבֹת [ab-oth] “ataduras”, “cuerdas” “yugo” que pesaba contra ellos.

 

Dice que el Propio YHWH ha puesto, o sea ha elegido, ha designado como Rey de Sion, Lugar Santo de la preferencia Divina, sede y Capital de su Celestial Delegación para el gobierno de toda la tierra a su Mesías.

 

En la Tercera Estrofa, señala la designación Real que ha hecho el Señor de su Hijo para este Encargo Liberador, designación que ha quedado consignada en un Escrito, no es algo dicho de paso, sino algo que ha sido Notariado al incluirlo en las Escrituras: esta designación no abarca una pequeña territorialidad, no está recluida en cierta zona, sino que llega más allá de toda demarcación limítrofe; además, ostenta Total y Plena Autoridad, es nombrado Rey con Soberanía Total. En esta tercera estrofa de la perícopa de hoy aparece el verbo “engendrar” que uno lo lleva automáticamente a pensar en “ser puesto en el vientre materno”; sin embargo, en este caso, esta palabra se tiene que entender como “resucitar”, «Tú eres mi Hijo: yo te he יָלַד [yalad] “engendrado” hoy» (Sal 2, 7), o sea, “te he resucitado”, en el sentido de establecer con ese acto un linaje, al resucitarLo lo ha sentado en el Trono Mesiánico y ahí empezó un linaje que no se interrumpirá jamás. Por eso, se trata de un Salmo Real, donde el Mesías es Entronizado.

 

Jn, 3, 11-3.

Desde hoy, y por cuatro días de esta Segunda Semana de Pascua, nos ocupará el capítulo tercero del Evangelio según San Juan. Encontramos a Nicodemo en dialogo con Jesús, hablando de un asunto esencial del cristianismo: el bautismo. Pero, quizás, lo primero a decir es que no es un bautismo de agua; sino un bautismo de agua y de Espíritu.

 

Y lo segundo, es -de nuevo- el asunto de las “fronteras”, el alcance de la autoridad y la validez de cobertura del sacramento, implícitamente se está hablando de qué pueblos o qué culturas recibirán este Sacramento, sobre quiénes podrán recibir este Don. Iremos podo a poco, esclareciendo, el tema conforme nos adentremos en el capítulo.

 

Nicodemo era un judío, y no un judío cualquiera, sino -conforme se nos informa al inicio de la perícopa, un ἄρχων τῶν Ἰουδαίων “jefe judío”, “un magistrado”, “un gobernante”; además, un fariseo, que significaba “purista”, “uno que voluntariamente se había puesto aparte para conservar y practicar más a fondo las “reglas” y/o “leyes” de su grupo. Este personaje, viene a “dialogar” con Jesús, ¿en qué momento? ¡de noche! (Cfr. Jn 3,2). Personifica la Ley. En la perícopa lo vemos personificar otro significado, la “vejez”, que él mismo trae a cuento cuando pregunta “¿Cómo puede nacer un hombre siendo viejo? Es como si preguntara: ¿cómo yo que ya soy viejo puedo beneficiarme de lo que me estás diciendo sobre “nacer de nuevo”?

 

La visión que tiene Nicodemo es que Jesús tiene por misión hacerle a la Ley los ajustes necesarios para remozarla. Podemos figurarnos la situación efectiva como la de un magistrado que viene a consultar a un prestigioso jurisconsulto sobre las adecuaciones urgentes que se deben hacer a la Ley: Para Nicodemo, desde su posición, Jesús es un Rabí.

 

Tengamos en cuenta al leer este capítulo 3 según San Juan, que aquí se está presentando la teología fundante sobre la Santísima Trinidad: y en esta perícopa en particular al Espíritu Santo y al Hijo. Con todo lo importante y lo esencial que es conocer la Ley, no se puede perder de vista que se puede vivir con entero ajuste a la Ley y, sin embargo, no haber amado nunca a nadie más que a uno mismo, o -todavía más grave- a nadie, ni siquiera a sí mismo. ¿Quién es el Espíritu? La Fuerza que nos mueve, la energía que dinamiza la vida, las acciones, el Resplandor que ilumina nuestra mente con cada uno de sus pensamientos, y nuestro corazón con cada una de sus emociones; el Espíritu, Es el Soplo que exhala Dios sobre nosotros es este Mandamiento que compendia todo y sirve de guía a la vida entera. (Cfr. Jn 13, 34; 1Jn 4,7).

 

El Sanedrín, esa institución judía, termina estando movida por un espíritu de muerte; Jesús -por otra parte- nos pide que nazcamos de nuevo (de lo alto) ἄνωθεν [anothen] significa “de lo Alto”, pero también significa, “de nuevo”, “desde el principio”, “de arriba a abajo”, o sea, “por entero”. En ese sentido es que insistimos que el bautismo es un Sacramento que nos lleva a ser una “nueva criatura”, y -por tanto- a nacer de nuevo y totalmente renovados.

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