sábado, 19 de agosto de 2017

DIOS REMUEVE CUALQUIER FRONTERA


Is 56,1.6-7; Sal 67(66), 2-3. 5-6. 8;  Rm 11,13-15.29-32; Mt 15,21-28

Es constante en la Iglesia la tentación de “confiscar” al señor, sustrayéndolo a las expectativas de quienes lo desean.
Silvano Fausti

Ayúdame a entregarme a ti,
también cuando das a mis preguntas
una respuesta que me incomoda.
Averardo Dino

Primero que todo, nos disculpamos por habernos extendido, en mucho, para tratar de alcanzar una completitud de aquello que precisamente anhelábamos dilucidar.

Por otra parte, resulta casi irónico que aquellos que caminaban con el Señor, tambalearan en la fe (como lo vimos el Domingo anterior); y, en cambio, aquellas personas remotas, que sólo lo conocían de oídas, ya lo han aceptado en su corazón por entero. Parece confirmarse aquello del Evangelio según San Juan (20, 21) que declara bienaventurados a los que sin haber visto creen.


Ruta hacía la inclusión
Rondan por ahí los integristas de toda laya, que no han faltado a lo largo de la historia. El integrismo se podría explicar como una forma exacerbada de la ortodoxia caracterizada por  la radicalización de un conservadurismo  para lo cual se reniega completamente de la diferenciación entre la esfera religiosa y la dimensión política y entre lo laico y la clerical. Así la ley civil y la Constitución serían idénticamente iguales a la Constitución que define un estado.  Entonces no habría democracias sino referencia a los textos fundamentales, y hemos caído atrapados en el fundamentalismo.

Esta fue la tendencia que predominó después del exilio israelita en Babilonia. Se habría depurado el monoteísmo combatiendo los residuos idolatras eliminando expresiones y tendencias politeístas y poniendo por escrito por ejemplo, la exigencia del descanso sabático, la circuncisión y las leyes de pureza ritual a lo cual aportaron los Sacerdotes que experimentaron este exilio como una especie de reedición del Éxodo por el desierto; también los Deuteronomistas quienes leyeron el exilio como un castigo por la infidelidad a la Alianza pactada con Dios y aportaron a la Biblia los Libros que van del Libro de Josué hasta el segundo de Reyes; y los Profetas entre los que vamos a mencionar a Jeremías (quien anunció de una manera muy clara que Dios castigaría las infidelidades del pueblo por medio de Babilonia y en particular por medio de Nabucodonosor) y Ezequiel.


Después del año 537 aC. -o sea al regreso del exilio- se escribió el Trito-Isaías, que abarca los capítulos 56–66 del Libro de Isaías. Se trata de un trabajo realizado por diversos autores, que algunos identifican como “discípulos del Deutero-Isaías”. La obra puede verse como muy inferior en su calidad literaria, y parece reflejar el pensamiento de los campesinos (ver a este respecto especialmente Is 58, 1-12) que encontraron allí, en la región y que durante el exilio habían estado cultivando las tierras de Israel, (como sucede también con el Libro de Rut).

Al regresar y con suma prontitud, como una medida para preservar el monoteísmo y guardarse frente a tendencias idolátricas, se fue coagulando una actitud de cierre y exclusión. Una actitud integrista. «Su estilo es más modesto, repetitivo… No obstante el clima bastante cerrado e integrista que se instaurará muy pronto entre los repatriados de Jerusalén, el profeta se revela particularmente abierto y “ecuménico”»[1]

Este ecumenismo כִּ֣י בֵיתִ֔י בֵּית־תְּפִלָּ֥ה יִקָּרֵ֖א לְכָל־הָעַמִּֽים׃ “será llamada Casa de Oración para todos los pueblos”, que aquí brilla con luces antitéticas frente a la clausura y la exclusión que distinguen al integrismo, resulta ser la columna Vertebral de la liturgia de este Domingo XX del tiempo ordinario -ciclo A.



La Primera Lectura parte de un oráculo: Hay dos cosas que están a punto de llegar. La Salvación y la Justicia (Divina). Así como Juan el bautista anunciaba la venida del Salvador proponiendo unos “requisitos” previos a esa venida, en la misma medida el oráculo está precedido de ciertas condiciones para que la “venida” se haga posible, a saber: שִׁמְר֥וּ מִשְׁפָּ֖ט וַעֲשׂ֣וּ צְדָקָ֑ה כִּֽי־קְרֹובָ֤ה יְשֽׁוּעָתִי֙ לָבֹ֔וא וְצִדְקָתִ֖י לְהִגָּלֹֽות׃

a)  Practicar la Justicia
b)  Velar por “los derechos de los demás”.

Los dos requisitos suenan como en mutua explicación: lo uno es lo otro y la segundo define a lo primero. “La Rectitud” que se pide es como pedir la exacta y pulcra aplicación de la Justicia. צְדָקָ֑ה [Sedaqah] y צְדָקָ֑ה [mishpat] se inter-compenetran en reciproca explicación. ¿Quién lo ha mandado? Es el propio יְהוָ֔ה YHWH quien lo ordena.

Llevar su Gloria más allá de cualquier frontera

Ayúdame a esconderme en ti,
de tal manera que los demás, encontrándome a mí,
te vean a ti.
Averardo Dini

Hay otra clase de disciplina que retrata para Dios la fidelidad de su criatura, distinta a las exigencias del judaísmo tradicional. Las verdaderas pautas que nos dan identidad de fe son mencionadas aquí por el trito-Isaías:
a)    Adherirse al Señor para servirlo
b)    Amarlo
c)    Darle culto
d)    Guardar el Sábado sin profanarlo
e)   Ser fieles a בְּרִית la Alianza, pero no a cualquier alianza, sino a la que YHWH pactó con nosotros, que aquí se llama בִּבְרִיתִֽי “de Mi Alianza”.
El Salmo responsorial pertenece junto con el Salmo 143 a las “peticiones de bendición”, como se puede colegir del primer versículo (que no se lee en la liturgia) y que dice: “Que el Señor tenga compasión y nos bendiga…”

Cuál es el propósito de practicar la Justicia, nosotros –anticipando lo que nos enseñó Jesús, sabemos que por esa vía se construye el Reino, se pavimenta su Segunda Venida- pero siguiendo el derrotero que nos muestra el Salmo 67(66), 2-3. 5-6. 8 vemos que, girando sobre el eje ecumenista, se enrolla el mensaje de actuar como testigos-mensajeros –hoy, después de Aparecida diríamos Discípulos y Misioneros para que nuestros pueblos tengan vida en Él-; anunciarlo desde nuestra propia vida, no sólo con acciones cultuales sino especialmente con gestos misericordiosos que trasparenten la Bondad de Dios. Para que “conozca la tierra su Bondad y su obra salvadora” Sal 67(66), 3. Y se retoma de inmediato la imagen de Dios como Ser-Justicia, Dios-de-la-Equidad.


Hay una labor de difusión que se nos encarga:
a) que alaben al Señor todos los pueblos,
b) todos juntos,
c) que le rinda honor el mundo entero,
d) que las naciones llenas de júbilo le canten.

Para ese reconocimiento de Dios se tiene que dar una causal, esta es nuestra manera de transparentarlo, de reflejar en nuestro ser cotidiano, en nuestras acciones más sencillas, el rostro de Dios y sus Ojos que nos miran con Bondad.

«…te juzgan a Ti según lo que ven en mí, por absurdo que parezca; y por eso lo único que te pido es que me bendigas a mí para que la gente a mi alrededor piense bien de ti… Si yo fuera un ermitaño en una cueva, podrías hacerme a un lado; pero soy un cristiano en medio de una sociedad de hecho pagana. Soy tu representante, tu embajador aquí abajo. Llevo tu nombre y estoy en tu lugar. Tu reputación por lo que a esta gente se refiere, depende de mí. Eso me da derecho a pedir con urgencia, ya que no con mérito alguno, que bendigas mi vida y dirijas mi conducta frente a todos éstos que quieren juzgarte a Ti por lo que ven en mí, y Tu Santidad por mi virtud.

Bendíceme Señor, bendice a tu pueblo, bendice a tu Iglesia; danos a todos los que invocamos Tu Nombre una cosecha abundante de santidad profunda y servicio generoso, para que todos puedan ver nuestras obras y te alaben por ellas….”Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben”»[2]

“Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman” Rm 8, 28
Οἴδαμεν δὲ ὅτι τοῖς ἀγαπῶσιν τὸν Θεὸν πάντα συνεργεῖ εἰς ἀγαθόν

Leemos en El medio divino de Teilhard de Chardin: «… la suerte común de toda energía creada; captados, violentados por vuestra irresistible energía, tentaciones y males, se convierten en bienes y avivan las brasa del amor.

Sé también que, consideradas en el vacío que produce su defección, en el seno del Cuerpo Místico, los espíritus caídos, no podrían alterar la perfección del Pleroma. Por cada alma que se pierda, a pesar de las llamadas de la gracia, y que debería estropear la perfección de la Unión común, oponéis, Dios mío,  una de estas refundiciones que en todo instante restauran el Universo y le confieren nuevo frescor y pureza renovada. El condenado no queda excluido del Pleroma, sino de su faz luminosa y de beatificación. Él lo pierde, pero él no se pierde para el Pleroma [3].


El infierno, pues, con su existencia, no destruye en nada ni en nada estropea el Medio divino, cuyos progresos, Señor, he seguido en torno a mí con entusiasmo. Siento, si,  que realiza además algo grande y nuevo. Añade un acento, una gravedad, un relieve, una profundidad que de no existir el infierno tampoco existirían. La cima no se aprecia bien si no es considerando el abismo que ella corona.»[4]

Alcanzamos a entrever una poderosa analogía con la lectura que nos ofrece la perícopa de la Carta a los Romanos. Dios se da para los Israelitas, pero estos no lo acogen, más bien lo desprecian y lo matan. Pero esto no es para pérdida, viene los paganos y lo acogen y de entre esos paganos salen grandes devotos, fieles a toda prueba; ahora que ha surgido la fe entre los que no fueron llamados, está pendiente el momento en que los “originalmente convocados” reaccionen y no sean más Adanes y Evas desobedientes sino que reciban el beneficio de la Misericordia que es –según el decir de la Epístola-   ἀμεταμέλητα “irrevocable”, palabra griega que implica que no tiene vuelta atrás, que no se ha de arrepentir, que no va a cambiar de idea, o sea que su aparente imperfección no hace mella en su Pleroma (Perfecta-plenitud).

La fe abate compuertas
La perícopa evangélica nos trae el episodio de la mujer Siro-fenicia. A quien Jesús, en un primer momento ni siquiera le dirige la palabra y, sólo en segunda instancia alude a ella con expresión escandalosamente despectiva, al tratarla de “perro”.

En todo el episodio encontramos un rastro de “integrismo” manifiesto en el eje comportamental de Jesús. ¿Por qué Jesús actúa así? ¿Por qué le contesta a la mujer Χαναναία “cananita” con “dos piedras en la mano? ¿Por qué la negativa a concederle lo que tan humildemente le pedía?


Además, hay un momento en que los discípulos abogan por ella para que la Ἀπόλυσον “despachara”, la “despidiera”, “se deshiciera de ella” (la palabra se podía usar con el significado de “divorciarse” en ese mismo sentido de alejar a alguien para ya no verlo más. Evidentemente interceden pero por las razones equivocadas, no les preocupa ella y su hija “endemoniada”; les preocupa que grite, que haga escándalo, que los ponga en evidencia, que toda la gente los voltee a mirar precisamente porque no se le concede lo pedido; ellos quieren que la atienda para que la gente los mire con beneplácito, para que los volteen a mirar como los “héroes” de la jornada. ¡Realmente no son sensibles a la “persona” con lo que ello implica, porque ser persona significa tener necesidades, también tener el derecho a manifestar lo que nos perturba, nos duele, nos molesta. A ellos no les “duele” la persona, no tienen compasión, no tienen “entrañas de misericordia”. Para ellos, esta mujer es un “dolor de cabeza” porque ἔκραζεν “gritaba”.

«si pensamos que el propio Jesús dijo a sus seguidores que el hijo del Hombre vendría durante sus vidas. El hecho de que esta expectativa constituyera una dificultad para los cristianos del siglo I ayuda  a probar que el propio Jesús la compartía. Observemos también que el cristianismo sobrevivió a este temprano descubrimiento de que Jesús había cometido un error”»(The Historical Figure of Jesus; p. 180)… Los católicos proclaman que Jesús, además de ser Dios, era plenamente humano. Y ser plenamente humano implica no conocer el futuro, lo cual no constituye ninguna imperfección… incluso para aquel que los cristianos proclaman Hijo de Dios, quizás el precio de ser plenamente humano fuera la incapacidad de predecir el futuro con exactitud.»[5]

Estas “imperfecciones” no quitan que la Sagrada Escritura sea la Palabra de Dios; tampoco hacen incompleta la Revelación, todo lo que teníamos que saber para caminar los caminos del señor nos ha sido dado. En este caso por medio de la voz de la cananita. Ella misma declara y es Voz de Dios para Jesús tanto como lo es para nosotros, que resultamos instruidos por el mismo conducto: γὰρ τὰ κυνάρια ἐσθίει ἀπὸ τῶν ψιχίων τῶν πιπτόντων ἀπὸ τῆς τραπέζης τῶν κυρίων αὐτῶν. “…también los perros comen de las migajas que caen de la mesa de los amos” Mt 15, 27b

La oposición es la de τέκνων/κυνάρια hijos(descendientes)/perros(gentiles) y la solución que Dios revela a través de esta protagonista es no excluyente, sino –como la hemos venido llamando “ecuménica”, incluyente, a favor de comunidades abiertas, incluyentes, solidarias”. Se superó la exclusividad de las “ovejas perdidas de la casa de Israel”. Esta batalla inclusiva se ganó por medio de una poderosa tenacidad en la fe, lo que nos muestra una vez más, cuán poderosa es, y hasta dónde puede llegar, porque su fuerza es tan poderosa que elimina todas las barreras. Hasta los límites que el Mismo-Dios se ha impuesto, pueden ser movidos para que sus bendiciones abarquen los más amplios espacios. Y es que Dios quiere llegar allende, pero quiere que lo inviten.

El tejido del Reino no incluye sólo hilos de nuestros correligionarios, el Cuerpo Místico de Cristo tiene células de “todos los pueblos” que también cuentan y tienen derecho a cantar las alabanzas del Señor. Esta historia empezó antes de Jesús-Encarnado, Dios mismo había llamado, comenzando en Abrahán, Isaac, y su descendencia; ahora, por boca de esta gentil, de la mujer cananita, Jesús es proclamado tres veces Señor y sus labios cantan su Señorío y Soberanía como si fuera la boca de todos los pueblos, que a lo ancho y largo del mundo lo reconocen como Piedra Angular, Hijo de David, o sea, Cristo, Salvador del Mundo.



[1] Ravasi, Gianfranco. LOS PROFETAS. Ed. San Pablo Santafé de Bogotá-Colombia 1966. pp. 129. 130
[2] Vallés, Carlos G. sj. BUSCO TU ROSTRO. ORAR LOS SALMOS Ed. Sal Terrae Santander-España 1989 pp. 125-126
[3] En el VOCABULARIO que nos ofrece le libro de Cuénot que estamos citando, se nos ofrece una definición de Pleroma en los siguientes términos: “Organismo sobrenatural en el que el Uno substancial y lo múltiple creado se reúnen sin confusión en una totalidad que, sin añadir nada esencial a Dios, alcanzará un a modo de triunfo y de generalización del ser (la palabra es griega y está tomada de San Pablo).
[4] Teilhard de Chardin, Pierre.  El medio divino Citado por Cuénot, Claude. TEILHARD DE CHARDIN Ed Labor Barcelona-España 1966 p. 125
[5] Barry, William s.j. ¿QUIEN DECIS QUE SOY YO? ENCUENTRO CON EL JESÚS HISTÓRICO EN LA ORACIÓN. Ed. Sal Terrae pp. 62-63

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