sábado, 18 de julio de 2015

LLAMADOS Y ENVIADOS A SER HOMBRES NUEVOS


Jer 23, 1-6; Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6.; Ef 2, 13-18; Mc 6, 30- 34

“No somos más que guijarros que se arrojan al mar y trazan ondas”, y una onda se puede hacer con un pequeño acto de ayuda, que no es sino el primero de otros tantos…
Madre Teresa de Calcuta

Cuando vemos a alguien que anda como “oveja sin pastor” de inmediato debemos entender que esa oveja es nuestra prioridad.



«Esquemáticamente podemos expresar el pensamiento paulino acerca del “hombre nuevo” de la siguiente forma:

Por el bautismo se realiza en nosotros el misterio pascual de la muerte y resurrección de Cristo:
v   Es aniquilado el hombre viejo, herencia de Adán y muerto este,
v   somos introducidos en una novedad de vida (“resucitamos”),
v   buscando las “cosas de arriba” (las realidades de Dios) y
v   revistiéndonos del “hombre nuevo”, realidad espiritual que se manifiesta en un comportamiento nuevo, un caminar según el Espíritu se realiza, de hecho, el paso (transito) del hombre viejo (el “pagano”) al hombre nuevo (el “cristiano”).

Mediante la incorporación en el Hombre Nuevo que es Cristo. En Él el bautizado es recreado (Cf. Ga 3, 27; Rm 13, 14), trasformado en una nueva creación. (Cf. 2Co 5, 17).

El ya de la “vida nueva en Cristo” (bautismo, Cf. Ga 3, 27) debe concretarse en una existencia (un “caminar”) que haga concreta y palpable esta realidad divina. Así, el Evangelio se actualiza como vivencia cotidiana y se consolida la “vida nueva en Cristo”.»[1]

Toda la marcha del pueblo de Dios a través de la historia no es otra cosa que la lenta ascesis del hombre que muy poco a poco logra identificar al paradigma del Homo Novus y ponerse en la vía imitativa. Este proceso no es de avance lineal, cuanta con retrocesos y hasta con estancamientos. El Malo no se conforma, nos ciega, nos embrutece con sus pérfidos elixires, y con sus dosis de alucinógeno. Nos pone a buscar entre falsos paradigmas de superhéroes, propuestas belicistas y estrellas de farándula.


Varias imágenes nos ilustran los rasgos esenciales del paradigma. Hoy tenemos la instructiva revelación del Pastor. Esta magistral imagen verdaderamente nos alecciona como hemos de actuar amorosamente con nuestros prójimos, con el tierno cuidado y desvelo que el pastor cuida sus ovejas. Ya sabemos y hemos reflexionado que el Pastor ama a sus ovejas y les da nombre a cada una, las conoce por nombre propio y ellas identifican su timbre de voz. En el Evangelio según San Juan leemos que Él entra por la puerta puesto que es Pastor-Verdadero y n o ladrón.

Insistimos en no quedarnos en la imagen idílica del pastor. Los pastores huelen mal, huelen a oveja, andan por el monte, por los campos, son trashumantes tras su rebaño. Eran gentes incultas, podríamos decir que eran pueblo-pueblo, y aún más, siguiendo la usanza hebrea, configurando una especie de superlativo: pueblo-pueblo-pueblo.

Esta imagen antecede a la imagen central de Dios que nos entrega Jesús y en la que Él se basa: la de Padre. Pero en aquella sociedad agrícola-ganadera que era el contexto de la realidad Escrituristica, era una imagen muy clara y rica, ellos sabían con cuánto cariño cuida el pastor a sus “animalitos” y cómo se desvive por ellos. Así es el Amor de Dios por nosotros y así debemos aprender a amarnos entre nosotros para cumplir con el mandamiento del Amor no sólo a Dios sino también al prójimo como a uno mismo.  El Buen Pastor que es nuestro modelo, Jesucristo, nos llama a ser “hombres nuevos” para así construir una Nueva Humanidad donde rijan la justicia y la bondad.


Vemos en el Evangelio que el Buen Pastor se compadece -el significado de la palabra griega σπλαγχνίζομαι explicándola como tener piedad, conmoverse, sentir compasión, sentirse tocado profundamente, sentir que se le remueven a uno las entrañas, sufrir solidarizándose con su semejante desde el meollo del propio corazón. Gustavo Gutiérrez, comenta sobre esta palabra en los siguientes términos: «Amándonos como hombre, Cristo nos revela el amor del Padre. La caridad, amor de Dios por los hombres, no se da sino encarnada en el amor humano: de padres, esposos, hijos, amigos, y lo lleva a su plenitud. El samaritano se acerca al herido que está al borde del camino no por un frío cumplimiento de una obligación religiosa, sino porque se le “revuelven las entrañas” (eso es lo que significa literalmente el verbo splanknizein usado en Lc 10, 33; cf. Lc 1, 78; 7,13. 15. 20.) porque su amor por ese hombre se hace carne en él»[2] (seríamos más partidarios de entenderlo como “enternecerse” al vernos como “ovejas huérfanas”, que no tienen quien vele por ellas. Ese “sentimiento” en Jesús no es superficial, es algo que tiene su origen en su fuero más interno, en sus “entrañas”. Es un Pastor que toma todo lo nuestro como propio, que le duele lo que a nosotros nos duele, y, además quiere que cada uno de nosotros asuma su condición de hermano de cada prójimo del mismo modo que lo hace Él, con esa misma intensidad, con igual calidad y calidez, recordando que cada ovejita es hija del mismo Padre, el Padre-Celestial.

Esta imagen debe superar la imagen pervertida de los Malos pastores. «La imagen del pueblo como “ovejas sin pastor” recuerda ciertamente varios pasajes del Antiguo Testamento como en Nm 27, 17; 1Re 22, 17 etc; y sobre todo Ez 34, donde se denuncian las traiciones de los que han sido llamados a guiar al pueblo.»[3] Eso denuncia el profeta Jeremías en la Primera Lectura, Dios encomendó funciones gubernativas a unos pastores de hombres, les encargó la dirección y el liderazgo, la defensa y el cuidado de su pueblo-pueblo-pueblo, pero esos encargados lo defraudaron, se ocuparon sólo de sus egoísmos, de sus intereses personales, de engordar la bolsa propia. Al verdadero discípulo le corresponde denunciar al Mal Pastor, y superarlo siendo él mismo como el Buen Pastor. Además, esa es la ruta para sembrar la paz, porque el contenido profundo del Evangelio es la Paz, es la Buena Nueva de la Paz.

¿Qué hace Dios ante esta deslealtad de los gobernantes que Él había puesto a cargo? Los reemplaza por un Nuevo Gobernante, un “Hombre Nuevo” este Hombre-Nuevo es un “renuevo en el tronco de David” con dos rasgos prominentes que caracterizan su gobierno: מִשְׁפָּ֥ט  וּצְדָקָ֖ה “justicia y rectitud” y, como ya sabemos, los nombres en esta cultura representan la totalidad del ser que es nombrado, entonces este Rey–Pastor llevará el nombre de   יְהוָ֥ה  צִדְקֵֽנוּ׃  ס “El Señor es nuestra victoria” Jer 23, 6.


Queremos ratificar –y disculpen la reiteratividad- que pastores lo somos todos, unos gobernantes de país, de departamento, de municipio, de ciudad, de pueblo, otros de su casa, de su familia, de su grupo, de su equipo, de su núcleo laboral… todos somos pastores, en lo grande o en lo pequeño. Todos estamos llamados a ser Hombres Nuevos para armar la Nueva Humanidad con  pastores buenos a la manera del Buen Pastor. «No basta, en efecto, decir que el amor a Dios es inseparable del amor al prójimo. Es necesario afirmar además, que el amor a Dios se expresa ineludiblemente en el amor al prójimo»[4] ¿A qué viene que regresemos sobre esta palabra? Pues, resulta que este verbo está usado en la perícopa de hoy del Evangelio de San Marcos, 6, 30-34. Precisamente en el verso 34 leemos : Καὶ ἐξελθὼν εἶδεν πολὺν ὅχλον καὶ ἐσπλαγχνίσθη ἐπ’ αὐτοὺς ὅτι ἦσαν ὡς πρόβατα μὴ ἔχοντα ποιμένα, καὶ ἤρξατο διδάσκειν αὐτοὺς πολλά. “Y habiendo salido vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y ἐσπλαγχνίσθη ἐπ’ αὐτοὺς se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas”.

Lo primero que hace el Hombre Nuevo al enternecerse es dar el pan que cura la ignorancia de Dios, después dará al pan que calma el hambre, el maná que alimenta el cuerpo. Nutrir al hombre integral, calmar todas las hambres, eso es lo que compete al hombre-nuevo, al Llamado-Enviado.




[1] José Matos, Henrique Cristiano. LA VIDA CONSAGRADA A LA LUZ DE LA ESPIRITUALIDAD PAULINA SUBSIDIOS PARA LA FORMACIÓN PERMANENTE. Ed. San Pablo. Santafé de Bogotá – Colombia 2000 pp. 34-35
[2] Cf. UNEC: Caridad y amor humano, Lima, 1966. Citado por Gutiérrez, Gustavo. TEOLOGÍA  DE LA LIBERACIÓN. PERSPECTIVAS. CEP Editorial Universitaria Lima, Perú. 1971 p. 246
[3] Beck, T. Benedetti, U. Brambillesca, G. Clerici. Fausti. S. UNA COMUNIDAD LEE EL EVANGELIO DE MARCOS. Ed. San Pablo Bogotá-Colombia 1ª re-imp. 2009 p. 219
[4] Cf. J. Alfaro: Una teología del progreso humano, p. 114. Citado por Gutiérrez, Gustavo. TEOLOGÍA  DE LA LIBERACIÓN. PERSPECTIVAS. CEP Editorial Universitaria Lima, Perú. 1971 p. 248

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