viernes, 11 de octubre de 2013

SABER SER AGRADECIDOS


2Re 5, 14-17; Sal 98(97), 1. 2-3ab. 3cd-4 (R.: cf. 2b); 2Tim 2, 8-13; Lucas 17, 11-19

Dos cargas de mula de tierra

La palabra cliente parece provenir –etimológicamente hablando- de la raíz indoeuropea klei, kli, que significa “inclinarse”, “apoyarse en”, (de hecho, la palabra clínica proviene del griego kliné, que significa cama, que también deriva del indoeuropeo “inclinarse”). Entre los romanos, cuando un fuereño llegaba a Roma “apadrinado” por un patricio, ese era un cliente, y el patricio era su patronus; el que llamamos “el patrón”. Nosotros hemos venido hablando del patronato de Dios sobre unas personas a las cuales Él brinda especial protección, cuidado y defensa; los llamamos los “clientes del Señor”, se trata de los pobres, los desamparados, los marginados, los expatriados, los desplazados, los extranjeros, los explotados, los ancianos, los niños, los huérfanos, las viudas, las mujeres, en general, en tanto y cuanto han sido subyugadas por una cultura “machista”, los enfermos de toda laya, trátese de ciegos, sordos, paralíticos, leprosos, poseídos, endemoniados.



Cabe en este contexto recordar cómo escogió Dios para Rey a David, por medio de Samuel, de entre los hijos de Jesé. Ya Dios lo había prevenido, “No te fijes en su apariencia, ni en su elevada estatura, pues yo lo he rechazado…” (se refiere a Eliab, quien Samuel al verlo pensó que era el elegido de Dios). “… No se trata de lo que el hombre ve, pues el hombre se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón.” 1Sam 16, 7b. Notemos que David era el más pequeño, ni siquiera estaba en edad de ser tomado en consideración, por eso, él no está entre los presentes en la ceremonia mientras Jesé presenta a sus hijos-candidatos.

Cuando examinábamos la situación del Rico epulón recordábamos la sentencia de Jesús sobre la dificultad de los ricos para entrar en el Reino de los cielos (Mt 19, 24), en cambio, es a todas luces clara su preferencia por los pobres. Jesús nos enseña a enfocar nuestras preferencias, a buscar nuestros propios clientes, cuando nos aconseja “Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos.  ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!”.Lc 14, 13-14.



La perícopa que conforma la Primera Lectura es el segundo fragmento de 2Re 5, 1-27 que reconocemos bajo el título de «Naamán es curado de su lepra», que podemos subdividir en 1-14, 15-19 y 20-27, a cada fragmento podemos darle un sub-título, que serían, respectivamente: “Naamán se cura con el agua del Jordán”, “Naamán se acoge a YHWH” y “Guejazí, el criado del profeta Eliseo, muestra su codicia”. Les invitamos a leer el capítulo 5 completo, para contextualizar la Primera Lectura de este XXVIII Domingo Ordinario del Ciclo C, (se echa de ver que leemos un versículo del primer fragmento, , leemos el verso 14 que pertenece al primer fragmento, para que cobre sentido la Lectura de este Domingo, por eso la perícopa elegida es  2Re 5, 14-17; y se exceptúan los versos 18 y 19, donde el general explica que tendrá que arrodillarse en adoración ante los ídolos que venera su rey). En este contexto, al leer el tercer fragmento, que no está incluido en la liturgia de este Domingo, nos encontramos con el corazón sucio de Guejazí quien queriendo aprovechar la recompensa que Naamán había ofrecido a Eliseo y que este había rechazado, sale en su persecución, pide la recompensa y como castigo, se llena de lepra. Aquí la lepra es el signo exterior de la enfermedad del corazón (la codicia), ya que cuando Naamán se ve libre de la lepra (ya no es codicioso) está afanado en desprenderse de sus bienes en favor de quien ha mediado su sanación; mientras que, Guejazí, con su corazón idolatra hacia la “riqueza”, la contrae por haber cedido a la tentación de su ambición.



Naamán quiere adorar en lo sucesivo tan sólo a YHWH, pero, como es el edecán del rey de Siria, pide a Eliseo la “venia del Señor” para poderse arrodillar cuando el Rey “se apoye en su brazo” para rendir tributo a su dios en el santuario de Rimón (cfr. 2Re 5, 18). La memoria de nuestros mártires nos enseña que ni por asomo se puede ceder a falsas religiones, al culto de ídolos o poderosos, aun cuando el secreto del corazón mantenga la fidelidad. Así nos lo mostraron, inclusive mártires niños, que fueron invitados a “salvar su pellejo” con sólo apostatar de palabra.

Más difícil de entender en la perícopa de este Domingo la asociación que hace Naamán entre la tierra  de Israel que él pueda trasportar a lomo de mula para construirse su propio altar de adoración para ofrecer sacrificios, como si Dios estuviera ligado a la tierra como lo puede estar una planta o un árbol. Sabemos a través de la Sagrada Escritura que YHWH no está atado a la tierra sino a la gente, que Dios es un Dios transeúnte, itinerante, nómada, que acompaña a su gente y a su pueblo. Recordemos como acompaña a Abrahán, cómo acompaña a Israel (Jacob) y se le manifiesta al dormir usando como almohada una piedra que él yergue y unge con aceite como Altar-recordatorio del Sueño-visión de la escala por la que los ángeles de Dios subían y bajaban; como está con su pueblo en Egipto viéndolo sufrir, sumido en la esclavitud y, precisamente por eso, designa a Moisés para que lidere la salida-liberación de Egipto y el sucedáneo vagabundeo por el desierto durante 40 años, sin perder de vista que en ese vagabundeo los acompañaba como Columna de Fuego o Nube que los iba guiando y que los alimentó y les dio de beber durante todo este tiempo, aparte de haberles mostrado todo su poder, como lo hizo con la Serpiente de Bronce que sanaba a los picados de serpiente, o aún más, cuando les permitió cruzar el Mar a pie enjuto. Por tanto, nuestro Dios va con nosotros aun cuando Naamán no alcanzaba a comprender esto y su teología lo suponía ligado a la tierra, como si dos bultos de esta Lo mantuvieran aprisionado.



Sin embargo, Eliseo, el profeta –la voz de Dios- no se lo impide, ni lo corrige, ni lo refuta en modo alguno. Podríamos afirmar que Dios le acepta este culto conforme con la teología de Naamán aun cuando no sea conforme con el culto que YHWH espera de los miembros de su Pueblo Escogido. Lo importante aquí son las manifestaciones de “gratitud” de Naamán, como reza en el adagio popular “cada quien da de lo que tiene” y desde el enfoque pagano de los Sirios de la época, este era el tributo del creyente a sus dioses, luego, le es aceptado y el Señor se los recibe, los acepta como un incienso que le es grato.

Reflexionemos sobre la rotunda negativa de Eliseo de aceptar el “regalo” que le ofrece Naamán, recordemos que todo amor –y el amor de Dios que sana, que salva es Amor-Ágape, o sea amor de gratuidad- no se compra ni se vende, ya que todo amor que se comercia, que se mercantiliza es “prostitución”; el Amor de Dios sólo se puede corresponder con nuestro culto, porque “el amor con amor se paga”.



Que todos los pueblos y naciones aclamen con júbilo al Señor

Leemos en el verso 4 del Salmo que entonamos para este Domingo. En otras versiones leemos הריעו ליהוה כל־הארץ פצחו ורננו וזמרו׃ “Canten a Dios con alegría habitantes de toda la tierra, cántenle himnos con estallido de júbilo”. Nos encontramos con esta teología en este Salmo, es una catolicidad teñida de in-culturación, que la religión de YHWH no es exclusiva ni excluyente, permite acceso a todos, como ya empezábamos a comprender con San Pablo Οὐκ ἔνι Ἰουδαῖος οὐδὲ Ἕλλην, οὐκ ἔνι δοῦλος οὐδὲ ἐλεύθερος, οὐκ ἔνι ἄρσεν καὶ θῆλυ· πάντες γὰρ ὑμεῖς εἷς ἐστὲ ἐν χριστῷ Ἰησοῦ. “Ya no hay diferencia entre quien es judío y quien es griego, entre quien es esclavo y quien es hombre libre, no se hace diferencia entre hombre y mujer. Pues todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús”. Gal 3, 28. Así todos son acogidos, todos pueden adorar a este Dios Misericordioso, cada uno con su idiolecto cultural propio 8lo que no quiere decir que no seamos Iglesia, con un culto unificador –no uniformizador- que acoge también las expresiones propias de cada cultura, como vemos en otros ritos católicos: además del romano, está el ritos copto, el maronita, el melkita, el sirio, el armenio, el caldeo. Y con cánticos y danzas litúrgicas que lejos de significar desunión, respiran con amplias bocanadas, los aires de la identidad cultural y de la unidad en la diversidad.



Entonces, ¿en qué reposa la unidad? Leámoslo en el Catecismo de la Iglesia Católica, numeral 815: "Por encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección" (Col 3, 14). Pero la unidad de la Iglesia peregrina está asegurada por vínculos visibles de comunión:

— la profesión de una misma fe recibida de los Apóstoles;
— la celebración común del culto divino, sobre todo de los sacramentos;
— la sucesión apostólica por el sacramento del orden, que conserva la concordia fraterna de la familia de Dios (cf UR 2; LG 14; CIC, can. 205).



Esta unidad no es un programa “imperialista” que nos llevaría a luchar por la implantación de la fe a “sangre y fuego” por todo el orbe. Y esta afirmación reviste capital importancia puesto que la nuestra no es una fe que se impone por violencia o por cualquier otro medio; nuestro único medio es el amor. El profeta Jeremías hablaba de seducción porque los medios de que se vale el Amor de Dios y el anuncio de su palabra son similares a los que usa el enamorado para alcanzar el corazón der la amada: tiernos gestos de infinita ternura, de dulce galantería. Nuestro error evangelizador, en más de una oportunidad, ha provenido de una concepción torcida de las vías evangelizadoras que se han tomado como de posible “imposición”. ¡Urge erradicar este yerro!

El salmo nos convoca, más bien, a hacer notar, a llamar la atención a ‘permitir que otros vean lo que no alcanzan a notar; que los alcance la noticia que ningún noticiario les ha hecho llegar. ¡La Buena Nueva! Por encantamiento, por enamoramiento, no y nunca por la fuerza.

Ser-Dios sinónimo de Fidelidad

En la 2da Carta a Timoteo nos encontramos enfrentados a la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo como a uno de esos puntos nodales de la profesión apostólica de fe. Ese “punto nodal” lo es hasta tal extremo que San Pablo se vio arrastrado a llevar cadenas y hasta dar su vida. Observemos, que el encadenamiento del “evangelizador” no significa el encadenamiento del “Evangelio”. Más bien al contrario, un evangelizador encadenado le pone alas al Mensaje, a la Buena Noticia, para poder compartir y hacer partícipes a otros, a muchos otros, de esta verdad salvífica, este anuncio que nos abre las puertas a la gloria eterna.



En los versos 11 y 12 se nos muestra una simetría perfecta:
a)    Si hemos muerto con Él,                              con Él viviremos
b)    Si sufrimos pacientemente con Él,               también con Él reinaremos,
c)    Si lo negamos,                                              Él también nos negará.

Pero, abruptamente, en el verso 13 se rompe la simetría: εἰ ἀπιστοῦμεν, ἐκεῖνος πιστὸς μένει,

            “Si somos infieles,…                                     Él permanecerá fiel”.

Y en el mismo verso 13 se nos da la explicación teológica porque su justicia no es reflejar nuestra infidelidad sino continuar con ese atributo de la Divinidad; es que si Él incurriera en la infidelidad sería puramente hombre-caído y no Dios. Por eso, “Él permanecerá fiel porque no puede desmentirse a Sí mismo” o sea negarse a Sí mismo, incurrir en una mentira actuando al contrario de lo que Él es, porque la naturaleza de Dios es ser Fiel.

Gratos – vs- ingratos

El asunto enfocado en el Evangelio puede ser el de la celebración del agradecimiento. Un agradecimiento que, en este caso, está dirigido a Dios: μετὰ φωνῆς μεγάλης δοξάζων τὸν Θεόν, καὶ ἔπεσεν ἐπὶ πρόσωπον παρὰ τοὺς πόδας αὐτοῦ εὐχαριστῶν αὐτῷ·  “Alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias.” Lc 17, 15b-16a. Pongamos el foco en la palabra εὐχαριστῶν eucaristón del verbo εὐχαριστέω “dar gracias”, “recibir con gratitud”, “agradecer”, ¿distinguimos alguna consonancia con la palabra Eucaristía, “Acción de Gracias”. Miremos la raíz χαρισ jaris, (χάρις, ιτος, ἡ) «este término “de la gracia” –“charitos”. Viene de “charis”, gracia, de la que deriva “chará”, alegría, y también la palabra “gratis” usada por Pablo para indicar la acción de Dios que perdona al pecador sin ningún mérito suyo»[1]



Sentimos que la gratitud no es ningún “chip” que uno ya trae en la cabeza, como se ha dado por decir ahora. La gratitud se aprende y se aprende en el hogar. Si en la casa, en el seno familiar nadie agradece los mutuos favores y servicios que constantemente nos prodigamos, pues no se aprende a agradecer, a ser agradecidos. Si todo se le da a los hijos, sin merecimiento y sin gratitud, él crecerá pensando (nosotros ni habíamos reflexionado sobre este asunto, fue escuchando a Monseñor Wilfredo “Willie”  Peña que vinimos a aterrizar sobre este detalle) que “es mejor que sus padres”, que “es mejor” que todos los demás. Lo más grave es que esto trae como consecuencia que piense que todos están obligados con él, que todos deben darle y hacerle todo, que el mundo y, hasta Dios mismo, están obligados a “servirle”, a tenerlo contento, a darle gusto porque si no es así… viene la pataleta (y la pataleta puede llegar a los límites del asesinato o el suicidio). A este gremio de los que piensan que “se les debe todo” pertenecían nueve de los diez leprosos. Sólo uno de ellos estaba alfabetizado en el significado de la gratitud y se sintió llamado, es más, quiso expresar, externalizar la “alegría de su corazón” por el “favor” recibido.  

Ya en otras ocasiones nos hemos referido a quienes buscan milagro con pistola, sin dudar pretenden chantajear a Dios con diversos trucos para coaccionarlo a obrar a su favor, no falta el que lo amenaza, y –alguna vez lo mencionamos- hasta desertan de la Iglesia y de su fe, porque Dios no les dio gusto.

Queremos subrayar cómo acoge Jesús esta gratitud: “Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”. ¿Qué se entiende?, que el Samaritano tiene fe, que Jesús lee esa fe en su gratitud, que los otros nueve no tenían fe y, en consecuencia, aunque quedaron limpios no lograron nada más, lograron una cosa pasajera, momentánea, algo que no les iba a durar mucho; en cambio, el Samaritano logró un bien eterno. “La Salvación”.



Trascribimos las siguientes ideas de Averardo Dini: «la vida,…es vida llena sólo si se vive como diaria acción de gracias, como eucaristía viviente y personal. Este volver cerca de su altar en el primer día después del sábado no es tanto para pedirte algo cuanto para hacer memoria de tu bondad, para cantar tus alabanzas, para decirte nuestra gratitud, para entregarte nuestras “gracias” por los milagros diarios que realizas en nosotros y por la mano amiga que nos tiendes cuando el camino se hace más difícil. Haz, Señor, que todos nuestros días se abran con una acción de gracias para Ti, se desarrollen con una alabanza, se cierren con una eucaristía que prolonga y continúa, aunque con expresiones diferentes, tu Santa Cena, sublime eucaristía al Padre, que por medio de ella vuelve hacia nosotros su corazón misericordioso. Amén.»





  










[1] Martini, Card. Carlo María. LAS CONFESIONES DE SAN PABLO Ed. San Pablo 6ta reimpresión Bogotá – Colombia 2005 p. 127

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