sábado, 6 de abril de 2013

VIVO POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS



… estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos …

Jn 20, 19c-e

Empirismo y modernidad

La modernidad se caracteriza por su énfasis en lo experimental. Nada es cierto a menos que se pueda repetir bajo las mismas condiciones (condiciones controladas), es decir, la piedra de toque de todo saber es el experimento. Ahora, el experimento es que yo lo vea, con mis propios ojos, que yo lo pueda tocar, que yo mismo pueda “meter el dedo en la llaga”.

Esta metodología, propia de las ciencias naturales –particularmente de la física-, se filtró hasta las ciencias humanas llegando a la política, la antropología y la filosofía toda ella; esta tradición del pensamiento conduce al nacimiento y fortalecimiento de la filosofía empirista.

Aquí no nos interesa discutir la validez  o no de esta filosofía y de esta forma de pensamiento. Sólo queremos señalar hasta qué punto Santo Tomás milita en sus filas. Hasta qué punto este discípulo encierra en su actitud la representación de muchísimos que así sea sólo por formación académica se rigen en sus comprobaciones por esta línea de acción: “Hasta no ver no creer”. Y suena terriblemente funcional, funcional para el ateísmo puesto que la experiencia de fe no funciona por repetitividad “experimental” (como vemos en la Creación, Dios no tiene el estilo de las cadenas de producción industrial, cada uno de sus “productos” es único); se requieren otras formas de pensamiento y de percepción: “… dichosos los que creerán (aoristo participio activo) sin haber visto”. Jn 20, 29c.

Varias veces hemos argumentado quien era el Mesías para el pueblo judío; Jesús es el Mesías, el Ungido, el Cristo, pero –aquí viene lo difícil de aceptar y de captar- un Mesías de otro modo, no es un guerrero líder-militar que devolverá el poderío y la “buena vida” del apogeo davídico; este Mesías, por vía de sencillez y humildad, por medio del sufrimiento en la cruz, derrotará el pecado y vencerá la muerte.

Pero ¿cómo así? Preguntara el empírico, ¿dónde veo esa victoria? Por el contrario veo muerte y desolación por todas partes, guerras y masacres, hambre y pobreza… Cuando así nos sucede, como a Tomas (que significa “mellizo”) que tuvo que esperar un lapso porque para él Jesús seguía muerto. Para él el lapso fue de una semana.

¿De quién era “mellizo” Tomas? Pues de todos nosotros los que no podemos aceptar hasta ver la llaga y meter los dedos en el costado. Y cuando nuestra incredulidad es más fuerte la espera es más larga. Somos de la misma ralea de incrédulos. Creer no es algo que se logra haciendo mucha fuerza o haciendo ejercicios de voluntad. La capacidad de creer es un don del cielo, una iniciativa divina. Otro aspecto bien distinto es que –una vez la hemos recibido, tenemos el deber de cultivarla, fortalecerla, llevarla al “gimnasio”, instruirla, para que pueda desarrollarse.

Expresamos nuestra intuición que su chispa siempre nos habita, que Dios Misericordiosísimo no se la ha negado a nadie, que nuestra sed y nuestra hambre de espiritualidad es su manifestación.



Esta intuición sobre la generosa y abundante distribución de “chispas” de fe indiscriminadamente y a diestra y siniestra nos obliga a llamar la atención sobre la responsabilidad que tienen los formadores en esta dimensión. Si alguien ha intentado prender fuego contando con unos cuantos fósforos (prueba usual en el gremio de los exploradores) sabrá cuánto hay que cuidar las “chispas” para lograr que ellas evolucionen hacia una “llama” consistente. Valga la analogía para subrayar el papel que juegan padres y maestros con la “chispa” de la fe entre niños y jóvenes.

El ser humano no es por su natural desconfiado e incrédulo; por el contrario, podemos afirmar que somos por naturaleza confiados y propensos a creer. El problema está en que exponemos a los más tiernos, desde su primera niñez, a sentirse defraudados y a volverse desconfiados. Muchas veces tratando de prevenir que una persona sea víctima de la gente mal-intencionada (que siempre la hay) sembramos semillas de desconfianza, con el rotulo eufemístico de “ser precavidos”. Bueno, esto sin duda daña, pero lo que verdaderamente destruye los tiernos corazones es defraudarlos, eso si da al traste con la “chispa” de la fe.

En este año de la fe, reflexionemos cuánto daño hacemos o hemos hecho en el pasado, nunca para “llorar sobre la leche derramada” porque  -ya lo dice la sabiduría popular- “ya después del ojo afuera no hay Santa Lucia que valga”; no, no se trata de caer en la zona de las lamentaciones sino procurar cambiar, ayudar a creer, abrirle la puerta del corazón a Jesús que muchas veces está allí, tras la puerta, llamando obstinadamente mientras nuestra cerrazón se empecina enquistada en la indiferencia, negándose a abrirle.



El Papa Francisco se ha referido al hecho de que Jesús muchas veces puede estar afuera llamando para entrar; pero en no pocas oportunidades, Jesús está adentro, llamando para salir. En otro momento se refirió a la necesidad de proclamar nuestra fe, que no basta tenerla sino que además Jesús nos envía a anunciarlo, a evangelizar.


Salmo 118(117): Eucarístico

Estamos ante un salmo de Acción de Gracias:

¡Dad gracias a YHWH, porque es bueno! –porque es eterno su amor.
Diga la casa de Israel: -¡Es eterno su amor!
Diga la casa de Aarón: -¡Es eterno su amor!
Digan los que temen a YHWH: -¡Es eterno su amor!

Nos encontramos 4 veces la palabra חַסְדּֽוֹ׃ que viene de la palabra חָ֫סֶד [jesed] ¿cómo traducirla? Pues la hemos traducido como “amor”; ¿habría otra traducción más exacta? Podríamos proponer “misericordia”, “favor”, “lealtad divina”, “predilección amorosa”.

Si se tiene en cuenta que la relación con Dios se formula bíblicamente en términos de “Alianza” podríamos decir que “Su alianza no se quiebra nunca jamás” y ese es el motivo de nuestro agradecimiento expresado en este salmo. Estamos agradeciendo con el Salmo que Dios no quebranta su Alianza, aunque nosotros fallemos, Él no se defrauda con nuestra actitud y nos sigue amando; nos perdona nuestras fallas y nos disculpa así como su Hijo declaró que merecíamos perdón porque no sabemos lo que hacemos, porque “metemos la pata” inconscientes de nuestras faltas, sin alcanzar a comprender que ofendemos a un Dios-tan-Bueno.

Nadie discrepa que este salmo se compuso cuando ya no había rey en Israel, se trata de un salmo post-exilico; entonces ¿a qué rey se refiere? Al Rey escatológico, al aguardado, al esperado, al vaticinado: a Nuestro Mesías, a Jesús Nazareno que no quebrantó la Alianza y que fiel al Amor-de-Dios por la raza humana, se brindó hasta la última Gota de su Sangre para ser el Manso-Cordero-Llevado-al-matadero; aceptó ser el Chivo-Expiatorio y lavó pagando Altísimo Precio, todas nuestras culpas: A Él que nunca nos ha fallado, “que es Bueno, demos gracias, porque su Alianza no se quiebra nunca jamás” Cfr. Sal 18(17), 29.

En los versos 17 y 18 se declara expresamente la victoria de YHWH sobre la muerte.


Sus discípulos heredamos

Jesús nos había ofrecido que haríamos incluso obras mayores que las suyas. En esta semana hemos venido leyendo continuadamente el Libro de los hechos de los Apóstoles. Hemos visto a Pedro y a los otros discípulos realizando muchas señales milagrosas y prodigios en medio del pueblo, como nos lo narra este sumario, de los cuales encontramos varios en este libro.

Los sumarios cumplen una función diegética, hacen avanzar el relato y permiten la transición de un episodio a otro. Encierran un resumen de lo que se ha contado hasta ese punto; pero, además, son como un telón que baja en la continuidad del relato como quien dice: “Hasta aquí hemos hablado de una cosa, ahora, vamos a hablar de otra”.  Ahora, inmediatamente después de esta sumario viene la persecución, en el versículo 18, sólo dos versículos más adelante, serán llevados a la cárcel.

Pero el resumen o sumario como se le llama nos deja una idea muy clara: Jesús no se ha ido, no es que hayan sido abandonados, está con ellos (y con nosotros veintiún siglos después) y los/nos llena de poder, de autoridad, de seguridad y firmeza y también de elocuencia, pues a pesar de ser simples pescadores proclaman sin ambages y superando sus propios temores e inseguridades, que no obran en nombre propio sino en el Nombre de Jesús.


Con nosotros está

No vale trancar la puerta pues no hay obstáculos por fuertes que sean que impidan la presencia del Señor. También en el texto de Apocalipsis Él está allí con Juan, lo anima y lo manda a proclamar (en este caso por escrito), porque una fe verdadera no es un asunto personal, privado; la fe es algo para anunciar, para compartir (no para imponer, la fe se propone).



La Presencia del Señor tiene un valor de presencia tangible, física. Insistimos que no se trata de una Presencia fantasmagórica, es alguien que se puede tocar y en efecto, nos narra el Apocalipsis, que “le tocó con la mano derecha. Si leemos toda la perícopa Ap 1, 9-20 advertimos el carácter fuertemente físico de la visión: la Voz, la figura humana, las vestiduras, el pecho, el cinturón de oro, cabeza, cabellos, ojos, pies, la diestra, etc.

Si bien este es el Domingo llamado de la Misericordia , podríamos Afirmar también que es el Domingo de la Presencia puesto que una y otra vez se vuelve al tema de que Él está con nosotros y que su Alianza, no se parece a las cosas humanas: momentáneas, transitorias, perecederas. El Amor de Dios es eterno porque Dios es Eterno y Dios es Amor.

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