sábado, 20 de abril de 2013

HABÍAMOS QUEDADO EN EL “PUNTO OMEGA”



4to de Pascua – Ciclo C


ὅτι τὸ ἀρνίον τὸ ἀνὰ μέσον τοῦ θρόνου ποιμανεῖ αὐτοὺς καὶ ὁδηγήσει αὐτοὺς ἐπὶ ζωῆς πηγὰς ὑδάτων
Porque el Cordero que está en el Trono, será su Pastor y los conducirá a las fuentes del agua de la Vida…
Ap 7, 17ª

… sembremos esperanzas / donde quede soledad
Dios nos puso como hermanos / a luchar por la unidad.

De “ES TIEMPO” canción de Miguel Enrique Cubillos


Marchando hacía “Omega” lento pero firme

«Cristo glorioso, influencia secretamente difundida en el seno de la Materia y centro deslumbrador  en el que se centran las innumerables fibras de lo Múltiple; Potencia implacable como el Mundo  y cálida como la Vida; Tú, cuya frente es de nieve, cuyos ojos son de fuego, cuyos pies son más centelleantes que el oro en fusión; Tú cuyas manos aprisionan las estrellas; Tú que eres el primero y el último, el vivo, el muerto y el resucitado; Tú que concentras en tu unidad exuberante todos los encantos, todos los gustos, todas las fuerzas, todos los estados; a Ti era a quien llamaba mi ser con un ansia tan amplia como el universo ¡Tú eres realmente mi Señor y mi Dios!»[1]

Este texto de Teilhard de Chardin se refiere al Pastor Universal, si, el que “aprisiona las estrellas; … el primero y el último, el vivo, el muerto y el resucitado; … que concentra en su unidad exuberante todos los encantos, todos los gustos, todas las fuerzas, todos los estados” Cfr. Él va guiando todo el Universo, en suave y armoniosa convergencia, exenta de toda violencia, de toda coerción, ejerciendo su ternura de Pastor a través de su infinita ternura-misericordiosa. Es muy difícil referirse a este Pastor-Mesías con las frágiles palabras; aludimos a Él por medio de triquiñuelas literarias, como esta genial de los “pies  más centelleantes que el oro en fusión” para tratar de asir lo intangible, lo indescriptible. Tal vez, la medida de la espiritualidad se exprese en la sutileza y profundidad de las metáforas, con las que –a duras penas- sólo asimos un borde del haz resplandeciente de su Luz.

Y todo es conducido, con una lentitud inexorable para la brevedad de la vida humana, pero –seguramente- normal en los relojes de la Eternidad. ¿Por qué va tan lento para nosotros? ¿No ve Dios que nos desesperamos? ¿No tiene acaso Misericordia con los que ya desfallecen, con los que no soportan un instante más sus dolores y sus angustias?

Pero de otra parte, ¿Quiénes somos nosotros para pedirle cuentas a Dios, para fijarle términos? ¿Qué sabemos nosotros de los ritmos universales y de las premuras celestiales? Sólo tratemos de imaginar ¿cuántos perderían la oportunidad si Dios resolviera que es Ahora y no después? Muy probablemente, también nosotros seríamos sorprendidos desprovistos, impreparados, inmaduros para el Cielo; ¿Cuántos tenemos cuentas tan grandes por saldar que un balance final en este punto de la historia sería letal para nosotros y el Juicio nos condenaría? Ahí la profunda motivación del Divino Pastor que todos los días nos amplía el plazo, nos alarga las “recuperaciones”, ¡nos multiplica, con su Bondad, las ocasiones de alcanzar la Salvación!

Y es que el Pastor Divino no tiene “ovejas” para esquilarlas y comerciar con su lana, ni para engordarlas y sacrificarlas; por el contrario, vive enamorado y enamorándose de sus ovejas, no se limita a saberles el nombre, sino que las está apacentando para que vivan para la Eternidad. Como son “ovejas” con inteligencia, con “razón”, con “alma”, con espiritualidad, con vida “trascendente”, saben muchas cosas que las otras ovejas -las cuadrúpedas- no saben. Las ovejas cuadrúpedas desconocen el concepto de muerte, no piensan nunca en ella, no conocen el concepto “tiempo”, como nosotros, no les angustia envejecer, no saben qué pasa con sus cuerpos cuando yacen en tierra. Otra es nuestra suerte, sufrimos ante la expectativa de la muerte, penamos en la vejez, medimos el tiempo, fabricamos relojes, proyectamos nuestra conciencia de “vida” allende el minuto presente, extrapolamos por la suerte de otros lo que se cebará posteriormente con nuestro “ser”, y –quizás lo más duro- sufrimos con la “partida” de un amigo, de un ser querido. Por todo lo anterior, previó el Divino Pastor, dar antídoto para todas estas aflicciones; καὶ ἐξαλείψει ὁ θεὸς πᾶν δάκρυον ἐκ τῶν ὀφθαλμῶν αὐτῶν. “… y Dios enjugará de sus ojos toda lágrima” Jn 7, 17b, que fuéramos “ovejas” destinadas a la vida trascendente, se subió a la Cruz e inmediatamente enseguida, pavimentó una Vía hacía la Vida Inmortal, y, Victorioso, Resucitó, para ya nunca morir, a la muerte, la derrotó por siempre y para siempre. Así le dio consuelo a nuestra finitud. Nos advirtió, Oh! Pastor de Eternidades, que se iba adelante a prepararnos “moradas”, viviendas paradisiacas donde no campee ninguna baja pasión y donde –en vez de sol- sea el Amor lo que ilumine: Luz para nuestros ojos. Sólo el visionario, el profeta y –en menor medida- el vate y el teólogo, pueden entrever los destellos de esa esfera, de esa Dimensión.

Fraternidad

El año pasado, cuando miramos el tema del Buen Pastor, quisimos subrayar que todos somos pastores, algunos con rebaños más grandes, otros con mínimos rebaños de una o dos personas. Enfatizábamos que el esposo es pastor de su esposa, que el padre y la madre lo son de sus hijos, el docente de sus alumnos y el párroco de sus feligreses. Así podríamos ensanchar la enumeración sólo para fatigar al lector. Digámoslo sólo otra vez, con tono sentencioso, para que no lo olvidemos: Todos somos pastores y el ideal es que seamos Buenos Pastores; eso nos enseña Jesús.



Este año queremos enfocar el reflector desde el vértice opuesto.

Miremos el Salmo con atención. Allí leemos (vamos entresacando para proponer la idea que queremos señalar) “… el Señor es Dios,… nos hizo y somos suyos… somos su pueblo, ovejas de su rebaño”. Sal 100(99), 3. Somos su pueblo, somos de su rebaño, miembros, es decir “ovejitas suyas”. ¿Qué implicación leemos en esta afirmación? Al ser compañeros del mismo redil, somos por eso “ovejitas hermanas”, somos parte del mismo pueblo. Él nos invitó a llamar a Dios Abba, para que ganáramos consciencia que si Él es Padre Nuestro, entonces somos –nada más y nada menos- que hermanos. Hermanos en Cristo Jesús.

El peor riesgo que nos puede amenazar es que ignoremos nuestra calidad de hermanos. Oremos para que nunca perdamos de vista esta conciencia. Siempre cuidadosos los unos de los otros. Este versículo del Salmo inicia con el verbo דְּע֗וּ “Reconozcamos” ¿Qué hay que reconocer? Las tres cosas: 1) Dios nos creó, 2) somos ovejas de su rebaño, 3) somos hermanos-en-el-mismo-rebaño, que es la conclusión natural, y aun cuando no está puesto de manera expresa en el Salmo, se infiere, se desprende.

«Ser mirado por ti, Señor,
es sentirme con el corazón grande,
capaz de abrazar todo el mundo,
de amar a la multitud de mis hermanos
y de compartir con ellos mi gozo.»[2]



O con las palabras de Carlos Vallés, «Haz que me sienta oveja de tu rebaño, Señor. Haz que me sienta responsable, sociable, amable, hermano de mis hermanos y hermanas y miembro vivo del género humano. No me permitas pensar, ni por un momento, que ´puedo vivir por mi cuenta, que no necesito a nadie, que las vidas de los demás no tienen nada que ver con la mía… No permitas que me aísle en orgullo inútil o engañosa autosuficiencia, que me vuelva solitario, que sea un extraño en mi propia tierra…»[3] Pensamos que es una oración hermosa la del Padre Vallés, hermosa y urgente en nuestro momento histórico, cuando mil laceraciones nos ensimisman y nos enconchan como erizos, como puerco-espines, sacando a relucir nuestras más ásperas aristas. Mientras la historia nos reclama todo lo contrario: la apertura, la solidaridad.


τὸν λόγον τοῦ θεοῦ - La Palabra de Dios

En la perícopa que leemos hoy como Primera Lectura, tomada de los Hechos de los Apóstoles, 13, 14.43-52. Leemos por lo menos cuatro veces esta frase: “La palabra de Dios”.

1)    El sábado siguiente casi toda la ciudad de Antioquía acudió a oír la Palabra de Dios
2)    La Palabra de Dios debía ser primero predicada a ustedes…
3)    …los paganos se regocijaban y glorificaban la Palabra de Dios,…
4)    La Palabra de Dios se iba propagando por toda la región.

Los personajes son San Pablo y Bernabé, pero la protagonista es τὸν λόγον τοῦ θεοῦ la Palabra de Dios.



Benedicto XVI nos decía: «Ya sabemos de qué viven las ovejas, pero, ¿de qué vive el hombre? Los padres han visto en los montes altos de Israel y en los pastizales de sus camperas, donde hay sombra y agua, una imagen de las alturas de la Sagrada Escritura, del alimento que da la vida, que es la Palabra de Dios. Y aunque esta no sea el sentido histórico del texto, en el fondo lo han visto adecuadamente y, sobre todo, han entendido correctamente a Jesús. El hombre vive de la verdad y de ser amado, de ser amado por la Verdad. Necesita a Dios, al Dios que se la acerca y le muestra el sentido de su vida, indicándole así el camino de la vida. Ciertamente, el hombre necesita pan, necesita el alimento del cuerpo, pero en lo más profundo necesita sobre todo la Palabra, el Amor, a Dios mismo. Quien le da todo esto, le da “vida en abundancia”.»[4]

Así cuando encomienda a San Pedro que apaciente sus ovejas/corderos, encomienda a la “Piedra” -primero en la serie de la Sede Petrina- alimentarnos con la Palabra porque somos la clase de ovejas que no se nutren de pastos, sino de toda Palabra que sale de la Boca de Dios.




[1] Pierre Teilhard de Chardin S.J. en “Himno del Universo”. www. pastoralenellugardetrabajo.cl/.../CRISTO%20GLORIOSO.doc
[2] Dini, Averardo EL EVANGELIO SE HACE ORACIÓN Tomo III – Ciclo C. Ed. Comunicaciones sin fronteras. p. 42-43
[3] Vallés, Carlos G. sj. BUSCO TU ROSTRO. ORAR LOS SALMOS  Ed. Sal Terrae Santander-España 1989 p. 191
[4] Benedicto XVI. JESÚS DE NAZARET PRIMERA PARTE DESDE EL BAUTISMO A LA TRASFIGURACIÓN. Ed. Planeta Bogotá - Colombia 2007 p. 327

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