sábado, 8 de septiembre de 2012

JESÚS, DILE EFATTÁ A NUESTRO CORAZÓN

Is 35, 4-7; Sal 145 (7-10);  Sant  2, 1-5; Mc 7, 31-37


A menudo me hago el sordo
cuando tu Palabra me incomoda demasiado.

Averardo Dini

1

De un cajón cerrado, ni se puede sacar nada, ni se puede guardar nada. Es preciso abrirlo para poderlo “usar”, para que sea útil, para que sirva para algo. Hay un “Ábrete” famoso en la literatura, se trata de la historia de Alí Babá, su esposa -Luz de Noche-, su  hermano –Kassim- y 40 ladrones. Según este relato de la literatura árabe, con la expresión “Ábrete Sésamo” se podía abrir la roca donde los cuarenta ladrones atesoraban el fruto de su delincuencia: Tesoros de toda clase entre metales y piedras preciosas en los que abunda la literatura oriental. Y, Alí Babá logró conocer la fórmula de acceso (y también de cerrado) de la dichosa caverna, lo que le permitió enriquecerse, pero también condujo a la muerte del ambicioso hermano, quien olvidó que debía unir a la orden de apertura el nombre de este grano: el Sésamo (o sea, el ajonjolí).

Podríamos decir que la palabra de Dios para este XXIII Domingo del tiempo ordinario en el ciclo B, gira en torno a esta palabra: “Ábrete”, pronunciada por Jesús, y aún más, registrada por San marcos en arameo.

A quién dirige Jesús esta palabra, ¿al sordo-mudo que está curando? Ciertamente que no, puesto que los sordos no oyen. Es la Voz creadora de Dios que habla a los elementos, a la realidad, a la materia para ordenarla. Esa es la característica de la Palabra de Dios, en lo cual difiere de la palabra humana. Para nosotros, hay una gran distancia entre nombre y ser, en cambio, cuando Dios nombra, simultáneamente llama a la existencia lo nombrado. ¡No bien Él habla, ya lo nombrado existe!

Jesús no ordena “Ábrete” para que lo oiga el sordo mudo; tampoco para que los testigos presenciales lo oigan. Jesús ordena  a los tejidos constitutivos del oído enfermo que se reagrupen, que se ordenen de tal forma que el hombre pueda oír, quede abierto, o sea, pueda ser verdaderamente hombre, no cosa, sino persona que oye y puede responder; ser relacional que puede unirse a la comunidad e interactuar con ella. Cabe destacar que el proceso sanador que cumple jesús es siempre el de devolver al ser marginado a su comunidad y “liberarlo” de su aislamiento, que muchas veces es desprecio, es exclusión, es rechazo por parte de sus congéneres.

La palabra Effatá deriva del arameo פְּתַח petach, el verbo abrir. Tan es una alusión a la Creación que se retoma la expresión con la que se corona el Acto Creacional en Génesis 1, 31: “Y Dios vio que todo lo que había hecho estaba muy bien. De este modo se completó el sexto día:” Hoy San Marcos, en la frase final de la perícopa del Evangelio dice: “Todo lo hace bien. ¡Hasta puede hacer que los sordos oigan y que los mudos hablen! Mc 7, 37.


¿Cómo podemos vivir Jesús-mente? Tratando de hacer el bien en todo cuanto obremos. Se podría afirmar que hacer las cosas bien, muy bien, define la naturaleza humana. Porque somos hijos de Dios, recibimos ese rasgo, debemos tratar de hacer el bien, con gestos creativos (aún cuando no podemos Crear a la manera de Dios, sacando algo de la nada, si podemos crear a la manera imperfecta –pero agradable a Dios- sanado, arreglando, trasformando positivamente, procurando inocular al Amor de Dios en nuestras acciones).

2

En la perícopa de Isaías que conforma hoy la primera Lectura escuchamos el Espíritu Paráclito que nos impulsa, que nos “Abre”, que nos dinamiza, que nos moviliza, que nos llama al entusiasmo por medio de una Promesa. De esta promesa es portador el Profeta: Llena de cosas positivas empezando con el augurio de que vendrá Dios, vengador y justiciero.

Pero ¿de qué venganza habla?, ¿a qué clase de justicia se refiere? Nosotros creemos que habla de Venganza y Justicia con mayúscula. No podemos concebir a Dios con figura vengativa, mucho menos aplicando una justicia retaliativa. Simplemente porque Dios es mucho más grande que nosotros que en nuestra pequeñez concupiscente podemos anhelar formas sofisticadas de la Ley del Talión.


En la promesa de Dios están cuatro sanaciones prodigiosas que visibilizaran la Presencia de Dios, el cumplimiento de sus Promesas y la llegada de los Tiempos Prometidos:

a) Los ciegos verán
b) A los sordos se les abrirán los oídos
c) Los cojos se curarán de esta dolencia
d) Y el mudo ya no lo será más.

Pero como si esto fuera poco, el suelo también se trasformará para que vivamos en la plenitud paradisíaca:

a) Habrá agua donde antes era desierto
b) En la estepa correrá el líquido preciso como torrente, o sea, abundantemente
c) El páramo será entonces un verdadero estanque
d) Y la tierra seca, se transformará en un manantial.

Así la prodigalidad de Dios, su Munificencia, su Abundantísima Generosidad sobrepasará toda expectativa. Es por eso que alabamos a Dios, no sólo por lo que ha hecho a nuestro favor; sino, también por sus Promesas, con las que podemos contar y que se cumplirán sin falta.

Por lo tanto: ¡Ánimo!

3

En la Segunda Lectura dice como demostramos que nuestra fe en Jesucristo es real, sincera, no hipocresía: ¡No tengan favoritismos!, es decir, no hay que hacer acepción de persona. ¡No podemos preferir al rico engalanado con joyas y vestidos suntuosos, al pobre andrajoso!

Así está puesto en la primera parrafada. Pero, al concluir, nos muestra que Dios si ha hecho acepción de persona, porque Él ha elegido a los πτωχοὺς pobres de este mundo para enriquecerlos con la herencia del Reino. O sea que Dios ha hecho una opción preferencial por los pobres. Así lo leemos en Santiago 2, 5.

También si vamos al salmo 146(145) nos dice que Dios hace justicia al oprimido, que da pan a los hambrientos, liberta a los cautivos, endereza a los que ya se doblan, da su sustento (como lo leíamos el Domingo anterior) a la viuda y al huérfano. Todos aquellos –digámoslo una vez más- que son marginados, despreciados, humillados, oprimidos, cuentan con la bendición de Dios porque son sus elegidos. (Cfr. Sant 2, 5).

¡Ojo! Que no vayamos a caer víctimas de la discriminación.

4

Sólo queremos decir dos palabras sobre el Evangelio, concientes que dejamos por fuera millones y millones de maravillas (como dice San Juan, si pretendiéramos decirlas todas, no cabrían los libros en la tierra Cfr. Jn 21, 25).

1) Qué ternura, que inagotable manantial de delicadeza hay en Jesús que, para curar al sordomudo, no lo convierte en espectáculo, no lo pune en evidencia frente a os mirones, no se regodea en hacerse Él mismo el centro de atracción: ¡Mírenme, Yo, el Sanador! No, todo lo contrario, con un tacto que sólo Dios tiene, haciendo uso de delicadeza extrema, lo lleva aparte, le evita incomodidad, no lo pone en evidencia, no lo pone en picota pública. Él quiere sanarlo, recuperarlo para la Comunidad, no ensoberbecerse ante su Poder Divino que le permite sanar, sino liberar a este necesitado-de-liberación.



2) Sobre el secreto mesiánico: Diferente a los políticos demagogos, Jesús no está en “campaña”. Para Él no se trata de bombo y platillos. Quiere hacerle un bien al sordo-tartamudo, quiere integrarlo, liberarlo, redimirlo de su condición excluyente. Pero para Él, nada significa la publicidad; Él sólo anuncia el Reino, no quiere protagonismo, ni popularidad.

Hoy día sabemos que Jesús es un Mesías de Paz, no vengativo, no retaliativo, no nacionalista, nada sectario, nada excluyente, nada bélico, no será capitán de ejércitos, ni emperador entregado a sus conquistas, a implantar su hegemonía, en edificar su tiranía. No está interesado en hacerse una corte de esclavos, no busca el servilismo de nadie,  a nadie llama siervo, a todos llama amigos, acepta el beso del traidor a sabiendas de que lo ha vendido. Pero en ese momento, los judíos, los fariseos lo que entendían como Mesías, era un caudillo, ese era el esperado, un César, un David elevado a la n-sima potencia. Por eso Jesús es recatado, anónimo, mantiene –como se suele decir hoy día- un bajo perfil: Ese es el motivo detrás del Secreto Mesiánico. Ni siquiera sus discípulos pueden entender el mesianismo de Jesús: lo entenderán después de su muerte, poco a poco, como producto de la obra del Espíritu Santo en ellos.

5

Se ha iniciado según los anuncios del gobierno, un esperanzador proceso de paz, en nuestro país, consistente en unas conversaciones con la guerrilla de las FARC. Saludamos ese proceso, oramos por él y, los invitamos a unirnos en cadena de oración, para rogar a Dios que su Sonrisa resplandezca sobre ese proceso, de tal manera que -por fin- después de tantos avatares que lo han impedido, que lo han torpedeado, donde tantos y tantos “intereses” en contra lo han entorpecido (porque no podemos desdeñar que hay muchos interesados en mantener esta guerra y que muchos se benefician de ella dado que “en río revuelto ganancia de pescadores”), muchos han sacado su tajadita (o su tajadota) y temen que les maten la “gallinita de los huevos de oro”.

Pero, nuestra fe no decae porque sabemos que El Señor siempre es fiel a su Palabra, que las promesas dichas a través de Isaías se cumplirán, por eso confiamos en que –por encima de esos intereses belicistas, estará el Poder-Bondadoso de Dios:
Reine el Señor eternamente,
Reina tu Dios,  oh Sión
Reina por los siglos.

En ese contexto del “Dialogo de Paz” queremos recordar un cuentito de los famosos cuentitos de Tony de Mello, titulado JESÚS VA AL FÚTBOL, porque tiene mucho que ver con la necesidad de “abrirse” para ser capaces de oír, de hablar, de dialogar. El dialogo no puede ser impositivo, en el dialogo se tiene que estar dispuesto a ceder. Un dialogo sin escucha sincera y abierta es un dialogo de sordos. Por eso, este proceso necesita de los dedos de Jesús en los oídos de nuestro país, de los “comisionados” para adelantar esta negociación –de ambas partes-, además honestidad; no puede ser sólo un ardite para la captación de votos, no puede ser sólo un distractor para seguir haciendo más de los mismo: más guerra, más muerte, más pobreza, más injusticia.

Jesucristo nos dijo que nunca había visto un partido de fútbol. De manera que mis amigos y yo le llevamos a que viera uno. Fue una feroz batalla entre los 'Punchers' protestantes y los 'Crusaders' católicos. Marcaron primero los 'Crusaders'. Jesús aplaudió alborozadamente y lanzó al aire su sombrero. Después marcaron los 'Punchers'. Y Jesús volvió a aplaudir entusiasmado y nuevamente voló su sombrero por los aires. Esto pareció desconcertar a un hombre que se encontraba detrás de nosotros. Dio una palmada a Jesús en el hombro y le preguntó: «¿A qué equipo apoya usted, buen hombre?».

«¿Yo?», respondió Jesús visiblemente excitado por el juego. «¡Ah!, pues yo no animo a ningún equipo. Sencillamente disfruto del juego».El hombre se volvió a su vecino de asiento y, haciendo un gesto de desprecio, le susurró: «Humm... ¡un ateo!».
Cuando regresábamos, le informamos en pocas palabras a Jesús acerca de la situación religiosa del mundo actual. «Es curioso lo que ocurre con las personas religiosas, Señor», le decíamos. «Siempre parecen pensar que Dios está de su parte y en contra de los del otro bando».Jesús asintió: «Por eso es por lo que Yo no apoyo a las religiones, sino a las personas», nos dijo. «Las personas son más importantes que las religiones. El hombre es más importante que el sábado»,«Deberías tener cuidado con lo que dices», le advirtió muy preocupado uno de nosotros. «Ya fuiste crucificado una vez por decir cosas parecidas, ¿te acuerdas?». «Sí... y por personas religiosas precisamente», respondió Jesús con una irónica sonrisa.[1]

Que este país, tod Colombia, diga en oración:


Tócame a mi también, Señor,
con la mano de tu Gracia, para que me libre
de la suciedad y de los defectos que tengo,
de tal modo que sea siempre menos indigno de ti
ya que siento en mi interior
la tristeza de no haber llegado a Tu Perfección.
Amén[2]

Bendícenos con esta gotita que nos acercará a la Paz, no es la Paz, pero nos acercará a ella. En medio de tanto olor  a muerte, una refrescante ráfaga de olor a vida.




[1] De Mello, Anthony, s.j. EL CANTO DEL PÁJARO Ed. Sal Terrae Santander-España 27 ed.1982 p. 189
[2] Dini, Averardo. EL EVANGELIO SE HACE ORACIÓN TOMO II – CICLO B. Ed. Comunicaciones Sin Fronteras Bogotá Colombia pp. 79

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