sábado, 7 de julio de 2018

LA DIFICULTAD DE LA FE



Ez 2, 2-5; Sal 123(122), 1-2a. 2bcd. 3-4 ; 2 Cor 12, 7-10; Mc 6, 1-6

Cuando un cristiano ayuda a alguien en su búsqueda de fe, este cristiano es Iglesia para quien busca… Toda experiencia de fe es una experiencia de Iglesia es el lugar de la fe, de su encuentro y de su crecimiento.
Segundo Galilea

El Domingo anterior, tenemos la fe como tema:
La grandeza de la fe,
                                ese hombre que cae a sus pies y le ruega,
        (se trata de un judío, jefe en la sinagoga)
                                esa mujer que está segura de curarse
                                con sólo poderle tocar el más mínimo borde de su ropa
        (ante todo, una “impura”, por su sangrado),
        ellos creen, creen “con toda”;
hoy, en cambio,            tenemos como tema la incredulidad –valga decir- todo lo contrario
¿quiénes descreen?
sus paisanos,
                      sus parientes,
                                          los de su casa:
¡una ironía!


La incredulidad bloquea el “poder”.
En el Domingo anterior Jesús sana a distancia,
en el caso de “la hemorroisa” sana por contacto
aun cuando Él ni le ha visto el rostro;
pero en la hija de Jairo, el poder se ejerce desde lejos,
lejos o no, Dios visible-humanado se “ve” en un sitio”,
más su Poder, “Poder-de-Dios” está en todas partes,
por doquiera,
                    Él es Omnipresente,
Emmanuel está físicamente, en su carne, “a la orilla del mar”,
pero Dios no está limitado a esa fisicidad,…

¡Cómo y cuánto nos cuesta creer!
Roguemos a Dios un corazón humilde,
y la consciencia de nuestra vulnerabilidad
                                                              para poder creer,
una espina en la carne si fuera necesario.


Cuando Él está a nuestro lado, apretamos los parpados para no verlo,
cuando oramos, lo hacemos entre dientes,
    mascullamos las palabras,
                                          pronunciamos enredado,

hablamos de carrera,
       procurando que no se nos entienda nada;
cuando Él nos habla,
todo parece indicar que la cercanía y la familiaridad nos enceguecen;
es un veto que lanzamos sobre los que tenemos cerca
porque nos parece extraño que tengan una misión especial,
                                         que Dios los haya elegido para un carisma particular,
… ¿le negamos a Dios el derecho a sorprendernos?...
… ¿acaso le negamos el permiso para escoger las vías que Él prefiera?...
… tal vez dudamos de su sabiduría,…

Todo lo tenemos previsto, hemos puesto cadenas y esposas al proyecto de Dios,
se tiene que cumplir por nuestros senderos,
Dios puede elegir el cómo y el cuándo                ,
pero sólo Dios, nadie más, ningún Jesús,
si Dios quiere designar a Alguien que por favor envíe su e-mail oportunamente,
debidamente registrado en notaria,
que se acerque a ventanilla con debida antelación
-en esta ventanilla no se da prelación a Nadie-
por lo menos diez años antes debe registrar Su proyecto en las Decanaturas Teológicas
de todas las Universidades que ofrezcan este título,
pero nosotros nos negaremos enfáticamente a reconocerlo
en “la dulce brisa”
sólo estamos dispuestos a aceptarlo
en el huracán, en la tormenta, en las aguas abiertas
para que pasemos a pie enjuto…
tampoco estamos dispuestos
                                               -tal vez deberíamos decir mejor-
“mucho menos” vamos a aceptarlo como un simple crucificado,
¿a quién se le podría ocurrir?


Algo así sólo le ocurriría a un vulgar mortal,
Un vulgar bandolero podría morir crucificado,
pero algo así, jamás le pasaría a Dios.

Bueno, hasta aceptaríamos,
que tiene una especial sabiduría, pero hasta ahí no más,
¿milagros? No los ha hecho en nuestro barrio,
en foto no nos sirve,
                               tal vez las retocaron con photo-shop
a los curas –no les creemos-
son embaucadores
que obre sus prodigios aquí, frente a nosotros,
que baje de la cruz,
que se lance de lo alto del Templo para ver cómo lo recogen los ángeles
antes de reventarse contra el mundo…

Nos piden mucho…
aquí sólo obró unas supuestas sanaciones,
curó a unos –creo que solamente tenían gripa-
esos no son verdaderos milagros,
eran simples resfriados…

Mejor dicho, ¡no molesten!
Estamos muy ocupados –en asuntos muy serios
verdaderamente importantes- para ocuparnos de esas boberías.



¡Pueblo rebelde!
Con razón Jesús se maravillaba de su incredulidad,
con razón la Iglesia le dedica este XVI Domingo Ordinario
a recordar –con esta perícopa de San Marcos-
su gigantesca-descomunal-falta-de-fe.      
.
           

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