sábado, 10 de febrero de 2018

AD MAIOREM DEI GLORIAM


Lev 13, 1-2. 44-46; Sal 31, 1-2. 5. 11; 1Cor 10,31-11, 1; Mc 1, 40-45



Jesús ¿cómo actúo y cómo nos enseñó a actuar? Jesús se compadeció del leproso (los eruditos nos informan que en el texto antiguo dice que ‘se llenó de ira’ ¿por qué se enojó Jesús hasta tal límite? «Contra quién estaba airado Jesús: contra una sociedad que, en vez de dar vida y salud a las personas, conduce a la marginación»

(La Segunda Lectura de la “Palabra de Dios” -este Domingo-
Está tomada de una parte de la primera Carta a los Corintios
donde se está señalando cómo es el pastor,
es decir, el “agente de pastoral”, anunciador del Evangelio,
constructor del Reino).

Primero nos propone un santo y seña,
Después nos alerta contra el “escándalo”,
renunciando al egoísmo, optando mejor por la generosidad
el desprendimiento, la solidaridad y la abnegación.
Cierra con un slogan.

Podríamos muy bien elegir la frase de San Pablo como consigna:
“ya coman, ya beban o hagan lo que hagan, háganlo todo para gloria de Dios”,
Sería un hermoso propósito y una firme guía para regir nuestra existencia.

A continuación, en la Primera Carta a los Corintios,
como quien explica la ruta para poder implementar el poderoso lema
de obrar para glorificar, nos previene contra el escándalo.
Aquí,
        cabe recordar que “escandalo” significa “piedra de tropiezo”,
o sea, que debemos cuidarnos de volvernos piedra de tropiezo que lleva a otros a caer.
Recordemos aquello que enseña San Mateo en 18, 6
que aquel que escandaliza
                                           más le valiera atarse una piedra de molino al cuello
y ser arrojado a las profundidades del mar.

Cuando nos invita al desprendimiento, la abnegación, la entrega, el altruismo,
le da un sentido, no hacerlo por lucir y ser protagonista,
no hacerlo por hacerlo,
sino hacerlo para hacerles viable –a todos los que podamos- la Salvación
-lo que nos vuelve al principio-
                                                     al objetivo de gloriar al Señor.

San Pablo se propone como paradigma,
él se ha propuesto la imitación de Cristo,
nos propone hacer lo mismo.

Cuando leemos la perícopa del Levitico, -que forma la Primera Lectura-
Enseguida entendemos que es una medida “médica”,
se trataba de evitar un contagio,
que tal una epidemia que diezmara el pueblo de Dios;
lo que se proponía era –sencillamente- profiláctica.


Pero sucede –con no poca frecuencia-
que ciertas normas se degeneran y caen en el dominio
del fariseísmo, de los dogmatismos, de los fundamentalismos.
Estos “sistemas” inhumanos, son antropofágicos,
toman a cada persona, como una simple pieza de todo el engranaje,
cada uno, una pieza, y todos obligados a su ritmo,
la razón de ser del mecanismo integro –no es la Gloria de Dios-
es el endiosamiento del propio sistema,
es la práctica que propende por la práctica,
la esclavitud que esclaviza a los otros
   hasta que me esclaviza a mí mismo.
Ahí están todos los casos en que el hombre se hizo para el Shabat.

No es la lepra,
Son las lepras, ¡Sí! Las múltiples lepras,
Son todas aquellas triquiñuelas que sirven para marginar.
Truco favorito de la faltriquera farisea: marginar.
El hombre
                 se desecha
                 se mira como cascote,
todos los ofensores descargan sobre él,
le ponen las manos en la frente y luego lo destierran;
se le entrega el óbolo del ostracismo.
Es una sublimación del homicidio,
¿Para qué asesinarlo si se le puede proscribir?
Al fin de cuentas, la ley, casi nunca  castiga ultimar moralmente,
ni des-socializar si se aplica sutilmente,
se ahorra en derramamiento de sangre
                                                               se invierte en la exclusión
que –además- parece, no generar reatos de conciencia.

Este procedimiento permite cerrarle la puerta a Dios en plena cara
Y hacerlo “muy educadamente”,
mientras con la otra mano
                                         abrimos, muy corteses, la puerta a los laicismos.

El “sistema” estructura las normas y las reglas,
las dispone y coordina en plena simetría,
dando así nacimiento al integrismo;
abundaran después los compartimentos para los proscritos:
minusválidos físicos allá, y psíquicos acá;
al extranjero podemos descartarlo por falta de un “papel”,
al de otro color de piel, mejor desplazarlo, puede ser peligroso,
el que opine distinto, digamos de salida que es desplazado,
eso sí ¿quién lo manda a no pensar como le pedimos?


Aquel que rinde menos que vaya al margen,
aquel que compra menos, eso nos suena a diferente, que pase al margen,
aquel se viste diferente a nuestras permitidas diferencias
-y es que hay diferencias alimentadas, permitidas, canonizadas,
son las que nos hacen más iguales-
los otros, pasen al margen, y rapidito que no los aceptamos revueltos con nosotros.

Y Aquel, que toca a los leprosos, que pase urgentemente al margen,
que no entre a nuestros pueblos,
resígnese a estar por fuera,
para Él, tenemos reservados, todos los lugares solitarios.
¿no ven que es un blasfemo?
¿no se dan cuenta que expulsa demonios con el poder de Belcebú?
¡Fuera! ¡Al margen!

Así están las cosas
                               mis amigos.
El mundo patas arriba
                                   ¿y la gloria de Dios?
En el olvido.



           


No hay comentarios:

Publicar un comentario