viernes, 16 de diciembre de 2016

ES HORA DEL ESPLENDOR ESPERANZADO


Is 7, 10-14; Sal 23, 1-2. 3-4ab. 5-6; Rm 1, 1-7; Mt 1, 18-24

“… mientras llega el feliz cumplimiento de nuestra esperanza. El regreso glorioso de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.”
Tt 2, 13

“… el tema de la esperanza cristiana. Es muy importante, porque la esperanza no defrauda. ¡El optimismo defrauda, la esperanza no! ¿Entendido? Tenemos tanta necesidad, en estos tiempos que parecen oscuros, en el cual a veces nos sentimos perdidos ante el mal y la violencia que nos circunda, ante el dolor de tantos hermanos nuestros. ¡Se necesita la esperanza!”
Papa Francisco

Vivimos un tiempo de esperanza
Navidad es por excelencia una época de esperanza, nuestro corazón efectúa su traslación –como los planetas alrededor del sol- en torno a la idea del Mesías, el Esperado, el Vaticinado; y el estribillo que cantamos apremia su regreso: “¡Ven, no tardes tanto!”; y, el Introito de esta Misa reza: “Envíen los cielos el rocío de lo alto y las nubes derramen la justicia. Ábrase la tierra y brote el Salvador”. Así los pensamientos de Navidad y Parusía conforman una dupla indivisible. «La esperanza cristiana se refiere, pues, al reino de Dios en plenitud, se refiere a la ciudad futura, la que la Biblia Hebrea llama “shalóm”, la paz entendida en sentido total, la posesión y la comunión de todo verdadero bien que se hace común entre todos los hombres y común entre los hombres y Dios, la comunión perfecta de Dios con el hombre y de los hombres entre sí… la esperanza… tiene también un valor mundano, en el sentido de que influye fuertemente en la construcción del mundo. Sí no tuviera una correspondencia en la historia, no sería esperanza de hombres… modelo para trabajar en la construcción de un mundo humano que tenga, en cuanto posible, las características de este término hacia el que tiende el cristiano. ¿Cuáles son estas características?... justicia, libertad fraternidad, paz, derechos humanos… lucha contra la marginación, el hombre, la desocupación, y todas las realidades que desfiguran la imagen ideal de la ciudad de los hombres, que se construye a imitación de su término perfecto que es el Reino de  Dios.»[1]


En este IV Domingo de Adviento (A), Juan el bautista cede su turno protagónico a San José. El nombre José –que lleva el padre adoptivo de Jesús- que significa “Dios completa” y que otros han querido “Dios provee”, tiene un antecedente en el Primer Testamento –es la figura que cierra el Libro del Génesis- su historia ocupa en Gn. los capítulos del 37 al 50, con cuyo personaje comparte el modo de comunicación con Dios, por medio de sueños.

José también recibe una paternidad virginal
La plataforma de despegue que usa San Mateo es la referencia al profeta Isaías, que se nos presenta en la Primera Lectura, en la Mesa de la Palabra, de esta Eucaristía Dominical, que en este año de Gracia celebramos hoy, 18 de Diciembre: “Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: ‘Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros’". «Excepcionalmente podemos fijar con mucha precisión la fecha de este versículo de Isaías: se sitúa en el año 733 antes de Cristo.»[2]


¿En qué circunstancia se profiera esta profecía? La profecía se entrega a Acaz, rey de Judá, que al verse amenazado por la potencia Asiria, rechaza un pacto con la coalición de Israel y Damasco-Siria. El problema estuvo en que semejante sometimiento hará que, más tarde Judá tenga que rendir culto a las deidades de los asirios y construir en el Templo de Jerusalén un altar según las estipulaciones de su culto. Esto constituyó clara expresión de confianza en la potencia humana por encima del amparo Divino –«Aliarse con el gran Imperio asirio conlleva una contaminación religiosa del pueblo, pues deberán someterse a otros dioses… En el fondo, es la gran realidad de la personas y de los pueblos, si no tienen fe van al abismo. Isaías insistirá en que el camino a seguir es la confianza absoluta en Dios, norma del yahvismo puro.»[3]; así Acaz[4] se hizo indigno de la promesa de recibir al Dios-con-nosotros, al Mesías. Quizás Isaías, al momento de proferir la profecía «…no piensa en una “joven-virgen”, sino en una “joven-mujer-madre” y por eso la llama “almah”=”doncella”. Si hubiera querido unir virginidad y maternidad, habría utilizado expresamente el término “betuláh” que significa “virgen”… la doncella es Abiyyá, esposa del rey Ajaz; el niño es Ezequías, su hijo.»[5]

«Llegado el momento de traducir la Biblia al griego (s.III-II), el Espíritu que había iluminado a Isaías para contemplar y que lo había inspirado para escribir, asistió también al traductor alejandrino, el cual tradujo el oráculo antiguo de la siguiente manera: “He aquí que LA VIRGEN RECIBIRÁ EN SU SENO Y DARÁ A LUZ un hijo y llamaras su nombre Emmanuel”…. El término “’Almah= doncella” fue traducido por “parthenos=virgen; en efecto, el vocablo hebreo isaiano “joven mujer” ofrecía la posibilidad de que pudiera ser traducido también por la palabra “parthenos”=VIRGEN.-El adjetivo y el participio presente se trasformaron en verbos en futuro.»[6]; «… ya en este punto la finalidad no es la de dar solidez a la fe del monarca, sino confesar la fidelidad del Señor que supera también las incredulidades humanas… En realidad, el centro de la señal no era tanto el modo (virginal) del nacimiento, cuanto el nacimiento mismo, el significado encerrado en el nombre y el destino futuro. Pero el profeta fijaba también la mirada más allá de ese primer plano todavía empañado e imperfecto, hacia una salvación y liberación más excepcional.»[7]. «La palabra hebrea almah permite diversidad de traducciones: muchacha, joven, sierva, doncella, virgen; se trata de una mujer joven que todavía no ha dado a luz y que puede ser desposada o núbil. La traducción griega de los LXX, en el siglo III a.C., tradujo por parthenos, palabra que sólo puede ser traducida por “virgen”.»[8]


«La afirmación sobre la virgen que da a luz al Emmanuel,… es una palabra en espera… no es una palabra dirigida solamente a Acaz. Tampoco se trata sólo de Israel. Se dirige a la humanidad. El signo que Dios mismo anuncia no se ofrece para una situación política determinada, sino que concierne al hombre y su historia en su conjunto… En la época de Augusto, después de tantos trastornos provocados por las guerras y las luchas civiles, el país se ve invadido por una oleada de esperanza: ahora debía comenzar por fin un gran periodo de paz, debería despuntar un nuevo orden del mundo. En esta atmósfera de espera en la novedad se incluye la figura de la virgen, imagen de la pureza, de la integridad, de un comienzo “ab integro”… las figuras de la virgen y del niño forman parte de algún modo de las imágenes primordiales de la esperanza humana, que reaparecen en momentos de crisis y de espera, aun cuando no haya en perspectiva figuras concretas.»[9]

Jesús nace también en nuestras vidas
«Jesús es la novedad de Dios que entra en la historia de los seres humanos. Primero estos se sorprenden, no comprenden, e inclusive llegan a confundir esto con alguna inmoralidad. A veces estamos tan lejos de Dios, y lo desconocemos tanto, que cuando Él entra en nuestra vida pensamos hasta en huir. Sin embargo, vencido el miedo, comenzamos a comprender el misterio: es Dios que se encarna para salvarnos, al liberarnos de todos los obstáculos que impiden nuestra libertad y nuestra vida, es decir, que nos impiden ser aquello que Dios ha proyectado para nosotros desde toda la eternidad: ser su imagen y semejanza (Gn 1, 26-27).»[10] Aún faltan tres fichas de este rompecabezas, vamos a añadirlas ahora: Escuchemos en su orden a José Luis Martín Descalzo, a Carlo María Martini y al Papa Francisco:

-«Acuérdate de que Dios pudo enamorarse de mil otras cosas en el universo y fue a encapricharse con este pobre ser que nosotros somos, los únicos que puede volverse contra Él y ofenderle. Y, sin embargo, ya ves: fue de los hombres de quien se enamoró. A lo mejor, no estamos aún tan podridos. Y hay sitio en nosotros para una nube blanca»[11]

-«No es cierto que todo esté perdido para el hombre, que para el futuro no haya sino pesimismo, escepticismo y temor, sino que la muerte, la soledad, la desesperación están vencidas para quien acoge a este niño, para quien acoge esta palabra, como los pastores, para quien la repite con alegría a todos los que se le acercan.»[12]


-Aludiendo, seguramente, a Mt 18, 3 dice papa Francisco: «Son los pequeños, hechos grandes por su fe, los pequeños que saben continuar esperando. Y la esperanza es una virtud de los pequeños. Los grandes, los satisfechos no conocen la esperanza; no saben qué cosa es… Y llegamos a la conclusión:¡Dejémonos enseñar la esperanza! Esperemos confiados la llegada del Señor, y cualquiera que sea el desierto de nuestras vidas y cada uno sabe en qué desierto camina, se convertirá en un jardín florido. ¡La esperanza no defrauda! Lo decimos otra vez: “¡La esperanza no defrauda!”.»[13]





[1] Martini, Carlos. POR LOS CAMINOS DEL SEÑOR.MEDITACIONES PARA CADA DÍA. Ed. San Pablo Santafé de Bogotá D.C.-Colombia 1995 pp.550-551
[2] Benedicto XVI. LA INFANCIA DE JESÚS. Ed. Planeta. Bogotá-Colombia 2012. p.52
[3] Jordán Chigua, Milton. PINCELADAS BÍBLICAS DE LOSPROFETAS. Ed. San Pablo Bogotá-Colombia. 2015. p.87
[4] Tenemos tres grafías distintas para referirnos al mismo personaje, Acaz, Ajaz o Ahaz.
[5] Carillo Alday, Salvador, M.Sp.S. LOS PROFETAS DE ISRAEL. Ed. Centro Carismático “El Minuto de Dios” Bogotá-Colombia. 1983. pp. 129. 135.
[6] Ibidem p. 137
[7] Ravasi, Gianfranco. LOS PORFETAS. Ed. San Pablo Santafé de Bogotá-Colombia 1996. pp74.76.
[8] Jordán Chigua, Milton. Op. Cit. p. 86
[9] Benedicto XVI. Op. Cit. p. 61
[10] Storniolo, Ivo. CÓMO LEER EL EVANGELIO DE MATEO. EL CAMINO DE LA JUSTICIA Ed. San Pablo  Santafé de Bogotá D. C.-Colombia  1999. p. 25
[11] Martín Descalzo, José Luis. BUENAS NOTICIAS. Ed. Planeta Barcelona-España 1998 p. 98
[12] Martini, Carlos María. Op. Cit. p. 556
[13] Papa Francisco AUDIENCIA PAPAL. Vaticano, 7 DE Dic. 2016. www.aciprensa.com/noticias/texto-catequesis-del-papa-francisco-sobre-la-esperanza-49727/

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