sábado, 1 de noviembre de 2014

LA PROMESA ES DE UNIÓN PLENA E INFINITA CON DIOS


(También para los) "que han muerto en Cristo  y todavía no están plenamente purificados"
(Cc. de Trento: DS 1743)

El hombre no resucita  a la vida biológica, sino a la vida eterna que ya no se ve amenazada por la muerte.
Leonardo Boff


Iniciamos proponiendo siete liturgias de la Palabra para esta Conmemoración de los Fieles Difuntos:
a)    2Mac12, 43-46; Sal 129, (1-8); Rom 6, 3-9; Jn 12, 23-28
b)    Sab 3, 1-9; Sal 41, (2-5); Hech 10, 34-36. 42-43; Mt 25, 31-46
c)    Is 25; 6. 7-9; Sal 114, (5-6. 115, 10-15); 1Jn 3, 14-16; Lc 24, 13-35
d)    Lam 3,17-26; Sal 129; Rm 6,3-9. Jn 14,1-6.
e)    Sab 3, 1-6.9; Sal 61, 2-3. 6-9a; Ap 21, 1-5a.6b-7; Lc 23, 44-46. 50. 52-53.
f)     Is 25; 6. 7-9; Sal 129, (1-8); 1Tes 4, 13-14.17-18; Jn 6, 51-58
g)    Jb 19, 1.23-27a; Sal 24, (6-7.17-21); Flp 3, 20-21; Jn 14, 1-6.

A consecuencia del pecado, todos estábamos unidos a un fin inexorable, la muerta era, entonces, nuestro punto de convergencia. Pero la Encarnación de Jesús, su Pasión, Muerte y Resurrección abrieron para nosotros una puerta distinta: la esperanza de ser co-participes de la Resurrección. Nuestro Señor Jesucristo no pasó por el umbral de la muerte simplemente para hacerse solidario con nosotros en el dolor, el sufrimiento y la tiniebla del Sheol. No. Él, al atravesar esa entrada, franqueo para nosotros, sus hermanos ante el Padre, un pasadizo. La puerta quedó irrevocablemente abierta desde que el Segundo Adán, Aquel que no fue contaminado por el pecado, sino que se mantuvo fiel y obediente al Padre, taladró el boquete por el que nosotros también, siguiéndolo a Él, Camino, Verdad y Vida, podríamos también entrar al Banquete de la máxima intensificación de lo que es vida. No la vida biológica “bios”, sino ζωή “Zoé” la vida que Dios tiene en sí mismo, que «se sitúa en el Pneuma de Dios indestructible e inmortal.»[1].


La ruta que nos conduce y nos da la credencial de paso es la vía Sacramental. Particular y especialmente la de los Sacramentos de iniciación: El bautismo, la Confirmación y la Eucaristía. Por el bautismo adquirimos identidad en la muerte puesto que al sumergirnos morimos –y no de cualquier manera, sino que morimos con Jesús- y al salir del agua, nacemos nuevamente, purificados, marcados indeleblemente con el signo de la resurrección como hermanos del Resucitado; nacemos del agua y del Espíritu a la vida de la Gracia. Por el Sacramento de la Confirmación se nos hace entrega a plenitud del Espíritu Santo, especialmente de sus Dones que nos configuran con Jesucristo. Y en la Eucaristía se nos invita al Banquete del Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro Amadísimo Señor Jesucristo, que nos ofreció salvación y redención con la sola condición de comer de su Cuerpo y de su Sangre. Así nuestro cuerpo humano se diviniza alimentándose de los Nutrientes Celestiales para pasar a formar parte del Cuerpo Místico: "siendo muchos, no formamos más que un sólo cuerpo en Cristo" (Rm 12, 5).

Esta ruta Sacramental -que no excluye los otros 4 sacramentos, ni los sacramentales, ni la vida devota, ni las obras de misericordia- se nos ha proporcionado para facilitarnos  al máximo alcanzar la calidad de “fieles” es decir de aquellos que perseveran, porque fiel significa “siempre cumplidor”, los que se mantienen permanentemente “vigilantes”, los que guardan su “fe”.

Todos nosotros al franquear ese umbral de la vida alcanzamos la categoría de “Fieles Difuntos”: Hoy es pues la oportunidad de dar gracias por que pasamos, no como suele decirse -y nosotros mismos muchas veces lo decimos: “de la vida a la muerte”; sino de la vida a la Vida, que es vida plena, vida en Su Presencia, vida con “visión beatífica”, o sea, con contemplación cara a cara del Rostro de Dios. Conocimiento rotundo de la Suma Verdad, estado de Total Bienaventuranza.



Para aquellos que no lo han alcanzado al cruzar ese umbral, queda todavía la opción de nuestras plegarias. Oremos a Dios por ellos, para que puedan, prontamente, superar su purgatorio, y alcanzar la Total Bienaventuranza de la Visión Beatífica.



[1] Boff, Leonardo. LA RESURRECCIÓN DE CRISTO NUESTRA RESURRECCIÓN EN LA MUERTE. Ed. Sal Terrae Santander-España p.91

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