viernes, 11 de enero de 2013

CONVERTIRNOS EN SIERVOS DE DIOS





De ese tronco que es Jesé, brotará un retoño;…
El Espíritu del Señor estará continuamente sobre él,…
Juzgará con justicia a los débiles
Y defenderá los derechos de los pobres del país.
Sus palabras serán como una vara para castigar al violento,…
Siempre ira revestido de justicia y verdad.

Is. 11, 1a. 2a. 4a. 5.

… el Hijo de Dios se ha encarnado en la historia de su pueblo hasta tal punto de que se ha plegado a un rito del que no tenía ninguna necesidad.

Jean-François Baudoz

¿Por qué Jesús se hace bautizar?

Con esta fiesta del “Bautismo del Señor” -que se celebra siempre en el Domingo que caiga entre el 9 y el 13 de enero- cerramos el tiempo de navidad y abrimos el tiempo ordinario, mañana lunes, ya estaremos en el tiempo ordinario de este ciclo C. Este bautismo –que por otra parte es lo más atípico del mundo y de la historia- es la ocasión para que Dios Padre, deje oír su Voz que manifiesta su Paternidad sobre Jesús. Es una verdadera Epifanía, y como tal –en la Iglesia de oriente- se celebra la Epifanía en esta fiesta y no en la de los “Reyes Magos”. A la vez, para completar el sentido circumincesivo, el Espíritu Santo también está presente (aun cuando no se nombra la Presencia del Padre y la palabra “Padre” no aparece en ninguna parte de la perícopa, es evidente que la Voz que se oye es la Suya –dado que sólo el Padre llama Hijo a quien lo es.)

καὶ καταβῆναι τὸ πνεῦμα τὸ ἅγιον σωματικῷ εἴδει ὡς περιστερὰν ἐπ’ αὐτὸν καὶ φωνὴν ἐξ οὐρανοῦ γενέσθαι· σὺ εἶ ὁ υἱός μου ὁ ἀγαπητός, ἐν σοὶ εὐδόκησα.
“y bajó sobre Él el Espíritu Santo en figura corpórea de paloma y se oyó una voz del Cielo: ‘Tú eres mi hijo querido, mi predilecto”

Lc 3, 22

Ahora bien, ¿por qué hablamos de un bautismo atípico? Porque el bautismo que proponía San Juan el Bautista, era un βάπτισμα μετανοίας εἰς ἄφεσιν ἁμαρτιῶν, “bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados”, y Jesús ni conocía ni conoció el pecado. Entonces, ¿para qué se bautizaba Jesús? Ahí radica la paradoja bautismal de Jesús.


Para encontrarle sentido a este episodio de la vida de Jesús tenemos que mirar «¿Qué sentido le da Jesús a su bautismo? De parte de Jesús es la aceptación solidaria de su pueblo y de su historia. Es importante recalcar desde un primer momento, la clara conciencia y la libertad con que Jesús realiza sus acciones. Al oír la predicación de Juan, abandona a Nazaret en Galilea, acepta su predicación y la crítica al judaísmo que el bautista lleva a cabo por su ministerio. Por este motivo, su bautismo hay que entenderlo como un signo profético, semejante a los realizados por los profetas del Antiguo Testamento ante la impenitencia de Israel (Is 8, 1-5; Ez 12, 1-6); como un gesto claramente programático que implica una toma de posición frente al judaísmo oficial.

A esto hay que añadirle un hecho que se encierra en el bautismo de Jesús: Él no busca las autoridades judías, En Jerusalén, centro del culto de Yahwe, sino que va donde Juan, un profeta, junto al Jordán, al lado del desierto. El desierto en la predicación de los profetas, evoca el tiempo de la fidelidad de Israel y de la ternura amorosa de Dios con su pueblo. Ir al desierto es afirmar que Israel se ha olvidado de Dios, aun teniendo su templo en medio de él… Este texto pone de manifiesto un hecho: toda la predicación de Jesús se sitúa en continuidad con el A. T., pero instaura también un rompimiento: los profetas llegan hasta Juan, desde ese momento se instaura y se hace presente el Reino de Dios.



El gesto de Jesús es totalmente programático: el camino de su ministerio será el camino de la aceptación de la historia de su pueblo, tal como es, sin discriminarlo…»[1]


La Primera Lectura: Is. 42, 1-4. 6-7.

Esta perícopa de Isaías está formada por tres fragmentos articulados. El primero está formado por un solo versículo, el versículo Is 42, 1. Se trata precisamente de la Frase que Dios pronuncia para diafanizar a su Hijo, mostrándonoslo:


“He aquí a mi siervo a quien yo sostengo, mi elegido el preferido de mi corazón”

El segundo fragmento está constituido por los versos 2-4 a los que Carlos Mesters denomina el “Retrato hablado del Siervo de Dios”.



«Dios quiere que todos miren hacia los pobres y descubran ahí la Buena Noticia que, por medio de ellos, ofrece a todos… este texto fue usado muchas veces para enseñar a los pequeños la humildad, la paciencia y la mansedumbre. Pero no es precisamente éste su sentido. Es lo contrario… describe la manera de vivir de aquel pueblo oprimido allá en el cautiverio y quiere llamar la atención de todos hacía el derecho y la justicia que él ya está practicando… el pueblo, es presentado como alguien que… no aplasta ni ofende a los más débiles que él… no usa ni propaganda, ni demagogia, como hacen los grandes. Pero de frente, insistente y fiel, sin desanimarse ni desfallecer, hasta establecer el derecho sobre la tierra….a pesar de lo aplastado, él no aplastaba; a pesar de lo oprimido, no oprimía; a pesar de recibir injusticias, no respondía con injusticias. A pesar de todo su sufrimiento y desánimo, el pueblo resistía y no se dejaba contaminar por la manera de vivir de sus opresores… quien vive así, aunque no sepa nada, es un anuncio vivo de la Buena Noticia que Dios tiene para todos. Quien vive así, aún sin saberlo, promueve el derecho y es semilla de resistencia contra la opresión. El merece la preferencia del corazón de Dios. Así, aún sin darse cuenta de la importancia de su testimonio, el pueblo del cautiverio ya prestaba al mundo el servicio de Dios. ¡Ya era Siervo de Dios!



Pero no todos los pobres viven así. Muchos de ellos se dejan contaminar por la manera de vivir de sus opresores… A pesar de ser los oprimidos tiene cabeza de opresor. Dan cama y comida a los que los explotan. Pierden así su dignidad de gente y dejan podrir dentro de sí la semilla del futuro que está escondida en el suelo de su vida.»[2].

La tercera parte de la perícopa está integrada por los versos 5-6, donde –como lo dice Mesters, «… define la misión del pueblo del cautiverio y dice»[3]:


“Yahwe, que creó el cielo y lo extendió
que formó la tierra y todo cuanto crece en ella,
que da vida y alienta a los hombres que la pueblan dice a su siervo:

‘Yo, Yahwe te he convocado,
te he tomado de la mano para hacer de ti mi justiciero (el ejecutor de mi justicia),
Señal de mi Alianza con el pueblo, Luz de las naciones.’”
Is 42, 5-6

«… la opción por los pobres y oprimidos no es facultativa, sino que es un deber de justicia, de justicia divina!... La misión es muy concreta. Es de liberación… El pueblo debe unirse entre sí y, así, servir a los otros; no puede cerrarse sobre sí mismo, sino que debe ser “luz de las naciones”… El pueblo recibe su misión no de los hombres ni de las autoridades del pueblo, sino del propio Dios…»[4]



Este capítulo 42 del Libro de Isaías -quisiéramos proponer su lectura integra- es en el contexto de la cristofanía, un mensaje supremamente importante y claro para penetrar en el significado de la perícopa evangélica que se nos propone para este Domingo. Volveremos sobre Is 42, 6-7. tejido con Is 35, 5. 58, 6. 61, 1-2; dentro de 15 días (Domingo 27 de enero, tercer Domingo Ordinario C) cuando Lucas lo volverá a evocar.



Con Voz atronadora

Dio un alto grito, semejante al rugido de un león,
cuando Él gritaba, siete truenos hablaban;
cuando hablaban los siete truenos y yo estaba listo para escribir
oí una Voz del Cielo que me decía:
Mantén sellado lo que han dicho los Truenos
y no lo pongas por escrito.

Ap 10, 3-4


El Salmo 29(28) nos cuenta cómo es la Voz de Dios y dónde resuena; así como nos refiere que gobierna los elementos: el mar, el viento, la tierra, el agua-lluvia. Esta Voz potente que desgaja los cedros del Líbano es, indudablemente, la Voz del Padre Celestial. La Voz, similar al retumbar de un trueno, hace temblar el desierto de Cadés. Es, además, según el verso 10, el dueño y Señor de las lluvias. Ciertamente que es Dios y que la Voz a la que se alude, asimilándola con la voz del trueno, es la Voz de Dios. En el verso 3 lo dice claramente: La Voz del Señor resuena sobre el mar y, esta expresión: קֹ֥ול  יְהוָ֗ה [quol Yahweh], se repite una y otra vez en el salmo dándole ritmo, musicalizando el poema con su ritornelo.

Estos, que hoy por hoy llamaríamos -con alusión a la cinematografía- “efectos especiales”, caracterizan las teofanías de las cuales la de Éxodo 19, 16-20 es paradigmática:

“Al amanecer del tercer día hubo relámpagos y truenos y una espesa nube se posó sobre el monte. Un fuerte sonido de trompetas hizo que todos en el campamento temblaran de miedo. Entonces Moisés llevó al pueblo fuera del campamento  para encontrarse con Dios y se detuvieron al pie del monte. Todo el monte Sinaí echaba humo debido a que el Señor había bajado a él en medio del fuego. El humo subía como de un horno y todo el monte temblaba violentamente. El sonido de trompetas fue haciéndose cada vez más fuerte; Moisés hablaba y Dios le contestaba con voz de trueno.” Nos encontramos ante los elementos característicos de las teofanías, Dios se manifiesta en el rugido de los elementos y su voz es el trueno. Al decir de Carlos Vallés: «El trueno es tu Voz, y el rayo es la rúbrica de tu Mano.»[5]



Particularmente en este salmo 29(28) los siete truenos:

«Se podría definir “el salmo de los siete truenos”, porque el trueno se menciona siete veces. Pero también se podría llamarlo “el salmo de las siete voces”, porque la palabra hebrea traducida por “trueno”, en realidad significa también “voz”. Por tanto, es el salmo de la voz de Dios; bajo el símbolo del trueno y de lo que Él suscitaba en el hombre antiguo, celebra en realidad la voz de Dios, la fuerza de la voz de Dios en la historia. El salmo, pues, proclama la potencia de la voz de Dios,  que ha creado todas las cosas en la naturaleza, en la historia del pueblo, en la historia de Cristo y en la vida de cada uno de nosotros, y nos invita a ver el mundo y la existencia humana como llevados, sostenidos y vivificados por esta Palabra.
……………………………………………………………………………….........
Pensemos en la “voz desde el cielo” durante el bautismo de Jesús: “Este es mi Hijo predilecto”, en la voz de Jesús que manda sobre los vientos en el mar de Tiberíades; en su fuerte grito antes de  morir, esa gran  voz que con fuerza y con poder cambia el destino de la historia; pensemos también en el ruido fuerte que acompañó la bajada del Espíritu Santo como la describen los Hechos de los Apóstoles»[6]



Segunda Lectura Hch 10, 34-38

Digamos tan sólo una palabra sobre la segunda lectura y, tomémosla de Ivo Storniolo:

«Los versículos 37-41 constituyen el meollo de la catequesis, y en ellos podemos reconocer en germen la estructura que se encuentra en los tres primeros evangelios… quienes recibieron la misión de anunciar a todos que Dios ha hecho a Jesús, juez de vivos y muertos. En una palabra, todos y cada uno van a ser juzgados por el criterio de la palabra y la acción de Jesús, puesto que Él es el hombre que se mantuvo fiel al proyecto de Dios hasta el fin. Jesús es el espejo en el que todos pueden y deben mirarse para comprender lo que Dios quiere y exige de todos.»[7]

Y ¿qué fue lo que hizo Jesús? ¿Qué habló y que obró? La perícopa es contundentemente clara:

καὶ δυνάμει, ὃς διῆλθεν εὐεργετῶν καὶ ἰώμενος πάντας τοὺς καταδυναστευομένους ὑπὸ τοῦ διαβόλου,
“…y cómo este pasó haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo”.
Hch 10, 38b

Pero, todavía más, Jesucristo fue enviado –lo dice en Hch 10, 36b - para, por mediación suya, anunciarnos la paz:

εὐαγγελιζόμενος εἰρήνην διὰ Ἰησοῦ Χριστοῦ,
“para proclamar la Buena Nueva de la paz por medio de Jesucristo.

Y, ¿Quiénes son los oprimidos por el diablo? ¡Los que están divididos, fragmentados, rotos en pedazos!

Tres son, en consecuencia, las tareas de nuestra misión:
-       Hacer el bien
-       Recomponer al que está roto, quebrantado (darle unidad)
-       Y anunciar la paz.


El Evangelio: Lc 3, 15-16. 21-22

En Lucas encontramos 3 cristofanías, cuatro si contamos la de Pentecostés en Hechos 2, 1-13 (donde los “efectos especiales” son, no ya el trueno, sino el viento fuerte y las lenguas de fuego).

«Los judíos se sabían, como pueblo elegido, “hijos de Dios” (Ex 4,22; Os 11, 1), esa filiación surge, ciertamente, de una adopción de parte de Dios, no de algo “natural”, pero es un sello del pueblo.»[8]. En cambio, la filiación que nos brinda esta epifanía del bautismo, es una filiación completa, verdadera; Jesús es el verdadero Hijo de Dios.



La Voz de Dios remite a las promesas de la Alianza en el Primer Testamento: Primero hace alusión al Salmo 2 que en el versículo 7 dice:
“Yahwe me dijo ‘Eres mi Hijo, te he engendrado hoy’”

Luego, refiriéndose al sacrificio inconcluso de Isaac, por parte de su padre Abrahán, se cita Gn 22, 2: אֶת־  יְחִֽידְךָ֤  אֲשֶׁר־  “eres mi hijo (unigénito).

Finalmente, retornamos a Is 42, en el verso 1a: הֵ֤ן  עַבְדִּי֙  אֶתְמָךְ־  בֹּ֔ו  בְּחִירִ֖י  רָצְתָ֣ה  “(Aquí está mi Siervo al que respaldo, mi escogido), en quien me complazco” realmente que en este episodio de la vida de Jesús, Él nos es revelado como verdadero hijo de Dios, por eso como lo mencionamos arriba, «… la fiesta de la Epifanía (proclamación de la filiación divina por la voz del cielo, en Oriente, la epifanía es el día del bautismo)…»[9]

El bautismo nos habla de vida, pasión y muerte. Haciendo alusión a Jesús, habla también de Resurrección. «Por un lado, en la inmersión se simboliza la muerte y hace pensar en el diluvio que destruye y aniquila… el río… al ser agua que fluye, es sobre todo símbolo de vida: los grandes ríos –Nilo, Éufrates, Tigris- son los grandes dispensadores de vida. También el Jordán es fuente de vida para su tierra, hasta hoy. Se trata de una purificación, de una liberación de la suciedad del pasado que pesa sobre la vida y la adultera, y de un nuevo comienzo, es decir, de muerte y resurrección, de reiniciar la vida desde el principio y de un modo nuevo.»[10] «Ya no se trata de ser sumergido en las aguas del Jordán, sino en la muerte y resurrección de Cristo…”… si hemos sido injertados en Cristo a través de una muerte semejante a la suya, también compartiremos su resurrección” (Rom 6, 3-5 cf. Gal 3, 27)»[11]

En esta epifanía,  ἀνεωχθῆναι τὸν οὐρανὸν se abre el cielo «…(con un gesto gráfico: como una tela que se rompe) señala la comunicación entre el cielo y la tierra que se realiza en la persona de Jesús… Los cielos abiertos permiten la venida del Espíritu Santo que toma posesión de la persona de Jesús.»[12] Podemos decir y garantizar, no sólo la filiación divina, sino, además, que Jesús vivió y actuó bajo la moción permanente del espíritu Santo.



Por eso el bautismo cristiano es más que el que daba Juan. ¡Entramos de lleno en la maravilla sacramental del Bautismo! Este es el Primer sacramento, condición sine qua non para la recepción de los otros, tan es así que lo hemos denominado vitae spiritualis ianua “puerta de la vida del espíritu”. (cf. CEC #1213) Se ha enfatizado demasiado –a nuestro modo de ver- sobre la función purificativa de este sacramento respecto del así denominado “pecado original” tanto como la remisión del pecado. Y se han olvidado –también demasiado- los otros efectos:

-       Hace del bautizado una “nueva criatura” CEC ## 1265, 1266
o   Otorga la Gracia Santificante
o   Entrega al bautizado las virtudes teologales
o   Entrega los dones del Espíritu Santo para poder actuar y vivir “bajo la moción del  mismo Espíritu Santo”
o   Genera el impulso necesario para crecer en el bien
-       Nos incorpora a la Iglesia entregándonos la facultad/encargo misionero. CEC ## 1267-1270 Quedamos pues “investidos” de una misión. El sentido sacramental de la “investidura” está representado, en la mistagogia del sacramento, por la vestidura blanca que nos “reviste” de Cristo.
-       Fundamenta la unidad de los cristianos: Sacramento de unidad. Lo que debe recordarse con constancia y vehemencia, puesto que llama a todos los discípulos de Jesucristo a conformar una gran unidad; unidad que sobrepase la actual fragmentación que nos separa de un sinfín de denominaciones “cristianas”.
-       Imprime carácter CEC 1272-1274

Este baño se llama iluminación (CEC #1216). Es una tradición de la Iglesia desde las primeras comunidades cristianas, entender que el bautizado ha pasado de su estadio de catecúmeno a una nueva condición, la de “iluminado”, puesto que ha recibido la Luz de Cristo.

Todos pueden bautizar, claro, esto sólo en caso de necesidad, con la sola condición de querer insertar en la Iglesia, haciéndolo en consonancia con lo que hace y “manda” la Iglesia (CEC. #1284). Una vez superada la “emergencia” -si se da esa superación- se puede pedir al sacerdote la administración de los “signos” faltantes (dado que el bautismo de necesidad se hace administrando solamente el agua y pronunciando las palabras rituales que lo hacen en nombre de la Santísima Trinidad).

«… como descendiente de David, Jesús es hijo, pero –a su vez- al ser resucitado por Dios, es “hecho hijo” de un modo nuevo (Rom 1, 3-4). De este modo, el término adquiere novedad. Puesto que el bautismo nos “sumerge” (recordar que bautismo es un término griego que significa sumergir) “en Cristo”, somos como Él, hijos. El bautismo, en cierto modo, nos introduce en la resurrección de Jesús, y –por tanto- de algún modo “ya” participamos de una novedad aunque “todavía no” hayamos resucitado (Rom 6, 3-4). Por esta unión con “el Hijo” Jesús, somos también en cierta manera “hijos” y podemos llamar a Dios –como Él lo hacía- “Abba”, Papá (Gal 4, 6; Rom 8, 15).»[13]

Concluyamos: «También nosotros podemos convertirnos en una Epifanía es decir, una revelación- de Dios hacía los demás, si permanecemos fieles a nuestro llamado cristiano.»[14]





[1] Zea, Virgilio, s.j. JESÚS EL HIJO DE DIOS Facultad de Filosofía Universidad Santo Tomás de Aquino. Bogotá Colombia 1989  .p. 56
[2] Mesters, carlos O.C.D. LA MISIÓN DEL PUEBLO QUE SUFRE LOS CÁNTICOS DEL SIERVO DE DIOS EN EL LIBRO DEL PROFETA ISAÍAS. Ed. Centro Bíblico “Verbo Divino” Quito – Ecuador 1993 pp. 26-27
[3] Ibid p. 30
[4] Ibid
[5] Vallés, Carlos s.j. BUSCO TU ROSTRO. ORAR LOS SALMOS Ed. Sal Terrae. Santander-España 1989. p. 58
[6] Martini, Carlo María. ORAR CON LOS SALMOS Ed. San Pablo Santafé de Bogotá- Colombia 1999. P. 82
[7] Storniolo, Ivo. CÓMO LEER LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES  EL CAMINO DEL EVANGELIO. Ed. San Pablo Santafé de Bogotá-Colombia 1998. pp112-113
[8] de la Serna, Eduardo pbro. LA NOVEDAD DEL BAUTISMO.  En IGLESIA SINFRONTERAS # 335 agosto de 2010. Revista Misionera Católica. Misioneros Combonianos. pp. 14-15
[9] Benedicto XVI. JESÚS DE NAZARET I PARTE DESDE EL BAUTISMO A LA TRASFIGURACIÓN. Ed. Planeta. Bogotá- Colombia 2007. p. 41
[10] Ibid p. 38
[11] Baudoz, Jean-François. LECTURA SINÓPTICA DE LOS EVANGELIOS. CINCO EJERCICIOS DE LECTURA. Ed. Verbo Divino Navarra- España. 2000 p. 35
[12] Oñoro Fidel. DE LAS AGUAS DEL BAUTISMO A LAS ARENAS COMBATIVAS DEL DESIERTO. En IGLESIA SINFRONTERAS # 286 marzo de 2006. Revista Misionera Católica. Misioneros Combonianos. pp. 46
[13] de la Serna, Eduardo pbro. Loc. Cit.
[14] Buckley, Michael Mnsr. ORACIONES PARA EL CATÓLICO DE HOY. Ed. Martínez Roca  Planeta Colombiana Bogotá Colombia 2002. p. 26

1 comentario:

  1. Oscar Collazos escribía recientemente en una de sus columnas de El Tiempo, que los colombianos, pueblo católico por excelencia(esto es mío) estamos más cabreados que indignados; y decía que los primeros no practica la generosidad y sus explosiones de ira contra el sistema le hace incapaz de una verdadera conciencia social. En cambio el indignado, es aquel que a partir de sus actitudes busca el cambio social, pero no lo hace bajando la ventanilla de su conciencia, el indignado es aquel que no connive con sus opresores. Dice Collazos: Las sociedades desesperanzadas se cabrean; las esperanzadas, se indignan.

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