sábado, 21 de julio de 2012

ἐσπλαγχνίσθη



 1

Si echamos una mirada a este himno de Efesios que nos ocupa en esta liturgia del XVI Domingo del Tiempo Ordinario ciclo B, capítulo 2, versos del 13-18 nos volvemos a encontrar con el mismo contenido de la semana pasada en el himno que examinamos Ef 1,3-14 que contenía seis bendiciones; con excepción de la primera bendición que se refiere a la Creación: está también en 2, 13-18 todo el sentido de la redención de la Sangre de Nuestro Señor, su efecto rescatador y el Cristo-centrismo de la creación donde todo converge en Jesús. Una vez más, encontramos todos los contenidos que debe llevar el predicador. El mensaje que debemos portar, la Buena Nueva que estamos llamados a anunciar, está resumida, otra vez en esta himno. Entonces, ¿es una simple repetición con otras palabras? No, no se trata de eso, en esta Segunda Lectura de la Liturgia del XVI Domingo Ordinarios del ciclo B, hay muchísimas cosas nuevas.

Tenemos i) la unificación de los judíos y de los no judíos, ii) abolición de una ley “legalista” basada en preceptos y cláusulas, iii) el tema de Jesucristo modelo del “Hombre Nuevo”, iv) se nos presenta la idea del pueblo como Cuerpo Místico de Cristo, v) la Buena Nueva definida como “Paz”, vi) El Espíritu Santo como Pontífice que nos acerca al Padre.



Frente al Diablo que divide, está Jesús que unifica. “Hizo de los judíos y de los no judíos un sólo pueblo” ὁ ποιήσας τὰ ἀμφότερα ἓν. En esta lectura encontramos uno de los elementos más importantes de la historia de Jesús, en su vida: Él “abolió la ley” τὸν νόμον τῶν ἐντολῶν ἐν δόγμασιν καταργήσας (con sus preceptos y cláusulas), lo que constituye una excelente síntesis del obrar de Jesús, a quien vemos con frecuencia superar la ley del obrar por ritualismo, por el simple cumplimiento del “mandato”, yendo allende los preceptos de forma tal que, su manera de ser Fiel consistió siempre en humanizar la Ley, ἐν αὐτῷ εἰς ἕνα καινὸν ἄνθρωπον en convertirse Él mismo en un Hombre Nuevo para proponerse como ideal para una Nueva Humanidad. (Cfr. Ef. 2,15).

Al pensar en este καινὸν ἄνθρωπον debemos anotar dos puntos que nos ayuden a orientar la lectura del “modelo” que en Sí- mismo, propone Jesús como Hombre-Nuevo:

a) «… lo que mueve, en última instancia, a los cristianos a participar en la liberación de los pueblos oprimidos y de las clases sociales explotadas es el convencimiento de la incompatibilidad radical de las exigencias evangélicas con una sociedad injusta y alienante.» Para justificar este compromiso participativo, Gustavo Gutiérrez va a la Gaudium et spes donde leemos en el numeral 55: «somos testigos que nace un nuevo humanismo, en el que el hombre queda definido principalmente por sus responsabilidad hacía sus hermanos y ante la historia.»…«… más allá, o mejor, a través de la lucha contra la miseria, la injusticia y la explotación, lo que se busca es la creación de un hombre nuevo»[1]



b) «Esquemáticamente podemos expresar el pensamiento paulino acerca del “hombre nuevo” en la siguiente forma:

Por el bautismo se realiza en nosotros el misterio pascual de la muerte y resurrección de Cristo:
► es aniquilado el hombre viejo, herencia de Adán y muerto este,
► somos introducidos en una novedad de vida (“resucitamos”),
► buscando las “cosas de arriba” (las realidades de Dios) y
► revistiéndonos del “hombre nuevo”, realidad espiritual que se manifiesta en un comportamiento nuevo, un caminar según el Espíritu.
Se realiza, de hecho, el paso
► del hombre viejo (el “pagano”) al
► hombre nuevo (el “cristiano”)
Mediante la incorporación en el hombre nuevo que es Cristo. En Él el bautizado es recreado (Cf. Ga 3, 27; Rm 13, 14), trasformado en una nueva criatura (Cf. 2Co 5, 17).

El ya de la “vida nueva en Cristo”(bautismo, Cf. Ga 3, 27) debe concretarse en una existencia (un “caminar”) que haga concreta y palpable esta realidad divina. Así, el Evangelio se actualiza como vivencia cotidiana y se consolida la “vida nueva en Cristo”.»[2]



ὅτι δι’ αὐτοῦ ἕχομεν τὴν προσαγωγὴν οἱ ἀμφότεροι ἐν ἑνὶ πνεύματι πρὸς τὸν πατέρα. “Así, unos y otros podemos acercarnos al Padre, por la acción de un mismo Espíritu y por medio de Él.” Este προσαγωγή entraña un dinamismo, no es que el bautismo “mecánicamente” lo de todo sino que el Espíritu es Pontífice mientras a nosotros nos queda el ganar cercanía, el menguar distancias, el ponernos en la obra reconciliadora.

Así, καὶ ἐλθὼν εὐηγγελίσατο εἰρήνην ὑμῖν τοῖς μακρὰν καὶ εἰρήνην τοῖς ἐγγύς· habiendo venido a anunciar el Evangelio anunció paz para los distantes tanto como paz para los cercanos. Eso leemos en Ef 2, 17, donde se entiende que hemos sido llamados a unidad en la Paz εἰρήνην; pero se nos anuncia una Buena Noticia que nos llama, en contrapartida; a ponernos en obra de imitación para alcanzar la imagen y lograr la identidad con el “Hombre Nuevo” que es Cristo, para alcanzar esa trasformación en Nuevas Criaturas. «El cristiano se ha convertido en una nueva criatura (Cf. 2Co 5, 17; Ga 6, 15) , a imagen de Cristo, el Homo Novus por excelencia (Cf. Ef 2, 15; 4, 24; Col 3, 10), y es invitado a caminar efectivamente en esa novedad de vida (Cf. Rm 6,4)»[3].

En la perícopa de la Carta a los Efesios que leeremos el próximo domingo XVII del Tiempo Ordinario, ciclo B, tendremos oportunidad de volver sobre la idea de “Cuerpo Místico de Cristo”. Baste por esta vez, esta mirada somera y, un tanto de soslayo sobre la idea de “Hombre Nuevo”. Y avanzamos el siguiente enunciado: El Buen Pastor que es nuestro modelo, Jesucristo, nos llama a ser “hombres nuevos” para así construir una Nueva Humanidad donde rijan la justicia y la prudencia.

2

Mirando el Catecismo de la Iglesia Católica registrábamos el llamado de todo bautizado a la triple dignidad de Sacerdotes, Profetas y Reyes.  Retomemos el Catecismo y miremos el numeral 786 donde se lee sobre esa vocación real: "El Pueblo de Dios participa, por último, en la función regia de Cristo. Cristo ejerce su realeza atrayendo a sí a todos los hombres por su muerte y su resurrección (cf. Jn 12, 32). Cristo, Rey y Señor del universo, se hizo el servidor de todos, no habiendo "venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos" (Mt 20, 28). Para el cristiano, "servir a Cristo es reinar" (LG 36), particularmente "en los pobres y en los que sufren" donde descubre "la imagen de su Fundador pobre y sufriente" (LG 8). El pueblo de Dios realiza su "dignidad regia" viviendo conforme a esta vocación de servir con Cristo."

Pero, si vamos a la Primera Lectura, en esta ocasión tomada del Profeta Jeremías, en el capitulo 23, versos del 1-6, nos damos cuenta que hemos defraudado esa vocación: אַתֶּ֞ם  הֲפִצֹתֶ֤ם ’e- אֶת־  צֹאנִי֙ וַתַּדִּח֔וּם וְלֹ֥א פְקַדְתֶּ֖ם אֹתָ֑ם  - “Ustedes han rechazado y dispersado a mis ovejas y no las han cuidado” Así hablo el Señor, Dios de Israel, contra los pastores que apacientan a su pueblo. Confiamos en no estar adulterando el sentido de las Escrituras al equiparar rey con gobernante y con pastores. Pero la realeza que nos enseña el Buen Pastor, nuestro prototipo de Pastor cumplidor de su deber no es la opresión, no es el sacar provecho, no es la búsqueda de la “tajada” ni de la oportunidad para “echar serrucho”; por el contrario, según la cita del catecismo, Jesús ejerce su realeza, Hombre Nuevo, por medio del servicio, para Él reinar es servir y, hasta dar la vida.


¿Qué hace Dios ante esta deslealtad de los gobernantes que Él había puesto a cargo? Lo reemplaza por un Nuevo Gobernante, un “Hombre Nuevo” este Hombre-Nuevo es un “renuevo en el tronco de David” con dos rasgos prominentes que caracterizan su gobierno: מִשְׁפָּ֥ט  וּצְדָקָ֖ה “justicia y rectitud” y, como ya sabemos, los nombres en esta cultura representan la totalidad del ser que es nombrado, entonces este Rey –Pastor llevará el nombre de   יְהוָ֥ה  צִדְקֵֽנוּ׃  ס “El Señor es nuestra victoria” Jer 23, 6.

El hombre nuevo, que imita con fidelidad al Hombre Nuevo, será un buen pastor así como lo es el Buen Pastor, Retoño del árbol de David, para serlo, se cuidará de gobernar todas sus cosas, en casa y en el trabajo; afuera y adentro, en lo poco o en lo mucho con profunda honestidad porque esa es la enseñanza que ha recibido del Señor.

Recordemos que esta perícopa, dada a Jeremías directamente por Dios para que él fuera su porta-Voz, se inicia con una advertencia: הוי רעים מאבדים ומפצים את־צאן מרעיתי נאם־יהוה׃ “¡Ay de los Pastores que dispersen y dejen perecer a las ovejas de mi rebaño!”



Queremos ratificar –y disculpen la reiteratividad- que pastores lo somos todos, unos gobernantes de país, de departamento, de municipio, de ciudad, de pueblo, otros de su casa, de su familia, de su grupo, de su equipo, de su núcleo laboral… todos somos pastores, en lo grande o en lo pequeño. Todos estamos llamados a ser Hombres Nuevos para armar la Nueva Humanidad con  pastores buenos a la manera del Buen pastor. «No basta, en efecto, decir que el amor a Dios es inseparable del amor al prójimo. Es necesario afirmar además, que el amor a Dios se expresa ineludiblemente en el amor al prójimo»[4]

3

Ya en otra parte mencionábamos el significado de la palabra griega σπλαγχνίζομαι explicándola como tener piedad, conmoverse, sentir compasión, sentirse tocado profundamente, sentir que se le remueven a uno las entrañas, sufrir solidarizándose con su semejante desde el meollo del propio corazón.

Hoy hemos citado a Gustavo Gutiérrez, él comenta sobre esta palabra en los siguientes términos: «Amándonos como hombre, Cristo nos revela el amor del Padre. La caridad, amor de Dios por los hombres, no se da sino encarnada en el amor humano: de padres, esposos, hijos, amigos, y lo lleva a su plenitud. El samaritano se acerca al herido que está al borde del camino no por un frío cumplimiento de una obligación religiosa, sino porque se le “revuelven las entrañas” (eso es lo que que significa literalmente el verbo splanknizein usado en Lc 10, 33; cf. Lc 1, 78; 7,13. 15. 20.) porque su amor por ese hombre se hace carne en él»[5]

¿A qué viene que regresemos sobre esta palabra? Pues, resulta que este verbo está usado en la perícopa de hoy del Evangelio de San Marcos, 6, 30-34. Precisamente en el verso 34 leemos : Καὶ ἐξελθὼν εἶδεν πολὺν ὅχλον καὶ ἐσπλαγχνίσθη ἐπ’ αὐτοὺς ὅτι ἦσαν ὡς πρόβατα μὴ ἔχοντα ποιμένα, καὶ ἤρξατο διδάσκειν αὐτοὺς πολλά. “Y habiendo salido vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y ἐσπλαγχνίσθη ἐπ’ αὐτοὺς se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas”. Porque hoy, en esta perícopa, Jesús se “compadece”; volvemos sobre esta palabra griega.



En EL DERECHO A LA TERNURA leemos: «… llama la atención que en el original griego del Nuevo Testamento, al referirse a la dimensión milagrosa de Cristo, los evangelistas utilicen la palabra splacnisomai, que corresponde a la conjugación de un verbo desaparecido en el siglo II a III de nuestra era y que podríamos traducir literalmente como “sentir con las tripas”»[6]

Cuando los apóstoles regresan después de haber estado anunciando la Palabra y llevando la Buena Noticia, Jesús los invita a “retirarse” a un lugar tranquilo donde poder descansar. Pero este propósito se ve “frustrado” puesto que la gente se las apañó para caerles allí. En verdad, no vemos la frustración del propósito por ninguna parte; más bien, entendemos en esta perícopa que Jesús les enseña una permanente disponibilidad: ¡No se malogró ningún descanso!

No que creamos en el activismo a destajo. No que creamos correcto evadir la necesidad de momentos de silencio y quietud para dialogar con el Maestro.  Cada vez que vamos a adorar al Santísimo, tenemos uno de estos “retiros” de silencio con Él. Y esto es necesario, más aún, es indispensable. Muchos buenos pastores nos hablan de la necesidad de ir a Él para recargar la batería. Muchos de los mejores directores espirituales nos aclaran que sin esa relación profunda, la mejor siembra será inútil y estéril. Pero, que no nos pase lo que al levita y al sacerdote que al ver al hombre que había sido asaltado, dieron un rodeo para evitarlo. Cuando vemos a alguien que anda como “oveja sin pastor” de inmediato debemos entender que esa oveja es nuestra prioridad. Vemos que Jesús dejó o aplazó el descanso para ponerse a enseñarles “muchas cosas”; ahí no para el Buen Pastor y eso lo veremos el próximo domingo: Jesús les dará panes de cebada y peces par que se alimenten. Pan espiritual y pan material deben “repartir” los buenos pastores… a menos que se nos hayan endurecido las “tripas” y tengamos un corazón de pedernal incapaz de conmoverse, incapaz para –permítasenos españolizar la palabra griega y decir- esplagnizarse.



Que seamos capaces de hacer un alto para conversar conTigo y adorarTe y alabarte y gozar el solaz de tu Compañía, pero no a expensas de las ovejas que están sin pastor, sin quien las enseñe y las alimente. Amén.



[1] Gutiérrez, Gustavo. TEOLOGÍA  DE LA LIBERACIÓN. PERSPECTIVAS. CEP Editorial Universitaria Lima, Perú. 1971 pp. 179-180
[2] José Matos, Henrique Cristiano. LA VIDA CONSAGRADA A LA LUZ DE LA ESPIRITUALIDAD PAULINA SUBSIDIOS PARA LA FORMACIÓN PERMANENTE. Ed. San Pablo. Santafé de Bogotá – Colombia 2000 pp. 34-35
[3] Ibid
[4] Cf. J. Alfaro: Una teología del progreso humano, p. 114. Citado por Gutiérrez, Gustavo. TEOLOGÍA  DE LA LIBERACIÓN. PERSPECTIVAS. CEP Editorial Universitaria Lima, Perú. 1971 p. 248
[5] Cf. UNEC: Caridad y amor humano, Lima, 1966. Citado por Gutiérrez, Gustavo. TEOLOGÍA  DE LA LIBERACIÓN. PERSPECTIVAS. CEP Editorial Universitaria Lima, Perú. 1971 p. 246
[6] Restrepo, Luis Carlos EL DERECHO A LA TERNURA. Ed. Retina 16ed. Bogotá – Colombia 2001 p. 46


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