domingo, 24 de junio de 2012

LO QUE EN TODA LA ESCRITURA SE REFERÍA A ÉL



Mira, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos,
la criatura dio un salto de gozo en mi vientre.

Lc 1, 41a
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Si con todo nos ha costado tanto reconocer a Jesús y poder ver en Él al Hijo de Dios, es evidente que Dios tenía que enviar por delante a sus Embajadores con las credenciales necesarias, para que –así fuera lentamente y muy poco a poco- llegáramos a identificarlo a reconocerlo. Nos dio su mensaje: la Revelación y a sus emisarios: Mateo insiste, por ejemplo, en que Jesús es el segundo Adán; ellos fueron pavimentando el Camino de la Revelación del Hijo de Dios figuras como Abrahán, Isaac, Jacob, José, Moisés, Josué, los Profetas, entre ellos –por mencionar tres ejemplos- Elías, Eliseo, Isaías- David, y, finalmente, al Precursor, a San Juan Bautista, el último, el mayor entre todos los hijos de mujer. Cfr. Lc 7, 28.


Jesús reprocha a los dos que van hacía Emaús, y en ellos, a todos nosotros,por ser “¡necios y torpes para creer cuanto dijeron los profetas!” (Lc 24, 25b). Verdaderamente que nos sigue costando muchísimo ver en Jesús su Divinidad y aceptarla. Cada día y todos los días se procura reducirlo a un humano solamente humano, a un gran profeta, a un espléndido ser humano, pero nada más, sin ser capaces de discernir en Él al Dios-hecho-Hombre. Pese a la maravillosa pedagogía de Dios que nos fue manifestando y trasparentando su Rostro-Paternal-e-Infinitamente-Misericordioso, en los gestos y acciones de Jesús.
En todos los Patriarcas, los Jueces, los Profetas, con toda la imperfección de Humanos que eran, se estaba vaticinando a Jesús, nuestro Mesías, nuestro Salvador. Todo el Primer Testamento es un cuaderno borrador donde se nos va entregando el boceto -en clave de historia de Israel- la venida de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Ya que no podemos ver a Dios, Él en su Bondadosa Pedagogía nos dio al Dios-Humanado, una muestra de Dios de la que nuestros ojos son capaces,  la que nuestros sentidos pueden alcanzar. No es el Padre, pero es su Transparencia Exacta en la que nosotros podemos alzarnos, aproximándonos a su Totalidad. Es Jesús, la Imagen-Humanada, que no desvirtúa al Original.
Para que lo pudiéramos identificar  Dios envió primero a sus Emisarios, que nos fueron señalando los rasgos por los cuales lo identificaríamos. Hoy, queremos destacar muy particularmente al Profeta Elías. Por otra parte, en un episodio cimero de los Evangelios, en la Transfiguración, Jesús está acompañado, precisamente, de Moisés y de Elías: la cima de la Ley y de los Profetas respectivamente.

También Elías gozó como Moisés de una Teofanía, a Moisés se le manifestó en la Zarza Ardiente, a Elías, en una “Brisa Leve”. De la misma manera que Moisés tuvo que huir, también Elías huyó a Judá y más adelante al Neguev. Elías camina errante durante 40 días, sin comida ni bebida, como vagó Moisés 40 años por el desierto. Recordemos, que en la Teofanía del Profeta, el Señor no estaba en el vendaval, ni en el Terremoto, ni en el fuego. Yahwe está en la sutileza de un “Aire Muy Suave”, una “Brisa Silenciosa”, un “Viento Silente”: קֹ֖ול  דְּמָמָ֥ה  דַקָּֽה׃ (1Re 19,12c). Estas dos teofanías, la de Moisés y la de Elías ocurren en el Monte Horeb.
Es interesante, y aquí lo queremos mencionar para dirigir el enfoque, que Elías no muere, es “arrebatado” al Cielo en un “Carro de Fuego”[1]. El “Carro” es signo de poderío, es el trasporte del Rey, o sea que Elías es el Rey, más que aquel que detenta dicho título. O sea que el Profeta es el verdadero Rey. Esa realeza, no es suya, le viene de Dios, siendo así, cuando Eliseo toca el agua del río para que las aguas se separen y poder cruzarlo, el prodigio no se opera hasta tanto invoca a Yahwe, el Dios de Elías. וְהִנֵּ֤ה  רֶֽכֶב־  אֵשׁ֙  וְס֣וּסֵי  אֵ֔שׁ  וַיַּפְרִ֖דוּ  בֵּ֣ין  שְׁנֵיהֶ֑ם  וַיַּ֙עַל֙  אֵ֣לִיָּ֔הוּ , o sea que, a Elías se lo lleva un torbellino, un tornado. (2R 2, 11b). Esta realeza de Elías preanuncia la de Jesús, Rey de Reyes, Señor de Señores. Elías es más Rey que Ajab, Ocozías y Jorán.
Pero si Elías no murió sino que fue llevado vivo al Cielo, tendría que volver para –ahora si-morir como corresponde a todos los seres humanos. Por eso, antes de los tiempos del Mesías debía regresar Elías. Así leemos en Sirácida 48, 10: “Está escrito que Dios te tiene reservado para el tiempo en que vuelvas a calmar la ira de Dios, antes de que venga el día del Señor, para hacer que padres e hijos se reconcilien, y para restablecer las tribus de Israel.”

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En Lucas, encontramos esta cita del Sirácida así: “Irá por delante con el espíritu y el poder de Elías, para convertir los corazones de los padres á los hijos (hará que los padres y los hijos se reconcilien); a los rebeldes cambiarlos en justos-prudentes, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto (entiéndase algo así como un pueblo dócil, un pueblo obediente, no rebelde ante sus indicaciones).” Lc 1,17. Estas palabras son parte del mensaje que el Ángel entrega a Zacarias, hablándole sobre su hijo –Juan el Bautista- y señalándole la tarea que está llamado a cumplir: Ser el precursor de Jesús. Este mensaje le es entregado, nada más ni nada menos que en le Sancta Sanctorum del Templo. Así sería Juan el Elías esperado en retorno, dando cumplimiento a la promesa de ese regreso. Esta promesa se encontraría consignada en Malaquías 4, 5 (3.23) “Miren ustedes: Voy a enviarles al profeta Elías, antes que llegue el día del Señor, que será un día grande y terrible. Y él hará que padres e hijos se reconcilien.”
Esta es otra señal reveladora. Una vez más Dios Padre nos entrega signos contundentes que anuncian el Tiempo del Mesías.
La sucesión de Juan Bautista–Jesús, está en la línea de toda la fe Judía, que demarca la trayectoria del Mesías para dar cumplimiento al Plan de Salvación. Nosotros hemos recibido las “Cartas Credenciales” por medio de los Embajadores previos que el Padre envía a allanar el Camino. Aún cuando en el texto Lucano el verdadero Elías es Jesús y Juan el Bautista el precursor. «Si Elías no es el precursor del Mesías, se le puede presentar como una figura de Jesús…»[2]

También en Hechos de los Apóstoles, en la perícopa que se lee hoy con motivo de la celebración del Nacimiento de San Juan Bautista, se nos habla de otro antecesor de Jesús: Aún cuando también se menciona a San Juan, esta perícopa se centra en David. Allí se señala que Jesús es del linaje de David y que el Camino de Jesús tiene un precursor: Nuevamente se nombra a Juan el Bautista.

Pero todas las lecturas tienen un eje común, Dios nos llama y nuestra vida tiene un sentido, un propósito; aún antes de nacer, nos dice el Salmo, ya en el vientre materno, sin haber conocido aún la luz exterior, ya nuestra existencia conlleva una misión. Misión que se nos propone, pero no se nos impone.
«Juan vivió en el desierto desde niño. Probablemente en el monasterio de Qumrán con los cenobitas del monasterio de Judea, esenios, que ahora nos son bien conocidos gracias a los sensacionales descubrimientos de las grutas del mar Muerto»[3] Ahora bien, en 2 R 1,8a se lee “Era un hombre vestido con una capa peluda y con un cinturón de cuero en la cintura…” si comparamos el atuendo de Elías con la vestimenta de Juan Bautista como aparece descrita en  Mc 1, 6a “Juan vestía un traje de piel de camello, se ceñía un cinturón de cuero,” re-encontramos la identificación de Elías y San Juan Bautista. «Se menciona a Elías en los cuatro evangelios… comprendido según una de las tradiciones del judaísmo, que hace de Elías el precursor del Mesías.»[4]

Se dice con frecuencia que todo el Primer Testamento está contenido en el Segundo, siendo el primero una anticipación de Jesucristo como muestra anticipada, como indicación, como un estar contenido en “embrión” «El Israel que Jesús encuentra había ido conociendo a Dios poco a poco. Todas las experiencias de Dios del Antiguo Testamento iban encaminadas, como revelación progresiva, hacía la revelación de Dios que realizaría Jesús»[5]. Insistimos en una continuidad cultural de la pedagogía Divina que va entregando las pistas, el anticipo y las indicaciones para que pudiera reconocerse en Jesús al verdadero enviado de Dios, exactamente como lo encontramos en la “Parábola de los Viñadores asesinos” :  Por la vendimia, envió un criado a cobrar su parte del fruto de la viña. Ellos lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron vacío. Les envió un segundo criado; y ellos lo descalabraron y lo injuriaron. Envío un tercero, y lo mataron; y a otros muchos: a unos los apalearon, a otros los mataron. Le quedaba uno, su hijo querido, y se lo envió el último, pensando que respetarían a su hijo.” Mc 12, 2-6 Fue así como se fue entretejiendo una tradición que vaticinaba al Mesías, al Salvador del Mundo, al Hijo de Dios que vendría en persona. Sin estas pistas, sin todos estos anticipos, sin esa unidad histórico-cultural, no sabríamos que en la Persona de Jesús de Nazaret estaba la del Hijo de Dios. Y antes de que llegara el Señor, debía volver Elías, pero «para los evangelistas Elías no vuelve en persona: es Juan Bautista el que asume sus funciones»[6]


Los profetas, según la tradición judía eran los llamados a ungir a los reyes. El profeta Elías debería ungir al Mesías, al “Rey de los Judíos” –como reza en lo alto de la cruz- vino en la persona de Juan, cuya tarea de ungidor se cumple en el Jordán, cuando el Espíritu de Dios declaró con Voz Celestial, “Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto” Cfr. Mc 1, 9-11.

Así se dio fiel cumplimiento a todo cuanto estaba escrito sobre “El que había de venir” el Salvador del Mundo.





[1] El texto habla de “carros” que se interponen entre Elías y Eliseo para llevarlo haciéndole la corte, a lado y lado.
[2] Buis, Pierre EL LIBRO DE LOS REYES #86 Ed. Verbo Divino Navarra España 1995 p.28
[3] Bravo, Ernesto. LA BIBLIA HOY. Ed. San Pablo. Santafé de Bogotá, 1995. p. 233
[4] Buis, Pierre. Loc. Cit.
[5] Caravias, José Luis s.j. DE ABRAHÁN A JESÚS LA EXPERIENCIA PROGRESIVA DE DIOS EN LOS PERSONAJES BÍBLICOS. Centro bíblico “Verbo Divino” Quito-Ecuador 2001 p. 167
[6] Buis, Pierre. Loc. Cit.

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