sábado, 21 de enero de 2012

¡SIGUEME!

Jon 3,1-5,10 / Sal 25(24), 4-9; / 1 Cor 7, 29-31; Mc 1, 14-20

κα επεν ατος ησος Δετε πίσω μου κα ποιήσω μς γενέσθαι λιες νθρώπων
Y les dijo Jesús: Vengan tras de mí y yo haré que se vuelvan pescadores de hombres.


«El discipulado al que Jesús llama en los evangelios (y en general en el N.T.), se enmarca dentro de los parámetros de los discípulos de Dios en el primer Testamento, pero a la vez se distancia produciendo la novedad del “evento Cristo”. Jesús comienza llamando indistintamente parejas de hermanos (Mc 1, 16-20), o personas singulares (Levi: 2, 13-14; el rico: 10; 21; el ciego de Jericó: 10, 49-50).»[1]

Δετε πίσω μου Vengan tras de mí, en una sola palabra: “Síganme”. Es una invitación y a la vez un reto. «Jesús les dice que les va a hacer pescadores de hombres… es una metáfora que expresa como Jesús pretendía atraer a gente y para ello escoge colaboradores. Jesús escoge discípulos no para hacer un círculo cerrado, una elite, sino para hacerles pescadores de hombres y para ello les instruirá»[2] «El llamamiento no es hecho en un ambiente religioso particular, sino donde las personas viven realmente, en su vida cotidiana»[3] «Sus cuatro primeros discípulos son hombres trabajadores y de profesión pescadores, y de este quehacer cotidiano los toma consigo el Señor. Es decir, el discipulado comienza desde el ejercicio de la propia profesión y en un lugar concreto... En efecto, Jesús no los toma como trabajadores asalariados y con vacaciones aseguradas. Él simplemente los llama.»[4]

El Evangelio nos informa que ellos “inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.” (Mc 1, 18) A nosotros nos parece relativamente normal porque vemos con frecuencia que los jóvenes se alejan de su hogar y van a vivir lejos de su familia originaria, buscándose un trabajo –muchas veces- en otra ciudad y a veces en una ciudad distante; en no pocas oportunidades los hijos se alejan, desde ya, para adelantar sus estudios en el extranjero. Hugo Orlando Martínez resalta que esto no era así en la sociedad y en los tiempos de Jesús: «Entre nosotros es notoria y normal la independencia familiar. En el contexto de la cultura de Jesús, la familia ocupaba el primer puesto en la escala de valores antropológicos; toda persona estaba ligada por lazos de sangre a una familia tribal. A la cabeza del grupo estaba el Pater-familias y el varón que contraía matrimonio simplemente construía su casa junto a la del padre y a la de los demás hermanos… Incluso el horno donde se cocinaba el pan era para uso común de toda la familia, no tenían necesidad de adquirir bienes estrictamente particulares como en nuestra sociedad… Dejar la familia era no sólo aislarse de ella, sino privarse de su medio de subsistencia, era casi imposible que una persona pudiera subsistir por sí misma fuera del núcleo familiar (cf. La parábola del hijo prodigo en Lc 15, 11-31)»[5]

«En… la actividad de Jesús… se ha puesto en relieve la estrecha relación entre Jesús y el “nosotros” de la nueva familia que Él reúne a través de su mensaje y su actuación… Este “nosotros” de la nueva familia no es algo informe. Jesús llama a un núcleo de íntimos particularmente elegidos por El, que continúan su misión y dan orden y forma a esa familia.»[6] «Los primeros discípulos se desprenden de sus propias familias y de sus propios trabajos, para formar una nueva familia con Jesús, con una nueva actividad: “estos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mc 3, 34-35)»[7]

«Los primeros discípulos de Jesús pertenecen a una clase favorecida de la sociedad, pues hacen parte de asociaciones familiares independientes en el trabajo de la pesca»[8]. Esta idea se ratificaría con el hecho, señalado por el propio Evangelio de Mateo , puesto que Santiago, Juan y su papá tenían μισθωτῶν, del singular μισθωτός es decir, empleados, personas que trabajaban con ellos por un sueldo (cf. Mc 1, 20). Si nos atenemos a lo que dice Juan Mateos, la situación socio-económica de estos primeros discípulos es más apretada: «Elige a gente trabajadora, de una categoría social no del todo mala: gente que por lo menos se ganaba la vida aunque con mucho trabajo.»[9]

«Jesús no inicia su obra sino cuando Juan, encerrado en la prisión, ha desaparecido de la escena. Su predicación no busca interpretar la ley, ni enseñar las mil filigranas de sus preceptos. Irrumpe como un anuncio nuevo: “Ha llegado el tiempo y el reino de Dios está cerca, vuélvanse a Dios y acepten con fe sus buenas noticias” (Mc1, 15).»[10]

2

κα λέγων τι Πεπλήρωται καιρς κα γγικεν βασιλεία το θεο  μετανοετε κα πιστεύετε ν τ εαγγελί: Y decía que se ha cumplido el tiempo y el reino de Dios se les ha acercado, conviértanse y crean en la Buena Nueva. Al referirnos a que se ha cumplido el tiempo: Πεπλήρωται ὁ καιρὸς traemos a cuento la siguiente glosa: «Jesús no vino a anunciar el fin de los tiempos mediante una intervención sobrenatural. Sus palabras y actitudes hablan de la irrupción ahora, de un Dios que actuará, con medidas también históricas, sobre la deshumanización históricamente provocada por los hombres. De esta forma, su acción no viene explicita como un anuncio de lo que Dios hará en términos globales, sino menciona su misión en forma de plano histórico, un proyecto histórico que va a requerir toda la participación humana. Ésta es la primera gran novedad de Jesús de Nazaret. No delega responsabilidad. No verticaliza la relación.»[11] Por eso el versículo 15 en cuanto a que se ha cumplido el tiempo debe mirarse más en la dirección no de que Dios actuará, sino en que se nos brinda la oportunidad y las condiciones están por fin maduras, para que nosotros nos dejemos transformar.

Esa transformación, y vuelve la palabra μετανοετε que puede leerse también como conversión, no consiste en dejar de ser lo que se era, observemos que los “llamados” eran pescadores y van a seguir siéndolo; no es trabajar en otra cosa, sino trabajar en lo mismo pero con otra finalidad: Si antes se quería atrapar peces ahora se quiere liberar hombres νθρώπων Mc 1, 20c.  Al paso de Jesús se transformaron Simón, Andrés, Santiago y Juan porque ellos aceptaron la invitación: “Vénganse conmigo” “Δετε πίσω μου” (Mc 1, 17a) les dijo, “ἀπῆλθον ὀπίσω αὐτοῦ”. Y ellos se fueron tras Él (Mc 1, 20c).

Esto nos habla claramente a nosotros, creer en el Evangelio, aceptar con fe la Buena Nueva significa modificar nuestras actitudes radicalmente. Tenemos que cambiar nuestra forma de pensar, nuestra manera de ver el mundo. Lo que se reclama con la conversión es alcanzar la μετανοέωmetanoéo”. «En un relato de vocación es habitual que la respuesta positiva se traduzca en una existencia radicalmente transformada.»[12] Creo que la dificultad para comprender esta μετανοετε consiste en que reducimos la transformación a dejárselo todo a Jesús, desplazamos todas nuestras responsabilidades existenciales a Dios, so pretexto de la fe. «Todo cristiano sabe lo que es la conversión: adecuarse a los valores que Cristo enseñó, que nos arrancan del egoísmo, la injusticia y el orgullo.»[13]Somos nosotros, miembros del Cuerpo Místico de Cristo, quienes estamos llamados  a trabajar los valores fundantes del reino: justicia, bondad, verdad, amor, unidad, belleza y trabajándolos, construir el reino. «la conversión requerida por Jesús no es sólo para pedir perdón de los pecados, sino creer que Dios está presente para salvar a aquellos que son marginados y condenados por una sociedad hipócrita (Buena Nueva)»[14]

3

Está históricamente establecido que muchos males le llegaron al pueblo de Israel por el Mar Mediterráneo, muchos invasores irrumpieron por esta vía, hasta que el Mar pasó a ser sinónimo del “mal”. Es así como quitarle los peces al mar significaría sacarlos del mal y llevarlos al bien. Algo análogo podemos interpretar de pescar a los seres humanos que, al sacarlos del mar, se les estaría salvando.

¿Por qué llama a cuatro en esta perícopa? ¿Por qué los llama de dos en dos? Según unos, se trata de que para la ley judía un testimonio se validaba por la presencia de por lo menos dos testigos, el mínimo jurídico sería de dos personas, así se explicaría porque de dos en dos. Según otros, se quiere hacer alusión a los “cuatro puntos cardinales” para significar que la vocación es universal, está dirigida sin discriminación a gentes del mundo entero. Según otros, se trata de mostrar que Jesús está construyendo comunidad, de hecho el Evangelio de San Marcos contiene diversos relatos de vocación que –como dijimos más arriba- a veces llama a parejas y otras veces a individuos aislados.

Lo que si se debe tomar muy en cuenta es que en este relato de vocación el primer vocacionado es San Pedro, seguramente para mostrar y dar valor causal de su primado. Si fue el primero en ser llamado, es razón poderosa para tomarlo como el más importante porque, siendo el más antiguo, fue quien sirvió de base a la construcción de la comunidad discipular y por ende de las primeras comunidades cristianas. Se trata pues, de justificar su primado por derecho de antigüedad.


Antes de concluir este apartado queremos señalar que este Evangelio –el de San Marcos- se escribió en un momento histórico en que Roma estaba hecha un hervidero; este marco histórico de persecución y martirologio nos permite contextualizar el momento en que los investigadores creen que se consignó por escrito y por eso en él están plasmados los debates continuos de Jesús con los fariseos y con otras sectas y partidos judíos, sus instituciones, su ritual, la sinagoga y con los poderes políticos romanos. «Cerca del año 70, comienzan a sucederse una serie importante de conflictos: Nerón busca responsabilizar a los cristianos del incendio de Roma (año 64), por el que sus adversarios lo responsabilizaban a él. Como dice un historiador de la época, en ellos encontró “chivos expiatorios”. En Jerusalén la tensión iba en aumento hasta que un grupo de celosos de las tradiciones, empezó la lucha armada contra los romanos (año 66). Esto motivó la respuesta del ejercito que empezando por el norte fue sitiando la ciudad de Jerusalén hasta destruirla y acabar con todo, murallas y Templo incluido (año 70). Como los cristianos –al menos los provenientes del judaísmo- no se distinguían todavía de los judíos, también ellos fueron víctimas de la guerra, salvo algún grupo que –según una leyenda, quizás con algo de verdad- huyó a una ciudad llamada Pella.»[15]

4

Muchos aspiramos al discipulado de Jesús. Queremos llamarnos cristianos de verdad pero lo que no queremos es tener que movernos, tener que cambiar algo en nuestras vidas. Muchos hay que quieren el discipulado pero conservar sus cómodos sillones, su poltrona reclinable, y su aceptación, por pasividad, por tolerancia, del statu quo; la injusticia es deliciosa mientras no me toque y, es aún mejor si puedo sacar partido de ella, si esa injusticia y ese estado de cosas me beneficia. Entonces podemos llegar al colmo de re-elaborar “buenas razones” para respaldar y excusar nuestra complicidad.

Hoy, debemos destacar la actitud de este cuarteto que constituye el embrión primigenio de la Comunidad Cristina; por ejemplo, el segundo par de discípulos “dejando a su padre Zabedeo, en el bote con sus empleados, lo siguieron: φέντες τν πατέρα ατν Ζεβεδαον ν πλοί μετ τν μισθωτν πλθον πίσω ατοῦ.  Ellos, con total desprendimiento, con disponibilidad y entrega total, sin cálculos de ganancia o conveniencia se “desacomodan” para dedicar su vida a seguirlo; asumen –como hemos dicho antes- convertirse en la nueva familia de Jesús que es la de sus discípulos, aquellos que ponen por encima de todo, el cumplimiento de la Voluntad del Padre Celestial.



A este respecto nos aclara Segundo Galilea: «El cristianismo no consiste sólo en el conocimiento de Jesús y de sus enseñanzas trasmitidas por la Iglesia. Consiste en su seguimiento… no existe una “espiritualidad de la cruz”, sino del seguimiento;… no existe una “espiritualidad de la oración”, sino del seguimiento… No existe una “espiritualidad de la pobreza”, sino del seguimiento… No existe una “espiritualidad del compromiso”, pues todo compromiso o entrega al otro es un fruto de la fidelidad al camino que siguió Jesús”»[16]

5

Muchos autores de hoy y de ayer se han maravillado ante la infinita creatividad de Dios que no se repite: siempre está creando y recreando y nada ni nadie es copia, cada ser es único, para Dios el concepto de producción en serie no tiene sentido. jnvestigaciones recientes muestran que la copia de los organismos debilita la especie y disminuye las defensas y los recursos de bio-permanencia, haciendo más fácil su extinción. Por el contrario, la bio-diversidad eleva la capacidad de los individuos de la especie para su supervivencia.


Muchas veces explicamos la santidad como una modelación de vida: Dios nos daría los santos para mostrarnos que es posible vivir la vida con santidad, que si podemos conformarnos con sus enseñanzas y cumplir con fidelidad sus mandamientos, dedicándonos a la construcción del Reino: los santos nos demuestran que la santidad no es una utopía sino que podemos hacer de esa utopía una topía, como quien dice, de ese sueño, de ese ideal, podemos hacer una realidad.

Pero, porque ellos  son modelos del amor vivido hasta los límites, con carácter heroico; no podemos pretender convertir nuestras propias existencias en reproducciones punto a punto (pixel a pixel) de sus vidas; por más geniales que sean y por virtuosas que hayan sido sus existencias, cada uno de nosotros tiene que recorrer su propio camino de virtud hacía el Señor. Son modelos inspiradores y no moldes para la reproducción. La lista de los santos es inagotable y sus biografías un leitmotiv para nuestro empeño por recorrer los caminos de Dios. Este apartado 5, llevaría por título: La irrenunciable vocación de cada uno a ser uno mismo.

«”Dios me ha creado para que lo ame, lo adore, le sirva… y así llegue yo a ser plenamente yo mismo.” Yo soy alma y cuerpo, he sido hecho por Dios tal como soy, y siendo en verdad y plenitud todo lo que Él quiso que yo fuera es como le sirvo le alabo y le doy gloria. Yo no puedo darle gloria a Dios si no empiezo por ser yo. Si yo no soy yo, no le doy gloria, y si soy medio yo, le doy media gloria. Para darle la gloria plena que yo puedo darle, yo he de ser plena y totalmente yo. De hecho, esa es la única manera que tengo yo de servirle y darle gloria: ser yo mismo en plenitud alegre y reconocida. Al ser yo mismo, no una copia, una réplica, una momia, sino un ser vivo y único y distinto, hago resaltar la originalidad y el poder del Creador que nunca se repite. Y así he de descubrir todas las potencialidades de mi existencia, todas las dimensiones de mi ser, todas las facetas de mi vida, y desarrollar cada una de ellas con plena responsabilidad y minucioso cariño, para que no se pierda ni una sola partícula de la revelación de Dios en mí, de su arte y su amor y su poder a través de mí.»[17]


[1] Martínez, Hugo. EL DISCIPULADO DE JESÚS SEGÚN SAN MARCOS en REVISTA SINFRONTERAS Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús. #292 2006 p.42
[2] Mateos, Juan, sj. COMENTARIO AL EVANGELIO DE SAN MARCOS Ed. Tierra Nueva. Quito – Ecuador 2000 p. 31
[3] Balancin, Euclides M. CÓMO LEER EL EVANGELIO DE MARCOS ¿QUIÉN ES JESÚS’ Ed. San Pablo Bogota-Colombia 2002 p.27
[4] Martínez Aldana, Hugo Orlando EL DISCIPULADO EN EL EVANGELIO DE SAN MARCOS. Consejo Episcopal Latinoamericano CELAM Bogota-Colombia 2006 p. 23
[5] Ibid p. 24
[6] Benedicto XVI. JESÚS DE NAZARET DESDE EL BAUTISMO A LA TRANSFIGURACIÓN Ed. Planeta Bogota-Colombia 2007 p.207
[7] Martínez Aldana, Hugo Orlando. Op. Cit. p.25
[8] Balancin, Euclides M. Op. Cit. p. 28
[9] Mateos, Juan, sj. Loc. Cit
[10] Zea, Virgilio, sj. JESÚS EL HIJO DE DIOS Ed. Facultad de Filosofía Universidad Santo Tomas de Aquino. 1989 p.5
[11] Meier, Celito. LA EDUCACIÓN A LA LUZ DE LA PEDAGOGÍA DE JESÚS DE NAZARET. Ed. Paulinas Bogotá-Colombia 2006 p. 84
[12] Equipo “Cahiers Evangile”. PRIMEROS PASOS POR LA BIBLIA. Ed. Verbo Divino #35 Pamplona – España 1981p.47
[13] Galilea, Segundo. EL SEGUIMIENTO DE CRISTO Ed. San Pablo Bogotá Colombia. 1999 p. 9
[14] Balancin, Euclides M. Op. Cit. p. 29
[15] De la Serna, Eduardo. MARCOS ESCRIBE EN MEDIO DEL CONFLICTO en REVISTA SINFRONTERAS Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús. #343 Mayo de 2011 p.14
[16] Galilea, Segundo. Loc. Cit.
[17] Vallés, Carlos G, sj. CALEIDOSCOPIO. AUTOBIOGRAFÍA DE UN JESUITA. Ed. Sal Terrae  Santander – España 1985 p. 106

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