sábado, 17 de marzo de 2012

YO SOY LA LUZ DEL MUNDO

Esforcémonos por conocer al Señor; tan cierta como la aurora es su aparición y su juicio surge como la luz; bajará sobre nosotros como lluvia tempranera, como lluvia de primavera que empapa la tierra.

Os 6, 3



¿Para qué levantó Moisés -en un asta de bandera- una serpiente de bronce? Para que cuando alguien fuera mordido por una serpiente, la mirara y se salvara. Así pues de entrada, en esta perícopa que leemos hoy (Domingo 18 de marzo de 2012) Juan nos revela –mejor dicho Dios a través de San Juan Evangelista- el significado de la crucifixión. A este respecto hay dos elementos contextualizantes: Recordemos que ser crucificado era un “escándalo”, era la muerte más vergonzosa, además de morir, era en picota pública; muerte reservada a los grandes criminales, especialmente a los sediciosos. El segundo aspecto: que el Evangelio según San Juan fue escrito, según nos dicen los estudiosos, alrededor de unos 60 años después de la muerte de Jesús, esto dio tiempo a que los cristianos elaboraran una teología explicativa del por qué su Maestro había muerto de tal forma, lo que condujo a asociarla con el episodio en el que el pueblo hebreo, itinerante en el desierto, empezó a renegar contra Dios por haberlos sacado al desierto donde no tenían ni agua, ni comida y, se veían obligados a nutrirse con perdices y maná, dieta que –al cabo de algún tiempo- les terminó por parecer monótona. Fueron sus protestas las que airaron a Dios y les merecieron el castigo de las serpientes que, gracias a la oración intercesora de Moisés, les alcanzó la serpiente de bronce redentora (cfr. Nm 21, 4-9). ¿Cuál era la consecuencia de mirar al crucificado? Así como mirar la serpiente de bronce acarreaba la curación de las mordidas de las serpientes venenosas, así, en el caso de mirarlo con fe, creyendo en Él, confiando en Él, la visión del crucificado nos obtiene la “vida eterna” Jn 3; 15.

A renglón seguido, San Juan Evangelista nos explica la razón que asistió a Dios para llegar a tal sacrificio: fue su amor tan grande por el mundo, amor perdonador, amor misericordiosos que no desea, ni mucho menos busca nuestra perdición, antes bien, siempre está a la caza de atenuantes que nos justifiquen, que disminuyan la gravosa culpa de ofender a un Dios tan Bueno. Por eso,, estamos llamados a entender que Jesús no fue enviado para que Dios Padre tuviera otro pretexto para condenarnos, todo lo contrario, Jesús vino para cargar sobre sí nuestras culpas y con su Pasión, redimirnos. Aquí engrana perfectamente con la Segunda Lectura, que hoy está tomada de la Carta a los Efesios capítulo 2, versículos 4-10: «el Dios de Jesucristo no es el Dios de la ira y la punición, pero sí es el Dios de la misericordia, el “bendito” celebrado en el gran himno (1, 3-14). Vale la pena recorrer Efesios 2, 4-10 y anotar las expresiones positivas con las que el texto se refiere a Dios y lo caracteriza. En este sentido, la carta recupera lo que es más importante y fuerte en todo el Antiguo Testamento: “rico en misericordia”, “nos amo por el gran amor”, “nos dio vida”, de Él viene la gracia que nos salva, “Dios nos resucitó y nos hizo sentar en el cielo”, “quiso mostrar a los siglos venideros la sobreabundante riqueza de su gracia”, la salvación es don  de Dios, “Dios nos hizo y nos creo en Jesucristo”.»[1]


Y ¿cuál es el criterio de condenación o salvación? ¡La fe! Toda la perícopa Jn 3, 16-19 se ocupa de recordarnos que πιστεύων ες ατν ο  κρίνεται δ μ πιστεύων δη κέκριται τι μ πεπίστευκεν “El que cree no es condenado; pero el que no cree ya ha sido condenado por no creer”, tenemos tres veces el verbo πιστεύω dos veces en participio pasado activo y una vez en indicativo presente también activo. En síntesis, lo importante es creer, tener fe, tener confianza.

Observamos que hemos traducido κρίνεται como “condenado”, seguramente es mucho más exacto “juzgado”, sin embargo, en el co-texto que nos ocupa se refiere al veredicto de culpabilidad o inocencia que arrojaría tal “juicio” por lo que nos ha parecido mejor la opción elegida. Hablando de elegir, en el transfondo de la palabra κρίνεται está la idea de elección, de separación, aún más en el fondo, de separar entre el grano y la paja, o sea (en nuestro co-texto), discernir entre lo que se salva y lo que se condena. κρίνεται como verbo está derivado del sustantivo κρίσις que se podría tomar como “sentencia” y, entonces, en nuestro co-texto habríamos podido poner “sentenciado” y al que “no es sentenciado” por “exonerado”: la traducción quedaría “El que cree es exonerado, pero el que no cree ya ha sido sentenciado por no creer” (Todo lo anterior tiende a reducirse a una filigrana filológica, pero no sentimos que aporte, en sí, a la mejor comprensión del sentido bíblico de la perícopa en cuestión).

¿Por qué son sentenciados? Porque en el momento de prender la Luz, estaban haciendo lo malo, entonces, “cuando la Luz φῶς vino al mundo” φς  λήλυθεν ες  τν κόσμον ellos eligieron, o mejor, “prefirieron” la oscuridad a la Luz: “κα γάπησαν ο νθρωποι μλλον τ σκότος τ φς ν γρ ατν πονηρ τ ργα”. Donde traducimos “prefirieron”, dice textualmente γάπησαν o sea “amaron”.


Ocupémonos ahora de la palabra σκότος “oscuridad”, sobre ella nos dice el Cardenal Martini «las tinieblas. Esta expresión aparece nueve veces en Juan (ocho como Scotia, una vez como skotos) casi siempre en sentido teológico. Aparece ya en el prologo: “Las tinieblas no comprendieron”; las traducciones varían: “no comprendieron” (esto es no recibieron), o también “no sofocaron” (es decir “no vencieron”) la luz. En todo caso es clara la oposición entre tiniebla y luz, que aparece en 3, 19 como símbolo de actitudes humanas opuestas: “prefieren las tinieblas a la luz”. Estas actitudes opuestas se hacen explicitas en 8, 12, en relación con Jesús: “El que me sigue no camina en tinieblas”. Una vez más tenemos una reducción radical de todo a la relación con la persona del verbo encarnado:»[2]

En este Evangelio de hoy Jn 3, 14-21 Jesús es la Luz, y la Luz es la fuente de la Vida, no de cualquier vida, sino de la Vida Eterna. Para ganarla, basta con acercarnos a la Luz con verdadera fe. Nuestra vida ha de ser un proceso de hacerse y llegar a ser verdaderos amigos de la Luz, de tal manera que todo lo que hagamos sea iluminado por esa Luz.

2

La perícopa del Evangelio de San Juan que leemos hoy es la segunda parte del dialogo entre Jesús y Nicodemo (nombre de origen griego que significa “el vencedor del pueblo”) que abarca en el capítulo 3 los versículos 1-21. La perícopa que va del 1-13 es un referente importante para mejor penetrar en la lectura del Evangelio que la liturgia nos propone para este cuarto domingo de Cuaresma.

Sólo queremos resaltar los siguientes puntos:

a) Nicodemo, se nos dice en el versículo 1, era un fariseo importante entre los judíos. Ahora bien, como era importante, no iba a relacionarse con Jesús a plena luz del día, sino que –se nos informa en la primera parte del versículo 2- fue de noche. (Aquí Nicodemo entra en el juego de φῶς – σκότος observemos que Nicodemo no obra al amparo de la Luz sino escondiéndose en la oscuridad de la noche).



b) μν μν λέγω σοι ἐὰν μή τις γεννηθ νωθεν ο δύναται δεν τν βασιλείαν το θεο Jesús le habla del requisito de nacer “de nuevo”, siempre traducimos ἄνωθεν por “de nuevo”, “otra vez”, “de nuevo y desde el principio”; pero no perdamos de vista que también significa “de lo alto”. En todo el texto se juega con la oposición arriba/abajo; lo que está en alto/lo que está aquí abajo, lo que es del mundo; que, francamente estamos tentados a preferir traducir ἄνωθεν como “de lo alto” y, entonces el texto bíblico diría “Te aseguro que el que no nace de lo alto no puede ver el Reino de Dios”. Los exegetas nos recomiendan tener siempre en mente las dos posibilidades. Todavía más: nos advierten que –especialmente en San Juan- hay diversos “niveles” de lectura-comprensión, y que siempre hay que estar alerta con las polisemias que maneja, puesto que en un plano se nos dice una cosa, pero en el otro plano, se nos está comunicando otra. Esto hace ardua la lectura de este Evangelio, pero también la hace más fascinante y encantadora. Además, y tal vez es lo que ha hecho siempre preferible la traducción “de nuevo” que cuando se ganaba un gentil para el judaísmo, este no podía alcanzar la condición entera de judío, sino sólo la de prosélito, se le bautizaba y se hablaba de que había “nacido de nuevo”.

«…nacer en el Espíritu es esta tremenda transformación que Dios hace en uno por dentro, en la mente, en las actitudes, en nuestro modo de ser. Uno corta su cordón umbilical con las contradicciones de antes; sale del útero cómodo al riesgo de ser discípulo pleno y público. Esto lo deja tan cambiado que es como un nacer de nuevo»[3]

c) Cuando floreció el estudio de "las formas" se empezaron a identificar las estratagemas y los diversos procedimientos literarios que emplearon los hagiógrafos para plasmar el mensaje que Dios nos enviaba. Por ejemplo estos diálogos que parecen entrevistas periodísticas a las que estamos hoy en día tan habituados en la televisión y que se fraguan entre bambalinas, tanto que, con mucha frecuencia se editan y luego los entrevistados salen declarando que con la edición se adulteró lo que ellos había querido decir.



En el caso bíblico, el hagiógrafo cuadra las preguntas y plantea los equívocos, las ambigüedades, las ignorancias, las sorpresas, valga decir que “edita” el diálogo para que diga lo que quiere decir el Espíritu. «Los diálogos joánicos se relacionan muy probablemente con las formas habituales que empleaba la filosofía popular de aquella época. Utilizaban procedimientos fácilmente discernibles, como por ejemplo el malentendido. En el diálogo con Nicodemo, se le presente a este únicamente para replicar. E incluso para dar la impresión de que no entiende nada.»[4] Esto me recuerda las parejas de los super-héroes que existían simple y llanamente para que el super-héroe tuviera interlocutor y tuviera con quien verbalizar lo que pensaba, aún cuando –evidentemente- al guionista lo que le interesa es que nosotros lo oigamos. Annie Jaubert aprovecha esta ocasión para prevenirnos contra el intento de sicologizar la lectura de personajes como Nicodemo o la Samaritana que están puestos allí, como lo está “Chita” al lado de Tarzán y Robín como fiel compañero cuasi-mudo que en oportunidades no profiere más que interjecciones, pero que propicia los discursos de Batman (aunque claro está que el mensaje Batmaniano está más a nivel de los ¡bang! y los ¡pow! ,los “crash”, “ouch” y todo el sartal de onomatopeyas que llenaban la pantalla).

3


Sólo una palabra sobre el Salmo. Se trata del Salmo 137(136) los versos 1-6. Donde se nos ilustra lo que es la Resistencia Pasiva. ¿Cómo podían tomar las citaras y cantar estando deportados en Babilonia? Conforme lo dice el Salmista, mejor que se les pegara la lengua al paladar antes de darle gusto al explotador. ¿Quiénes eran esos explotadores? ¡Los Babilonios! En la misma línea de las oposiciones radicales entre arriba y abajo, Luz y oscuridad, encontramos en este Salmo la oposición entre Jerusalén y Babilonia (aquí llamada Babel). «Es preciso intentar escuchar el pedido de los opresores y la respuesta del silencio… Los ladrones querían robar hasta lo más profundo del alma del pueblo, pero no lo consiguieron: el pueblo defiende la última trinchera de su dignidad. Cantar es estar ligado al modo de ser y de vivir. No se canta en tierra extranjera. El silencio aquí aparece como un gesto político. Negativa formal de que la cultura del pueblo se transforme en folklore que, en la expresión de Michel de Serteau, “es la belleza del muerto” »[5]




[1] Bortolini, José. CÓMO LEER LA CARTA A LOS EFESIOS Ed. San Pablo Bogotá  - Colombia 2005 p.38
[2] Martini, Card. Carlo María EL EVANGELIO DE SAN JUAN EJERCICIOS ESPIRITUALES SOBRE SAN JUAN Ed. Paulinas Bogotá –Colombia 1986 p. 41-42
[3] Seubert, Augusto. CÓMO ENTENDER LOS MENSJES DEL EVANGELIO DE SAN JUAN Ed San Pablo Santafe de Bogotá 1999 p.40
[4] Jaubert, Annie EL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN Ed. Verbo Divino Estella Navarra 2000 p.12
[5] De Barros, Marcelo LA VIDA SE VUELVE ORACIÓN. COMO REZAR LOS SALMOS A PARTIR DEL PUEBLO Centro Bíblico Verbo Divino Vicaria Sur de Quito 1994 4t ed. P.74

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