jueves, 6 de febrero de 2025

Viernes de la Cuarta Semana del Tiempo Ordinario


 

Hb 13, 1-8

Φιλαδελφία [filadelfía] “amor fraterno”

Jesucristo ha establecido una Alianza con nosotros, se ha hecho hombre y armonizando esa Encarnación con su Divinidad -compaginándolas por medio de su kénosis- así, siendo Dios-es-Hombre, bajo la doble naturaleza, ha ejercido su Sacerdocio consustancial, según el rito de Melquisedec, y nos ha educado con un mapa ético que guie nuestra vida en la tierra, que nos entrenemos, para entrar en la Casa Real del Padre. El hagiógrafo del Sermón a los Hebreos, nos recuerda aquí esos fundamentos de vida cristiana, su lista -de recomendaciones prácticas- es esta:

·         Ante todo, el amor fraterno.

·         También entre las primeras virtudes pone la hospitalidad. Al desplazado, al extranjero, al sin-techo hay que abrirle de par en par el corazón, y, sin darnos cuenta, estaremos obrando el bien y atendiendo a los ángeles.

·         Tener presentes en la memoria y el corazón a los presos y a los que sufren maltratos, no simplemente pensando en ellos o diciendo una oración, sino -particularmente- viviendo sus sufrimientos como si fueran propios, recibidos en nuestra propia carne

·         La sacralidad del matrimonio, que no se mancille el lecho conyugal: Impuros y adúlteros estarán incluidos en el Juicio De Dios

·         Repudio de la codicia, mejor, practicar cierto conformismo, sin caer de ninguna manera en la avaricia.

·         Recordar con gratitud a quienes se han ocupado de guiarnos en los caminos de la virtud y la conformidad con la Voluntad Divina emulando su ejemplo de fidelidad y constancia en la fe.

·         Atengámonos con resolución inquebrantable en la certeza de su Providencia y Auxilio.


 

Jesucristo no es una foto fija, no permanece impávido, no está inmóvil en una especie de hibernación; no es eso lo que significa. No pretendamos tener a Dios como una estatua de yeso, el dinamismo de Dios es permanente, no creo y se ausentó, su Misericordia siempre es actuante, no cesa de crear, no para de perdonar, se interesa por nosotros, se compadece: ¡Nunca te dejaré, ni te abandonaré!

 

¡Esto es lo que quiere decir que es el mismo ayer, hoy y siempre! ¡Fiel!

 

Sal 27(26), 1bcde. 3. 5. 8c-9abcd

Este Salmo 27(26), es un salmo que llamamos del Huésped, es decir, de alguien que se siente alojado por Dios, puesto bajo su tutela y techo, que habita “a la Sombra del Altísimo”, protegido porque Dios lo aloja en su Tienda, le permite acampar en su Santuario. Consta de dos partes; Cuando la situación pinta negra, ¡y negra bien oscura!: se enuncia la confianza en el Señor como Esperanza irrefutable; en la segunda parte -a partir del verso 7- (se reconoce por el cambio de persona, antes se estaba relatando cómo es Dios en su Fidelidad, y se venía hablando en tercera persona; al pasar a esta nueva parte, se empieza a hablar en segunda persona, pues se está dirigiendo un ruego y Dios es ahora el Interlocutor), se vuelve al Señor implorando su auxilio. Pero la perícopa que se lee, pertenece casi toda ella a la primera parte. La firme confianza en el Señor, aun cuando la situación parezca desesperada, se puede resumir con el primer verso de la perícopa: «El Señor es mi Luz y mi Salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la Defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?» Y le insiste con su ruego que no lo vaya a impugnar, que lo defienda, que no lo rechace; la cuarta estrofa (versos 8c-9abcd) es la única tomada de esa segunda parte del Salmo.

 


El salmista quiere una sola cosa: habitar en la Casa de Señor todos los días de su Vida; lo que significa estar siempre a su servicio, dedicarse a cumplir su Voluntad. Vivir bajo su Techo, en sus Moradas, significa estar en trato constante con Él, frecuentar su Presencia, Escuchar su Palabra, permanecer siempre en su Cercanía, para conocerLo como se conoce al Amigo que frecuentamos.


 

No es un conocimiento indirecto, sino una experiencia personal, no sabemos de Él por oídas, ni recabamos información sobre Él por terceras personas. Vivamos la experiencia de contar con su Protección aun cuando todo un ejército se nos abalance. Porque cuando hay un peligro, Él nos refugiará en su tienda del encuentro, me ofrecerá su Santuario en asilo: Él es mi Luz y mi Salvación.  Alumbra mi sendero para que no tropiece, pero, si a pesar de su Claridad me precipito en caída, Él me tenderá la mano para sujetarme.

 

Mc 6, 14-29

Al escuchar la cobardía de Herodes frente a la petición de la hija de Herodías, nos queda una sensación de amargura y hastío porque sabemos que, a pesar de tenerlo encerrado, Herodes no quería matar a Juan el Bautista.

Pero qué es lo que realmente nos molesta. ¿Por qué es común escuchar que lo que menos podemos tolerar en los demás es la hipocresía y la cobardía? Creo que es precisamente lo que nos atañe más directamente, pues todos alguna vez hemos sido cobardes e hipócritas.

Papa Francisco

Compararnos con los demás siempre entraña algo de cobardía y algo de hipocresía: Significa acomodarnos a los respetos humanos, allí está la cuna de esa expresión que pretexta el vejamen de nuestros hermanos y pone en primer término la búsqueda de la propia superioridad, “Ustedes no sabe quién soy yo”


 

Estamos en la sección de los Panes (6,6b – 8,30) El episodio que nos ocupa en el Evangelio es el de la muerte de Juan el Bautista (Mc 6, 14-29). Si vamos a San Marcos -buscando el co-texto- ¿qué encontramos inmediatamente antes? El fragmento donde Jesús envía a sus discípulos a misionar (Mc 6, 6b-13). Si miramos ¿qué sigue? Mañana leeremos que “los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado” (Mc 6, 30-34). Hoy, no se nos narra lo que dijeron, o hicieron, o los prodigios que quizás obraron durante su misión. El relato de hoy lo que nos entrega es un baile -seguramente lujurioso- y el trofeo a que se hizo acreedora esa danza: ¡La bandeja con la cabeza ensangrentada! ¡Danza mortuoria! ¡Mazurca de la decapitación! Esto corona la extensión de la fama de Jesús.

 

“La característica de este pasaje es la alusión explicita a la resurrección del precursor y la motivación de su revivir en Jesús, es decir, “el poder de los milagros” que se manifiesta en Él… Herodes es el faraón de una lucha eterna, que va dirigida contra el Éxodo de los hijos de Dios hacia la libertad” (Beck, Benedetti, Brambillesca, etal)


 

Y es que la perícopa se inserta allí, donde el asunto a debatir es ¿quién es el mayor? Se trata de una vieja triquiñuela del Malo, que extiende su estrategia divisoria, poniéndonos en cotejo, enfrentándonos unos a otros, generando división.

 

Se referencia a Jesús como poniéndolo en competencia, pero, eso -ya hoy en día no nos vulnera- ellos lo enfrentaban con Elías, con Juan el Bautista y con otros profetas. Esta clase de cosas se hace para bajar el nivel, para menospreciar, cualquiera que sea el veredicto, alguien va a estar más arriba, y… alguien, en consecuencia, quedará más abajo.

 

Tendríamos que eliminar esta perspectiva, mirarnos entre nosotros como nos mira Dios, como nos mira un padre de familia, como estamos en el corazón de nuestra madre, por muchos hermanos que tengamos: nadie es mejor que nadie, cada uno tiene su talento, cada uno es un hijo de Dios, Juan era la Voz “que clama en el desierto” Jesús es el Mesías, la Palabra. No estamos para compararnos, aun cuando estemos muy habituados a las comparaciones, en una cultura del “Primer puesto”, la “Mención de honor”, la “medalla” y la “presea” o el “favoritismo del docente titular”. ¿Cuántas veces detrás del favoritismo sólo se busca tener a alguien subyugado para que “borre el tablero”?

 

La muerte de este justo y santo decapitado para que su cabeza sea el trofeo de una danzante, parece la premonición de aquel que marcha cuesta arriba del Calvario, llevando a los hombros su patíbulo, entre flagelos y escupitajos, vejaciones, hisopo empapado en vino agrio, clavos y lanzada. ¡El Rey de los Judíos que morirá en la cruz! Cordero llevado al matadero-redentor, al Altar del Sacrificio, Sacerdote Eterno según el rito de Melquisedec.

 

Señor, qué distintos son tus pensamientos de nuestros pensamientos, tu justicia de nuestra justicia. Enséñanos a salir de nuestro egoísmo y buscar siempre la verdad que nos conduce hasta Ti, aunque a veces eso implique el necesario camino de la cruz y de la abnegación.

 

«Herodes sembró muerte para defender su propio bienestar, su propia pompa de jabón. Y esto se sigue repitiendo… Pidamos al Señor que quite lo que haya quedado de Herodes en nuestro corazón; pidamos al Señor la gracia de llorar por nuestra indiferencia, de llorar por la crueldad que hay en el mundo, en nosotros, también en aquellos que en el anonimato toman decisiones socio-económicas que hacen posibles dramas como éste» (Papa Francisco)

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