miércoles, 5 de febrero de 2025

Jueves de la Cuarta Semana del Tiempo Ordinario


 

Hb 12, 18-19. 21-24

¿Cómo nos acercamos a la Ciudad Celestial?

El judaísmo fue adquiriendo un perfil relacional del ser humano con la Divinidad. Esas relaciones se fueron dibujando con un matiz de “miedo” que las coloreaba en todas sus facetas. Dios era un Personaje, que podía entrar en un absceso de ira, y con todo su Poder entrar a borrar de golpe y plumazo al hombre que se le cruzara. Estaba la idea de morir por solo tocar el Arca, o la de caer fulminada o fulminado si se veía a Dios. ¿A qué condujo esto? A querer tener, con Dios, sólo una relación de lejitos. Y cuanto más lejos -dada esa peligrosidad- mejor.

 

Se tomó como referente la conducta de los reyes y gobernantes de los distintos pueblos, pero también las divinidades de otras culturas, para llegar a este perfil. No se vaya a pensar que brotó de alguna revelación, pero los seres humanos, y en particular los hagiógrafos, queriendo comunicar la grandeza de Dios, incurrieron en ese imaginario. Luego, se pensó, que mantener la obediencia a las leyes, tenía como medio eficaz el uso de la violencia, y, como desenlace lógico, se llegó a configurar -como pieza central de la escatología- el Dies iræ, para designar el Juicio Final como un Juicio en el que Dios dejaba salir todo el rencor acumulado a lo largo de generaciones de pecado. Este elemento hizo indispensable que el Sermón a los Hebreos alojara una corrección y precisión, porque el Juicio Final -no es cualquier evento- es el punto donde teleológicamente Dios se deja conocer en su Plenitud. Como desenlace -ya que “Final”- es la cuenta definitiva, donde veremos la imagen de Dios Misericordioso.

 

¿Son acaso estas palabras pura vacuidad?

 

Primero, la perícopa nos da un breve elenco de lo que no es Dios:

·         No es un fuego tangible, encendido

·         No es un enjambre de nubes (cumulonimbos)-

·         No es una tormenta

·      No es el sonido de trompeta apocalíptica (Siete trompetas que anunciaran el inicio del juicio de Dios sobre la raza humana. Con ese sonido comenzará un período de gran tribulación, pesares peores de lo que jamás se ha visto en la historia de la humanidad) ¡Imagínense! Como dice el adagio popular, “con amigos así, para qué enemigos”.

·         No es un Dios de Palabras atronadoras que desatan un gran estruendo.

 

Para sellar este perfil, el mismísimo Moisés, Gran Amigo Personal de Dios confesó: “Estoy temblando de miedo”.

 

Si esto era exacto, con qué cara vamos a decir que ese es Dios, el que declaró: “Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque os he dado a conocer todo lo que he oído de mi Padre”. (Jn 15, 15)

 

Viene, a continuación, Hebreos, a decirnos lo que SI es:

·         Dios ζῶντος [zontos] viviente (en el sentido que nos infundió Vida Perdurable, que resulta de habernos insuflado su Soplo).

·        Para la Comunidad de los primeros hijos de Dios inscritos en el Cielo, Juez de todos.

·         Al espíritu de los hombres buenos que Dios ha hecho perfectos

·         Mediador de la Nueva Alianza

·       A la Sangre del Sumo y Eterno Sacerdote que nos ha purificado, sangre -que clama Perdón- muy superior a la sangre -que clamaba venganza- la de Abel.


 

Cuando miremos desde la eternidad -hacia atrás- en nuestras vidas, estaremos sorprendidos no por la crueldad de un Justiciero, sino por la Generosidad Extraordinaria de Su Misericordia. Mejor dicho, no estamos inmersos en la fe de un Dios Terrible, donde sólo nos cabe la incertidumbre de nuestro final, que puede ser el “fracaso” de Dios que nos Creó para que nos perdiéramos y ardiéramos en las llamas destructoras del “Infierno”.

 

¡El que llegué allí, será por la ilimitada terquedad de vivir dándole la espalda a Dios!

 

Sal 48(47), 2. 3-4. 9. 10-11

Con frecuencia hemos insistido que uno no puede visualizar las realidades espirituales desde nuestras limitaciones cognoscitivas. Dios ha puesto a nuestro alcance datos importantes y suficientes para figurarnos metafóricamente lo trascendente, con un pensamiento parabólico que toma como referencia el mundo que conocemos con nuestros sentidos y nuestra realidad. Para acercar los dos planos es indispensable además añadir una lógica, que no es la lógica “común y silvestre” sino una lógica “poética", por llamarla de alguna manera, que Dios nos da -con su Gracia- y que nosotros podemos agudizar valiéndonos de la fe y de la “búsqueda” sincera y amorosa de su Amor.

 


Tomemos por caso, el del Cielo, para nosotros desde nuestra perspectiva analógica se trata de una “Ciudad”, y aquella que la Revelación nos brinda como referente es Jerusalén. Jerusalén nos sirve de boceto, aún más de maqueta, pero sabiendo depurar aquello que es puramente “terrenal” para conservar la esencia del Don-Espiritual.

 

En una de sus parábolas Jesús nos habla de un hombre que encuentra un “tesoro”. Cómo hace este hombre para llegar a tal hallazgo. Con una labor arqueológica: “cavando”.

 

En la Escritura encontramos muchísimas alusiones a Jerusalén (como mínimo 850), y 142 en el Nuevo. ¿Es eso lo único que sabemos? ¡No! La historia, y la arqueología en particular, nos han reportado muchos datos. Hay mucha información “científica” que acude convergente con este estudio (aparte de una descomunal y excesivamente socorrida presunción hipotética, que no debe tomarse en cuenta). Pero, si todo eso aporta a la configuración del imaginario de la Nueva Jerusalén, la lógica poética, ¿dónde entra?

 

En las obras estéticas, por ejemplo, en la cinematografía, donde se acude a la búsqueda arqueológica de un tesoro, basados sobre un mapa, un jeroglífico o algún otro antecedente de pistas. Todo eso nos ayuda a redondear y a perfilar de qué se trata esta pesquisa que lleva hacia una realidad tan superior y tan espiritual, como es la Vivienda de Dios y de los salvados que lo acompañan como “Iglesia Triunfante”.

 

En nuestro ejemplo, podemos tomar como referente una villa miseria, un tugurio, un poblado de chabolas, cualquier población de pobres en los países periféricos y pretender definir a partir de sus “datos” lo que significa una ciudad.


 

Pero también podríamos pretender extractar una definición de “ciudad” mirando hacia Paris, Nueva York, Roma, Ámsterdam (eso sí, sin asomarnos a sus dolorosas periferias).

 

En el salmo de hoy asistimos a todo este proceso, como de-construido. ¿Qué sale a flote como síntesis de la Nueva Jerusalén? Tres cimas:

1.    La Misericordia de Dios habitando el Santa Sanctorum, donde Jesús presenta Eternamente su Sacrificio: Victima y Sacerdote

2.    El Nombre de Dios que es, por fin, Todo en Todos.

3.    A la Derecha de Dios, Su Hijo, que es sinónimo de Justicia (Ni revancha, ni rencor sino Justicia Pura).

 

En el verso responsorial sale a relucir que este es el tema de nuestra contemplación. Y lo contemplaremos por toda la Eternidad.

 

Mc 6, 7-13

ENVIADOS CON UN CORAZÓN HOSPITALARIO

La llamada de Cristo a la fe no es estática, es conocerlo cada vez más para trasmitirlo mejor. Ser cristiano no significa sólo vivir según los mandamientos de Cristo, significa además ser misionero para transmitir a todos los hombres su mensaje, que es un mensaje de paz. Sin embargo, esta proclamación del mensaje de Cristo debe respetar la libertad de los hombres de acogerlo o no.

Papa Francisco



Estamos en esa sesión que reconoce y llega a la Identidad de Jesús, Él es el Mesías. Recordemos que Jesús ha salido de Nazaret, está enseñando en el territorio circunvecino y ¡envía a sus discípulos! De dos en dos. Los envía (apóstoles):

a)    Con autoridad sobre los espíritus inmundos

b)    Sin alforjas, sin mochila, sin morral de campaña, sin ropa de repuesto, ni fiambre, ni lonchera. Tan sólo un bastón y su par de sandalias.

 

¿Cuál era el anuncio del que eran portadores? μετανοῶσιν [metanoosin] “conversión”, “volverse a Dios”, “arrepentirse de su pecado”, “cambio de mentalidad”, “después de estar presos de cierta concepción, reaccionar dándose cuenta que estaban enfocando equivocadamente el asunto”.

 

Ese era el “mensaje”, y lo que escoltaba y secundaba esa noticia eran, dos cosas.

1)    Expulsar demonios

2)    Curar enfermos por medio de la ἤλειφον [eleifon] Unción con aceite de Olivas. Esta acción aportaba una triple significación: i) Sanación ii) Alivio, descanso, reducción de un padecimiento y iii) alegría, el masaje de esta “unción” producía una impronta de dicha, de quitarse un peso de encima, de alegría.

 


Nuestra cultura entiende el envió como la elaboración de un plan estratégico, el diseño de una agenda de tareas y el encuentro con determinadas personalidades preponderantes del lugar, muchas de estas agendas se cierran con platos típicos de la región y pródigas libaciones de whisky. Se preparan los carteles, los gráficos explicativos, la pólvora y sus juegos pirotécnicos, se contrata el grupo folclórico y la sala del jolgorio.


 

El envío nuestro es totalmente distinto porque lo que anunciamos es la hospitalidad del corazón, no hay que llevar ninguna cachiporra oculta para convencer a los que no quieran acoger el Anuncio: «La Iglesia es madre de corazón abierto que sabe acoger, recibir, especialmente a quien tiene necesidad de mayor cuidado, que está en mayor dificultad. La Iglesia, como la quería Jesús, es la casa de la hospitalidad. Y cuánto bien podemos hacer si nos animamos a aprender este lenguaje de la hospitalidad, este lenguaje de recibir, de acoger. Cuántas heridas, cuánta desesperanza se puede curar en un hogar donde uno se pueda sentir recibido. Para eso hay que tener las puertas abiertas, sobre todo las puertas del corazón. Hospitalidad con el hambriento, con el sediento, con el forastero, con el desnudo, con el enfermo, con el preso, con el leproso, con el paralítico. Hospitalidad con el que no piensa como nosotros, con el que no tiene fe o la ha perdido. Y, a veces, por culpa nuestra. Hospitalidad con el perseguido, con el desempleado. Hospitalidad con las culturas diferentes, ... Hospitalidad con el pecador, porque cada uno de nosotros también lo es». (Papa Francisco)

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