martes, 4 de febrero de 2025

Miércoles de la Cuarta Semana del Tiempo Ordinario

 


Hb 12, 4-7. 11-15

Pasamos hoy de la sección cuarta de este Libro, donde se ha trabajado la fe y la fortaleza; y abrimos el acceso a la quinta parte, donde se va a plantear el significado de la vida cristiana. Precisamente la perícopa de hoy cumple esta función de gozne, hace pie en la fe y la perseverancia, para dar el paso a buscar los caminos llanos procurando para los que van con nosotros sinodalmente y para nosotros mismos, los menores riesgos de contaminación con las sanguijuelas del pecado.


 

Si -aunque sea por un instante- perdemos el norte, es preciso que el Señor nos corrija y que nosotros sepamos recibir la corrección. En continuidad con la parábola del deportista, del atleta que corre, requiere que el “Entrenador” lo vaya modelando, suprimiendo los movimientos parásitos que desvirtúan la eficacia de su correr y lo retrasan para alcanzar ese perfeccionamiento que es la corona de laureles que se da al atleta como trofeo por su esfuerzo. El corazón de esta perícopa palpita sobre el eje de la corrección.

 

Que a alguien le llamen la atención se puede entender como una intromisión en la propia autonomía. Pero también se debe entender que se nos llama la atención porque se nos ama. Si le persona nos es indiferente, nada le decimos, allá él; pero cuando alguien entra en nuestra esfera de simpatía o de cariño, ya no se le deja al garete, sino que se le llama a reflexionar y a revisar sus comportamientos. Dios nos interpela porque nos ama, porque no le somos indiferentes. Cuando alguien se lastima, por ejemplo, un tobillo, eso puede requerir de algún tipo de entablillamiento mientras la extremidad recupera su solidez, ya entonces, volverá a andar con paso firme, sin volverse a tronchar. No podrá caminar por un tiempo en terreno pedregoso o escabroso.


 

En la parábola deportiva, se pasó de comparar con una carrera y ahora la comparación es más bien con un pugilato. Para el box o para la lucha cuerpo a cuerpo, se requiere

a)    Fortalecer las manos débiles

b)    Robustecer las rodillas vacilantes

 

Pasando del plano de la parábola, al plano de la vida espiritual, ¿Qué quiere decir esto?

a)    Que hay que trabajar un estilo relacional interpersonal que permita un clima de paz

b)    Que hay que esmerarse por andar la senda de la santificación, porque sólo por ella llegaremos a las Praderas Celestiales a dónde Dios nos ha invitado

c)    Ha de procurarse que todos entren en Gracia de Dios

d)    E impedir, a toda costa, que las antiguas toxinas se reactiven en el organismo espiritual haciéndole daño a muchos.

 

Sal 103(102), 1bc-2. 13-14. 17-18a

Este es un salmo de Acción de Gracias. Cielo y tierra son convidados a vivir la gratitud, expresarla y cantarla. Todas las criaturas se entrelazan para erguirse en una coral unificada que descubre en Dios Padre, la Ternura de la que se nos hablaba en la Primera Lectura: “Dios los trata como a hijos, pues ¿qué padre no corrige a sus hijos?”.

 

En ese sentido podríamos tomar como médula de este salmo el verso 13:

Como un padre siente ternura por sus hijos,

siente el Señor ternura por sus fieles.

 

Si nosotros hubiéramos sido hechos con polvo de ángeles, se nos podría juzgar con rudeza y hosquedad, porque nuestra materia primigenia nos puntuaría con números lindantes al infinito, pero, nuestra realidad es justipreciada en el verso 14:

porque él sabe de qué estamos hechos,

se acuerda de que somos barro.

 

Este salmo tiene 22 versículos, envueltos en su totalidad en una atmosfera de amor y ternura. Se tomaron 5 versículos para lo que se proclama hoy. 

 


Se ha considerado que este salmo es la adaptación de una oración de un enfermo, y quiere reflejar la propia Jerusalén enferma, después de la calamidad del 598 a.C. con la campaña militar llevada a cabo por Nabucodonosor II, rey de Babilonia. (El salmo incluye una profecía de reconstrucción).

 

estrofa. Se interpela a sí mismo para llamarse a bendecir a Dios con todas sus células y moléculas.

 

2ª estrofa: Dios sabe que somos de barro. No pretende de nosotros más de los que somos y podemos dar. En ese sentido Dios es realista, pero su realismo subyace a su Misericordia.

 

3ª estrofa: Toma el mismo versículo que será el responsorial: la Misericordia de Dios dura por siempre, Él no es voluble. Perdura de generación en generación.

 

Este salmo se ha intitulado: “Salmo de las Misericordias de Dios”: Gracias, oh Dios, por ser tan Bondadoso, y gracias también por perdonar nuestra ingratitud y tantas infidelidades.

 

Mc 6, 1-6

DISCIERNEN LAS COSAS DEL MUNDO, PERO NO LAS DE DIOS.

¿Cómo se puede hacer esto que la Iglesia llama conocer los signos de los tiempos? Los tiempos cambian. Es característico de la sabiduría cristiana conocer esos cambios, conocer los diversos tiempos y conocer los signos de los tiempos.

Papa Francisco

Aquí llegamos al final de la primera parte del Evangelio según San Marcos, donde asistimos a la actividad de Jesús en Galilea.


 

Jesús está enseñando en la Sinagoga, y todos los vecinos se preguntan ¿cuál es la fuente de tanta sabiduría? Y ¿de dónde dimana ese exceso de poder que nada le queda grande y todo se le somete?

 

Pero, por muy paradójico que suene, por ser un conocido, por haber tratado con la Mamá y porque había jugado con los otros niños del pueblo, no podían darle crédito. Y Jesús subraya que un profeta es aceptado en cualquier parte, menos en su propia tierra natal, y ¿quiénes son los más refractarios? ¡Sus parientes, los de su casa!

 

Este tema, es tema de fe, y se vuelve un obstáculo insalvable. Así que Jesús obró entre ellos, unos cuantos prodigios. Él mismo, no podía salir de su asombro: ¿por qué llegaba a tanto su incredulidad. El corazón, detrás de sus ojos, les decía: ¡No puede ser posible, no es más que otro igual a nosotros!

 

Eso sigue ocurriendo, hay muchos que están dispuestos a reconocer a Jesús, si se les dice que era un ET. Seremos -según esta anécdota- también nosotros los cristianos-católicos los que tengamos mayor dificultad para acogerlo en su Parusía. No nos quedemos ahí, criticando a los paisanos de Jesús, miremos ¿qué nos pasa a nosotros? y si ¿nosotros somos víctimas del mismo mal? Porque, si es así, tenemos que reaccionar pronto: si somos infieles tenemos que dar el paso a reconocerlo. Si nos cuesta ver en nuestros vecinos la Presencia de Dios, entonces, no estamos listos para andar sinodalmente.

 

«… yo soy libre debo emitir mi propio juicio y comprender que significa todo. Se trata de un trabajo que a menudo no hacemos: nos conformamos nos tranquilizamos con: me han dicho, he escuchado, la gente dice, he leído… Y así nos quedamos tranquilos. En cambio, deberíamos preguntarnos: ¿Cuál es la verdad? ¿Cuál es el mensaje que el Señor quiere darme con ese signo de los tiempos? ... Somos libres para el don de la libertad que nos ha dado Jesucristo. Pero nuestro trabajo es mirar lo que sucede dentro de nosotros, discernir nuestros sentimientos, nuestros pensamientos y qué acontece fuera de nosotros, y discernir los signos de los tiempos. Con silencio, reflexión y con la oración» (Papa Francisco)

 

Hay una pauta que nos da el mismo Papa Francisco en el #30 de la Evangelii Gaudium y que nos parece pertinente: «Cada Iglesia particular, porción de la Iglesia católica bajo la guía de su obispo, también está llamada a la conversión misionera. Ella es el sujeto primario de la evangelización, ya que es la manifestación concreta de la única Iglesia en un lugar del mundo, y en ella “verdaderamente está y obra la Iglesia de Cristo, que es Una, Santa, Católica y Apostólica”. Es la Iglesia encarnada en un espacio determinado, provista de todos los medios de salvación dados por Cristo, pero con un rostro local. Su alegría de comunicar a Jesucristo se expresa tanto en su preocupación por anunciarlo en otros lugares más necesitados como en una salida constante hacia las periferias de su propio territorio o hacia los nuevos ámbitos socioculturales. Procura estar siempre allí donde hace más falta la luz y la vida del Resucitado».

 


Jesús cambia, entonces, de tónica. Va por los pueblos de las inmediaciones, no dedicado a la sanación, sino a la enseñanza.

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