miércoles, 26 de febrero de 2025

Jueves de la Séptima Semana del tiempo Ordinario



Si 5, 1-8

“Este Libro refleja la sabiduría ortodoxa tradicional, pero cuidando de actualizarla según la nueva cultura dominante. Jesús ben Sirá es un “conservador iluminado” por su tendencia a operar en la teología sapiencial tradicional una adaptación ligera pero adaptada a un modelo “laico”. Pero su dialogo con la cultura profana es todavía muy cauto, pero verdadero”. (José L. Caravias s.j.)

 

Ayer quedamos en el capítulo 4, en los versos 11-19, leíamos: “La sabiduría, … el que la obedece juzgará a las naciones; el que le hace caso, vivirá en la casa de Ella. Disimuladamente caminará con él. Lo pondrá primero a prueba, y cuando tenga lleno de Ella el corazón, volverá a él para guiarlo y revelarle sus secretos. Pero si él se desvía, lo rechazará y lo entregará a su ruina”. Veamos lo bien que hilvana la perícopa de hoy, apuntando hacia el que “se desvía”.

 

Los capítulos 1,1 – 42,14 constituyen la primera parte de este Libro y agrupa una serie de reflexiones sobre diversos temas. Es el caso de hoy, donde la temática es la “presunción y las riquezas”. Cuando uno se siente poseedor y dueño de “todo” y puede llegar a afirmar que “tiene lo bastante”, y que con sus posesiones puede vivir descaradamente a su arbitrio. Pero también por haber recabado fortaleza y salud para afirmar que, con ella, puede consagrarse a perseguir “caprichos y antojos”. El piso de fondo para este extravío es la idea de la “posesión del todo”, la idolatría del “tener”.

 

Ese tipo de seguridades lleva a falsear la perspectiva hasta llegar a atreverse a afirmar que puede burlarse de Dios, porque habiendo pecado, siente que se ha salido con la suya y ha quedado impune. La perícopa se dirige contra la maldad del rico que se enorgullece basado sobre una serie de falsas seguridades, que lo conducen a no reparar en el mal que causa. Y nos hace notar que no hay tal impunidad, sino una paciencia divina (lento a la cólera, nos dice en Éxodo 34, donde el mensaje principal es la revelación del carácter de Dios y la renovación de la relación entre Dios y su pueblo; lo encontramos reiterado especialmente en el Salmo 103(102)) que nos da la oportunidad de descubrir nuestros desencaminamientos.

 

En la versión hebrea se lee, además: “No te dejes llevar de tu corazón y de tus ojos para seguir los malos deseos”. Como un llamado de advertencia contra la avidez y la glotonería de la mirada. Porque el ojo que mucho abarca, resbala y cae en esos senderos concupiscentes.

 

En la versión hebrea, después del verso 4 se añade. “No digas, el Señor es compasivo y borrará todos mis pecados”. Lo que lleva hacia una moral indolente y descarada. El que así piensa se fía de la autosuficiencia del dinero, desembocando en el pensamiento de no tener a nadie a quien rendirle cuentas. Una vida sin Dios y sin Ley. Se ignora en esta perspectiva que el rico conlleva la misma fragilidad del pobre, y que en cualquier esquina puede hallarse frente a su tribunal final. La Misericordia Divina es ilimitada, ¡es cierto!, pero el impío es portador de una maldad tan creativa que se da mañas para ponerse fuera de su alcance. ¡El impío es, por definición, impenitente!

 

¿Cómo puede ser el malvado tan extravagante para lograr salirse de la Bondad-Infinita? Obcecándose en su perversidad a consciencia, perseverando en la perversión y la inmoralidad de sus actos, manteniendo sus acciones en el área de las sombras de la pecaminosidad. Dios nos ha descubierto sus sendas, pero podemos de manera contumaz, quedarnos al margen de sus caminos. Al contrario, el consejo con el que nos advierte el Sirácida dice: “no lo dejes siempre para el día siguiente” (v.7). El proverbio popular lo estampa: “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.


 

La lógica nos dice que el arrepentimiento debería llegar y acudir presuroso tan pronto descubrimos que hemos fallado el derrotero, que estamos “errando la puntería”, que -a sabiendas- vamos por el mal camino.

 

En el verso 8, se puede entender como riquezas “mal habidas” y así se ha traducido, pero la expresión se enfoca, más bien, hacia las “riquezas engañosas” las que dan pábulo a pensar que la ley divina añade subterfugios y genera pretextos.

 

Sal 1, 1-2. 3-4 y 6

La mayor fuente de Sabiduría es la Palabra de Dios

La gente habla de sus vidas sin rumbo, de su falta de dirección, de seguridad, de certeza, de su sentirse a la deriva en un viaje que no sabe de dónde viene ni a dónde va, del vacío en su vida, de las sombras de la nada.

Carlos González Vallés s.j.

¿Quién se desvía y se aparta de Dios? El que desconfía de la “propuesta de Dios”. El extravío empieza cuando creemos que podemos encontrar una alternativa superior. Cuando os parece que su enseñanza no basta, que sus miras son estrechas y que podríamos exitosamente volar más allá, irnos más lejos, saliéndonos de sus cauces. Nuestra propia malaventuranza la trazamos cuando desconfiamos del Señor.


 

El árbol en la mística judía es signo de la unión entre Dios y el hombre.  El salmo nos trae una imagen, casi ingenua, describe al hombre con una comparación: «… como árbol plantado junto a una corriente de agua, que dará fruto a su tiempo. Aquí la imagen nos parece casi trivial; pero sabemos que en Palestina son escasas las corrientes de agua, y un árbol plantado cerca del agua es un lujo, es algo más bien raro, y por tanto es una situación excepcionalmente favorable». Carlo María Martini.

 

Al mirar este salmo nos parece muy importante reconocer que cuando uno se llega a las Escrituras, no vamos, como un coleccionista, buscando “rarezas” para incorporarla a su vitrina, una tras otra. No estamos a la caza de ideas y no se trata de encontrar hoy una temática y mañana otra, una palabra especial hoy, que después vendrá otra como la última adquisición. Lo que vamos, más bien, es articulando un rizoma (estamos próximos aquí a la visión de Deleuze, donde cualquier predicado afirmado de un elemento puede incidir en la concepción de los otros elementos de la estructura, sin importar su posición recíproca, quizás porque lo preponderante en términos teológico no es el poder, que siempre se afana por hegemonizar en la estructura; nos parece que el concepto rizomático es más cercano a la sinodalidad).

 

Cuando Dios nos presenta su propuesta, no lo hace de manera hegemonizante, sino como una opción para alcanzar la paz espiritual, para vivir la dicha, sin sombras de imposición, de intentos subyugantes. Nos dice “Seréis felices, gozareis de la bienaventuranza”. La expresión que usa es אַ֥שְֽׁרֵי־ [esher] “¡Feliz!

 

Es lo primero que encontramos en el Salmo hoy, y se ha traducido por “Dichoso”. Lo primero que nos dice es que el Tentador se nos acerca con el sutil disfraz del impío y viene a nosotros repartiendo sus consejos, llamándonos a recorrer los oscuros valles del pecador, juntándonos en convites de cínicos, en vez de acampar en la Tienda del Señor acompañados de su Shekina, donde los Ángeles entonan -en hermosa coral- la Ley de YHWH.

 

La segunda estrofa resalta que todo lo que inicia el hombre pío, fructifica positivamente en honor del Dios que lo instruye, todo lo que él planta se llena de follaje y carga oportunamente sus frutos. Es paradigma de fecundidad y bonanza.

 

Por el contrario -y ese es el tema de la tercera estrofa de hoy, ¿cuáles son los frutos que carga el impío? Paja que se lleva el viento. Y ¿a dónde van a parar los paganos, los idolatras? En hebreo dice תֹּאבֵֽד [abad] “la muerte”, la “perdición”, “andar errabundo”, “a la destrucción”, a “ser completamente borrado”., “al valle de la muerte”.

 

«Tú me haces sentirme como “un árbol plantado al borde de las aguas2. Siento la corriente de tu gracia que me riega el alma y el cuerpo, hace florecer mi capacidad de pensar y de amar y convierte mis deseos en fruto cuando llega la estación y el sol de tu Presencia bendice los campos que Tú mismo has sembrado» (Carlos González Vallés s.j.)

 

Mc 9, 41-50

… es necesario rezar "porque para vivir en la coherencia cristiana es necesaria la oración, porque la coherencia cristiana es un don de Dios y debemos pedirlo": "Señor, ¡qué yo sea coherente!

Papa Francisco

¿De dónde nace este afán de escandalizar, este interés de retrasar la construcción del Reino? De la incoherencia. Y, en qué consiste la incoherencia, en no ser portadores en nuestra vida de los valores evangélicos. Dios nos ha mostrado con que varillas y postes se va estructurando el edifico del Reino de Dios, pero otros afanes, otros egoísmos nos obnubilan, y terminamos desvelados en otras motivaciones distintas y divergentes que no son la propuesta de Jesús.

 


Esas manos, esos pies, esos ojos, son los que tendrían que servir de leña para alimentar el fuego purgante. No se trata de cortarse la mano, ni de amputarse el pie, ni de cercenarse el ojo; se trata -por el contrario, de poner manos, pies y ojos y la totalidad de nuestro ser al servicio de la Causa de Dios. Se trata de corregir el rumbo, de precisar cuál es el verdadero objetivo, de superar las manías, las mañas, los resabios. Muchas veces se trata de repensar nuestro enfoque, de volver a medir si estamos cortando las barras y las columnas con la medida que Dios las ha pedido, pues no deben ser, ni más cortas ni más largas. De las medidas exactas que puso Dios en los planos y en la maqueta. Hay que deshacerse de todo lo que nos aleje del proyecto diseñado por Dios. Esa sabiduría de adaptarse a la Sabiduría es la única verdadera Sabiduría.

 

“Por eso, es preciso cortar ese mal por la raíz, es decir, preservarse de la ambición que corrompe en todas las dimensiones: cortar la mano (9, 43), es decir, las acciones; cortar el pie (9, 45), es decir, el modo de proceder, arrancar el ojo (9,47) esto es, los deseos”. (Euclides M. Balancin) En el árbol de nuestra vida hace su nido la serpiente. La figura literaria, también alude a que son partes de nuestro propio ser las que dan vida a la serpiente que nos habla con sus carantoñas tentadoras. ¡Hay que descabezarla!

 

"Jesús habla muy fuerte del escándalo: ´quien escandalice a uno sólo de estos pequeños que creen en mí, uno sólo de estos hermanos, hermanas que tienen fe, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos, y le hundan en lo profundo del mar´. Un cristiano incoherente hace mucho mal y el escándalo mata… muchas veces hemos escuchado: ´Pero padre, yo creo en Dios, pero no en la Iglesia, porque vosotros cristianos decís una cosa y hacéis otra". Y también: ´yo creo en Dios, pero en vosotros no’. Y esto sucede por la incoherencia”. (Papa Francisco)

 

“El actuar en el nombre de Jesús debe impedirnos el que seamos obstáculo a la fe de los otros: incluso actitudes e ideas que en sí son justas no deben imponerse a los otros, que todavía no están maduros en la fe. En lugar de ayudarlos, se corre el riesgo de perderlos.” (Beck, Benedetti, Brambillesca, etal).

 

¿Cuál es el criterio? Que tenga amor, que aplique el perdón, que sea capaz de conmoverse. Esa es la coherencia. “Toda práctica que tiene como objetivo ser superior a los demás, dominar a las personas -en una palabra, la ambición del poder-, va por mal camino, completamente fuera de la ruta del proyecto del Padre, y, por tanto, del Reino de Dios”. (Euclides M. Balancin) «Toda opción en el fondo es siempre una amputación de otras opciones posibles, y es válida, si va orientada hacia una realización más plena de quien opta. Precisamente aquí la opción radical asume su validez por cuanto está orientada hacia la “vida” y el “reino”». (Beck, Benedetti, Brambillesca, etal).

 

"Si tú te encuentras delante --imaginemos-- de un ateo y te dice que no cree en Dios, tú puedes leerle toda la biblioteca, donde se dice que Dios existe y también probar que Dios existe, y él no tendrá fe. Pero si delante de este ateo tú das testimonio de coherencia de vida cristiana algo comenzará a trabajar en su corazón. Será precisamente tu testimonio lo que le traerá esta inquietud sobre la cual trabaja el Espíritu Santo. Es una gracia que todos nosotros, toda la Iglesia, debe pedir: ´Señor, que seamos coherentes´". (Papa Francisco)

 


“El que cree es siempre “pequeño”. No porque la confrontación con la realidad de la fe lo mortifique o lo aplaste, sino porque ella le da la verdadera medida de sí mismo y la relación correcta con los otros. Por eso el que cree no es un gigante solitario, sino una persona, que vive la fe y el amor en la fraternidad: uno nace y se construye con otros” (Beck, Benedetti, Brambillesca, etal). Se llega al descubrimiento de que estas cirugías que suprimen partes del ego, son operaciones correctivas para poder caminar sinodalmente en las comunidades, para que sean comunidades movidas por el empeño sincero de construir el Reino, y no trampolines para la construcción de altares al egoísmo, donde todo se vale si y sólo si, es para mi propio altar.

 

Señor, que yo no escandalice nunca, que yo sea una persona que piensa como cristiano, que siente como cristiano, que actúa como cristiano". (Papa Francisco) 

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