lunes, 3 de febrero de 2025

Martes de la Cuarta Semana del Tiempo Ordinario


 

Hb 12, 1-4

Una de las situaciones más amenazantes para el fiel es el retroceso. La fidelidad implica y se define por la perseverancia. El fiel necesita urgentemente mantenerse en su estabilidad y solidez; y cualquier parada, significa perdida y retroceso: la fidelidad aspira el avance permanente, la firmeza y la perseverancia se aúnan para constituir la fidelidad.

 

El camino -empero- está tapizado de estorbos, en particular de pecado. En vez de dejarnos entrabar por eso, tenemos que poner la mirada en Jesús, nuestro líder, nuestro bastión, que nos auxilia en ambas: ἀρχηγὸν [archegon] “el que inicia”, “iniciar” (como notamos empieza por la letra alfa) y τελειωτὴν [teleioten] “perfeccionar” “completar” esta palabra inicia con la t griega; alfa es el equivalente de Alef la primera letra del alefato, la tau griega es el equivalente fonético de tav, la última letra del alefato, o sea que alef y tav en hebreo, es lo mismo que decir en griego “alfa y omega”, o en español de la “a a la z”- Jesús inicia y perfecciona nuestra fe.

 

¿Quién es el paradigma de la fidelidad? Jesús, que:

a)    Renunció

b)    Soportó la cruz

c)    Desprecio la ignominia

 

La salvación, muchas veces la reducimos a no tener como destino final el infierno. Cada vez más y mejor, hemos logrado entender que le Infierno no es otra cosa que la ausencia absoluta de Dios; lo que nos ayuda a entender que la Salvación es -precisamente- lo antagónico, es disfrutar de la Presencia de Dios. Jesús, como paradigma, ha alcanzado la cúspide de la Presencia, estar “Sentado” a la Derecha del Trono de Dios-Padre, contemplándolo por Toda la Eternidad.

 

¿Qué se propone esta perícopa que proclamamos hoy como Primera Lectura? Que nosotros tomemos en cuanta todas estas “premisas” para construir con ellas un razonamiento (este proceso se llama ἀναλογίζομαι [analogizomai] “aquilatar mirando a lo alto, a lo espiritual”, digámoslo así, razonar usando la inteligencia espiritual) que nos ayude a pasar del plano de las consideraciones “terrenales”, “mundanas”; y podamos tener los ojos espirituales para ver y atenernos a lo que verdaderamente vale: “los bienes espirituales” que nos promete la fe.


 

Entrando un poco en la “forma”, notemos que toda la perícopa tiene la forma de una “parábola”, es una comparación que toma algo conocido, para hablar de algo trascendente: lo conocido -en la cultura griega era algo muy conocido, se cultivaban los gimnasios, el deporte, las carreras y diversos tipos de competencias atléticas- así pues, se compara con una “carrera” y nos llama a que la “corramos” con constancia. Al correr no podemos ni cansarnos, ni perder el ánimo. No podemos abandonar sino perseverar hasta llegar a la meta. El hagiógrafo no nos pinta una meta donde se recibe la corona de laureles, antes bien, nos hace mirar descarnadamente cual será la corona del atleta que “resista”: será de sangre, y a los hebreos (judíos que habían aceptado el cristianismo) todavía, en la lucha contra el pecado, no habían llegado hasta el punto de tener que derramar su sangre (cfr. 12, 4)

 

Sal 22(21), 26b-27. 28 y 30. 31-32

Salmo de Acción de Gracias. Este salmo tiene 31 versículos. Se toman sólo 5 y medio para la perícopa que se proclama. Con ellos se estructuran 3 estrofas.

Estamos hablando de nuestro paradigma de vida, y mirándolo Crucificado.

 

En la primera estrofa hay un triángulo:

1.    Lo que Jesús le prometió al Padre lo cumplirá.

2.    Los que no tienen quien los socorra, Él los nutrirá como el Pelicano se abre el costado para que sus polluelos beban de su sangre.

3.    Los buscadores del Señor, tendrán en esto motivo de explayarse en alabanzas.

 


En la segunda estrofa, también hay tres aspectos:

1.    No sólo los que habitan cerca, sino también los que están más alejados al recordarlo volverán al Señor.

2.    Todas las familias de los pueblos lo adorarán de rodillas

3.    También los muertos se postrarán ante Él.

 

En la tercera estrofa, igualmente, otras tres perspectivas:

1.    Sus descendientes se pondrán a Su Servicio.

2.    A través de esa descendencia las generaciones futuras tendrán noticia de Jesús

3.    Los que nazcan en el futuro, recibirán fiel informe a través de la descendencia del hagiógrafo; sabrán que Dios es Justicia.

 

En el verso responsorial declaramos que buscar al Señor tiene una consecuencia: deshacerse en alabanzas al constatar, con su búsqueda, que el Señor cumple y está ahí, siempre a nuestro lado: No nos abandona.

 

Mc 5, 21-43

… una mujer empobrecida, condenada a la soledad afectiva, a la exclusión social y a la maldición religiosa. Su enorme deseo de curación la llevó a romper con las prohibiciones de la ley religiosa y a ponerse en contacto con Jesús.

Formalmente hablando, estamos en presencia de una inclusión: como un sándwich, se empieza a narrar un “milagro”, se deja en puntos suspensivos, como si el Señor se hubiera interrumpido, atiende a otra necesidad, que se presenta a su paso; y luego, continua, vuelve al primero, porque no deja nada incompleto y atiende a todo aquel que lo necesita.


 

El primer milagro es el de la hija de Jairo, que estaba al borde de la muerte, como lo expresa Jairo, “en las últimas”. Su fama de taumaturgo se había extendido, por eso Jairo le pide que le “imponga las manos” para que se cure y viva, la imposición de manos era significante de la comunicación de un poder o, en este caso, de la transmisión de la salud. Jesús se va con Jairo para atender su petición.

 

Por el camino, encuentra a una mujer que también había oído de los increíbles poderes curativos de Jesús, y de la manera más clandestina que le era posible, procuraba tocarlo. Una mujer con sangrado no podía tocar a nadie, porque, tanto ella como la persona tocada quedaban “impuras”, de hecho, ella llevaba doce años de impureza ritual; lo que ella trataba de hacer era, tocarlo sin que se diera cuenta.

 

Jesús en ningún momento le presta atención al tema de la impureza ritual, pero, lo que no era posible era que Él no fuera consciente dl poder que salía de Sí.  Ya hemos visto como -en otras situaciones análogas, por ejemplo, con los leprosos, a Él se le daba nada con esas limitaciones del ritualismo.

 

A los apóstoles tuvo que llamarles mucho la atención que, entre tanto apretujón y tanta aglomeración, Él pudiera discernir que alguien en específico la había “robado” una sanación”: lo digno de mención es que, ipso facto, la fuente de la hemorragia se secó.

 

Sin embargo, la interrupción, y estos minutos, debieron contar porque la niña, en el entretanto, murió. Jesús sabía lo que iba a hacer, se sabía Dueño y Señor de la Vida, así que, para Él, al llegar y encontrarla “muerta”, podía decir con sinceridad que tan sólo estaba dormida.

 

«El verbo ἅπτομαι [aptomai] “tocar” pero “tocar con un poder especial que va a obrar un cambio en la persona»- tiene una función clave en este episodio: se repite cuatro veces: Expresa con una imagen material qué es la fe: es decir, contacto personal con Jesús».

 


En este caso, el factor condicionante era que Jairo, como peticionario directo de la sanación, tuviera fe.

 

Los circunstantes se burlaban de Él. Él la “despertó” con el simple contacto de la Mano en la mano, y con sus doce añitos a cuestas se puso a caminar. De nuevo, Jesús ni busca la propaganda, ni contrata equipos de publicistas: hace el Bien, da la Vida, llena de alegría a Jairo (cuyo nombre precisamente viene de χαίρω “Alegría”), pero no quiere propaganda, ni comerciales, ni carteles, ni plegables, no quiere convertirse en otro objeto de compra y venta. No vino a ganar votos, o “likes”, vino a dar vida y vida en plenitud. (cfr. Jn 10,10). Por eso no se lleva consigo más que a tres de ellos, los que ya deberían estar habituados a ver la acción de Jesús como Hombre y Dios.

 

«No tiene sentido madurar en una sociedad patriarcal donde los varones deciden sobre las mujeres convirtiéndolas en su mercancía. Su padre parece tenerlo todo, pero al hacerse mujer su hija, él tiene que “negociarla”, venderla como esposa… Una de las facetas de este milagro de Jesús es la conversión de este padre … ahora tendrá que acoger y educar a su hija para la vida feliz, no para la esclavitud y la muerte.».

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