jueves, 20 de febrero de 2025

Jueves de la Séptima Semana del Tiempo Ordinario



Gn 9, 1-13

Rascacielos tempranos

En las condiciones actuales de la sociedad mundial, donde hay tantas inequidades y cada vez son más las personas descartables, privadas de derechos humanos básicos, el principio del bien común se convierte inmediatamente, como lógica e ineludible consecuencia, en un llamado a la solidaridad y en una opción preferencial por los más pobres. Esta opción implica sacar las consecuencias del destino común de los bienes de la tierra, pero, como he intentado expresar en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium, exige contemplar ante todo la inmensa dignidad del pobre a la luz de las más hondas convicciones creyentes. Basta mirar la realidad para entender que esta opción hoy es una exigencia ética fundamental para la realización efectiva del bien común.

Papa Francisco Laudato Si´ - #158

Hoy vamos a adentrarnos en nuestro penúltimo taller sobre el Génesis. Dios vuelve a establecer su Alianza y, repite las consignas que le había dado a Adán: multiplicarse y poblar la tierra. Le da soberanía, pero le impone responsabilidad. Si revisamos la historia universal, encontramos que se abusó de lo primero, pero la faceta de responsabilidad se obliteró. Hoy día, estamos alarmados frente al desastre que hemos hecho de nuestra “Casa Común”.

 

«El mundo, la historia, el tiempo es el lugar donde vamos construyendo ese nosotros con Dios, el nosotros con los demás, el nosotros con la tierra. Nuestra vida, siempre esconde esa invitación, una invitación más o menos consciente, que siempre permanece…. No sólo estamos invitados a ser parte de la obra creadora cultivándola, haciéndola crecer, desarrollándola, sino que estamos también invitados a cuidarla, protegerla, custodiarla. Hoy esta invitación se nos impone... Ya no como una mera recomendación, sino como una exigencia que nace por el daño que provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en la tierra. Hemos crecido pensado tan solo que debíamos “cultivar”, que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados quizás a expoliarla...» (Papa Francisco)

 

Veamos la Primera Lectura: Se trata de la Alianza con Noé, que Dios verbaliza con todas sus cláusulas: La primera, es la fecundidad, la tarea era “sustituir” todos los que habían sucumbido en la depuración del Diluvio; luego está la subordinación de todos los animales al hombre (ser humano, hombre-mujer), y con ello, la posibilidad de comer de todo sin excepción (dejando de lado las normas de Kosher -lo que estaba declarado “puro” o sea apto para comer según las normas dietéticas judías-, eso sí, con la precisión de haber desangrado exhaustivamente la carne; el ser humano queda preservado del crimen contra su vida, y a cualquiera que atentare contra ella, el Señor lo juzgaría con toda severidad. ¡La vida es Sagrada!

 

Ese veto a la “pena de muerte” -los asesinos no debían ser vengados por medio de su propia muerte- Dios les prohibía quitarles la vida a los Caínes y Lameques (el otro asesino se llamaba Lámec), para quien matar a Lámec el castigo sería, no de siete veces, sino de setenta y siete veces.

 

Y a continuación, una promesa de dejarlos tranquilos, salvaguardados de la repetición del Diluvio, el usó de su arma -un arco para disparar las flechas Divinas- cuando el arco se usa está en posición vertical, cuando se deja de usar y se cuelga, el arco está horizontal- así está ahora el Arco de Dios, que pasa a ser, de instrumento letal, a ornamento, y ¡cuán deliciosamente decora el firmamento el Arco de Dios con su heptacromática apariencia! Este signo alegra la vista de los que no están ciegos para los mensajes de Dios.


 

Nosotros visualizamos en el Sínodo de la Sinodalidad un esfuerzo valeroso de dar los pasos necesarios hacia un Pentecostés que es el Anti-Babel.

 

«Existe una relación entre nuestra vida y la de nuestra madre la tierra. Entre nuestra existencia y el don que Dios nos dio. «El ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, y no podemos afrontar adecuadamente la degradación humana y social si no prestamos atención a las causas que tiene que ver con la degradación humana y social» Pero, así como decimos se «degradan», de la misma manera podemos decir, «se sostienen y se pueden transfigurar». Es una relación que guarda una posibilidad, tanto de apertura, de transformación, de vida como de destrucción, de muerte.

 

Hay algo que es claro, no podemos seguir dándole la espalda a nuestra realidad, a nuestros hermanos, a nuestra madre la tierra. No nos es lícito ignorar lo que está sucediendo a nuestro alrededor como si determinadas situaciones no existiesen o no tuvieran nada que ver con nuestra realidad. No nos es lícito, más aún no es humano entrar en el juego de la cultura del descarte.

 

Una y otra vez, sigue con fuerza esa pregunta de Dios a Caín: «¿Dónde está tu hermano?». Yo me pregunto si nuestra respuesta seguirá siendo: «¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?» (Gn 4, 9). (Papa Francisco)

 

Sal 102(101), 16-18. 19-21. 29 y 22-23

Vayamos al Salmo 102(101). A estas situaciones de “destrucción” (que nosotros erróneamente llamamos “castigo”), sucede la labor reconstructiva del Propio Dios, que impulsa y genera los medios, así como instruye al hombre a trabajar para no ver la obra de Dios en ruinas; al triste y desolador espectáculo del Templo destruido (imagen que encontramos de la forma más escalofriante cuando miramos “al que traspasaron”), sucede la Aparición de Dios que se Presenta revestido de Gloria, atento a las suplicas de los indefensos, prestando oídos a los gemidos de los cautivos y librando a los que son amenazados de muerte. Llegará una instancia en que los pueblos alcanzaran unanimidad para dar culto a YHWH en Jerusalén, que puede ser cualquier ciudad que sea santuario de Paz.

 

Este salmo tiene 28 versículos. De ellos se toman 9 para la perícopa que se proclama hoy:

 

La primera estrofa habla de un “cuándo”. Cuando YHWH reconstruya a Jerusalén; cuando actúe a favor de los עַרְעָר [arar] “indigentes”, “menesterosos” “indefensos” y no desoiga sus ruegos.

 

En la segunda estrofa destaca que Dios expresó eso en aquel entonces, como una profecía, para que estuviéramos atentos al momento, a la llegada, y comprendiéramos que Él no quita su mirada de nosotros ni aleja sus oídos de nuestros gemidos, porque sabe que estamos אָסִיר [asir] “cautivos”, “prisioneros”.

 

Cuando llegue ese momento (llegamos así a la tercera estrofa, formada por otro terceto versicular), el santo-y-seña será que todos los pueblos de la tierra lograran superar sus sectarismos y alcanzar el nivel de comunión para alabar, unánimes, junto con sus gobernantes y rendirle culto a YHWH.


 

¿Qué declara el versículo responsorial? Se trata del versículo 20(19): “Que Dios nos ha volteado a mirar, y que su Mirada es Fiel como Él, con Ojos de Ternura nos mira, durará su Contemplativa Mirada fija en nuestra carencia, hasta que toda Jerusalén sea Verdadera-Ciudad-de-Paz.

 

“Ciudad moderna de huelgas y disturbios, de explosiones, de bombas, de sirenas de policía. Sufro contigo, con la esperanza de que nuestro sufrimiento traerá redención y llegaré a cantar libremente en ti las alabanzas del Señor que te hizo a ti y me hizo a mí”. (Carlos González Vallés s. j.)

 

Mc 8, 27-33

Sean pastores del rebaño de Dios, … gobernándolo… como Dios quiere; no por sórdida ganancia, … no como déspotas sobre la heredad de Dios.

Cfr. 1P 5, 2s

 

La misma respuesta de Pedro al decirle: “Tú eres el Mesías”, está encubriendo una esperanza equivocada.

Adriana Méndez Peñate

Entre el Evangelio de hoy y el de ayer hay un paralelismo muy interesante: Hemos venido viendo que los Discípulos de Jesús están “ciegos”; participan de la apreciación de “la gente”, piensan que Jesús es Juan el Bautista, o Elías o, alguno de los profetas: lo confunden con gente muerta tienen ojos, pero ¡no ven! Pedro hoy le dice: “Tú eres el Mesías”, eso es equivalente a decir: “Veo hombres, me parecen árboles, pero andan”. Entonces, Jesús vuelve sobre el Secreto Mesiánico: No le hablen a nadie acerca de esto. (Mc 8, 30). Máxime que se encuentran en Cesarea de Filipo, que, por ser territorio pagano, hacía más políticamente inconvenientes (o al revés) las manifestaciones de mesianismo.

 


Jesús tiene que iniciar la Segunda Terapia: “Le puso otra vez las manos en los ojos; … (Cfr. Mc 8, 25a). En esta segunda parte de la sanación de la ceguera de los Discípulos, Jesús les corrige y les ajusta los lentes para que vean bien: “El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días” (Mc 8, 30). Se puede traducir lo anterior con las siguientes palabras: “Si, efectivamente Yo soy el Mesías, pero el punto está en que Soy un Mesías, pero no triunfalista, mis medios no son las armas y la imposición, sino la ternura y la misericordia, ¡Soy el Mesías de la Compasión! ¡Rehúso usar las vías de la violencia!”. Pero -aquí viene el gran “pero”- lo que pasa es que el ser humano no puede “digerir” esto así, de golpe, en realidad de verdad, nos está llevando siglos asimilar esta Verdad.


 

Hay ciegos que no resisten ver bien, hemos conocido personas que -pese a sus dificultades visuales, prefieren dejar de lado sus gafas, olvidarse de ellas, hacer como si no existieran, y seguir padeciendo sus desarreglos ópticos, “… es que me maltratan en las orejas mijito”: Aquí tenemos a Pedro, que -haciendo oídos sordos de lo que le está “enseñando” su Maestro; cree entender mejor las cosas y allanarle el camino a Jesús, saltándose la etapa de la Pasión, pensando llegar así -por un atajo- a las rutas de la Glorificación: ¡Maestro, me conozco otro camino, más corto y más confortable! ¡Pobre Pedro, es tan sólo un hombre, por eso no puede alcanzar las cumbres cimeras de la Lógica Divina!

 

Renegar de sí mismos, es decir, renunciar a toda ambición personal, … Cargar con la cruz … esto es, que la sociedad los considere y los trate como criminales. Es aceptar que el sistema los odie.

Juan Mateos s.j.

Comenzó a enseñarles. La primera parte estaba caracterizada por el verbo ‘anunciar’, ‘proclamar’. Es el primer anuncio que lleva al reconocimiento mesiánico. La segunda parte se centra en la catequesis. Jesús les enseña a los discípulos el sentido profundo de su mesianismo. "El Hijo del Hombre tenía que padecer mucho”.

 

«…la cruz … este instrumento de redención ha venido a ser, juntamente con la muerte, el sufrimiento, la sangre, uno de los términos esenciales que sirven para evocar nuestra salvación… el discípulo no puede renunciar a la cruz y al sufrimiento para seguir con la tendencia natural de conformarse con la grande masa, … Por el contrario, debe aceptar ser considerado como un estúpido para el mundo, no conforme con los tiempos actuales... tener la fuerza y el valor de caminar en contra de la corriente si fuese necesario». (Hugo Orlando Martínez Aldana)

 

“… en la concepción de la identidad de Jesús por parte de Pedro, no es posible concebir a un Cristo que sufre y muere. Lo cual es normal porque es muy difícil seguir a un líder que predice tales cosas; pues en vez de augurar un triunfo … lo que está advirtiendo es una derrota total”. (Hugo Orlando Martínez Aldana).

 

Nosotros decimos que los Apóstoles eran muy lerdos para asumir que Jesús es el Mesías. En realidad, ninguno de nosotros quiere quitar los ojos del Superman en que lo hemos disfrazado. De múltiples maneras lo seguimos aguardando que llegue echando chispas, lanzando napalm infernal a diestra y siniestra, (como en la película de Francis Ford Coppola, Apocalypse Now, ambientando su llegada con la música de Richard Wagner reproducida con atronadores parlantes).

 


Tememos que no estamos muy aventajados sobre San Pedro, quizás él sigue estando a la vanguardia y lo ha entendido mejor que nosotros. En vez de llevárnoslo aparte, vayamos donde Él, para reconocer que “Quien cumple la Voluntad del Padre Celestial, ese es hermano, hermana y madre de Jesús”.

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