Hb
9, 24-28
De hecho, Él se ha
manifestado una sola vez, al final de los tiempos, para destruir el pecado con
el Sacrificio de Sí Mismo
Hb 9, 26
Hemos
venido trabajando la idea de que Dios quiso darnos a “conocer” el Cielo -una
realidad espiritual que somos incapaces de conocer- y nos la “muestra”
parabólicamente. Por medio de realidades físico-materiales, nos muestra una “maqueta”
del Cielo. Por ejemplo, la Sala Real del Cielo, nos la “transparenta” con el קֹדֶשׁ הַקֳּדָשִׁים [Kodesh
haKodashim] “Sancta
Sanctorum” del Templo. Los sacerdotes de la Primera “Alianza”, repetían año
tras año y vez tras vez, este ritual de entrada al Kodesh haKodashim, pero esa
sólo era una parodia, ningún sacerdote entró en el verdadero Sancta Sanctorum, hasta
que Jesús entró, Muerto. Resucitado y Ascendido, al Cielo, ante la Presencia
del Dios-Altísimo, en el Santuario no construido por “manos humanas”.
Todo
lo que hacían los sacerdotes Aaronitas, del linaje Levítico, era “bocetado” un “bosquejo”,
del Sacerdocio Real. Algunos teólogos dicen que era “simbólico”, pero no era la
“pura verdad”. Tan sólo era un “esquema calcado” con el que Dios nos entregaba
el “diseño” que era importante para que tuviéramos los datos necesarios y pudiéramos
“vislumbrar” de qué se trata la Redención y cómo el Sacerdote presentaba la “sangre”
de la Victima-sacrificada, derramándola sobre la Tapa-del-Arca, en el Propiciatorio
que en hebreo se llama el Kapporet (cubierta).
Yom
Kippur, Día de Propiciación, o Día de la Expiación. Cae el décimo día del mes
judío de Tishrei, también es conocido como, Yom Peduth (El Día de Redención),
Yom HaDin (El Día del Juicio), Día de Reposo de Día de Reposo, Día de Yahweh (Día
del Señor). También se hacía referencia en hebreo como, “Panayim-El-Panayim”
viendo a Yahweh cara a cara. Este día parece establecido en Lv 16, 27-34 y en
el capítulo 23, 27-32, se estipulan las acciones que se deben realizar durante
este día.
No
se hace ningún trabajo ese día. Es el Día más solemne entre los días más santos,
día de Reposo. En ese día y solamente ese día, el Sumo Sacerdote entraría al
lugar Santísimo para hacer propiciación por sus pecados y por los pecados del
pueblo. El llevaría la sangre del macho cabrío de Yahweh más allá del velo,
como ofrenda por el pecado.
En
verdad, Cristo se ofrece una sola vez para quitar los pecados de todos; una
precisión, en realidad no dice “de todos”, dice πολλῶν [pollon] “de muchos”.
Esta
es la razón de que se hable de una Alianza -o Testamento- Nuevo, donde el
Mediador es Cristo (dicho en griego; Mesías, se dice en hebreo), la Suya es una
Muerte Redentora, así, la ecclesia “los convocados”, “los llamados”, van a recibir la
herencia, nosotros somos los herederos (por filiación), Dios es el Testador,
Cristo, es el Mediador: Su Mediación consiste en hacernos hijos adoptivos por
su Propia Sangre Derramada y Presentada en el Altar del Cielo, derramada sobre
el Kapporet. El Hijo entró, de una Vez y para Siempre en el Verdadero Santuario
donde presentó al Padre la inmolación (que significa meterlo, incorporarlo
entre la “mola”, de harina de trigo, es decir, la masa; podríamos decir que la víctima
era “apanada” para hacerla más refinada y más presentable ante los Ojos de Dios.
Jesús se apana como ofrenda Eucarística), y Dios la recibió de sus
Manos, porque la encontró, Victima Agradable, y aprobó el Cordero como Perfecto
e Inmaculado. En este Acto -Verdadera Liturgia Celestial- Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote- es acogido
en su Trono, a la Derecha de YHWH.
Sal
98(97), 1bcde. 2-3ab. 3cd-4. 5-6
Un
Cantico Nuevo no significa un canto que se viva cambiando, que tengamos que, en
cada Eucaristía, inventarnos uno diferente. En realidad, el Cantico Nuevo ya ha
sido incorporado a la Liturgia, ya está allí, prescrito (establecido), ni
siquiera tenemos que aprenderlo de memoria porque nosotros no tenemos que
pronunciarlo. El Presidente de la Asamblea tiene a su cargo proclamarlo (él y
sólo él, nosotros guardamos un rotundo silencio contemplativo) se llama la
Doxología: «Por Cristo, con Él, y en Él, a Ti Dios, Padre Omnipotente, en la
unidad del Espíritu Santo, todo Honor y toda Gloria, por los siglos de los
siglos».
Tal
vez, quisiéramos que nuestra participación fuera muy extensa y farragosa en
palabras, pero en verdad se ha concentrado en un sumo que condensa toda nuestra
Acción de Gracias, toda nuestra Alabanza, toda nuestra Gratitud: Y la llamamos
el Gran Amén, porque es simplemente esta la palabra con la que entramos en
plana comunión reconociendo la Victoria de Dios sobre el pecado y la muerte.
Nuestro
Sumo y Eterno Sacerdote Alaba, Bendice y Glorifica al Padre, que para eso es
nuestro Hermano Mayor, y nosotros, todos los hijos adoptivos, nos unimos a
Jesús, entrelazando nuestras voces y en un estallido de Alabanza que no nos
cabe en el pecho decimos ¡Amén!
Este
himno es lo que está glosado con el Salmo de hoy.
En
la Primera estrofa: El señor ha obtenido para nosotros la Victoria, así que a nosotros
nos cabe honrarlo, cantarle un himno que lo ensalce un himno que reconozca las
asombrosas generosidades que su brazo ha otorgado.
En
la segunda estrofa recocemos que el Señor define su poder como Justicia, que
consiste en hacer expandir su Misericordia y su Bondad. Y todos los pueblos del
planeta son testigos de su poderosa Justicia.
En
la tercera estrofa se les dice a todas las naciones que se han asombrado con su
Magnanimidad que lo ovacionen, que aplaudan y hagan gala de pirotecnias de asombro.
La
cuarta estrofa nos convida a aclamar al Señor, Rey de la Tierra a hacer sonar
todos los instrumentos, todas las bandas, todas las orquestas en un atronador concierto
internacional de alabanza y glorificación.
En
el verso responsorial se redobla el propósito de valorar tantas y tantas
maravillas como nos vienen del Cielo.
Mc
3, 22-30
Estamos llamados a ser
los colaboradores de Dios en una empresa tan fundamental y única como es
testimoniar con nuestra vida la fuerza de la gracia que trasforma el poder del Espíritu
que renueva. Dejemos que el Señor nos libere de toda tentación que aleja de lo
que es esencial en nuestra misión, y redescubramos la belleza de profesar la fe
en el Señor Jesús.
Papa Francisco
Una
estrategia del enemigo ha sido siempre despreciar, minimizar y ridiculizar lo que
hace el poder de Dios-infinitamente-Bueno. El Malo despliega todas sus
emisoras, todos sus canales, todas sus pancartas y vallas, y megáfonos para
ridiculizar hasta el límite las maravillas de Dios. En todos sus noticieros
saca algo, que cubra la mayor parte de la emisión para desfigurar la Munificencia
y la Largueza del Señor.
Una
de sus pancartas favoritas es la que dice que no es fruto del Bien, sino que
esto ha sido realizado por medio de un poder diabólico. Uno no sabe que es más
escandaloso, si este mensaje falsario o que el pueblo de Dios preste oídos a
tanta calumnia y tanta villanía. Sin embargo, y para nuestro mayor desconsuelo,
hay mucho ingenuo que atiende a estos embustes y sus fruslerías.
La
otra cara de la moneda es pintar al Perverso como súper-poderoso, como imbatible,
como inexpugnable. Convencernos que contra él nada podemos, que sus redes están
tan bien entretejidas que todas las palomas caerán cautivas sin remedio. Se
presenta la Maldad tan invencible, que -y este es el consejo que nos dan- no
les queda más remedio que sentarse a llorar “arrepentidos en un rincón.
A
este tipo, este fulano tan sólido y prepotente lo desenmascara Jesús: por mucho
que lo pinten fuerte, no puede nada porque el que ha venido es mucho más
fuerte, mejor dicho, es verdaderamente fuerte, sus músculos no son de espuma,
ni su poderío de plastilina.
Jesús
les responde a los escribas, a los “cultos” que nos quieren convencer de
nuestra impotencia, sacándonos la lengua y haciendo muecas, que ese, el muy
socorrido con bombos y platillos es solo un dibujo, un inflable, un monigote.
A
los que se han dejado amedrentar les demuestra que los artífices del engaño no
quedaran impunes. Los que han acusado a Dios de obrar con las fuerzas del
adversario, recibirán todo el peso del Dios-Verdadero. A esos no se les podrá
aceptar que vengan con disculpas y pretextos: a sabiendas han engañado, a
sabiendas han fraguado su perdición.
Los
que se han ido contra los santos de Dios para fabricar mártires, de nada les va
a servir sus ¡Ay cuanto lo sentimos! Tampoco les valdrá de nada que digan ¡Lo hicimos
sin querer! Ya no podrán engañar a nadie, diciendo que simplemente aplicaron el
poder que se les había entregado. Porque precisamente ese poder lo volteará
Dios contra ellos mismos y dejará que la pantera que ellos habían entrenado
contra los “domésticos” sea la fiera salvaje Justiciera.
¡Dios
no castiga! ¡cada quien vuelca el plomo ardiente sobre sus propias llagas y las
que ha infringido con su mal disfrazada Envidia!
«Aquel
que niegue o rechace al Espíritu Santo es reo de condenación eterna por propia
elección. La razón es porque en el Amor de Dios es donde nos salvamos y somos
perdonados.» (Papa Francisco)
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