Hb
10, 19-25
Gracias a la Sangre de Jesús
Los lavaré con agua pura
los limpiaré de todas sus impurezas, los purificaré del contacto con sus
ídolos. Pondré en ustedes un corazón nuevo y un espíritu nuevo. Quitaré de
ustedes ese corazón duro como la piedra y les pondré un corazón dócil.
Ez 36, 25s
La
Biblia en general tiene un espíritu de Manual, de Guía de Instrucciones, no es
un libro de historias, ni un libro meramente informativo; es mapa, es brújula,
pretende aconsejarnos, llamarnos, prevenirnos, orientarnos. No nos acercamos a
la Escritura con el afán de leer, porque esa gran Biblioteca, a pesar de ser
-desde el punto de vista literario, una Obra Magnifica- no fue escrita con ese
propósito. Su objetivo Central es mostrarnos un Camino de Amistad con Dios y la
manera de recorrerlo en fidelidad con Su Voluntad, como lo veíamos ayer.
Esta
Obra llamada Hebreos, no quiere explicarnos quien es Sacerdote y cómo se hace
para llegar a ese status, cómo es lo del Tumín y el Urím, y cómo sujetarse el
pectoral con las doce piedras. Más bien va directo a lo siguiente y que realmente
nos compete: Ya no tenemos que ser sacerdotes Levíticos, nuestro Hermano Mayor
a rasgado la Cortina que nos mantenía fuera del Santo de los Santos (cuando la
lanza rasgo su costado, quedó traspasado, de parte a parte, el Velo que nos
separaba de Dios), y así como Él entró en la Presencia de Dios, nos ha
trasferido por línea de herencia-fraterna la dignidad Sacerdotal y podemos
comparecer ante el Señor, no por mérito propio sino porque Jesús se solidarizó
plenamente con nosotros, es por mérito de su Solidaridad que ganamos el acceso.
Aceptó hacerse en todo cómo nosotros para que nosotros también fuéramos como
Él, Profetas-Reyes-Sacerdotes.
¿Qué
hay que hacer y que rito ha de cumplirse para que quedemos ordenados?
- Acercarnos con
corazón sincero
- Llenos de fe
- Con el corazón
purificado de mala consciencia
- Lavados en agua
pura (este es el rito exigido para adquirir el triple sello de
Profetas-Reyes-Sacerdotes, se trata del Sacramento del Bautismo, con el que se
cumplen los tres requisitos anteriores).
A
continuación, nos da una serie de pautas pare “permanecer”, para “perseverar”,
para intacto nuestro sacerdocio:
- Manteniéndonos
firmes en la esperanza que profesamos
- Tener claro tanto
en la mente como en el corazón que Jesucristo guarda su fidelidad a la Promesa dada
- ¡Atención a la
siguiente pauta sinodal! Que entre nosotros pongamos atención a darnos mutuo
estímulo en cuanto a la caridad y a las buenas obras.
- No fallar en la
asistencia a nuestras Asambleas (Eucarísticas).
- No obrar lo que
tantos; que conforme corre el tiempo, se conforman con haber sido devotos; pero
se enfrían; se alejan y debilitan su ejercicio de la fe.
Sal
24(23), 1b-2. 3-4ab. 5-6
Jesucristo es Aquél a
quien el Padre ha ungido con el Espíritu Santo y lo ha constituido
"Sacerdote, Profeta y Rey". Todo el Pueblo de Dios participa de estas
tres funciones de Cristo y tiene las responsabilidades de misión y de servicio
que se derivan de ellas.
CEC #783
Este
es un salmo del Reino, con un total de 10 versículos. Se llevaba el Arca
procesionalmente al templo y se entronizaba. cofre sagrado que contenía las
Tablas de la Ley mosaica. Para los israelitas, simbolizaba la Presencia de Dios;
desapareció cuando los babilonios conquistaron Jerusalén en el año 587 a.C. O
sea, que este salmo debe datar de tiempos anteriores.
Pero,
los portadores del Arca debían estar debidamente preparados para entrar en el
Templo, por eso la primera parte del salmo lo que hace es dar las indicaciones
de preparación para estos procesionantes que iban a efectuar la entronización.
La segunda parte nos señala con qué aclamaciones se acompañaba la
entronización, es un dialogo en el que los guardias -encargados de exigir la
pureza ritual a los que iban a entrar-
tienen la primera voz y el pueblo la segunda.
La
perícopa está integrada por los versos 1-6, organizados en tres estrofas.
En
la primera estrofa se reconoce a Dios como Señor y Dueño de toda la Creación.
Lo reconoce como Fundador, y como Estructurador o sea su Arquitecto.
En
la segunda estrofa se enuncian los tres requisitos fundamentales para ingresar
al Templo, son requisitos de orden Moral:
i.
Tener las manos inocentes
ii.
El fiel que tiene el corazón puro
iii.
No incurre en la idolatría
El
que cumpla estos preceptos morales recibirá la bendición del Señor, será
justificado con la Salvación. En fin, pertenecerá al pueblo en la generación
-nos disculpamos por la redundancia- generada en las aguas purificadores del
Bautismo. Será tenido como “sincero buscador de Dios”. Querer ver el Rostro de
Dios no consiste en tratar de encontrar una foto o una lámina donde Él
aparezca, sino en mantenerse dentro de su Voluntad.
El
Buscador del Rostro del Señor, el que ha sido generado en la Pila Bautismal, ha
de perseverar en estos valores morales que lo caracterizarán: «Al entrar en el
Pueblo de Dios por la fe y el Bautismo se participa en la vocación única de
este Pueblo: en su vocación sacerdotal: “Cristo el Señor, Pontífice tomado de
entre los hombres, ha hecho del nuevo pueblo "un reino de sacerdotes para
Dios, su Padre". Los bautizados, en efecto, por el nuevo nacimiento y por
la unción del Espíritu Santo, quedan consagrados como casa espiritual y
sacerdocio santo”». (CEC #784)
Mc
4, 21-25
Comprendamos que creer
en el Señor, es aceptar en nosotros su Luz y a la vez comunicar con nuestras
palabras y nuestras obras esa misma Luz a quienes andan en tinieblas.
La
perícopa de hoy se apoya estrictamente en la parábola de “la lámpara que se
enciende”. Todos sabemos que, al prender una vela, se la ha de colocar en un
lugar alto, donde no haya obstáculos que proyecten sombra en el lugar que
queremos iluminar. Sería muy absurdo que encendiéramos una vela y trajéramos
una caneca o una papelera para cubrirla, sabemos que, en breve, al faltarle el
aire, cesaría la combustión y la vela volvería a su condición de vela apagada.
Luego,
pasa directamente a otra parábola: la medida que está en uso, esa medida la
usaran con todos los clientes, incluso con usted mismo.
La
primera parábola nos dice que nuestra moral debe ser esplendida, para que
ilumine como la vela; no tiene caso que ocultemos el buen comportamiento y
tratemos que la gente crea que somos mal ejemplo y piedra de escándalo, obrando
indecorosamente delante de la gente; que gran daño se hace a la comunidad
creyente cuando sus propios miembros son “cascarita” para hacer caer a otros.
Nuestro ideal es obrar el bien, no para recibir aplausos o agenciarnos fama de
santos, sino sólo y simplemente para que se pueda decir que los creyentes
cristianos son luz que alumbra a la sociedad y al mundo.
Y,
como consecuencia de la segunda parábola nos llama la atención que, si cogemos
una medida falsa, cuando más adelante vayamos a comprar algo, seremos víctimas
de la medida adulterada que hemos introducido, al decir popular diremos que,
vamos a caer víctimas de nuestro propio invento.
Típicamente
está el caso de ser muy exigentes y llegar al extremo de ser fundamentalistas;
el día que nos toque, cuándo nos presentemos ante el Tribunal Celestial, será
con esa misma medida que revisaran si podemos o no entrar ante la Presencia.
Ningún Ángel Portero va a decir: “Como usted juzgaba con medidas exigentes, con
usted vamos a usar medidas holgadas”. Todo lo contrario: El Ángel Portero te
dirá: “El que a hierro mata a hierro muere”. Y hará pasar la misma guillotina
por nuestro propio pescuezo.
Es,
bastante probable que, si ofrecimos un trato indulgente y hasta perdonador,
agenciando disculpas y disminuidores de culpa con los demás, al ir a pasar la
aduana angelical nos digan: Como fuiste indulgente conmigo, seré indulgente
contigo, pasa y siéntate en la Mesa de mis Invitados.
«Una
fe que no brota de la escucha de la Palabra de Dios no puede dar frutos de
conversión… Por eso, cabría preguntarnos si somos nosotros luz que ilumina a
los demás con nuestro testimonio, si escuchamos a los demás, si perdonamos
cuando nos han ofendido o si prestamos ayuda cuando nos la requieren.»
«Para
saber si se está en un nivel cristiano, se debe tener la capacidad de
humillarse y de sufrir humillaciones». (Papa Francisco) ¡Que no lo vayamos a
tergiversar como carnet para imponerle humillaciones a nuestro prójimo! ¡Que
todos se humillen que yo me encargaré de fabricarles los humilladeros! De eso no
se trata, sino de las humillaciones que pueda traernos la vida. Ninguno de
nosotros tiene diploma excepcional para humillar a otro.
¡Una
vela encendida no humilla, dignifica!
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