El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran Luz;
habitaba tierras de sombras y una Luz les brilló
Is 9,2
1Jn 4, 11-18
¡Ama y haz lo que quieras! Si tú callas, calla por amor; si tú hablas,
habla por amor; si corriges, corrige por amor; si perdonas, perdona por amor.
Esté en ti la raíz del amor, ´porque de esa raíz no puede brotar sino el bien.
San Agustín
¿A quién se dirige el
hagiógrafo? El vocativo nos lo indica: “Queridos hermanos”, bueno, no es tan
exacto, en verdad dice Ἀγαπητοί [agapetoi] “Amados”. A ellos, a los
miembros de la Comunidad les da un argumento que podemos desdoblarlo:
a1) Si Dios nos amó de esta manera (Cfr. Jn 3, 16)
a2) También nosotros debemos amarnos unos a otros.
Pasa al segundo punto de la perícopa: “A Dios nadie lo ha
visto nunca”. Categóricamente, en esta afirmación se connota ¿cómo se ha
establecido esta relación, esta comunicación? Ahora empezaremos a verlo y Él se
hará perceptible para nosotros.
Tercer punto: “Si nos amamos unos a otros”
b1) Dios permanece en nosotros. Aquí aparece el
verbo neural: μένει [menei] “permanece”, “se queda”.
b2) El amor de Dios ha llegado en nosotros a su plenitud.
Aquí está claramente enunciado el argumento de que Jesús no
se ha ido, sino que ¡se ha quedado! Pero por la manera como están encadenados
los elementos del argumento, parece ser que hay una condición para llegar a la
orilla de Su Permanencia, que “nos amemos unos a otros”.
Si nos amamos, está con nosotros; si no nos amamos lo sacamos,
lo desplazamos, lo obligamos a irse a Egipto.
¿Cómo podemos llegar a “conocer” que permanecemos en Él, y Él
en nosotros?
Muy sencillo, en que “nos ha dado de su Espíritu”. (Ya
veremos en el Evangelio de mañana que al recibir el Espíritu se recibe “Poder”).
Cuando recibimos de “Su Espíritu”, nosotros sabemos dos cosas
(sino, no sabemos nada):
c1) Vemos que podemos testificar que el Padre
envió al Hijo para que actuara la Salvación para nosotros, los que estamos en
el “mundo” (aun sin ser del mundo)
c1a) Dios
permanece en él
c1b) Y él en
Dios
La Salvación es la
llegada del Año de Gracia o Año Jubilar.
Este argumento es de lo más difícil, ¿cómo puede algo que es
el continente, ser a la vez el contenido?; y, para mayor inexplicabilidad,
¿cómo puede el contenido ser continente de su propio contenido? La única manera
de entenderlo es que lo Uno se haga lo otro, y viceversa. Así contenido y
continente podrán ser lo otro para lo Uno y lo uno para lo Otro.
Este difícil fenómeno (imposible en el campo de la física) y
sólo posible en la dimensión de lo trascendente (aun cuando este trascendente
se quede inmanente), depende de que nos sea dado por la Divinidad: ¡Es ella, y
sólo Ella, la que puede infundirnos la Fe necesaria, para que seamos capaces de
Creer!
Como no cabe en el marco de lo físico, lo llamamos “ilógico”
e “imposible”. Esto es únicamente posible porque, ὅτι καθὼς ἐκεῖνός ἐστιν καὶ ἡμεῖς ἐσμεν ἐν τῷ κόσμῳ τούτῳ. “como Él es así, así
también somos nosotros, en este mundo”. Hemos importado de la trascendencia,
para acá, algo que -de otro modo- sólo puede ser allá. (Cfr. 1Jn 4,17)
Pero para que este amor pueda saltar esa barrera, necesita
estar exento de cualquier traza de temor. El φόβος [fobos] “temor” es la “kryptonita verde” del amor. La
perícopa termina afirmando algo que aclara esto: “el que tiene temor no ha
alcanzado la plenitud del amor”. Y sin la plenitud del Amor no podemos ser
sinceramente sinodales y caminar con amor Fraterno.
«¿Afirmas que amas a Cristo? Observa su mandamiento y ama a tu
Hermano, ¿cómo puedes amar a Uno del cual desprecias su mandamiento?» (San
Agustín)
El temor se convierte en una trampa, en una verdadera jaula
para el amor, y el amor no puede prosperar a sus anchas, víctima de sus aprensiones,
no puede entregarse por entero, tiene que estar pisando, quisquilloso y
aprehensivo sobre sus dudas. ¡El temor impide poder dar el salto al vacío! Para
caer en el “colchón de aire amortiguador que se llama esperanza. Necesitamos
ser verdaderos “Peregrinos de la Esperanza”.
Sal 72(71), 1-2. 10-11.
12-13
Los salmos reales establecen
paralelismo con las cortes reales, y se figuran la relación con la realeza de
Dios en los términos de zalamerías, venias y postraciones, florilegios y cenas
opíparas, cetros y coronas, todo lo que se da en una corte, se da -en este
paralelismo- en la relación con Dios; el hagiógrafo no tiene más remedio que
calcar -como referente- los protocolos cortesanos. En estos salmos no se habla de
un rey, se habla del Rey que es Dios.
Pero a este Rey se le pide
que obre con una Justicia superior a la que pueda tener cualquier otro rey
terrenal: se le pide que “defienda a los humildes del pueblo socorra a los
hijos de los pobres y que aplaste al explotador. Esas son las expectativas para
este reinado. En eso se cifran todas las esperanzas.
Se trabajan hoy tres
estrofas, se trabajan 4 y medio versículos. Como ya lo hemos dicho, el salmo
entero cuenta con 20 versos. El gran cambio respecto al planteamiento de ayer
está en la segunda estrofa que hace pie en la primera, donde se le súplica que
gobierne con justicia a su pueblo y que tenga rectitud para dirigir a los
pobres. Esta súplica, parece estar denunciando tácitamente a los gobernantes
que se aparten de la rectitud y se corrompen en detrimento de los humildes.
Suele suceder, y no se ha olvidado esta pésima justicia que consiste en que la
Ley sea para los de “ruana”, que significa que el rigor cae sobre el que no
tiene billetes que lo protejan; el rico usará de su capital para desviar los
dardos con que le paguen sus fechorías y comprar blindaje inexpugnable para sus
crímenes.
Mc
6, 45-52
Los discípulos no
logran ver la presencia de Dios en Jesús, porque no entienden que el comercio y
la posesión deben ser sustituidos por el don y el compartir.
Euclides M Balancín
La
multiplicación de los panes puede generar ambigüedad. Muchos quieren tener solo
la faceta ritual de la Eucaristía. Comulgar muy juiciosos, muy espirituales,
muy respetuosos del Cuerpo-Sangre-Alama-y-Divinidad; pero, el Mandamiento del Amor,
es menos que una fantasmagoría. Si no se cumple el “amaos unos a otros” no hay
Comunión, la Comunión se da cuando somos capaces de “Compasión” como lo hizo
Jesús. (Por eso es tan importante el Samaritano que tuvo compasión del que
había quedado ahí, tirado, medio muerto. Cfr. Lc 10, 25-37)
En
la perícopa dice que Jesús los apremio, en griego dice ἠνάγκασεν [enagkasen] que es más que apremiarlos,
es “exigirles”, después de la multiplicación de los panes, a embarcarse; se
trata de romper con lo que podría desprenderse de ese milagro si no se da un
gesto catalítico que despeje la respuesta “triunfalista”: tratar de hacerlo
rey.
Esta
reacción popular está directamente emparentada con las tentaciones, es una de
las triquiñuelas diabólicas que el Patas intenta para desviar a Jesús. Que él
pretendiera hacerse al poder por esta vía “populista”, consistente en repartir
camisetas, tamales, mercados.
Recordemos
que lo que Jesús perseguía era mostrarnos la compasión como ruta del amor de
Dios. Jesús quiere enseñarnos el valor del amor-ágape en las relaciones interpersonales
para construir el Reino. La gente no quiere asumir la fraternidad, el amor de
uno por oros, sino poner a un “poderoso” al frente de la historia. Ese poderoso,
no es otra cosa que un ídolo, lo que Jesús más nos remarca todo el tiempo, no
incurrir en idolatrías. Ya decía el Primer testamento: Maldito el que se fía de
los hombres (Cfr. Jr 17,5). ¡Más grave si son repartidores de tamales!
¡Él
personalmente despidió a la gente! Rompe con ellos el cordón umbilical que lo
liga a ellos como fetiche alimentario. También en el Libro de los Hechos,
encontramos la idolatría, para ellos Bernabé era el dios Zeus, y que Pablo era
el dios Hermes. (Cfr. Hch 14, 1-22).
Esta
es una situación fragorosa para los discípulos, allí está el germen de la Iglesia,
en la figura de la barca remecida por las olas amenazantes, que figuran las tribulaciones
que conspiran. Hay cierta analogía con la Transfiguración, episodios que buscan
levantarles la moral y dejarles entrever la “Victoria”. Que Dios camine sobre
las aguas ya en el Primer Testamento se consignaba (Libro de Job y en el
Sirácida).
Si
Jesús camina sobre las aguas, les muestra que es de la familia de Dios, más
aun, su Propio Hijo. Que la intención es animarlos esta expresado en el versículo
50 bc: Θαρσεῖτε, ἐγώ εἰμι, μὴ
φοβεῖσθε. [Tharceite ego eimi me fobeisthe], “!Estén llenos de
valentía!. Soy yo”. Recordemos que la fórmula “Ego eimi”, hace alusión al
Nombre de Dios que YHWH le reveló a Moisés desde la Zarza que ardía sin
consumirse.
Nuevamente lo que hace el Señor es tener compasión de los que reman con angustia y ya no pueden dar ni un solo golpe de remo más.
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