Hb
5, 1-10
También Melquisedec,
que era rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino
Gn 14, 18
A
veces decimos: “según el rito de Melquisedec” y lo tomamos porque en la
Escritura aparece la expresión -está en Salmo 110(109),4 y también en Hb 7,
17-21- pero ¿qué es lo que significa?
Hay
diversos ritos sacrificiales, donde la ofrenda-víctima son toros, ovejas,
carneros, palomas, y el ritual oblativo conlleva el derramamiento de su sangre:
son sacrificios cruentos (de cruor
- cruoris, “sangre
derramada” en latín). La palabra hebrea que aparece allí es דִּ֝בְרָתִ֗י. [debrati]
-proviene de דִּבְרַת [dibra]- “la
manera”, “el orden”, “las condiciones”, “lo prescrito”, “lo dispuesto”.
¿A
qué condiciones se refiere? ¡A la victima! El rito de Melquisedec difiere
porque lo que él presenta como ofrenda es “pan y vino”. Ahí está la esencia de
este “rito”, no es cualquier rito, sino que es el rito según las sustancias que
ofrendaba Melquisedec. Tiene un hondo sentido litúrgico, quiere decir que, en
el encuentro de Abrahán y Melquisedec, rey de Sedec (la palabra Melquisedec
simplemente significa “rey de Sedec” y Sedec significa “paz”, “justicia”), era
rey (y, como se acostumbraba antiguamente, por ser rey era sacerdote); que
salió a recibirlo; en ese trance la ofrenda que Dios instituyó, y que fue su
gusto aceptar como “propiciación”, fue de “pan y el vino”. Es eso lo que hace
Jesús al establecer el ritual Pascual dentro de una Cena Judía, lo que alza y
le presenta a su Padre son trigo en forma de Pan y uvas exprimidas para obtener
de ellas Vino.
Es,
prácticamente, como sí Él hubiera dicho: esa “clase” de sacrificio es el que
quiero y acepto, no otro. La liturgia simplemente cumple esta prescripción, y
el judaísmo ya era consciente de esto, y así lo mantuvo para celebrar la
Pascua, recordando la mimesis entre el vino y la sangre con la que había que
untar el dintel y las jambas de las puertas para que el Ángel Exterminador pasará-saltara
(pesaj) sin matar los primogénitos de aquellas casas, porque eran las
viviendas del pueblo elegido-protegido.
La
unidad 3,1 – 5,10 tiene un doble propósito: mostrar a Jesús sacerdote fiel y
sacerdote misericordioso:
De
3, 1 – 4, 14 la temática es la de descifrar al sacerdote como fiel
De
4,15 -5,10 tenemos un segmento donde se muestra al Sacerdote como
Misericordioso.
Hoy
alcanzamos el pináculo de esta sección.
¿Cómo
se muestra el Rostro Misericordioso de Dios? Revelándose como autor de la
Salvación Eterna. ¿Cómo hace esta demostración? Siguiendo todo un derrotero de
aprendizaje doloroso, alcanzó el mérito de la obediencia. Ahora, es posible
recoger esta heredad logrando a nuestra vez, ser de la clase de los obedientes,
para atesorar esa Salvación eterna que Él nos ha adquirido.
La
obediencia no es la recepción borreguil del decir arbitrario de los hombres,
sino el acatamiento piadoso de lo que el propio Dios dice que es lo bueno.
No se trata de υπακοή [upakoi] “obediencia”,
sino la palabra que se usa aquí es εὐλάβεια [eulabeia], “la delicadeza
piadosa de acoger lo que Dios nos enseña”. No se puede eliminar que hay cierto
“temor” mistérico albergado en esta palabra, es esa prevención de estar
malinterpretándolo, de estar alterando el sentido neto de la Palabra que Dios
nos dirige, un temor reverencial.
¿Cuál fue el camino que
recorrió Jesús para graduarse en esta εὐλάβεια?
i)
Se
abajó a vivir una vida mortal (no se exceptuó de la muerte)
ii)
A
gritos
iii)
Con
lágrimas
iv)
Presentó
oraciones y súplicas
v)
Recibió
-con la Resurrección- honra y majestad por haber sido fiel a su εὐλάβεια
Al hablar de las “tareas" que Dios comisiona al sacerdote, nos habla la perícopa de:
a)
Representar
a los hombres en el culto a Dios, y
b)
Ofrecer
dones y sacrificios por los pecados.
No se afirma una
impecabilidad del ministro, dice por el contrario que: “puede comprender a los
ignorantes y extraviados porque también él está sujeto a debilidad”. Tan es así
que, al ofrecer sacrificios tiene que ofrecer sacrificios por sus propios
pecados, y no sólo por los del pueblo.
Nadie por sí mismo puede
designarse sacerdote, el sacerdote es alguien que es “llamado” por el propio
Dios. El mismo Aarón “iluminado con un rutilante brillo”, es el significado de
su nombre. Este nombre es metafórico, lo compara con la claridad con la que es
iluminada una montaña: “Designado para recibir la plenitud de la luz”.
El propio Jesucristo, no
se designó a sí mismo para el Sacerdocio eterno, sino que recibió este llamado
(Hb 1, 5): “Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy”, citando el Salmo 2.
En el plano sacramental,
nadie puede darse a sí mismo un sacramento porque siendo un Don, es algo que se
tiene que recibir.
Cuando el
Presidente-Litúrgico se da a sí mismo la Comunión, el que la da, es “persona
Christi”, y el que la recibe, es el “consagrado”, valga decir, el ser humano
que ha sido llamado al orden sacerdotal.
Sal
110(109), 1bcde. 2.3.4
En el salmo recordamos que Jesús ha sido
consagrado Príncipe (Hijo del Rey de reyes) desde toda la Eternidad, y que
Dios-Padre no lo revocará jamás. Consagrado según el ritual de institución
sacerdotal que ejecutó Melquisedec, con una liturgia especial de Pan-y-Vino.
Este Salmo es un salmo real, un salmo de la
clase de los salmos de entronización, afirma que fue escrito por David, que es
una manera d referirse el Mesías con la más plena autoridad para hablar de Él,
porque el Mesías y el iniciador de la estirpe davídica es, precisamente David.
Es un salmo real en torno a la figura mesiánica. En realidad es un
revestimiento, se aprovecha de la figura del rey para hablar del Mesías y para
referirse a dos aspectos del Mesías.
a)
El Mesías es el rey
b)
El rey además de ser rey es
sacerdote. Y, aquí está la clave de este salmo responsorial.
Estrofa primera: El Señor, Dios Padre, le
pide al Señor, Dios Hijo, que ocupe el sitial de la derecha, que es un signo
doble:
i)
Es signo honorifico que da
suprema honra, implica que es puesto a la par, que ocupa un rango absolutamente
equiparable al del Rey.
ii)
Según la antigua usanza,
el rey tiene carácter sacerdotal. Y puede ejercer esta función litúrgica.
Lo que Dios le dice es -al decirle que se
siente a su Derecha- Quiere decirle que lo reviste de toda la autoridad de la
que goza el Rey, cuando este Rey es investido por el Padre Celestial.
Segunda estrofa: Cuando David se asentó en Jerusalén
y consagró a esta como ciudad Santa, dio origen a una oleada radioactiva que
desde aquella ciudad irradió a todo Israel, el poder y la autoridad de su מַטֶּה
[mathee] “Cetro” en griego, viene de Σκῆπτρον [skeptron] que
significa “me apoyo”. ¿En qué o
en quien se apoya? ¿En el bastón? ¡no! sino en el que le entregó el “palo de apoyo”, el
skeptron.
Tercera estrofa: Donde Dios lo nombra
“príncipe” desde que nació, pero desde el mismo momento que estuvo en el
vientre de su madre, ya había sido ungido príncipe. El Vientre que lo cobijó
para gestarse, es el Vientre de la Alborada. Como quien dice que fue dado a Luz
por la Madre de la Luz.
Este es el fruto de un Juramente del que Dios
no se duele. Y que el guardará como todo Juramento Divino, ya que lo jurado por
Dios es Palabra Divina. Dios lo ha dicho: este Mesías es Sacerdote, y muy específicamente
Sacerdote de acuerdo el Rito de Melquisedec. Rito de Pan y Vino. No es sacerdote
de pautas sanguinarias y violentas sino de Paz y Alimento, de Dicha y Abundancia.
Mc 2, 18-22
¿Pueden ayunar los amigos del esposo mientras el Esposo está con ellos?
Mc 2, 19ab
Jesús fue vaticinado como Emmanuel, Dios con nosotros. Y ahí está la razón de nuestra alegría incesante. Claro que las dificultades tratan a toda costa de menguarla, pero “los amigos del esposo” no podemos achicopalarnos: mantengamos siempre en la consciencia que, “si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?” (Rm 8,31) Nuestros pesares y flaquezas sean presentadas en el Altar y el Señor las acepte como incienso agradable en su Presencia y, sea la Sacra sonrisa de satisfacción en el Amigo, el efecto de la dicha del Evangelio en nuestro corazón. ¡Sea nuestra dicha una forma de plegaria que elevamos!
Tres son los elementos que están a la base
del rito penitencial:
1)
Vestirse de saco, es
decir, en vez de ricas vestimentas, vestidos de tela de costal
2)
Ceniza en la cabeza (como
en miércoles de ceniza).
3)
Y ayunar, el que ayuna la
pasa mal, está hambriento, se muestra carenciado
A la base de este ritual está el ayuno.
Juan el bautista predicaba una vía de
arrepentimiento, por eso, la esencia de su conducta como modelo para aquella
generación de duro corazón y arrogante cerviz, era el ayuno. Él mismo daba ejemplo
ayunando, y este rigor llamaba la atención de los fariseos, y, ahí no estaba lo
malo, lo malo era que faltaban el saco y la ceniza que debía cubrir el corazón.
No se puede ayunar para seguir en lo mismo, en verdad en el fondo, no hay
sincero arrepentimiento si no hay conversión. Ya los profetas lo habían dicho: “Misericordia
quiero y no sacrificios” (Cfr. Os 6,6)
No podemos quedarnos en pantomimas. ¿De qué
nos vale poner cara de faquires y dejar de comer mucho tiempo si nuestro
corazón sigue tan duro como el pedernal? ¿Si seguimos carentes de compasión? «Los
escribas querían poner en dificultad a Jesús y por ello le preguntan por qué
sus discípulos no ayunan, tendiéndole una trampa y Jesús responde hablando de
la fiesta y la novedad. “A vino nuevo, odres nuevos”. La novedad del Evangelio.
¿Qué nos trae el Evangelio?, alegría y novedad. Estos doctores de la ley
estaban cerrados en sus mandamientos, en sus prescripciones.» (Papa Francisco)
Cuando llega el Hijo de la Luz y toca nuestro
corazón y nos enseña la esencia del arrepentimiento y la contrición sincera, en
vez de consagrarnos al ayuno, debemos dedicarnos al jolgorio porque, ahí sí,
estaremos conquistando la solidaridad, la caridad, la sinodalidad, la
fraternidad, el projimismo.
Notemos que la estrategia que Jesús propone
no es la de poner remiendos, porque los remiendos sólo malamente disimulan la
capacidad del vestuario para cubrir nuestra desnudez y deja traslucir nuestras vergüenzas.
Tampoco es la estrategia de seguir “con las
mismas”, ranchados en nuestro vino viejo del pecatismo; la Propuesta de Jesús
es la de empezar de nuevo, dejando atrás todo nuestro pasado de caída y error,
la solución está en abandonar nuestros yerros y rellenar el odre de nuestra
vida con la alegría de un Vino Nuevo.
«Y cuando Jesús reprende a estas personas,
estos doctores de la ley, les llama al orden por no haber mantenido a las
personas con la Ley, sino de hacerlos esclavos de pequeñas leyes, de muchas
pequeñas cosas que deben hacer» (Papa Francisco) ¡El vino nuevo amerita odres
nuevos!
Todo se aclara si sabemos discernir en la
Buena Noticia de Jesús, la propuesta de una Nueva Manera de entretejer nuestra
amistad con Dios, manifestada en una nueva manera de ser Comunidad, Jesús nos
propone esta parábola de las Bodas basada sobre la Alegría de la Boda del
Cordero con su pueblo amado. En las Bodas de Caná, advertíamos eso, Jesús va a
crear todo el Vino Nuevo, dando un nuevo uso a las Tinajas de la Purificación.
También las hace llenar de agua, pero no para rituales de “purificación” sino parta
dar cabida a todo el derroche de la alegría de seiscientos litros de Vino de
Solera.
“Cuando estas cosas comiencen a suceder,
erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca” (Lc 21,
28)
«Señor, hoy me invitas a dejar lo viejo, lo
desgastado, la rutina. Me propones desprenderme del espíritu deteriorado y
débil con el que a veces vivo mi fe. Me llamas a más, a estar en pie de lucha
con un amor y un fervor renovado. Para que mi amor sea nuevo cada día debe
alimentarse en la oración y en los sacramentos, por eso pido la intercesión de
tu Santísima Madre, para que me ayude a renovar hoy mi amor por ti, para que me
ayude a buscar continuamente mi renovación interior». (Papa Francisco)
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