viernes, 28 de febrero de 2025

Sábado de la Séptima Semana del Tiempo Ordinario

 


Eclo 17, 1-15

Estableció con ellos una Alianza perpetua y les enseñó sus decretos.

Sir 17, 12

Los judíos, al principio, visualizaban la vida como un segmento encerrado entre dos paréntesis de oscuridad y vacío, después de eso, otra vez la nada. Ya hemos dicho que este Libro data del II Siglo a.C. la perícopa nos deja entrever que falta todavía mucho para entrar en la Revelación de que el ser humano tiene un momento de nacimiento, pero -pese a tener una muerte física- está destinado a levantarse en una Realidad Trascendente, que genéricamente denominamos “la Otra Vida”. Sólo al llegar la Revelación de Jesucristo, se rasga el Velo y nos es dado tener una visión -todavía no perfecta- pero si, más clara. (Como nos lo previene San Pablo, sólo veremos las cosas como son al llegar a la Santísima Presencia, mientras tanto, vemos como en un espejo, veladamente, pero entonces veremos cara a cara; ahora conocemos parcialmente, pero entonces conoceremos con plenitud (Cfr. 1Cor 13,12))

 

En aquel momento lo que alcanzaba a entender el hagiógrafo, era una visión del ser humano, criatura puesta al mando y control con tres potencias que Dios le entregaba en su delegación de ¡administrador”: autoridad, fuerza y hegemonía. Todo esto desaparecía con el entierro, cuando el ser humano recuperaba la “nada” de la tierra.

 

Esta hegemonía tenía un rostro: el temor de todas las criaturas al hombre. Su hegemonía sobre la Creación está dada como conocimiento, entendimiento y discernimiento para segregar el bien del mal. Esto hay que pensarlo y usarlo con cuidado, porque a veces, -precisamente a causa del endurecimiento del corazón- nos cuesta tantísimo discernir, que nos mandamos de cabeza al abismo.

 

Tomemos un ejemplo, Dios nos socorrió la capacidad de asombrarnos de sus Obras, y gozar de sus Maravillas; pero inexplicablemente y de manera muy fácil, saltamos a una neblina mental, donde la “Serpiente” de nuevo nos seduce con sus falsedades, y el corazón pierde ese poder “estético” del asombro. En vez de la Alabanza y la Glorificación del Señor, caemos en la extracción desmesurada y la explotación hasta el daño de la “Casa Común”. Pensemos sólo por un momento en la calamidad ecológica que ha acarreado nuestro proceder irreflexivo con la realidad de la Creación.

 

Es el caso, sin querer, ni pretender agotar el asunto, tan multifacéticamente complejo que, Dios nos enseñó desde el principio la fraternidad, la solidaridad, la compasión, la acogida para que viviéramos armónicamente y pudiéramos expandir y ejercitar la sinodalidad, pero nosotros hemos llevado a limites exponenciales la fabricación de los más sutiles e “inteligentes” quijadas de burro; y, hemos perfeccionado la lógica que promueve la cultura de la muerte. No sabemos andar juntos, con excepción del pequeño tramo cuando invitamos al “hermano a dar un paseo, hasta que logramos llevarlo al campo -donde confiamos estar a salvo de testigos-, para atacarlo y matarlo (Cfr. Gn 4, 8).


 

Muchas veces se ha leído esta perícopa como un certificado, una cédula de autorización para hacer lo que más “convenga” a nuestros bajos intereses, alegando que “Dios nos dio el derecho”. La perícopa concluye hoy, -ese hoy que nos actualiza lo que de otra manera pensaríamos que no guarda ninguna relación con nosotros y que es, solamente una pieza histórica o un pasaje literario-  haciéndonos caer en la cuenta que «La conducta humana está siempre ante Dios, no puede ocultarse a sus Ojos».

 

Sal 103(102), 13-14. 15-16. 17-18a

El justo se lo heredará a todo su linaje

El hombre existe para contemplar tu obra, recibir tus bendiciones y darte gracias por ello. ¡Cuánto más cuidaras de él, heredero de tu tierra y rey de tu Creación!

Carlos González Vallés s.j.

Nos encontramos aquí una expresión que solemos traducir por “temor”, se trata de יָרֵא [yare], y que nosotros preferiríamos traducir por “Reverencia”. Y, entonces, no leeríamos “el Señor siente Ternura por los que le temen”, sino, por los que “lo reverencian”. La idea cambia, no es lo mismo tenerle miedo que rendirle reverencia. La reverencia tiene dos connotaciones: el respeto y la veneración. Entre otros, y en términos kinésicos significa hacer una venia, inclinando la cabeza y doblando el arco dorsal, lo que constituye un saludo muy común en oriente, además, también corriente entre los miembros de la nobleza de muchas sociedades europeas.

 

En otra vertiente, diremos que Amón-Ra (o Amón-Re), era una deidad egipcia, que unificaba dos deidades distintas: Amón el aire y Ra, el sol; honrado como dios-creador, y dios y patrono de los pobres y afligidos. Detentó la supremacía sobre todas las otras deidades. Llegó a ser identificado con Zeus y con Júpiter en las mitologías griega y latina respectivamente. A este dios se le compuso un himno -que se le atribuye a Amenofis IV- que el hagiógrafo hebreo retomó y depuro, eliminando de él, todo rastro de idolatría. Así pasó a ser uno de los Salmos de Acción de Gracias.


 

Uno de los aspectos interesantes en este salmo es que reconoce que Dios sabe que somos frágiles, que procedemos del barro, y ¡no se hace ilusiones más allá de nuestra propia naturaleza. Dios sabe que nuestros días en la tierra son de breve duración y que somos quebradizos.

 

El Justo recibirá su premio y será una presea hereditaria, pasará y se trasmitirá como los abolengos, de abuelos a padres, a hijos, y a nietos. Serán fortunas imperecederas, que el Señor conservará bajo el título del que ha sido Santo.  Nos conduce a la conclusión a la que llega el verso responsorial: “La Misericordia del Señor dura por siempre, para aquellos que lo reverencian” (Sal 103(102),17).

 

Mc 10, 13-16

¿Quién tiene derecho al reino?

Cada niño marginado, abandonado, que vive en la calle mendigando y con todo tipo de expedientes, sin escuela, sin atenciones médicas, es un grito que se eleva a Dios y que acusa al sistema que nosotros adultos hemos construido.

Papa Francisco

Muchas veces los “discípulos” se perciben a sí mismos como espantamoscas y consideran que la lealtad a su cargo consiste en la aplicación de ahuyentarle a su “amo”, todos aquellos que pudieran molestarlo o importunarlo. Por tanto, urgía tener a raya a los niños y a sus mamás para que no fueran a atosigar al Maestro ocupado de tan serios asuntos.

 


Vivimos una cultura de sumisión -que no tenemos la culpa de haber recibido, como tampoco nuestros formadores de habérnosla impartido-  así, muy ingenuamente hemos llegado al circuito de los escoltas, los guardianes, las comitivas, las antesalas, los lobbies, los turnos y citas previas, y … ¡el placer de hacernos esperar!

 

Pero hay un placer servil equivalente, ser el funcionario que administra los turnos, que dirije las filas y regula el acceso a las reuniones. Así que, si su necesidad es real, el próximo turno está ¡para de hoy en tres meses!

 

No hay ninguna malicia, sencillamente, se piensa que hacer esperar y tener un cerco preventivo de lejanía concede status. Y más con niños. No huelga recordar que en aquella cultura un niño era aproximadamente lo mismo que un molesto animalito que cobraba alguna utilidad cuando era capaz de empezar a aportar laboralmente. ¿Qué podía llevarle un niño a Jesús desde la óptica de sus “discípulos”?

 

Teorema 1: La importancia del personaje crece directamente proporcional con el tamaño de la sala de espera. Un gran médico tendrá una sala “repleta”.

 

Para completar el cuadro, diremos que hay carnets de diferentes colores para regular el orden de proximidad y las facilidades de acceso al “personaje”. Distancia se vuelve sinónimo de categoría. Es una cuestión de jerarquías.

 

«Tal vez el niño significativo no es tanto el ser que está a espaldas de cada uno de nosotros o de toda la sociedad, sino más bien, la persona más humana y más creyente que puede estar delante de nosotros: ella habita en el futuro y no en una época de oro remota, es fruto de un don y no de una rapiña.» (Beck, Benedetti, Brambillesca, etal).

 

Es obligatorio explicar que el “niño” personifica a todos los que son débiles, desatendidos, no escuchados, no tenidos en cuenta, perjudicados, segregados, discriminados, tenido por no importante. Los “pequeños” son aquellos a los que se les niegan sus derechos.

 

Jesús, por su parte, desmiente este trato discriminatorio, Él propone la acogida, significada con tres gestos:

1.    El abrazo,

2.    La bendición

3.    La imposición de manos.

 

«Dejen que los niños …: la frase suena como un reproche a los discípulos y como revelación de una verdad fundamental que concierne el reino de Dios, que se puede comprender solamente si uno está en esa disponibilidad interior sencilla que hace capaces de acoger un don grande, como lo muestran naturalmente los niños» (Beck, Benedetti, Brambillesca, etal).

 


«Cuando se trata de los niños, en todo caso, no se deberían oír esas fórmulas de defensa legal profesionales, como: “después de todo, nosotros no somos una entidad de beneficencia”; o también: “en su privacidad, cada uno es libre de hacer lo que quiere”; o incluso: “lo sentimos, no podemos hacer nada”. Estas palabras no sirven cuando se trata de los niños.» (Papa Francisco)

jueves, 27 de febrero de 2025

Viernes de la Séptima Semana del Tiempo Ordinario

 


Si 6, 5-17

Según una famosa frase, atribuida a San Francisco de Sales: “Se cazan más moscas con una gota de miel que con un barril de vinagre”. Decimos con alguna frecuencia que se atrapan más moscas con miel que con vinagre, con lo que evidentemente queremos decir que con palabras duras y actitud acre no se logran hacer buenas migas, y, por el contrario, con modales suaves y dulces se pueden captar amigos, y, según leemos hoy en la perícopa, ahuyentar los enemigos. La perícopa de hoy se ha titulado “La verdadera amistad”.

“La conversación agradable atrae muchos amigos,

Y al que habla amablemente todos lo saludan”.

Traducen otros.

 

Significa que podamos contar con multiplicidad de simpatías y relaciones, y nos aconseja el hagiógrafo, pero, que nuestros “confidentes” sean extremadamente pocos, a lo sumo, uno.

 

Cuando logramos encontrar a alguien que pinte como buen amigo, no podemos acelerarnos en confiarle nuestros más íntimos pensamientos; en el Sirácida se nos aconseja, antes de pasar a tenerlo por confidente (la versión griega lo llama “consejero”), hacerlo cruzar el foso de la prueba. Y nos explica la razón: los oportunistas abundan, cuando nuestra situación es pujante, son numerosos los que nos rodean; pero, en el día desafortunado, nos dan la espalda, y si conocen nuestro corazón al desnudo, no se demoran en ponerlo en exhibición ente el mejor postor.


 

Mientras tu mesa está ricamente servida, muchos comensales vienen a gozar de tu fortuna; pero cuando la mesa está desnuda, esos que se comieron tu hacienda, ni siquiera te aportan un mendrugo.

 

Cuando la fortuna te sonríe, también los oportunistas están allí -como los buitres con la carroña-; pero si el infortunio se ceba contra ti, no duda en dar testimonio en tu contra y sacar a relucir tus vergüenzas. En algunas traducciones lo encontramos dicho así: “Mientras te vaya bien serán uña y carne contigo”.

 

Aquí -disímil con lo que Jesús te aconsejaría-   este hagiógrafo te recomienda tener a los enemigos retirados y obrar con cautela, incluso con tus amigos.  Viene luego una frase afortunada, que tiene cabida en el pecho de los que coleccionan moralejas para engarzarlas en sus discursos altisonantes: “Un amigo fiel es un refugio seguro, y quien lo encuentra, ha encontrado un tesoro” (v. 14b).

 

Los versos 16s nos llegan con las siguientes palabras: un amigo fiel es medicina de vida/ y los que temen al Señor lo encontraran/. El que teme al Señor, afianza su amistad/, porque, según sea él, así será su amigo”/.


 

Estrictamente leíamos allí:

“Un amigo fiel protege como un talismán;

el que honra a Dios lo encontrará.

El amigo es igual a uno mismo,

y sus acciones son iguales a su fama”

 

Sal 119(118), 12. 16. 18. 27. 34. 35

Haz que camine por la senda que me has trazado

Repetiremos lo que decíamos el miércoles, cuando también leíamos de este salmo, una perícopa organizada con otros versículos distintos de los que nos ocupan hoy.

 

Este salmo -el más largo de todo el salterio- es de súplica. Es un salmo alefático, pero no por versos, sino por estrofas. Cada estrofa es una letra del alefato y cada estrofa contiene 8 versos. Esto quiere decir que el salmo quiere presentar u compendio global, omni-abarcador, que va, -nosotros diríamos de la a hasta la zeta, los griegos, de alfa hasta omega, los hebreos, de א Alef a ת Tav-.

 


De muchas maneras, podemos percibir en las Leyes que Dios nos ha entregado, la mano del padre que lleva -Tiernamente- al hijo, para que sepa caminar por la vida.  Este cuidado paternal nos permite ver la Ley desde otra perspectiva bien diversa del dolido anarquista que preferiría vivir abandonado de la paternidad que los sostiene.

 

Para la perícopa de hoy se han tomado 6 versos. Cada verso será una estrofa en la perícopa de hoy. Los dos primeros versos son de la estrofa ב bet; el verso 18 es de la estrofa גִּ guimel; el verso 27 de la estrofa ד dalet; y los versos 34 y 35, de la estrofa ה hei. Una muestra tomada de las cuatro letras comprendidas entre la segunda y la quinta.

 

En cada verso nombra la Ley con palabras diversas:

12. tus decretos

16. tus palabras

18. maravillas de tu Ley

27. Mandatos

34. tu Ley

35 Mandatos

 

Y, en cada jugada, hay una estrategia distinta que conduce a un resultado específico:

12. enséñame

16. mi delicia, no la olvidaré

18. Abrirnos los ojos para tener la capacidad contemplativa

27. Ser instruido para caminar meditando

34. Cumplir la ley, para guardarla; y esto nos parece valiosísimo por que invierte la óptica según la cual guardar la ley es “guardarla” en la memoria, aquí -en cambio- lo que nos dice es que guardarla en realidad consiste en cumplirla.

35 Caminar por donde nos conducen Sus Mandatos, gatilla el deleite y la alegría del corazón.

 

Es decir, la Alianza es que Dios Misericordioso nos muestra un Camino, y sellamos la Alianza, viviendo según esa Guía.

הַ֭דְרִיכֵנִי בִּנְתִ֣יב מִצְוֹתֶ֑יךָ

 

Mc 10, 1-12

Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.

Mt 15, 8

Nuevamente los fariseos se acercan a preguntarle. Y, otra vez, las preguntas sólo enmascaran el “poner a prueba”. Poner a prueba significa carear para descubrir si estaba de acuerdo con ellos.


 

Con frecuencia saludamos las preguntas que se nos hacen, pero en aquel momento era -digámoslo con todos las letras- una celada, una emboscada.

 

Algo de destacar es que ellos no le preguntan con la riqueza de la ignorancia que ansía ser derrotada; le preguntan, como dueños del balón, para decirle: si no juega con nuestras reglas no le prestamos el balón, ni lo dejamos jugar en ningún bando. Hay que dar otro paso: la prueba era para garantizar que Él no amenazaba nada que pudiera tocar sus intereses.

 

En el Discurso inaugural del Romano-Argentino Pontífice para la 1ª Congregación General de la Segunda Sesión de la XVI Asamblea General del Sínodo de los Obispos, encontramos que dice: “El Espíritu Santo penetra en aquella parte de nosotros que frecuentemente es muy parecida a las salas de los tribunales, donde ponemos a los imputados en el banquillo y formulamos nuestros juicios, normalmente para condenarlos”. Lo que no salva a los Fariseos es que ellos habían despachado previamente al Espíritu Santo antes de llegar a la pregunta, haciendo de esta sencillamente una piedra de escándalo.

 

Encontramos aquí una enseñanza grandiosa. Nosotros, cuando somos interrogados, pretendemos obligar a que la persona acepte venir a jugar en nuestro terreno, y se ajuste a nuestras reglas (supongo que, se sobreentiende que es lógico, porque somos los “dueños de la verdad”). Jesús no obra de esa manera, Él va a contestar, entrando a jugar en el terreno de ellos: “¿Qué les ha mandado Moisés?”

 

«Jesús —explicó el Papa— no responde si sea lícito o no sea lícito; no entra en su lógica casuística, porque ellos pensaban solamente en la fe en términos de “se puede” o “no se puede”, hasta donde “se puede”, hasta donde “no se puede”». Pero en «esa lógica de la casuística Jesús no entra». Es más, a ellos «les formula una pregunta: “¿qué os ha ordenado Moisés?”». En realidad, pregunta «“¿qué hay en vuestra ley?”»

Papa Francisco

 

Esto es clave. No podemos excluirlo y callarlo. Centrarnos exclusivamente en el punto de la indisolubilidad matrimonial” y relegar la pauta metodológica que nos da El Divino Maestro.

 

Vale la pena reflexionar también ¿por qué Moisés les dio gusto, les llevó la idea? Por la dureza de su corazón. Pone en evidencia que tenemos dura, durísima la cerviz, no sólo el cuello rígido, también la cabeza: ¡testarudos!


 

Por nuestras inseguridades queremos aferrarnos y σκληροκαρδίαν [esclerocardian] “endurecimiento del corazón” es la expresión que leemos en 10, 5; esclerotizar, volvernos rígidos. No somos hinchas ciegos del cambio. ¡No eso tampoco! No se puede promover el cambio por el cambio. Todo se puede y se debe conservar, y solamente ha de cambiarse lo que disfuncione. Moisés lo permitió por la debilidad moral de la gente.

 

… todos los que ejercen un influjo sobre las comunidades o los grupos sociales deben contribuir eficazmente a la promoción del matrimonio y de la familia.

Gaudium et spes #52

Con ese mismo criterio de crear tensiones y fomentar rupturas, se han tomado las reflexiones de la Amoris Lætitia, apegándose a la esclerotización del corazón y a los más recalcitrantes tradicionalismos, para evitar abocar un tema tan serio como lo es la indisolubilidad matrimonial, frente a la cotidiana disolución de estos vínculos, a los  matrimonios civiles para remendar relaciones alternativas que después de un matrimonio fallido, buscan desesperadas formalizaciones, y a las incontables convivencias de hecho ante el dilema de cómo constituir y dar peso al amor y al proyecto de construir una convivencia en común.

 

Con meridiana certeza podemos decir que la solución no parece apuntar hacia la normalización del divorcio, fórmula ajena, divergente del ideal del amor cristiano y de lo que Jesús nos legó en su magisterio cristiano. Eso tampoco ha de conducirnos a hacernos los desentendidos y descuidar una situación que corroe una relación sacramental tan esencial.

 


Pero no está “sólo la verdad”. Existe «también la misericordia, porque Él es la encarnación de la misericordia del Padre y no puede negarse a sí mismo». Y «no puede negarse a sí mismo porque es la verdad del Padre, y no puede negarse a sí mismo porque es la misericordia del Padre». Y «este es el camino que Jesús nos enseña a recorrer: no es fácil, en la vida, cuando surgen las tentaciones: pensemos en las tentaciones en los negocios». En ese caso «los negociantes» dicen: «yo puedo hacer hasta aquí, despido estos trabajadores y gano más de allá». Es «la casuística», efectivamente. «Cuando la tentación te toca el corazón este camino de salir de la casuística a la verdad y a la misericordia no es fácil: se necesita la gracia de Dios para que nos ayude a seguir adelante así. Y debemos pedirla siempre». (Papa Francisco).

miércoles, 26 de febrero de 2025

Jueves de la Séptima Semana del tiempo Ordinario



Si 5, 1-8

“Este Libro refleja la sabiduría ortodoxa tradicional, pero cuidando de actualizarla según la nueva cultura dominante. Jesús ben Sirá es un “conservador iluminado” por su tendencia a operar en la teología sapiencial tradicional una adaptación ligera pero adaptada a un modelo “laico”. Pero su dialogo con la cultura profana es todavía muy cauto, pero verdadero”. (José L. Caravias s.j.)

 

Ayer quedamos en el capítulo 4, en los versos 11-19, leíamos: “La sabiduría, … el que la obedece juzgará a las naciones; el que le hace caso, vivirá en la casa de Ella. Disimuladamente caminará con él. Lo pondrá primero a prueba, y cuando tenga lleno de Ella el corazón, volverá a él para guiarlo y revelarle sus secretos. Pero si él se desvía, lo rechazará y lo entregará a su ruina”. Veamos lo bien que hilvana la perícopa de hoy, apuntando hacia el que “se desvía”.

 

Los capítulos 1,1 – 42,14 constituyen la primera parte de este Libro y agrupa una serie de reflexiones sobre diversos temas. Es el caso de hoy, donde la temática es la “presunción y las riquezas”. Cuando uno se siente poseedor y dueño de “todo” y puede llegar a afirmar que “tiene lo bastante”, y que con sus posesiones puede vivir descaradamente a su arbitrio. Pero también por haber recabado fortaleza y salud para afirmar que, con ella, puede consagrarse a perseguir “caprichos y antojos”. El piso de fondo para este extravío es la idea de la “posesión del todo”, la idolatría del “tener”.

 

Ese tipo de seguridades lleva a falsear la perspectiva hasta llegar a atreverse a afirmar que puede burlarse de Dios, porque habiendo pecado, siente que se ha salido con la suya y ha quedado impune. La perícopa se dirige contra la maldad del rico que se enorgullece basado sobre una serie de falsas seguridades, que lo conducen a no reparar en el mal que causa. Y nos hace notar que no hay tal impunidad, sino una paciencia divina (lento a la cólera, nos dice en Éxodo 34, donde el mensaje principal es la revelación del carácter de Dios y la renovación de la relación entre Dios y su pueblo; lo encontramos reiterado especialmente en el Salmo 103(102)) que nos da la oportunidad de descubrir nuestros desencaminamientos.

 

En la versión hebrea se lee, además: “No te dejes llevar de tu corazón y de tus ojos para seguir los malos deseos”. Como un llamado de advertencia contra la avidez y la glotonería de la mirada. Porque el ojo que mucho abarca, resbala y cae en esos senderos concupiscentes.

 

En la versión hebrea, después del verso 4 se añade. “No digas, el Señor es compasivo y borrará todos mis pecados”. Lo que lleva hacia una moral indolente y descarada. El que así piensa se fía de la autosuficiencia del dinero, desembocando en el pensamiento de no tener a nadie a quien rendirle cuentas. Una vida sin Dios y sin Ley. Se ignora en esta perspectiva que el rico conlleva la misma fragilidad del pobre, y que en cualquier esquina puede hallarse frente a su tribunal final. La Misericordia Divina es ilimitada, ¡es cierto!, pero el impío es portador de una maldad tan creativa que se da mañas para ponerse fuera de su alcance. ¡El impío es, por definición, impenitente!

 

¿Cómo puede ser el malvado tan extravagante para lograr salirse de la Bondad-Infinita? Obcecándose en su perversidad a consciencia, perseverando en la perversión y la inmoralidad de sus actos, manteniendo sus acciones en el área de las sombras de la pecaminosidad. Dios nos ha descubierto sus sendas, pero podemos de manera contumaz, quedarnos al margen de sus caminos. Al contrario, el consejo con el que nos advierte el Sirácida dice: “no lo dejes siempre para el día siguiente” (v.7). El proverbio popular lo estampa: “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”.


 

La lógica nos dice que el arrepentimiento debería llegar y acudir presuroso tan pronto descubrimos que hemos fallado el derrotero, que estamos “errando la puntería”, que -a sabiendas- vamos por el mal camino.

 

En el verso 8, se puede entender como riquezas “mal habidas” y así se ha traducido, pero la expresión se enfoca, más bien, hacia las “riquezas engañosas” las que dan pábulo a pensar que la ley divina añade subterfugios y genera pretextos.

 

Sal 1, 1-2. 3-4 y 6

La mayor fuente de Sabiduría es la Palabra de Dios

La gente habla de sus vidas sin rumbo, de su falta de dirección, de seguridad, de certeza, de su sentirse a la deriva en un viaje que no sabe de dónde viene ni a dónde va, del vacío en su vida, de las sombras de la nada.

Carlos González Vallés s.j.

¿Quién se desvía y se aparta de Dios? El que desconfía de la “propuesta de Dios”. El extravío empieza cuando creemos que podemos encontrar una alternativa superior. Cuando os parece que su enseñanza no basta, que sus miras son estrechas y que podríamos exitosamente volar más allá, irnos más lejos, saliéndonos de sus cauces. Nuestra propia malaventuranza la trazamos cuando desconfiamos del Señor.


 

El árbol en la mística judía es signo de la unión entre Dios y el hombre.  El salmo nos trae una imagen, casi ingenua, describe al hombre con una comparación: «… como árbol plantado junto a una corriente de agua, que dará fruto a su tiempo. Aquí la imagen nos parece casi trivial; pero sabemos que en Palestina son escasas las corrientes de agua, y un árbol plantado cerca del agua es un lujo, es algo más bien raro, y por tanto es una situación excepcionalmente favorable». Carlo María Martini.

 

Al mirar este salmo nos parece muy importante reconocer que cuando uno se llega a las Escrituras, no vamos, como un coleccionista, buscando “rarezas” para incorporarla a su vitrina, una tras otra. No estamos a la caza de ideas y no se trata de encontrar hoy una temática y mañana otra, una palabra especial hoy, que después vendrá otra como la última adquisición. Lo que vamos, más bien, es articulando un rizoma (estamos próximos aquí a la visión de Deleuze, donde cualquier predicado afirmado de un elemento puede incidir en la concepción de los otros elementos de la estructura, sin importar su posición recíproca, quizás porque lo preponderante en términos teológico no es el poder, que siempre se afana por hegemonizar en la estructura; nos parece que el concepto rizomático es más cercano a la sinodalidad).

 

Cuando Dios nos presenta su propuesta, no lo hace de manera hegemonizante, sino como una opción para alcanzar la paz espiritual, para vivir la dicha, sin sombras de imposición, de intentos subyugantes. Nos dice “Seréis felices, gozareis de la bienaventuranza”. La expresión que usa es אַ֥שְֽׁרֵי־ [esher] “¡Feliz!

 

Es lo primero que encontramos en el Salmo hoy, y se ha traducido por “Dichoso”. Lo primero que nos dice es que el Tentador se nos acerca con el sutil disfraz del impío y viene a nosotros repartiendo sus consejos, llamándonos a recorrer los oscuros valles del pecador, juntándonos en convites de cínicos, en vez de acampar en la Tienda del Señor acompañados de su Shekina, donde los Ángeles entonan -en hermosa coral- la Ley de YHWH.

 

La segunda estrofa resalta que todo lo que inicia el hombre pío, fructifica positivamente en honor del Dios que lo instruye, todo lo que él planta se llena de follaje y carga oportunamente sus frutos. Es paradigma de fecundidad y bonanza.

 

Por el contrario -y ese es el tema de la tercera estrofa de hoy, ¿cuáles son los frutos que carga el impío? Paja que se lleva el viento. Y ¿a dónde van a parar los paganos, los idolatras? En hebreo dice תֹּאבֵֽד [abad] “la muerte”, la “perdición”, “andar errabundo”, “a la destrucción”, a “ser completamente borrado”., “al valle de la muerte”.

 

«Tú me haces sentirme como “un árbol plantado al borde de las aguas2. Siento la corriente de tu gracia que me riega el alma y el cuerpo, hace florecer mi capacidad de pensar y de amar y convierte mis deseos en fruto cuando llega la estación y el sol de tu Presencia bendice los campos que Tú mismo has sembrado» (Carlos González Vallés s.j.)

 

Mc 9, 41-50

… es necesario rezar "porque para vivir en la coherencia cristiana es necesaria la oración, porque la coherencia cristiana es un don de Dios y debemos pedirlo": "Señor, ¡qué yo sea coherente!

Papa Francisco

¿De dónde nace este afán de escandalizar, este interés de retrasar la construcción del Reino? De la incoherencia. Y, en qué consiste la incoherencia, en no ser portadores en nuestra vida de los valores evangélicos. Dios nos ha mostrado con que varillas y postes se va estructurando el edifico del Reino de Dios, pero otros afanes, otros egoísmos nos obnubilan, y terminamos desvelados en otras motivaciones distintas y divergentes que no son la propuesta de Jesús.

 


Esas manos, esos pies, esos ojos, son los que tendrían que servir de leña para alimentar el fuego purgante. No se trata de cortarse la mano, ni de amputarse el pie, ni de cercenarse el ojo; se trata -por el contrario, de poner manos, pies y ojos y la totalidad de nuestro ser al servicio de la Causa de Dios. Se trata de corregir el rumbo, de precisar cuál es el verdadero objetivo, de superar las manías, las mañas, los resabios. Muchas veces se trata de repensar nuestro enfoque, de volver a medir si estamos cortando las barras y las columnas con la medida que Dios las ha pedido, pues no deben ser, ni más cortas ni más largas. De las medidas exactas que puso Dios en los planos y en la maqueta. Hay que deshacerse de todo lo que nos aleje del proyecto diseñado por Dios. Esa sabiduría de adaptarse a la Sabiduría es la única verdadera Sabiduría.

 

“Por eso, es preciso cortar ese mal por la raíz, es decir, preservarse de la ambición que corrompe en todas las dimensiones: cortar la mano (9, 43), es decir, las acciones; cortar el pie (9, 45), es decir, el modo de proceder, arrancar el ojo (9,47) esto es, los deseos”. (Euclides M. Balancin) En el árbol de nuestra vida hace su nido la serpiente. La figura literaria, también alude a que son partes de nuestro propio ser las que dan vida a la serpiente que nos habla con sus carantoñas tentadoras. ¡Hay que descabezarla!

 

"Jesús habla muy fuerte del escándalo: ´quien escandalice a uno sólo de estos pequeños que creen en mí, uno sólo de estos hermanos, hermanas que tienen fe, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos, y le hundan en lo profundo del mar´. Un cristiano incoherente hace mucho mal y el escándalo mata… muchas veces hemos escuchado: ´Pero padre, yo creo en Dios, pero no en la Iglesia, porque vosotros cristianos decís una cosa y hacéis otra". Y también: ´yo creo en Dios, pero en vosotros no’. Y esto sucede por la incoherencia”. (Papa Francisco)

 

“El actuar en el nombre de Jesús debe impedirnos el que seamos obstáculo a la fe de los otros: incluso actitudes e ideas que en sí son justas no deben imponerse a los otros, que todavía no están maduros en la fe. En lugar de ayudarlos, se corre el riesgo de perderlos.” (Beck, Benedetti, Brambillesca, etal).

 

¿Cuál es el criterio? Que tenga amor, que aplique el perdón, que sea capaz de conmoverse. Esa es la coherencia. “Toda práctica que tiene como objetivo ser superior a los demás, dominar a las personas -en una palabra, la ambición del poder-, va por mal camino, completamente fuera de la ruta del proyecto del Padre, y, por tanto, del Reino de Dios”. (Euclides M. Balancin) «Toda opción en el fondo es siempre una amputación de otras opciones posibles, y es válida, si va orientada hacia una realización más plena de quien opta. Precisamente aquí la opción radical asume su validez por cuanto está orientada hacia la “vida” y el “reino”». (Beck, Benedetti, Brambillesca, etal).

 

"Si tú te encuentras delante --imaginemos-- de un ateo y te dice que no cree en Dios, tú puedes leerle toda la biblioteca, donde se dice que Dios existe y también probar que Dios existe, y él no tendrá fe. Pero si delante de este ateo tú das testimonio de coherencia de vida cristiana algo comenzará a trabajar en su corazón. Será precisamente tu testimonio lo que le traerá esta inquietud sobre la cual trabaja el Espíritu Santo. Es una gracia que todos nosotros, toda la Iglesia, debe pedir: ´Señor, que seamos coherentes´". (Papa Francisco)

 


“El que cree es siempre “pequeño”. No porque la confrontación con la realidad de la fe lo mortifique o lo aplaste, sino porque ella le da la verdadera medida de sí mismo y la relación correcta con los otros. Por eso el que cree no es un gigante solitario, sino una persona, que vive la fe y el amor en la fraternidad: uno nace y se construye con otros” (Beck, Benedetti, Brambillesca, etal). Se llega al descubrimiento de que estas cirugías que suprimen partes del ego, son operaciones correctivas para poder caminar sinodalmente en las comunidades, para que sean comunidades movidas por el empeño sincero de construir el Reino, y no trampolines para la construcción de altares al egoísmo, donde todo se vale si y sólo si, es para mi propio altar.

 

Señor, que yo no escandalice nunca, que yo sea una persona que piensa como cristiano, que siente como cristiano, que actúa como cristiano". (Papa Francisco) 

martes, 25 de febrero de 2025

Miércoles de la Séptima Semana del tiempo Ordinario


 

Si 4, 11-19

3, 30 – 4, 10 trata el tema de cuidar a los pobres y necesitados, es una perícopa que retoma el cuidado preferencial de los pobres. En cambio, la perícopa de hoy 4, 11-19 tiene por tema la educación. La educación es la vía que conduce a la sabiduría. Se requiere atravesar por los ámbitos que nos educan, la familia, la escuela, le Comunidad Eclesial, son espacios donde se pueden allegar elementos que nos viabilizan el acercamiento y el acopio de pautas de sabiduría. Porque, debe anotarse, no se nace sabio, la sabiduría es un esmero de por vida por llegar a ella. Los educadores nos allanan vías de acceso para llegar a ella. Y, el que la busca está bajo el tutelaje del que educa quien tiene a su cargo velar por el “buscador”.

 

La sabiduría modela y moldea rasgos valiosos en la vida del que está sediento de ella. Dice -muy explícitamente que- el que ama la sabiduría ama la vida. Y el que madruga a buscarla se ve colmado de dichas.  Quien la allega se adueña de la gloria y Dios lo regala adornándolo de bendiciones. Ser servidor de la sabiduría es ser servidor de la santidad, por eso, quien ama la Sabiduría es amado por Dios.

 

Quien presta sus oídos a la sabiduría el Señor lo instituye juez de las naciones y quien se aplica a conseguirla anida en la seguridad. Si alguien confía en la sabiduría será su heredero, y su descendencia también la cosechará.

 

Al iniciarse en su procura parece que avanzáramos entre lamentaciones y oscuridades, y parece que su disciplina es dolorosa y tortuosa, pero conforme se va progresando en su consecución, el camino se le va presentando cada vez más ancho y expedito. Entonces se da a recoger frutos de alegría y satisfacción, se le van revelando sus secretos y su conocimiento es cada vez más recto.

 

El que se da por vencido, queda tirado en el camino, solo quien persevera ceñirá su frente con la enhorabuena aprobatoria de Dios.

 


Es típico de los libros sapienciales ofrecernos la sabiduría por prosopopeya: aquí está personificada en la persona del maestro.

 

En el plano formal, puede decirse que la versión hebrea presenta la sabiduría hablando en “primera persona”, aquí, sin embargo, se ha seguido el procedimiento que presenta la versión griega que, la deja hablar en “tercera persona”.   

 

Sal 119(118), 165. 168. 171. 172. 174. 175

Ningún moralista de la historia relacionó como Jesús la “obediencia” y el “amor”. “Si me amáis, seréis fieles a mis mandamientos”.

Noël Quesson

Este salmo -el más largo de todo el salterio- es de súplica. Es un salmo alefático, pero no por versos, sino por estrofas. Cada estrofa es una letra del alefato y cada estrofa contiene 8 versos. Esto quiere decir que el salmo quiere presentar un compendio global, omni-abarcador, que va, -nosotros diríamos de la a hasta la zeta, los griegos, de alfa hasta omega, los hebreos, de א Alef a ת Tav-.


 

De muchas maneras, podemos percibir en las Leyes que Dios nos ha entregado, la mano del Padre que lleva -Tiernamente- a los hijos, para que sepan caminar por la vida.  Este cuidado paternal nos permite ver la Ley desde otra perspectiva bien diversa del dolido anarquista que preferiría vivir abandonado de la paternidad que lo sostiene.

 

Evidentemente, los versos que se tomaron para la perícopa pertenecen a la penúltima y última letras del alefato. Schin y Tav. Sólo el verso 165 la pertenece a la letra Schin, todos los demás versos son de la Tav. O sea que, se trata de una mirada al final del salmo.

 

El verso 165 dice que para el que ama la Ley hay paz.

El 168, que si uno guarda los preceptos Dios ilumina con su mirada nuestro andar.

El 171, Ya que Dios nos ha revelado sus decretos que puede salir de nuestra boca que no sea alabanza.

El verso 172, Como todos los preceptos divinos son portadores de la justicia, las palabras de su fiel tienen que ser joyas de alabanza y loor.

El verso 174, como el salmista está sediento de la Salvación, su corazón acaricia con delicia la Ley.

Finalmente, el verso 175, ¿vida eterna para qué? Para que no nos falte tiempo para alabar a un Dios tan Grande y Justo, digno de toda Alabanza.

 

El verso responsorial se apoya en la idea del verso 165: Paz para el corazón que ama la Ley del Señor.

 

Mc 9, 38-40

Trabajar siempre pensando en que somos Iglesia, no de forma individual.

Podemos comparar aquella persona con uno de nosotros. Un seglar convencido en difundir el reino de Cristo. Nosotros somos una pieza clave en la iglesia. Mas ahora en estos tiempos ser católico es luchar contra corriente, si lo queremos ser con autenticidad. Tratamos de serlo en nuestro corazón, pero también hay que serlo en el exterior compartiendo con los demás las riquezas de nuestra fe.

Papa Francisco

Esta perícopa da firmes raíces al ecumenismo. Porque Dios puede actuar y actúa en personas cristianas, no cristianas e, incluso, en personas no-religiosas. Podemos añadir una palabra todavía, actúa por personas anti-religiosas. Eso -tan extremadamente desconcertante- tiene una explicación muy racional y razonable, Dios está en todas partes y se manifiesta por doquiera, allí donde haya espíritu de servicio, sincera fraternidad y amor. El alineamiento con los nuestros no es el criterio que nos debe orientar. Los otros no tienen que estar conformes con nuestros enfoques, nuestras ideas de libertad, de justicia, y de lo que es la verdad.

 


En el Documento final de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, en el número 41, nos encontramos un comentario que puede ser muy inspirador y luminoso: «En todas partes de la tierra, los cristianos conviven con personas que no están bautizadas y sirven a Dios practicando una religión diferente. Por ellos rezamos solemnemente en la liturgia del Viernes Santo, con ellos colaboramos y luchamos por construir un mundo mejor, y junto con ellos imploramos al único Dios que libre al mundo de los males que lo afligen. El diálogo, el encuentro y el intercambio de dones propios de una Iglesia sinodal están llamados a abrirse a las relaciones con otras tradiciones religiosas, con el fin de “establecer la amistad, la paz, la armonía y compartir valores y experiencias morales y espirituales en un espíritu de verdad y amor”»[1]

 

Los discípulos vieron a alguien, que no era de su grupo, expulsando Demonios en el Nombre Tres-Veces-Santo de Jesús, ellos, como primer impulso, se sintieron llamados a impedírselo y reclamar el monopolio de exclusividad.

 

Jesús no está preocupado por la pertenencia o no pertenencia al “grupo discipular” que, Él había conformado y, a quienes en esta parte del Evangelio marqueano, le dedica tanto tiempo y atención para prepararlos en orden a darle continuidad a la “misión” eclesial. Por otro lado, aparece un exorcista, que no tiene que ver con ellos, pero Jesús con profunda claridad y sin dubitación alguna dice que no le prohíban ir adelante con su actividad de expulsión de “demonios”.


 

Jesús con énfasis e insistencia les repite que va a ser víctima de la persecución que se ha desatado en su contra y que terminará por ser asesinado. Pese a esta advertencia reiterada, ellos prefieren seguir aferrados a la idea de un Mesías-militar. Y, es que la tradición judía estaba muy arraigada y había desarrollado esa “única ventana” por donde mirar. Esto conlleva una expansión del “punto ciego”.   

 

Cuando Jesús les dice: “No se lo impidan…”, en verdad, el Evangelio no nos dice cuánto pudieron digerir los discípulos de esta respuesta, si simplemente lo aplicaron a ese “exorcista” en particular, si lo dejaron así, si tuvo alguna implicación para ellos; no sabemos qué pasó con esto… Está allí la cita bíblica, como un recado que Jesús hubiera colgado para nosotros.

 

Podemos pensar, es muy lícito, que está ahí para nosotros. Que nosotros también deberíamos pensar ¿qué habríamos hecho? Y, de hecho, reflexionar, en casos homólogos ¿cómo hemos actuado?

 

«Cuando ves a un joven que ayuda a una pareja anciana en sus trabajos de casa, cuando una persona hace un favor sin esperar recompensa, cuando tú haces por los demás el bien evitando todo tipo de acto dañino para tu prójimo, entonces estarás seguro de estar haciendo lo que Cristo quiere y no impide a nadie: amar a los demás sin esperar ser amado sino solamente por Dios… Tengamos en cuenta de que en el mundo hay muchos carismas, unos predican, otros enseñan... pero todos actuamos con el mismo fin: la Iglesia. Cristo nos lo pide: "haz esto y vivirás"». (Papa Francisco)

 


El versículo con que remata la perícopa es toda una advertencia: “El que no está contra nosotros, está a nuestro favor” (v.40), prácticamente una máxima, que nos deja programado todo un itinerario a seguir. ¿Lo estamos cumpliendo?



[1] SS Francisco POR UNA IGLESIA SINODAL: COMUNIÓN, PARTICIPACIÓN Y MISIÓN 26 de octubre de 2024.