1Cor
1, 17-25
Vamos
a iniciar un cursillo sobre la Primera Carta a los Corintios, en diez y nueve
sesiones. Esta misiva fue escrita por el año 55-56 e.C. poco más o menos cinco
años después de las cartas a los Tesalonicenses, a finales de su permanencia en
Éfeso, que duró cerca de tres años. Para aquel entonces, Saulo había desmontado
su fariseísmo recalcitrante y ahora, estaba convencido que sólo los marginales
estaban dispuestos a aceptar el Evangelio.
De
otro lado, hay que afirmar que, si uno pensaba en la sede de la perdición, por
su corrupción, inmoralidad y paganismo, lo primero que se vendría a la mente
sería Corintio. Era un puerto importante para el comercio griego, situado
aproximadamente a 80 kilómetros de Atenas.
Allí Pablo encontró fuerte rechazo por parte de la comunidad judía que
veían a Jesús como un proscrito del judaísmo, que, por haber muerto
crucificado, había caído en la condición de maldito. De la visita de Pablo y la
fundación de la Comunidad Corintia, nos habla Hch18, 1-17 (Segundo viaje). Fue
allí donde pablo conoció a Aquila y Priscila que eran, como él, fabricantes de
tiendas de campaña que vendía al ejército romano (lo que explicaría su doble
nacionalidad). La carta fue escrita como reacción a la información que por Cloe
le había llegado, de las crisis que allá se cocinaban.
La
carta se inicia con una introducción que indica los destinatarios, los saluda y
presenta su acción de Gracias. Esto ocupa los primeros 9 versículos de la
Epístola. En los versos 10-16 desglosa los partidos y tendencias que se estaban
dando en Corintio.
La
perícopa de hoy, con la que iniciamos el estudio de este documento Paulino,
hace un paralelo entre la sabiduría “mundana” y la sabiduría cristiana. Uno
podría, perfectamente hablar de la contraposición entre la falsa sabiduría y la
verdadera.
El
primer argumento que encontramos es que Cristo no envió a Pablo a bautizar,
sino a anunciar el Evangelio. Este es el primerísimo punto.
Sin
ninguna interrupción, establece el segundo elemento: “este anuncio no se hace
con sabiduría mundana, no estriba en “palabras”; sino en una “necedad”, algo
ilógico, algo fuera de la órbita del pensamiento griego, de su muy sonada y
famosa “lógica”. Este anuncio está asentado sobre la Cruz.
¿Quiere
esto decir que el bautismo es lo de menos? ¡Absolutamente! Lo que quiere decir
es que su misión es la del “heraldo”, la del “Keryx”, y, otros tienen a cargo
la Sacramentalidad. Algo así como si en agricultura dijéramos, a uno
corresponde esparcir la semilla y otros operarios tienen a su cargo, despejar,
limpiar, abonar, regar. Todos, toditos somos operarios del mismo Señor, Dueño
del Campo. ¡No es cosa de nombres! aun hoy unos quieren mantener en sus manos
los méritos y hacerse dueños y señores de lo que pertenece a Cristo Nuestro
Señor. Esto es introducir divisionismo. Aquí no hay otro Señor que Nuestro
Dueño.
¿Nuestro
Dueño? ¡Si! Porque Él nos compró a precio de Su sangre; pero nos compró, no
para retenernos esclavos, sino para que fueras Libres en Jesucristo. Todo
intento de someternos es una labor diabólica: Que se sepa bien, nuestra
formación no contiene procedimientos de sujeción, no hay un sacramento de
“cortarnos las alas”, al contrario, los “pastores” que dios nos ha dado están
allí para darnos alas, y esas alas sirven para volar hacia Dios.
Aquí
se nos presenta un verdadero axioma del “sistema del pensamiento cristiano”: «El
mundo no conoció a Dios por el camino de la sabiduría, quiso Dios valerse de la
necedad de la predicación para salvar a los que creen».
Cuando
hablamos de la Cruz como anuncio esencial, como médula del kerigma, tenemos que
entender que la cruz lleva asociado un mensaje de “no-violencia”. Los de la
sabiduría del mundo inmediatamente se acomodan el cinturón para asegurarse que
n se les escurran los pantalones, porque les están tocando su
“intachable-ideología” la de la guerra, su tan acariciado belicismo, su tan
comercial armamentismo. ¡Que no nos hablen de paz, que no nos toquen el
negocito!
La
sabiduría de Dios, si la quieren aprender, está en el Crucificado: ¡Mirad al
que traspasaron!
Sal
33(32), 1-2. 4-5. 10-12
Vamos
buscando a Dios como si el estuviera, como el cofre de un tesoro, en un sitio,
en un solo sitio. Caminamos leguas y leguas buscando al Emmanuel, es más,
acostumbrados a mirar al firmamento -confundiéndolo con el Cielo- precisamos su
Presencia en las alturas, cuando la fe nos habla de las Alturas para estipular
su Inabarcable Grandeza. Alturas simboliza que lo llena todo y Emmanuel que va
siempre con nosotros. Habita en nuestro corazón y los sensores se deben dirigir
a nuestro interior, a nuestro corazón, donde ha venido a habitar. Ese Habitante
Grandioso, Altísimo (no tiene nada que ver con estatura), tiene dos Talantes
que configuran su Perfil: Justicia y Rectitud. No hay que mirar sólo hacia
arriba: ¡Él llena toda la tierra!
Prestemos
atención a lo que nos “revela” este himno” que se proclama hoy: “Su Misericordia
llena la tierra”.
¿No
están estas dos perspectivas en contradicción? ¿Llena la tierra o está en
nuestro corazón? Uno de dos… ¡Pues no! Él llena la tierra porque en toda la
tierra hay habitantes que creen en Él, que Lo llevan en su corazón, de esa
manera llena la tierra con su Presencia, porque está Presente en todos los que
se reclaman discípulos suyos. Llena también la tierra de manera sacramental, en
los Elementos que el santificó para que fueran soporte de su Presencia Universal,
demos dos ejemplos: Dónde haya agua que potencialmente llegue a servir para
bautizar -porque cuando Él fue bautizado, santifico toda el agua de la tierra;
segundo, en cada sagrario donde haya formas consagradas; para limitarnos solo a
estos dos. Su Presencia Sacramental es, por antonomasia- Misericordia que llena
la tierra.
Esto
no es cualquier cosa, que Dios sea Dios-con-nosotros, es algo verdaderamente
digno de festejar, no sólo los consagrados, sino todos los que tengan algo de
bueno, algo de anhelo de Encontrarlo, estamos llamados a entonar -acompañados
por la cítara- los cantos y los himnos más hermosos. Busquemos con diligencia
un arpa decacorde para tocar en Su Honor.
Lo
que viene de Dios son todas, acciones leales y todas las Palabras que pronuncian
Sus Labios, son Palabras Sinceras. ¿Por qué lo adornan la Justicia y la
Rectitud? Muy sencillo, porque estos dos rasgos son las características que Él
más ama.
Ya
sabemos que hay dos clases de sabiduría -la mala y la buena, la mala es la que
tiene los perversos, los que obran el mal, sus planes Dios los desbaratará;
también está la sabiduría Divina, que traza siempre planes justos, dirigidos
por el Espíritu de la Rectitud, esos proyectos son eternamente duraderos,
porque son los planes de dios Omnipotente, que lo único que no puede es obrar
el mal, porque se saldría de su Justica y de su Rectitud. Lo único que Dios no
puede es negar la Inquebrantable Bondad de su Propia Misericordia.
Nos
unimos al salmo proclamando por triplicado que “La Misericordia del Señor llena
la tierra”. חֶ֥סֶד יְ֝הוָ֗ה מָלְאָ֥ה הָאָֽרֶץ׃
[Jesed Yahweh ma-leja hajares]
Más exactamente dice: “La Lealtad del Señor a Su Alianza, llena toda la tierra”.
En tal caso, la Misericordia queda definida como “Fidelidad de Dios a sus
Pactos”.
Mt
25, 1-13
Vamos
a proceder con una parábola, es otra parábola donde se explicita en qué
consiste el Reino de los Cielos. Viene bien reiterar que el judaísmo no
pronuncia el Nombre de Dios, por ser algo tan Santo, es el superlativo de la
santidad; se abstienen de pronunciarlo para que la pecaminosidad de nuestros
labios no Lo manchen. Mateo que es un judío, hablándoles a los judíos, no puede
pronunciar el Nombre Santísimo, por eso en vez de nombrarlo dice “de los Cielos”.
Esta
zona del Evangelio Mateano nos presenta un estudio escatológico. De nuevo, no
nos da datos sobre fecha, ni pistas para ponerle “fecha fija”, “tiquete de
caducidad”. El cuándo, permanece incognito, pero -lo que si es definitivo- es
que nos enseña que debemos prepararnos, hacer los trámites de pasaporte, pagar
los impuestos de aduana, preparar ls valijas, y poner al día todos los tramites
que estén pendientes.
El
tema que hoy nos ha tenido atentos es el tema de la sabiduría dúplex. Muchas
veces pensamos que hay una sola sabiduría y que toda sabiduría tiene que ser
buena y no sabíamos que hay una sabiduría engañosa, una falsa sabiduría, en
realidad se trata de una ignorancia engalanada, prepotente, maquillada, con
muchísimas cirugías plásticas a cuestas.
La
falsa sabiduría es inmediatista: no lleva aceite extra porque piensa que todo sobrevendrá
cuando se nos antoje, es por eso que no es previsiva. Para esa sabiduría, el
novio tiene que llegar -y eso les pasa a las “novias” caprichosas, cuando ellas
se los ordenen, para esa clase de novias, el Novio es un mequetrefe, y según su
dictadura, tendrá que acceder a sus horarios.
Como
así se han acostumbrado, a la hora que se anuncie la Llegada, pretenderán confundir
con patrañas la sabiduría verdadera y sonsacarles el aceite. Con carita mañosa
tenderán a la verdaderamente sabias, sus alcuzas, pidiéndoles que compartan lo
que no se puede compartir. ¡Atención! Este tipo de aceite es “personal e intransferible”.
Esta
parábola contiene una enseñanza preciosa: Cuando se abra la puerta de la
verdad, no habrá, aplazamientos, ni entradas saltando la cerca, o por la
ventana rompiendo el vidrio, sólo habrá una entrada, y sólo estará abierta
cuando “suene la trompeta” que anuncia el principio del banquete de Bodas del
Cordero.
Cuando
lleguen las de la falsa sabiduría, el Señor no podrá mentir: no las podrá
reconocer porque ¡nunca antes las ha visto! Él, que siempre habla con Verdad,
no podrá mentir en esa Hora.
No
le demos vueltas al asunto: Hay una sola solución. ¡Estar siempre alertas,
velando, porque desconocemos el día y la hora!
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