jueves, 15 de agosto de 2024

Viernes de la Décimo Novena Semana del Tiempo Ordinario


 

Ez 16, 1-15. 60-63

Los capítulos del 4-24 encierran las predicaciones de Ezequiel contra Jerusalén, hasta su caída (586 a.C. fecha que señala el inicio del éxito de Ezequiel en su rol profético).

 

Aquí, Ezequiel retoma la imagen de conyugalidad entre Dios y su Puebla (pueblo en hebreo es femenino), imagen que, como hemos visto, está en la base de la profecía Oseana y que Jeremías también aplica.  Ezequiel usa de un lenguaje alegórico -ya se ha dicho que es uno de sus más caros recursos-, para mostrar el eje de la perícopa, a saber: la infidelidad de Jerusalén, sus acciones detestables.

 

También, se remonta el profeta al recuerdo de la Jerusalén pre-Davídica, que había sido una ciudad pagana, habitada por jebuseos (provenía de cananeos, amorreos y de madre hitita), antes de que David la tomara y la hiciera, la capital de su reino. Cuando nació, aquel día en que David la eligió, fue abandonada en su condición fetal, bañada en sangre, sin recibir los cuidados de criatura recién dada a luz, sin quien la lavara y la envolviera en pañales, sin siquiera tener quien le cortara el cordón umbilical. Así, casi en estado abortivo, fue creciendo y haciéndose mujer. Siempre presa en su abandono y descuido. Pero Dios al verla se compadeció y cubrió su desnudez. La hizo suya, la tomo por esposa, y la ungió. La adornó y la engalanó para tenerla como Reina. En general, se muestra lo del viejo proverbio: “el que ha sido, no deja de ser”, y aquel otro “la cabra tira p´al monte”: Las raíces paganas de Jerusalén están en la base de sus tendencias idolatras.

 

Nos encontramos frente al más largo de los capítulos de este libro (tiene 63 versículos), pero ante este comentario, debemos recordar que la división por capítulos y versículos de la Biblia, no estaba en sus orígenes, y que en cambio es de joven introducción: a comienzos del siglo XIII, el Cardenal Stephen Langton, arzobispo de Canterbury,  introdujo la capitulación; y la versiculización fue obra de Sanctes Pagnino (filólogo, escriturista y hebraísta italiano) y de Robert Estienne (filólogo e impresor, notable hebreísta con influencias masoréticas, conocedor del griego y del latín, nacido en Ginebra), que implementaron esa idea en el siglo XVI.


 

En la alegoría se encuentra una denuncia de “prostitución” del pueblo elegido, que, en vez de mostrar filial gratitud a su Creador, fue -por el contrario- una adultera consumada.

 

En cambio, como lo dice el Señor, Él se acuerda de su Alianza eternamente y le dará pruebas de su Fidelidad más allá de toda duda. Mientras que todas las perversiones que aquí aparecen denunciadas, el Señor las Testimonia contra Jerusalén. Las bendiciones y las promesas serán cumplidas al fin.

 

En el plano hermenéutico, es de la mayor importancia comprender esta Fidelidad: sin importar cuan graves son nuestros desatinos y nuestro alejamiento infiel, el Señor, como Pastor Insuperable sabrá sacar la Luz de tantas sombras y recuperarnos en su rebaño. Siempre estará viva la oportunidad de acercarnos humildes y penitentes para gozar de su Perdón y su Redención.

 

Sal Is 12, 2-3. 4bcde. 5-6

Este capítulo de Isaías se titula: “Canto de Acción de Gracias”, “Cantándole alabanzas a Dios”.

 

 

Que Dios pase y al vernos se compadezca, es ya una Alianza que nos eleva y nos da calidad de reyes-reinas. Él, no simplemente nos reviste de joyas y finos vestidos, sino que -además- nos impone la corona de la Salvación. Espontáneamente, pese a nuestra contumaz ingratitud, nos brota en el pecho, la acción de gracias y el anhelo de compartir con otros esa dicha, y de llamar a muchos a acercarse para que la puedan disfrutar.

 

Estaríamos en el proto-Isaías, profeta pre-exilico, pero los estudiosos corrigen esta apreciación señalándonos el asunto de las adiciones posteriores. En el capítulo 10, encontramos las promesas de protección, en el capítulo 11 las promesas de llegar a tener un Gobernante Recto, el capítulo 13 nos augura la caída segura de Babilonia. Hay que decir que los capítulos 1-6 hablan de Jerusalén y de Judá en general. Los capítulos 7-12 forman el Libro de Emmanuel. Se considera que este “himno” concluyente -conformado por esas dos partes-, es una adición post-exilica.

 

Esto nos da suficiente marco co-textual. Y nos ratifica en la adecuada hipótesis de los estudiosos. Estos estudiosos nos señalan que no basta la lectura fiel sin añadir la dosis de esfuerzo exegético indispensable para acercarnos a la Escritura a “pie enjuto”, donde descalzos, no se puede entender como desprovistos de los mínimos históricos para acceder. El retorno de los desterrados será el motivo de esta “acción de gracias” que lo clasifica en el conjunto de los Salmos Eucarísticos que manan del corazón agradecido de los que alcanzaron la repatriación, después de Ciro: esto, además, explica el verso que nos sirve de estribillo: “Ha cesado Tu ira y me has consolado”.

 

Mt 19, 3-12



Hemos establecido una pauta: estamos en desarrollo de un curso de sinodalidad que Jesús brinda a sus discípulos en esta parte del evangelio de San Mateo. Y los fariseos vienen con su punto de vista de desmonte y hacen su aporte al apartamiento: vienen a tratar de socavar la Alianza, introduciendo -de contrabando- la idea de la disolubilidad del matrimonio.

 

Si uno se queda en la superficie de la Palabra, siempre encontrará alguna frase que desarticulada y descontextualizada parece avalar lo que nos plazca proponer. En este caso, la “carabina de Ambrosio” era el pretendido permiso que les había prodigado Moisés: “darle un acta de divorcio y repudiarla”.

 

Aquí viene otra enseñanza de Jesús sobre la manera correcta de ir a las Escrituras: No quedarse en los puntos y las comas, y enamorase de los signos de puntuación y otras minucias de la grafía, sino, adentrarse en el espíritu de la Ley, yendo siempre al trasfondo: al “Proyecto originario de Dios, aquel que Él diseñó desde el Principio”, lo que contenía el eje de su Economía Salvífica, ya que Él no tiene pegada la nariz a la inmediatez, ni a nuestra volubilidad, sino que sus Ojos están fijos en una proyección a lontananza: oteando el esjatón.

 


Uno se puede dar cuenta que Dios iluminó en el corazón de Moisés cierta flexibilidad, porque a nuestro corazón le cuesta mantenerse coherente dentro de un trazo recto que Dios prodiga, y se hubo de conceder un “ablandamiento” mientras maduramos y superamos nuestra “dureza de corazón”.

 

Por eso, -si lo recordamos- el Señor se encontró con la emergencia de efectuar en nosotros un trasplante de miocardio, para sustituir la piedra que llevamos en el pecho y proporcionarnos un corazón dulce y tierno, capaz del perdón, de la comprensión, del empeño tesonero para sacar un proyecto adelante.

 

A estas alturas sospechamos que también se requiere un trasplante de vértebras cervicales, dada la dureza de cerviz. ¿Cómo se podría acoger un proyecto sinodal en el pecho de los que antes de empezar ya están dispuestos a “tirar la toalla”? Sobre la “unidad” pende, desde entonces, la guillotina que sentencia -prematuramente- la continuidad de la Alianza. La consigna, creo que ahora es: ¡Ante la más pálida inconformidad, ante cualquier contradicción o diferencia de opinión, esta vaina se acabó! ¡Me iré donde me lleven la idea! He oído que el discurso termina con una frase, enigmática, pero seguro contundente por su sonoridad y su grafico símil culinario ¡Ábrase como una yuca!

 

Allí va a parar la tan mentada “sinodalidad”, a la fractura longitudinal de una yuca. Y es que este tema, traspasa las fronteras del proyecto domestico de una pareja y se incrusta -como la esquirla de un proyectil- en el centro mismo del Proyecto de Iglesia que Dios nos entregó.

 


Hay estados de vida que no son para todos: Refiriéndose al voto de “castidad” bajo el cacofemismo de “hacerse eunucos”, lo enfoca, dando prelación a la “renuncia” que ese voto entraña. De verdad que hay tres clases de “eunucos” -como lo dice la perícopa- a) unos que nacen así, digamos “genéticamente programados” para vivir el estado célibe, solteros redomados; b) otros que fueron emasculados por sus semejantes para reducirlos a esa condición, en particular, los que fueron castrados para ser “guardianes de cama”, cuidar y servir princesas, hijas de reyes y/o amos, vigilantes y protectores de damas de la alcurnia; y, finalmente c) los que renuncian a su sexualidad para consagrarse enteramente a Dios y servirle con totalidad, con plenitud, enteramente. Estos últimos -no lo son por capricho-, hacen una opción de donación, y es la fuerza de Dios la que los asiste, como dice San Mateo, lo hacen por “el Reino de los Cielos”. ¡Es un Don del Cielo! Para muchos, es una locura, y no lo pueden concebir; así, hay quienes se declaran absolutamente impotentes para captar el significado de ese “Voto”.

 

¡Sólo quien pueda entender, lo entenderá!

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