Rm
12, 5-16a
Ya
habíamos comentado que esta última sesión de Romanos (Caps. 12-16) esta
dedicada -ya no a presentar elementos doctrinales- sino a formular pautas
prácticas de moral y al examen de algunas situaciones particulares: es -por
tanto- una parénesis. De esta manera iniciamos las últimas cuatro lecciones
sobre este Libro Paulino, que nos ocupa toda la Semana excepto el jueves cuando
celebraremos la Dedicación de la Basílica de Letrán.
Se
parte de un principio unificador paulino: «Somos muchos, pero unificados en un
solo cuerpo» -el Cuerpo Místico- no piezas sueltas, sino organismos
recíprocamente coordinados y armónicos como los miembros lo son, en un solo
cuerpo. La maravilla de los miembros es
que cada uno tiene su “Don” propio: unos la profecía, otros el servicio, otros
buenos para enseñar, algunos muy bien dotados para la exhortación, otros
-geniales- en lo que respecta a la generosidad, mientras otros han recibido
carismas excepcionales de liderazgo que los hace idóneos para ejercer la
presidencia.
Después
de subrayar la diversidad de dones y carismas, da una pauta magna general que
debe guiarlos a todos y servirles de patrón: es el Amor. Ese amor no puede ser
producto de un fingimiento, que en los aspectos afectivos es prácticamente
imposible guardar coherencia en algo tan exigente. Tiene que ser algo brotado
verdaderamente del corazón, y así lo dice San Pablo. “Ámense cordialmente”.
Ese
amor fraternal que enlaza a toda la comunidad tiene una espiritualidad: vencer
y reducir -con total empeño- el egoísmo, profesando una muy sincera valoración
de los demás, reconociendo a cada uno como hijo de Dios y valorando en cada
cual los dones con los que el Señor ha querido adornarlo. Para que este
sentimiento fraternal sea efectivo, se requiere entender que nadie es perfecto,
que todos necesitamos ser acogidos y perdonados, que el amor que nos une, no es
el resultado de una espiritualidad aleluyática, que en la práctica siempre
habrá roces, discrepancias, divergencias, “cada-unadas”, y que no se trata de
“llevarnos la idea como locos”.
Ya
en estos días
Sal
131(130), 1bcde. 2. 3
La
Voluntad Divina que es siempre Bondad, Misericordia, Providencia; puede tener
diversas acogidas:
·
Está la opción de los que la padecen renegando, deploran que
esa sea su destino y que les haya tocado enfrentar esa realidad.
·
También están los que la sufren con resignación, si eso es
lo que les ha tocado, que le pueden hacer. ¿Cómo evadirla?
·
Están los que la reciben con aceptación, atendiendo a que
-quizás más adelante- cambie y se torne agradable.
·
Están los que -por muy adversa que sea- saben que el Señor
sacará inimaginables maravillas y que detrás de lo que se ve a primera mano, se
esconde lo más promisorio y lo que será idóneo para que cada quien pueda dar lo
mejor de sí.
En
este salmo Israel recibe sin reclamos, vivir la humildad y la realidad de
pobreza, y refrenda su alianza con el Señor, entregándose totalmente a sus
Manos Pastorales que cuidaran y velaran por ellos. En ensayemos a descubrir
esta “entrega” en los dos versos y un quinto que se han extraído de los tres
versos que conforman la totalidad del salmo:
El peregrino no
pretende grandes cosas, posee una actitud humilde, ni su corazón padece de
ambición, ni sus ojos miran con altanería.
Como si el fuera un
bebé recién amamantado, se duerme y reposa su alma sin revolcarse con rebeldías
caprichosas.
Le indica a todo el
pueblo cual ha de ser la actitud adecuada frente al Señor: Confiar en Él, no
por un momento, no por ahora, sino por siempre. ¡Confiar, siempre confiar!
La
fórmula del responsorial, retoma las palabras del responsorio del pasado
Domingo XXXI - ¿la recuerdan? - “Guarda mi alma en la paz, junto a ti Señor”.
Es una formulación hermosa. Estando apegado a la Ternura de Dios, uno permanece
en “Paz”.
Lc
14, 15-24
Luego me dice:
«Escribe: Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero.» Me dijo,
además: «Estas son palabras verdaderas de Dios.»
Ap 19, 9
Todo
el profundo significado de la Alianza está condensado en el signo del Banquete
de Bodas. ¡estas son la Bodas del Cordero! En el marco de esa celebración, Dios
y su pueblo renovaran una y otra vez las promesas conyugales. Lo más hermosos
es que Dios no resta credibilidad a su novia. No se desengaña de ella, se diría
-por el contrario- que cuanto más le falla, más confía en que regrese a sus
brazos y haya madurado en la fidelidad.
Todos
estos días hemos venido acompañando a Jesús en su celebración nupcial. En cada
oportunidad Jesús da una Nueva enseñanza. Uno de los “compañeros” de Jesús
-compañeros porque están sentados a la misma Mesa, compartiendo el mismo pan-
extrapola con profunda clarividencia que -si en este simulacro, ha sido tan
agradable compartir Mesa con Él- ¿Cómo será cuando se sienten a la Mesa del
Final de los Tiempos, cuando se haya realizado la Plenitud del Reino?
Y
Jesús lo lleva en un viaje de exploración hasta el Momento Escatológico, y le
pinta con sus Palabras, la realidad virtual de Aquel Momento:
Será un Gran
Banquete al que -muchísimos- han sido invitados.
Ya al llegar el
momento de celebrar el Banquete -ahí está el detalle- habían sido invitados,
pero ni sabían cuando era; ahora sí, el “criado” recibe la misión de notificar
que “La hora es llegada”.
Es entonces cuando
se produce el gran atafago productivo. La inventiva se agudiza y se dan
muestras de la gran creatividad de la gente para pretextar su imposibilidad de
asistir:
o Uno había comprado
un campo -negocio a ciegas- le urgía ir a ver ¿qué había comprado?
o El otro había
negociado cinco yuntas de bueyes… ¡Qué tal que fueran animales mañosos! Había
que ponerlos a arar y mirar si eran “aradoras dóciles”
o Otro recién se
había casado. ¿Cómo iba a irse al matrimonio de Otro, si lo lógico era que él
se concentrara en el disfrute de su Luna de Miel?
En la fase número
cuatro: El Señor se indigna. Da una nueva orden al criado. Aquellos invitados
originalmente, mostraron su indignidad para haber sido honrados con un puesto
de “comensales” en las Bodas del Cordero; le pidió al criado que invitara a
los pobres, a los lisiados, a los ciegos, y a los cojos (dicho sea de paso,
parece la lista de los que han recibido los beneficios del Cordero de Dios, al
visitarnos en la tierra). El criado va y los invita.
En la fase quinta,
habiendo invitado a todos los anteriores, “todavía queda sitio”, este es el
nuevo reporte del criado. Entonces, se hace una invitación indiscriminada a
todos los que estaban por ahí, en los cruces camineros: le impone al criado una
meta, llenar la casa, que no sobre puesto, que no quede ningún vacío, que se
disfrute al máximo el Banquete.
¿Cuál
es el desenlace de esta parábola? Ninguna de los invitados primigenios pudo
degustar ni una sobra del Banquete. ¡Despilfarraron la invitación!
¿Dónde
está lo malo? En dejar lo de Dios para después porque -en la ceguera de nuestra
percepción- hay otras cosas mucho más importantes. ¿Qué significa
Cristocéntrico? Pues, vale la pena repasarlo, porque es lo que decide todo,
como nos lo muestra hoy la parábola del Banquete del Reino. ¿Quiénes serán los
bienaventurados que comerán en el Reino de Dios? «Amarás al Señor tu Dios con
todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y
a tu prójimo como a ti mismo». (Lc 10, 27)
«Haz
eso y vivirás». Resumió Jesús.
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