Dan
5, 1-6. 13-14. 16-17. 23-28
Belchazar
(Bel Char Assur) fue el último rey de babilonia. Después de él vendrá el
imperio persa y hará su entrada en escena el famoso Ciro. (Valga aclarar que
Nabucodonosor reinó entre el 604 y el 562 a. C y BelCharUssur reinó entre el
549 y el 539 con la toma de Babilonia por Ciro el Grande).
Encontramos
a este rey, rodeado de toda la nobleza, en un gran y opíparo banquete donde el
rey -ya bastante entrado en copas- manda traer los vasos sagrados que había
hurtado del Templo de Jerusalén, consagrados a YHWH, para mancillarlos bebiendo
y brindando en honor de las estatuillas de oro, plata, bronce, hierro, piedra y
madera de sus ídolos. Historiadores como Heródoto y Jenofonte (en griego
clásico se llamaba simplemente Jenofón), documentan el carácter orgiástico de
estas celebraciones.
Allí
fue cuando, en la semipenumbra, una mano empezó a escribir, sobre la pared, se
apeló a los “sabios” (ya se dijo que se les decía así a los magos, nigromantes,
y astrólogos que formaban el consejo asesor del gobernante -algo similar, y
claro que la comparación no se debe leer a la ligera- como un irrespeto hacia
los comités asesores de hoy en día-, que están integrados por “sabios”, pero de
otras disciplinas bien diversas, como son la economía, la estadística y el
derecho; pidiéndoles que interpretaran la situación en curso. Nadie lo hacía.
En
aquel momento irrumpió la “reina” que le recordó a Belchazar, que, en los
tiempos de Nabucodonosor, había un célebre judío oniromante, e hicieron venir a
Daniel y quien le ofrecieron esta vida y la otra a cambio de dar su פְּשַׁר [peshar] interpretación de lo que sucedía
con aquella escritura mural y descifrara su significado.
Daniel
le dijo: “Quédate con todos tus מַתְּנָא [matena] “sobornos”,
y dáselos a otro, Leeré lo que está escrito y lo pondré de manifiesto a su
consideración”: Porque había profanado los vasos del Templo, ha sido enviada la
mano que escribió: «Mene, Tekel, Peres» que quiere decir “medido, siclo.
Mitad”; nos hemos acostumbrado a traducirlo como “contado, pesado y dividido”,
pero es más exacto pensar que es una alusión a la progresiva decadencia de los
imperios sucesivos: “babilonio, persa y medo”, es, otra alusión análoga a la de
“oro, plata y bronce”.
El simbolismo que allí se anida lo decodifica con precisión
Daniel: “Dios ha contado los días de tu reinado, les ha señalado un final. Ha
pesado en la balanza tu “levedad” y apunta hacia la desintegración en pedazos
de su imperio que será repartido entre los medos y los persas.
La profecía muralizada por la Mano hablaba de un supuesto
poderío, reducido a polvo como escarmiento y correctivo por la profanación de
lo que es Santo. Agachémonos, por un momento a mirar el reflejo de nuestra
sociedad en el agua y veremos cómo pateamos y escupimos lo Sagrado, victimas
insolentes de nuestra propia altivez.
Sal
Dan 3, 62a. 63a. 64a. 65a. 66a. 67ª
Cuando
un día, nuestra torpeza se alcance -por fin- a superar, cuando la voracidad
cruenta que desparramamos con exuberancia entre todos los pueblos de la tierra,
dimensione por fin su insignificancia e intrascendencia; entonces, no nos
uniremos a gesticular como lo hacen los simios, su beneplácito en aplausos,
sino que sabremos dar expresión a nuestra reverente y devota admiración a los
Divino, con una coral -cuyos antecedentes estarán en los magníficos coros
conventuales que loan al Señor con sus afinados canticos, buscando la paz,
conviviendo en armonía, desarrollando la fraternidad, refinamientos melodiosos
brotados del corazón y no pronunciados por la lengua torpe de los bajos y
elementales impulsos.
Toda
criatura cantará bendiciendo, y magnificando su perdurabilidad a través de
todas las edades. Todo lo que corrompe la dignidad humana se vendrá
estrepitosamente abajo, porque el ser humano no tiene por qué ser lobo para el
hombre.
Lc
21, 12-19
No temas, pequeño
rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino.
Lc 12, 32
Muchas
veces nos parece natural y muy lógico, pedir a Dios que “me conceda” las
virtudes cristianas, ¡a mí, que estoy llamado a ser “santo”! Y, a los demás
“que se los coma el lobo”.
Esto
está emparentado con aquella cita bíblica (Lc 18, 10-13) que ve el asunto de la
fe desde una perspectiva egocéntrica.
También,
como en las películas del lejano oeste, llevan dos pistolotas, una a cada lado,
para desenfundar con asombrosa presteza y disparar. ¡Ideología, ideología! Es
su más contundente recurso contra cualquier cosa que se diga, si no cuadra con
su “tradicional” cantinela. Un elemento esencial de la sinodalidad es poder
entender la fe como comunidad, no como individualidad, como Iglesia; pero
aceptando que hay interpretaciones tradicionalistas que la propia Iglesia está
trabajando para re-colocar en una perspectiva más precisa.
Hacer
un vivo esfuerzo por captar la Enseñanza de Dios, y en particular la de Jesús,
desatándonos de perspectivas que nos impiden adentrarnos en el Mensaje. Y no se
trata de acomodar la Escritura para hacerla decir lo que “yo quiero”. Tenemos
que trabajar cooperativamente y, aplicadamente, libres de ataduras y,
especialmente libres de cerrazón. Un verdadero estudio bíblico, y que Dios nos
ampare del relativismo de querer forzar y acomodar nuestra interpretación. Para
que la Iglesia sea Una, no necesita uniforme, no abandona la sinodalidad para
refugiarse en el maltrato del otro, que -según ellos- no es más que un “idiota”,
no se necesita -de ninguna manera que los prepotentes acaparen y monopolicen la
Palabra bajo la tutela de su “bolillo”, y se atraviesen el brazalete de su
consigna “así como lo digo yo, así es”; pero tampoco que nos conformemos con el
“usted piense lo que quiera, pero yo aquí lo que entiendo es, lo que a mí me
provoca”. Tenemos que recorrer el camino de la fraternidad y no desenfundar el
arma para disparar con la una, balas de “Ideología, ideología”, y con la otra,
los plomos de “idiota, imbécil”.
¿Quiere
usted saber que es anti-cristiano? Imponerse maltratando y ridiculizando al
“prójimo”. Ofender y caricaturizar es un juego sucio que en el marco del
discipulado no podemos darnos el lujo de aplicar.
¿Cuál
es el valor que Jesús nos propone en la perícopa de hoy? Lo encontramos en el
verso Lc 21, 19: ὑπομονή [hypomoné]
“perseverancia”, que para nosotros en español significa simplemente “constancia”,
con una connotación de “conservadurismo”, de “disco rallado”. En griego -teniendo
en cuenta su etimología, hypó, "debajo" y ménō, “soportar", su significado está
directamente emparentado con lo que nos ha venida proponiendo la Primera
Lectura (tomada del Libro de Daniel), de saber conservar nuestra fe, viviendo
en un mundo que tiende en otra dirección. Conservar la fidelidad a la Alianza.
Y quisiera destacar que muchos traductores ponen en vez de ὑπομονή “sufrir”.
Insertemos, entonces, una cita del Carlo María Martini: “Quién
no sufre, al hacer el bien, tentaciones de repugnancia, de disgusto? ¿Quién no
se siente a veces atado por la timidez, sobre todo en situaciones públicas difíciles?
Con frecuencia el miedo nos impide hacer lo que sabemos muy bien es lo justo, o
no nos permite hablar. Preferimos usar términos como “conformismo” y “respeto
humano”, pero en realidad, se trata de miedo.
Nos dice la perícopa que mediante la ὑπομονή salvaremos nuestras vidas, la integridad de nuestro ser, de
nuestra personalidad. Y esto es fundamental, viniendo de Jesús, que nos
presenta unas opciones realistas: Que nos echaran mano, que nos entregaran a
los tribunales eclesiásticos y civiles, que nos harán comparecer ante los
poderosos de la tierra, pero no con la visión pesimista de ¡terrible, mejor dejemos
así!; sino como la oportunidad incomparable de loar su Santísimo Nombre.
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