1Tes
4, 1-8
ἁγιασμῷ [hagiasmo] “Santidad”
Ayer
quedábamos en una plegaria que intercalaba san Pablo entre las dos partes
fundamentales de esta epístola, en esa oración rogaba al Cielo los asistiera
en la “resistencia”, en la “firmeza”, para sostenerse fieles en la fe, y no ir
en una tónica de desmedro y debilitamiento que es lo que hace que la fe se
corroa, y se diluya con el tiempo. Como decíamos en cierta ocasión, a veces se
inicia con gran entusiasmo, pero poco a poco se va retrocediendo y se decae,
porque hay personas que son -por sus propias inclinaciones- tendientes a
resistir poco, se les dificulta el “largo alcance”, y son más bien “fondistas”.
Por
eso San Pablo los reta, una estrategia pedagógica antigua pero muy válida, un
desafío viene bien como estímulo, y nos ayuda a inclinarnos a la perseverancia
y a entender que muchas metas no se alcanzan de la noche a la mañana y, que la
fe es -precisamente- una tarea que nos enfoca “de por vida”. Cómo esos deportes
que exigen un entrenamiento constante y diario, a través de los años. Así les
postula Pablo que se debe "sudar la camiseta” para alcanzar ese sueño que Dios
ha soñado para nosotros, el de alcanzar la Santidad. Les muestra, revelándoles,
cuál es la Voluntad de Dios, que consiste ¡Ojo atento!
En
apartarse de la impureza para habitar la Santidad.
Y
nos revela que en esto tenemos que ser muy diferentes de los gentiles,
empezando con la pureza de nuestro propio cuerpo. Tenemos que rehuirle a la
pasión desordenada o desenfrenada. Y propone un teorema-guía: Dios no nos ha
llamado para una vida impura, sino para una vida santa; y el que no atiende
esta regla, está prestando oídos de sordo a la Mismísima Voz del Espíritu Santo,
que es la Voz de Dios que habla en nosotros para conducirnos, para auxiliarnos,
para perseverar en la santidad. El reto sería ser capaces de recorrer con
fidelidad una vida de Santidad.
Sal
97(96), 1 y 2b. 5-6. 10. 11-12
Reinará por los Siglos y su Reino no tendrá fin.
Salmo
del Reino. Para continuar en la misma tónica, Reino de Santidad. La conciencia
y el énfasis ha de ponerse en que la Majestad Divina precede todos los tiempos.
Nadie corona a Dios. Él es Rey porque es Dios-Creador, Señor y Dueño, está
desde siempre y por siempre en su Trono. Su Realeza no es hereditaria, es
Infinitamente-Perenne.
En
la Primera Estrofa se señala sobre qué bases se asienta Su Trono: La justica y
el Derecho.
La
Gloria de Dios es de tal Magnitud que, aun cuando las montañas son de piedra y
dura roca, se derriten como si fueran de grasa, de manteca, porque su Justicia
y su Gloria lo copan todo.
Los
Hassidim “fieles” ganan la protección de Dios detestando el mal. Nuestro
corazón está lleno de amor si somos capaces de repulsa ante cualquier forma de
maldad.
El
Nombre del Señor -su Integralidad Trinitaria como Personas- es justamente
glorificado. Nuestros corazones se dilatan en dicha y rebosan de jolgorio,
porque su Nombre es Luz-Maravillosa; Claridad desbordante
¡Qué
clamor levantaremos a su Paso? ¿De qué naturaleza serán los gritos que demos
cuando su Realeza sea reubicada -donde siempre ha estado- en el קֹדֶשׁ הַקֳּדָשִׁים [Kodesh haKodeshim] “Sancta Sanctorum”?
Pues serán gritos de viva y de Hurra, pura Alegría de la que inunda el corazón
de los justos (léase “Santos”).
Mt
25, 1-13
El
Novio es el Señor, las Vírgenes somos el pueblo, todo el pueblo que contrae
nupcias con Jesús. Este es el casorio que forma la esencia del Plan de
Salvación. Toda la Historia Sagrada, es nada más que el diario de notas de cómo
se han dado los pasos para que esta Boda sea la cúspide de todo, un matrimonio
-que pretenda un lucimiento similar a la trascendencia del Sacramente, resulta
ser una tarea bien ardua, que, en algunas partes ha dado lugar al desarrollo de
una verdadera profesión: wedding planner. es -por lo menos irónico, que
cuanto más se invierte en los preliminares, menor parece ser la durabilidad de
la “adquisición”; se cumple la regla de tres, inversa: Boda costosa,
pronta separación.
El
tema del aceite en esta parábola, da qué pensar. Lo primero que se nos atraviesa
por la mente es la situación de los jóvenes estudiantes que “no hacen su tarea”
y llegan al otro día temprano, a buscar un compañero que la tenga resuelta y se
la preste para “copiarla”. Estamos -en la parábola- justo ante la misma
situación: uno se pregunta, ¿por qué no hicieron la tarea? ¿por qué, si habían
sido invitadas a la boda, no llenaron sus alcuzas? ¿era lejos o era cerca,
donde podrían haber ido a comprar? ¿era una falta de compañerismo, por parte de
las que habían llevado cantidad suficiente, no compartirles el aceite?
Es
evidente que uno debería esmerarse en hacer su tarea muy concienzudamente. Y,
todos sabemos que cuenta mayor aplicación ponemos en su cumplimento, mucho
mayor es el provecho que se obtiene y mejores los resultados del proceso
formativo; “copiándola” se aprende, pero el 1% de lo que se aprende realizándola
con mérito propio. Entonces, ¿por qué aquellas virginales chicuelas llevaron
tan poco o ningún aceite?
La
clave interpretativa que resuelve todas las anteriores dudas está en entender
que no hay “centros de acopio directos de este tipo de “aceite”. Uno va
juntando -gota a gota- y llenando la alcuza a lo largo de la vida. Y es que
este aceite en realidad es el sobrenombre que dentro de la parábola tiene la “caridad”.
Toda vez que en la vida encontramos la oportunidad de hacer una obra de
caridad, tendremos una gota más, así que -mientras estamos aquí abajo, cada
nuevo amanecer será una nueva oportunidad para ir llenando la aceitera, esa que
nos dejará tener encendida la “lámpara” cuando tengamos que salir a recibir al
Novio que llega.
Se
nota que esta parábola es totalmente escatológica, le da un sentido a la vida,
en función de la Entrada en el Reino. Todos los días es un regalo de Dios para
que hagamos todo el bien que nos sea posible, al final de cuentas, nuestra
lámpara estará con mayor o menor cantidad de aceite, y, cumplirle la cita a Él,
dependerá del Amor con el que hayamos vivido cada “jornada”.
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