Esd
1, 1-6
Los
libros de Esdras y Nehemías (que eran un solo Libro, como también pasó con Crinicas I y II); pertenecen -en la Biblia Hebrea- a los “Escritos” (Ketubîm),
junto con los Libros de Rut, Ester, y 1-2 Crónicas se pone junto con el segundo
grupo de Libros históricos, que repiten con variaciones, la historia
Deuteronomistas que va de Josué hasta Reyes. El autor tanto de las Crónicas,
como de Esdras y Nehemías lo conocemos como el “Cronista”.
Después
de un silencio de 50 años, el cronista retoma y continua -saltando este hiato
histórico- la Crónica. Arranca, usando como pista de
despegue el Edicto de כּ֫וֹרֶשׁ [Koresh] “Ciro” en el año 538 a.C. que
autorizaba y patrocinaba el regreso a su Tierra de los exiliados y la
reconstrucción del Templo. Es -cuando menos interesante, anotar que, Ciro es la
españolización del nombre -en persa antiguo- de Kūruš, que en griego antiguo
era Κῦρος [kiuros] -notemos
el cognado con κύριος
[Kyrios] “amo”,
"señor”, “tutor". Cabe aquí señalar que, fue el instaurador de la
dinastía aqueménida de Persia (559-530 a. C.) y el fundador del Imperio
aqueménida, primer Imperio persa, luego de vencer a Astiages, último rey medo
(550 a. C.); y que, la influencia aqueménida en el mundo antiguo se extendería
finalmente hasta Atenas, donde los atenienses de clase alta adoptaron como
propios aspectos de la cultura de la clase dirigente de la Persia aqueménida.
También diremos aquí que Ciro es el único personaje no hebreo que -en la Biblia
Judía- es llamado con el título de Mesías.
Ya
en el 537 a.C. Sasabasar procuró restablecer el culto en Jerusalén, aun cuando
se desconoce de dónde provinieron los fondos si fue que se abanderó de una
colecta con contribuciones voluntarias. No sabemos, qué pasó con él… el tema
del Templo tendrá que esperar al año 520, ya en la era del gobierno persa de
Darío. Sabemos que los Samaritanos se opusieron a la reconstrucción del Templo en Jerusalén y que sus obras no verían conclusión hasta el año 515 a.C. estos
hechos de dedicación del Templo reconstruido tuvieron por caja de resonancia
a los profetas Ageo y Zacarías.
En
el reinado de Artajerjes, se dio un decreto que respaldaba a Esdras y Nehemías
- luchadores incansables por la restauración de Jerusalén-, y este decreto avalaba su propósito y su lucha contra los matrimonios que la Ley mosaica
proscribía con paganas. Para tener una perspectiva más abarcadora invitamos a
asomarnos a los profetas Ageo, Zacarías y Malaquías.
Todo
lo que se relatará en esta perícopa que leemos hoy sucedió para cumplir una
profecía de Jeremías que así lo preveía. La panorámica que nos permite
contextualizar nuestra exploración al Libro de Esdras, queda más completa
señalando que:
a) La política de los
persas en vez de luchar por destruir las religiones locales se esforzaba en
respaldarlas y por este medio, comprometer a los encargados (sátrapas) a
manejar una política de contención.
b) Pudieron regresar a
la tierra prometida y paulatinamente restablecer el culto en el Templo.
c) Reconstruyeron las
murallas de Jerusalén y tuvieron un gobierno de gente de su propia raza.
d) Restablecieron la
Ley Mosaica.
Fue
así como el exilio fue un catalizador que dio a Luz el Judaísmo, que tiene como
su padre real a Esdras con sus tres banderas principales:
1) Ellos eran pueblo escogido
2) La Ley a seguir era la Ley mosaica
3) Y el Culto volvería a ser en el
Templo.
Nada
de esto puede obviar la fuerte oposición de los que seguían radicados allí, campesinos,
gente rural muy empobrecida, pero que, acostumbrados a su diseminación por los
campos, carecían de organización y de elementos estructurantes para llevar a cabo un
aporte sonante o una oposición contra los que venían del גולה [Golá] “Exilio”, que ahora contaban con el
apoyo del gobierno persa.
Sal
126(125), 1b-2ab. 2cd-3. 4-5. 6
Este
es un salmo Gradual. En particular, de presentación de ofrendas, donde las
bendiciones otorgadas se traslucen en la abundancia de la cosecha. El
significado original de este Salmo canta la vuelta a Jerusalén, precisamente a
raíz del Edicto de Ciro.
Algo
tan deseado y tan anhelado, algo que se ha incluido en las profecías, algo como
la expatriación por fin cancelada y que anuncia la posibilidad del regreso y de retomar el culto como elemento clave de la identidad de este pueblo, era precisamente como un sueño hecho realidad. Una resurrección.
Es,
además, lo que la hace tan dulce: un regalo de Dios; ellos con su fuerza y sus
recursos no la habrían alcanzado, es un signo claro de Dios que ha obrado y ha
hecho el prodigio que les es tan favorable. Un sueño hecho realidad, como
“bobitos”, se reían sin tener haber oído ningún chiste, y se les llenaban los labios de canticos,
aquellos que sus mayores les habían enseñado, para que no olvidaran su
procedencia ni al Dios que era su Dios.
Otros
pueblos de la gentilidad también se daban cuenta del Portento Divinamente
regalado, y descubrían que las bondades de aquel portento eran inmensas y sus
frutos también alcanzaban a cobijarlos a ellos.
Como
un rio que arrastra en avalancha, llevándolos -en rauda navegación-, como las aguas
torrenciales del Neguev arrastraban todo a su paso dejando una estela de vida floreciente. Pero estos no van llevados
por una inundación súbita que los perjudica, sino acaballados en las olas de un
rio embravecido que los conducía a su Liberación.
Cuando
los exiliaron fueron deprimidos, llenos de pesadumbre porque iban arrancados de
su bien amada Tierra; ahora, cuando van de regreso, es todo lo contrario, lo
que ayer eran lágrimas de plañidera muy entristecida hoy se ha trasmutado en
cantico feliz de segadores que recogen la más abundante cosecha.
El
Señor se complace y su deleite es, vernos felices, la dicha de Dios se alza
como un bosque nacido y crecido de la noche a la mañana, con árboles que cargan
frutos todos los meses, y florecen al amanecer tanto como al caer la tarde, con
dos floraciones por día. ¡Verdaderamente que era, todo un sueño hecho realidad!
Lc
8, 16-18
Tengan la osadía de ser
santos brillantes, en cuyos ojos y corazones reluzca el amor de Cristo,
llevando así luz al mundo.
Papa Francisco
Jesús
que es Luz, va incendiando a otros, los llena de su Propia Luz y les entrega un
esplendor que no se puede esconder, tanto brillo es difícil menguarlo, ¿cómo
podremos substraernos de que muchos queden expuestos a este brillo?
Jesús
en la Trasfiguración se vuelve tan brillante que encandelilla, se quiere
parpadear mil veces por segundo, se quiere caer rostro en tierra para no quemarse
los ojos, para no perforarse la retina, es más fácil mirar el sol directamente
que pretender fijar la vista sobre el Trasfigurado. Para tanto brillo hay una
sola explicación, es el Brillo de Dios, y -aun cuando uno no lo quisiera- la
ropa, de los que andan con Él, también se vuelve luminosa, hasta el punto que
cualquier reflector -por potente que sea- a su lado es oscuridad.
Señor,
que nos has puesto esta brillantez ilimitada en nuestro corazón y te gozas en
convertirnos en Faros-Vivientes, sabemos que no nos envías para que vivamos ocultos en
buhardillas, escondidos en cajas fuertes absolutamente opacas; lo que Tú
quieres es que se derrote hasta la última sombra, que no sobreviva ni un ápice
de tenebrosidad, mucho menos de tinieblas; lo que Él quiere es contener lo
oscuro y destapar miles de millones de botellas de “Claridad” y que se sepa que
Su Reino es un Reinado de Luz.
Muchos
habían pensado que se trataba de chismes, que se destaparían y, que los más
recónditos secretos de los miembros de la farándula se iban a descorchar; pero ahora, sabemos que Tú estás hablando de derrotar la mentira, de rasgar de
una vez por todas las anteojeras de la falsedad, de derrotar tanta y tanta
falsedad que el Malo ha desparramado por ahí: aquí de lo que se trata será de
la derrota definitiva de tantas y tantas que se hicieron llamar filosofías, y
que entonces se sabrá que sólo son sartales de falsedad porque el malo es el
Padre de la Mentira.
¡A
ver! ¡Despertemos! Jesús no vino a encender a sus discípulos para luego
ponerlos debajo del cajón de medir los cereales, no vino para regodearse en los
“raros”, en los “elegantes”, en los “distinguidos", en los “especiales”, en los
que imitan a la farándula, en cultivar una moral decadente y que imponen sus
puntos de vista porque tienen su club privado de fans que los aplauden y les
alaban sus promiscuidades convencidos, que son la máxima autoridad; Jesús no
fundo una religión reservada, sólo para los “iniciados”, para los “iluminati”,
no se trata pues de dejarse seducir por la extravagancia, ni por la
“originalidad”, esos que se desvían por esos vericuetos serán los
desenmascarados a los que se refiere el
Evangelio de hoy.
No
vayamos a incurrir en la envidia de querer llevarnos la Luz de Cristo a casa y
querer “almacenarla” en la caja fuerte, dejémosla -por el contrario- extendida a
la intemperie, que flamee, que todos los que pasen se la lleven, porque cuanto
más la demos, más tendremos, verdaderamente, de ella.
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