Col
3, 1-11
Primero,
la Carta de San Pablo procura dimensionar la Centralidad de Jesús, lo saca de
la concepción sincretista que lo hace un ángel o una deidad entre otras, y les
aclara que no es uno más; no se trata de escoger al que más les gusta y aceptar
sólo lo que les agrade y les atraiga, desdeñando la Verdad y la Unicidad del
Dios de la Fe, Jesucristo.
Ahora,
supuesta la comprensión de que Él es el Resucitado, pasa a señalarles las
implicaciones, consecuencias y responsabilidades que esto conlleva. Si lo
aceptamos, tenemos que identificar los Valores que Él nos propone, para
adherirnos a ellos. No podemos quedarnos circunscritos a los valores mundanos,
a la terrenalidad de los criterios porque lo que antes apreciábamos, ha quedado
atrás, ahora somos “Criaturas Nuevas”, y empezamos a crecer en el proceso de
revestirnos de Cristo, que -llegado el momento”, nos desvelará radiantes de la
Gloria que Él nos comunica.
Aparecen
-con toda especificidad- dos elencos de contra-Valores que tenemos que
“sepultar”, para que ya no nos encadenen y nos vivan halando hacia el fondo del
abismo. Tenemos que sacudirnos de estas “cargas de muerte”, para -entonces sí-
zambullirnos a plenitud en la Gloria del discipulado.
Primera
lista de contra-valores: fornicación, impureza, pasión, codicia, avaricia, esto
está marcado por dos notas de absoluta fealdad:
1) Son elementos
idolátricos
2) Atraen la Ira de
Dios
Viene
luego, la segunda lista, que sí logramos arrancarnos estas cosas, estaremos
habilitados para despojarnos del “Hombre viejo” y avanzar a la “Nueva
Condición”, recuperar la Imagen Divina- que perdimos por el pecado: La ira, la
rabia, la maldad, las calumnias y las groserías, ¡fuera de su boca! No se
mientan unos a otros.
Sólo
así alcanzaremos el perfil de Jesucristo que nos enseñó una fe con su doctrina
que nos llama a la “catolicidad”: sin distingos entre griegos y judíos, entre
circuncisos e incircuncisos, entre bárbaros y escitas, entre esclavos y libres.
Todo esto quedará superado, porque la Gloria de Cristo, es una Unción sin
fronteras, es un Reinado Universal.
Sal
145(144), 2-3. 10-11. 12-13ab
El
salmo, nos da unas notas definitivas de la “catolicidad”. Es un Salmo de la
Alianza, tiene 22 versos, cada verso comienza con una letra del Alefato. Hemos
insistido que ese recurso acróstico al Alefato, quiere significar que es un
Salmo-Compendio, que quiere abarcar totalmente, con mirada globalizante; quiere
-por así decirlo- incluir todos los aspectos todas las diversas perspectivas
desde las que se puede mirar, en este caso, la Alianza.
Muy
importante es tener presente al Aliado, saber con quien se ha pactado la
Alianza nos permite, dimensionar lo que nos corresponde en ese Tratado, a
nosotros- como respuesta a nuestro compromiso. Nuestra Aliado es El Rey, Rey
por antonomasia, Rey de reyes, Señor de señores; entonces, es una Alianza con
la Suprema Soberanía, además con .la Omnipotencia. Qué nos corresponde,
¡Ensalzar al אֱלֹוהַ֣י הַמֶּ֑לֶךְ [Elouhey-hamMelek] Dios-Rey!
De
sus 22 versos, se seleccionaron 5 y 2/3 para obtener la perícopa que se
proclama hoy. Con ellos se han compuesto 3 estrofas.
1ª
estrofa: Bendecir y alabar, es -llamémosla- una “tarea cotidiana para el
“fiel”. Ante Su Descomunal Munificencia sólo tenemos Alabanzas.
2ª.
Estrofa: No se limita a los seres humanos, la Creación entera está llamado a
transmutarse en Gratitud, porque su Reinado se gesta y Él nos llena las manos y
los corazones de Bondad: Démosle Gracias.
3ª
estrofa: El Reinado de Dios es Eternamente-Perenne; es un Reinado donde el
Resplandor dimana de su Justicia. Él gobierna por todas las edades, de Eón en
Eón.
¿Qué
predomina en todas las eras? ¡Su Bondad, su Infinita Misericordia!
Lc
6, 20-26
Este
Evangelio va por otra línea, no nos dice lo que debemos hacer, no tiene un
sentido moralista. No nos habla de los vicios a evitar, ni de los valores a
procurar. Nos dice cómo puede ser el marco circunstancial de nuestra vida, y
señala ciertas “circunstancias” como favorables, a la vez que desenmascara
otras “situaciones” que peligrosamente se vuelven bloqueantes, impedientes.
Marca 4 que son propicias y 4 que son impeditivas. Las primeras nos ayudan a
encontrar la dicha verdadera, las segundas, tristemente, nos conducen al
abismo. A las primeras se las llama en el Evangelio “Bienaventuranzas”; a las
segundas “Ayes”.
La
pobreza no es una virtud, es una situación; pero, a partir de esa situación es
fácil acceder al Reino, no hay “pesas de plomo” que lo hundan a uno, por el
contrario, hay cierta “liviandad”, cierta “ligereza” que propende a lo
Celestial, a lo Divino; desde esa óptica, ¡qué bueno ser pobre! Del otro lado,
que difícil “elevarse” cuando los bienes materiales nos atan, y nos “sumergen”,
nos hacen contrapeso, ¡no hay grúa que levante semejantes plomos!
Dichosos
los que han pasado hambre, recibirán modestos alimentos y sabrán apreciarlos,
no tendrán necesidad de banquetear, porque su paladar podrá saborear con
delicia el alimento más sabroso, el Pan de Vida; en cambio, para los epulones,
los que a fuerza de comer siempre hasta el hartazgo tiene que comer a toneladas
porque han ensanchado el estómago con esas comilonas, a esos ¡no los llena
nadie!, para ellos, el Alimento Espiritual no significa nada, se han condenada
a ser gastro-exigentes (con el alias de “gourmets”); ¡que no les hablen de
Banquetes Eucarísticos!
Los
que hoy en día lloran, recibirán como consuelo un gracejo -una pudorosa sonrisa
los reconfortará- y para ellos la santidad será motivo de “paz en el corazón”;
en cambio, ¡lástima por los que hoy se ríen! ellos tendrán la mandíbula
fatigada de tanto batirla a carcajadas; a estos últimos, ya nada les hará reír,
tienen exhaustos todos los músculos risorios y cigomáticos, se aburrirán a
muerte, y seguramente el Cielo les parecerá un fastidio.
¡Ay,
ayayay! Qué duro para los que se han habituado a la adulación, los que pueden
exigir la pleitesía, aquellos a los que hay que entregarles halagos y lisonjas
porque el protocolo obliga; porque, ante el Señor -en su Reino- todo el Honor,
toda Alabanza y Toda Gloria tendrán por fin su Legítimo Dueño.
En
cambio, toda la dicha, el máximo jolgorio para los que siempre ponen al Señor
en su Sitial, porque ellos -nunca Lo envidiaran- siempre han soñado y soñaran
que Él reciba todo loor, y a Él laudemos todas las naciones de la tierra.
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