1Tes 4, 13, 18
Hay en griego una palabra interesante, es la palabra έκσταση [ekstasi] “rapto”, que
tiene que ver con una especie de separación, de desprendimiento para elevarse hacia
las esferas superiores.
En griego tenemos la palabra ἄγω [ago] -que aparece aquí, en la perícopa que estu-
diamos hoy- en futuro de indicativo (activo), ἄξει [axei] “se los llevará”, que
muchos traductores han interpretado como un “rapto”. Quizás con la única dificultad que el
rapto implica una especie de acto contra-voluntad, “llevados a la fuerza”. ¡Y esto no es lo
que sucede aquí!
En hebreo se tiene la expresión חֲטִיפָה
que
nos parece mucho más próxima a la de “rapto”. Siempre tomando en cuenta que su
uso tiende a la exteriorización de un estado de ánimo, de un sentimiento que
sobreviene de manera abrupta. ¿Qué es lo que dice exactamente en el texto de 1
Tesalonicenses? Veámoslo:
Si de verdad creemos que Jesús murió y resucitó, y fue llevado
al Trono Celestial para sentarse con el Padre en el Sitial Privilegiado, así
también tenemos que ser capaces de “ver” que todo esto que Él tiene en
Concordia Plena con el Padre, está dado para que nos cobije también a nosotros.
Los Tesalonicenses estaban afligidos al ver que algunos de los miembros de la
Iglesia -de la Comunidad Creyente- habían muerto y se pusieron a pensar que
ellos habían perdido el chance de hacerse con la resurrección. Desde ese
enfoque, sólo los que estaban vivos podían beneficiarse con este Don-Celestial,
pero los que ya habían muerto, muertos se habrían de quedar.
Es aquí donde Pablo tiene que enfocarse, tiene que
clarificarles cómo se da este proceso: Les dice que habrá unos signos
precursores, a saber, se escuchará la Voz del Ángel, y -segundo- se escuchará
el sonido de la σάλπιγγι [salpingi] “trompeta” -pero
es una trompeta especial, para dirigir los grandiosos movimientos de la
Victoria Apocalíptica-, el Mismo Jesús hará levantar a los que habían
fallecido, ἀναστήσονται [anestesontai] “los resucitará”, “los levantará”, para añadirlos al conjunto de los
vivientes de aquel momento. Ese será el momento de “pasar” a la presencia del
Señor.
Con mayor precisión ¿cómo se dará este fenómeno? Respuesta: ἁρπαγησόμεθα [harpagesomeda] “Seremos llevados” entre nubes” al encuentro
del Señor. ¡Llevados, no raptados!
San Pablo no es inconsciente de lo qué está hablando, él se
da cuenta que les está revelando un evangelio de consolación, y les entrega
este mensaje para que lo difundan entre ellos y sepan de verdad que los que
muramos antes del clamor de la Trompeta Victoriosa no seremos abandonados de la
Misericordia Divina. Él nos reunirá con los que en tal momento estén vivos y
nos apacentará hacia la Presencia del Padre. Repitamos, una vez más: ¡Llevados
entre nubes! ¡No se afanen por los que estarán dormidos en aquel Momento,
porque Jesús los “despertará” para sumarlos a la Multitud de los Redimidos!
Sal 96(95), 1y3. 4-5. 11-12. 13
Cuando decimos era cristiana quiere decir que, a partir del
nacimiento de Jesús en carne humana, ha empezado a correr un tiempo nuevo,
tiempo kairótico, en este tiempo nuevo, se precisan unos canticos nuevos,
siempre nuevos, porque tienen que ir abriendo los ojos y si el cantico es
viejo, esos cantos dejan de ser colirio eficaz para despegar los parpados que
nos enceguecen porque nos los han cosido, esta ceguera se cura con tratamientos
por vía auditiva.
Urge tomar conciencia de esta responsabilidad, tenemos que
componer nuevos cantos, no repetir como la noria porque sus acordes suenan
latosos y monótonos, no dicen nada y aburren infinitamente. Nadie les presta
atención, es un sonsonete ineficaz.
Aprendamos pues a glorificar, a contar las grandezas del
Señor con un lenguaje Nuevo. Para llevar este kerigma por toda la tierra.
Los dioses inventados por los humanos son fantasías, sólo
el Dios que se ha Manifestado, el Dios-Revelado es el Creador de todos los
cuerpos siderales. Mirad el Cielo y veréis la Grandeza del Creador.
Así, lo que destaca el profeta es que toda la Creación
habla de Dios, ¡no que todas las criaturas son Dios! Sino que Él es el Artífice.
Este kerigma comprende la Revelación de su Venida, no está
tan distante, llegará antes de los que lo retrasan para mostrarlo impotente y
para volverlo imposible, más temprano que tarde hará su Segundo Ingreso en la
Historia, pero esta vez Glorioso, lleno de Victoria. Su Nombre será
Justicia-y-Fidelidad. Anhelamos su reinado: ¡Venga a nosotros Tu Reino!
Lc 4, 16-30
Empezamos
de nuevo, y esta vez será con el Evangelio de San Lucas. Esta labor Lucana nos
llevará hasta el 2 de diciembre; al Día siguiente estaremos en el Año nuevo
Litúrgico 2024, porque será el Primer Domingo de Adviento. (Durante este
periodo de lo que resta del presente año litúrgico, habrá 9 excepciones, en las
que leeremos Evangelios de Mateo o bien de Juan, porque son Fiestas que tienen
Lecturas Propias).
Después
del Evangelio de la Infancia -en San Lucas- hay dos episodios claves:
1) El bautismo de
Jesús
2) Las tentaciones en
el Desierto
Luego, desembocamos en este episodio. Este
episodio es como el prólogo de Juan, sólo que Juan está interesado por el
enorme salto que Jesús-Dios da, de la eternidad para ingresar en la historia;
mientras a Lucas le interesa el enorme salto que Jesús va a dar desde la Vida
Oculta a la Vida Pública.
El
primer dato que nos entrega Lucas es que este “salto” no se da por un empezar a
hacer algo nuevo, nada por ese estilo, dice que Jesús sigue haciendo lo que era
su costumbre hacer, va a la Sinagoga, como lo hacía todos los sábados. Recibe
uno de los Rollos, que resulta ser el del profeta Isaías y lo desenrolla de
manera tal que va a leer del que nosotros -hoy por hoy- llamamos, capítulo 61,
1-2a. (Nos compete señalar que no lee la parte b del versículo 2, donde se
habla de un espíritu de “revanchismo” de parte de Dios). Re-enrolla y devuelve
el Rollo al ὑπηρέτῃ [hiperete] un subalterno que había recibido este encargo de alcanzar y
recibir los rollos de la Tanaj dentro del ritual sinagógico, se suele traducir
como “ayudante”.
Lo que había leído Jesús del profeta era, partiendo de que
Dios “lo había ungido”, le había entregado una Misión que cabría subdividir
-para mejor captarla- en 5 puntos:
1)
Evangelizar a los pobres
2)
Proclamar a los cautivos la libertad
3)
A los ciegos, la vista;
4)
Poner en libertad a los oprimidos
5)
Proclamar el año de Gracia del Señor (El
Jubileo). Pero no porque se hubieran completado 7 semanas de 7 años, sino
porque había llegado Él, nuestro Salvador.
Después de proclamar las Lecturas, debería seguir la
“homilía”. Dado que es una homilía breve, vamos a trascribirla aquí: “Hoy se ha
cumplido esta escritura que acaban de oír”. Ese hoy no es un día de 24 horas,
sino el “Tiempo Presente”, el tiempo en que Jesús está Presente, o sea, desde
aquel momento y en lo sucesivo.
Viene toda una segunda parte. Porque ahora, estos asistentes
a la sinagoga le van -prácticamente- a exigir que demuestre, ante ellos, toda
la fama que le precede según los prodigios que les habían llegado a oídos,
procedentes de Cafarnaúm.
Viene la mención de los profetas Elías y Eliseo y la
argumentación del rechazo que la gente en su tierra natal tiene hacia los
profetas: Jesús se inserta así en la corriente del profetismo. Muchas veces -y
de una manera verdaderamente pintoresca- nos hacemos a la imagen del profeta
como una especie de “muñeco ventrílocuo” que Dios instrumentaliza para
comunicarse: Títere cuya boca profiere lo que Dios le inculca. Hay que ir más
allá para entender por qué Jesús se inserta en esta corriente. El profeta en
verdad lo que hace es hacer visible la Obra y la Presencia de Dios en medio de
su pueblo, lo que, sin su ayuda, les pasaría desapercibidas. ¡Los hace ver!
(Por eso está en el centro del quiasmo, el dar vista a los ciegos).
¿Quieren ver su poderío? Pues, aquí está: aun cuando quieren
despeñarlo, pasó entre ellos y siguió su camino.
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