Col
1, 21-23
Algo
habíamos dicho previamente sobre la inserción de fragmentos litúrgicos.
Seguramente, bajo inspiración, en las celebraciones se insertaban piezas
hímnicas que brotaban espontáneamente de los labios del presidente de la
liturgia, estas, eran atesoradas por los asistentes, y repetidas, por los
discípulos, que -en repetidas ocasiones- aportaban elementos de enriquecimiento
y se iban estableciendo y formalizando, y, terminaban siendo memorizadas con
todo detalle, lo que era usual en una cultura predominantemente oral.
Así
llegaron a Pablo, y Pablo, viendo su riqueza doctrinal, las incorporó a sus
Cartas, gracias a lo cual, semejante tesoro nos ha llegado.
El
himno nos propone la Acción de Gracias a Dios Padre:
a) Que nos ha
arrancado del poder de las tinieblas
b) Nos dio acceso al
Reino de su Hijo Bien-Amado
c) Por el Hijo se nos
da el Rescate, Él nos Rescata,
d) Y nos absuelve.
Veamos
una segunda parte del himno que nos entrega una heredad doctrinal de
impresionante magnitud:
e) Jesús es la imagen
de Dios invisible
f) Él es el
Primogénito de toda la Creación.
g) Todo fue
creado por y para Él.
h) Él es anterior a
todo
i) Todo tiene su base
de sustentación en Él
j) Si el Cuerpo Místico
es La Iglesia, Ella tiene en Jesucristo su Cabeza.
k) Jesucristo es
además el “primogénito de los muertos”, valga decir el Primero y el Adalid de
todos los resucitados.
l) Jesús -sin lugar a
dubitaciones- es en todo el Primero
m) La Plenitud está en Él,
n) Él es el
Reconciliador de todo cuanto existe
o) Con su Sangre
derramada en la cruz, Él restablece la Paz entre todas las criaturas y con el
Cielo
De
esto es de lo que San Pablo ha sido instituido ministro. Este es el Legado y sobre
ese Legado, él ejerce su sacerdocio y su Profetismo.
De
esto es que nos habla la perícopa que leemos hoy: Nosotros por el Sacrificio
del Crucificado hemos sido consagrados santos, intachables, irreprochables.
Esta consagración es lo que se llama Reconciliación.
Pero
eso no se sustenta por arte de magia, es Don Celestial; pero, -ya lo hemos
repetido hasta cansarlos- a nosotros nos corresponde la contraparte de la
Alianza, a saber (y esto es la magnifico en la didáctica de San Pablo, la
solidez contundente y orientadora con la que nos muestra en qué somos
responsables):
i.
Mantenernos firmes y bien fundamentados en la fe
ii.
Guardando, aún más, atesorando, la esperanza que nos da la
Buena Noticia
iii.
Esas εὐαγγελίου [Euangelion] “Buenas
Noticias” están, no solo para ser guardadas, sino -además- para ser pregonadas,
proclamadas.
¿Si estamos tomando los tres aspectos en cuenta
al vivir la Alianza?
.
Sal
54(53), 3-4. 6 y 8.
Al
fomentar nuestro trato con Dios, se va construyendo una relación dialogal en la
que Dios nos toma bajo su guía espiritual. Esto no debe dar paso a nuestra
jactancia, debe ser entendido desde una perspectiva de sencillez, de
Misericordia -por parte del Señor- no es que seamos el “gran café con leche”,
es parte de ese Plan que prioriza a los que mayor dificultad tienen, cuida más
de sus “alumnos” más limitados, se dona a los más desprotegidos y
desfavorecidos. Les da horas de clase
extra, les tiene ternura y delicadeza especiales, y les da -en la prueba- los
ejercicios más fáciles. Sólo a medida que constata su aplicación y su
constancia, les va haciendo progresar a los planos más elevados.
Estas
clases especiales, con tan maternales tutorías, se llaman “oráculos”. ¿Cómo
demuestra el “estudiante” estarse beneficiando de tan cálidos tratamientos? Por
su agradecimiento. Que el corazón reboce de gratitud, eso estimula al Maestro,
Él se regocija, porque nota que tras esta devoción se está expresando el poder
de llegar más lejos: Si se es fiel en lo poco el Maestro te dirá, pasa
adelante, Siervo Fiel, y te pondré a cargo de mucho (Cfr. Mt 25, 23)
Son
solo dos estrofas: en la primera el salmista eleva su Súplica, en la segunda,
le ofrece al Santo Nombre un sacrificio que brota de su נְדָבָה [nedadaj] “espontaneo”, “libremente”, “no es obligado sino
voluntario”. No le pasó Dios un recibo de cobro, sino que él no haya como
manifestar la gratitud por el “oráculo”. Esta “lección” tan benéfica, ¿qué le
enseñaba al salmista? Le mostró el Rostro de Dios: “Dios es mi auxilio” al
darse cuenta que fue YHWH quien מִכָּל־צָ֭רָה [mik kal sa-raj]
“lo sacó de toda tribulación”.
Lc
6, 1-5
הַפָּנִ֗ים [hap-pa-nim] “Los Panes de la Presencia”. Cuando organizamos un Banquete,
ponemos los alimentos a la vista, decorando las mesas; como abriendo el
apetito, como provocando al homenajeado y a los comensales invitados. Así que
en el Sancta Sanctorum estaba la Mesa del Pan de la Proposición, del Pan
exhibido, del Pan mostrado, del Pan puesto en la Presencia, Dios lo contemplaba,
estaba allí siempre, ante sus Ojos, como diciéndole, aquí está tu parte en el
Banquete, eres el Máximo Invitado; como estaba allí, delante de Él, estaba como
“propuesto”, por eso se llama el Pan de la Proposición, y eran doce hogazas,
porque cada Tribu de Israel, le ofertaba una, por estar frente a Él, se llama
el “Pan del Rostro”, o “Pan de la Santa Faz”.
Al finalizar la semana, el Sacerdote los cambiaba por Nuevos Panes de
Flor de Harina, recién horneados.
Las “espigas” que los discípulos iban comiendo al atravesar
un sembradío, eran prefiguración del Pan Eucarístico, lo mismo y tanto como lo
eran los Panes de la Presencia. Conviene caer en cuenta que el Sacerdocio de
Jesucristo es un Sacerdocio de Pan y Vino, según el rito de Melquisedec. Y, una
vez más, el Señor está insistiendo que, el sábado se hizo para el hombre y no
el hombre para el sábado (Cfr. Mc 2,17). Y menciona la anécdota de David, que
-teniendo hambre, entró a la Tienda del Altísimo y comió del Pan de la
Proposición.
El Pan de la Proposición estaba previsto como alimento
sacerdotal, así que, al consumir este Pan, estamos ratificando nuestra
condición de Sacerdotes, que, -recordémoslo- detentamos desde nuestro Bautismo.
Espigas y Panes de la Proposición son augurios del que es Pan de Vida: La
Sagrada Comunión.
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