1Tim
3, 1-13
Ya
en el antiguo Testamento, especialmente con Moisés, se muestra la importancia
de crear un equipo de trabajo, que rodee al Apóstol, lo apoye y lo aconseje,
aliviando el cúmulo de responsabilidades a las que tiene que atender. A los
miembros de ese equipo de consejeros y asesores se les denomina ἐπισκοπῆς
([epíscopés], epí,
"sobre"; y skopéō, "mirar atentamente") “Obispos”, “Supervisores”.
Deben
tener ciertas cualidades, y estar adornados con determinadas virtudes, San
Pablo dirige a Timoteo para que él enfoque su atención sobre las siguientes:
a) Irreprochable
b) Marido de una sola
mujer
c) Sobrio
d) Sensato
e) Ordenado
f) Hospitalario
g) Hábil para enseñar
h) No dado al vino, no
proclive a las reyertas, sino comprensivo
i) Que no sea
agresivo,
j) No sea codiciosos
k) Gobierne bien su
propia casa
l) Se haga obedecer de
sus hijos con todo respeto
m) No sea un converso
reciente
n) Que lo acompañe una
buena fama.
Estos
estarán asesorados por Διακόνους [Diaconous]
“servidores”, “ministros”, “el que sirve”; la palabra en griego significa “que
levanta una profusa nube de polvo por estar haciendo el oficio muy
diligentemente”. A estos, San Pablo les establece un elenco de características:
a) Respetables
b) Sin doblez en el
lenguaje
c) No aficionados al
mucho vino
d) No dados a negocios
sucios
e) Que guarden el
Misterio de la fe con Conciencia Pura
f) Antes de
encargarlos de responsabilidades, tiene que probar todo lo anterior
g) También deben ser
maridos de una sola mujer.
h) Que gobierne bien a
sus hijos en sus hogares respectivos
Quienes
guarden todo esto harán bien a la Iglesia pues propenderán a acrecer la fe en
Jesucristo, acorde con la Misión que se les encomienda.
Ahora
bien, hemos adquirido el hábito de pensar -de una manera simplista y
simplificadora- que la fidelidad a la Escritura implica una labor de
momificación, distribuyendo a diestra y siniestra galones de formol. Hay que
comprender, que lo que estamos viendo en esta carta “pastoral”, corresponde a
la Iglesia muy primitiva y a los primeros pasos y tanteos de su
institucionalización. Por ejemplo, para nosotros es -en la práctica- muy
esclarecedora de nuestro estatus eclesial la separación entre clero y laicado,
sobre todo porque la pertenencia al Clero, en la actualidad conlleva el
celibato, lo que en las pautas paulinas no es el caso. La Iglesia ha tenido que
ir forjando con responsable desvelo, cómo ejercer sus Ministerios y cómo
caracterizarlos, siendo eso sí, muy fiel al espíritu que aquí se nos muestra,
pero haciendo los ajustes indispensables al contexto y la evolución de la
historia. No podemos identificar mecánica y automáticamente estas estructuras
originarias con las que han llegado a ser -hoy en día- el Obispado, el
Presbiterado y el Diaconado. Quisiéramos reiterar que lo que cuenta y vale es
la continuidad del espíritu fundacional que legó San Pablo en esta Epístola. Y,
no ha de leerse con animosidad fundamentalista esta primerísima fase
organizativa de la Iglesia, que ha tenido que reflexionarse y en cuya
edificación varios Concilios Ecuménicos han aportado riquísimos tesoros de
avance.
Sal 101(100),
1b-2ab. 2cd-3abc. 5. 6
Cuando
el rey era entronizado, la ceremonia tenía unos momentos protocolares propios
que se cumplían uno a uno: Por ejemplo, cuando el rey era instalado en su
trono, pronunciaba un discurso de posesión. Es el caso de este Salmo Real, que
se refiere al supuesto discurso -en este caso del rey de reyes, en este
discurso, el rey planteaba su “programa de gobiernos”.
Cuando
uno lee en su totalidad el salmo, le parece estar leyendo un resumen del
capítulo 3 de la Primera Carta a Timoteo. Nos fascina la Primera estrofa, donde
el salmista declara que se va a poner a Cantar, y asevera, ¡Para Ti es mi
Música Señor!
Para
hacerse a un proyecto de vida, uno debería leer y releer infatigablemente este
Salmo, porque en él se establece “el camino perfecto”.
Hay
en la trayectoria unos hitos que uno debe ir tocando, uno por uno,
conservándolos en la memoria como ejes directrices:
a) Bondad y Justicia
b) No poner los ojos
en intenciones viles.
c) No andar por ahí,
difamando en secreto al prójimo.
d) Evitar a toda costa
los ojos engreídos y el corazón arrogante.
e) La lealtad
-entendida como constancia y permanencia al lado del Señor.
A
la hora de convocar a sus servidores, el Señor integrará su Sequito con quienes
hayan recorrido las sendas del Camino Perfecto.
Lc
7, 11-17
Porque misericordia
quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos.
Os 6,6
En
Naím, palabra que significa “delicias”, (véase 2R 13, 21) el Profeta Eliseo
había muerto, y lo pusieron en la tumba, coincidió que pasaba por allí un
cortejo fúnebre, y arrojaron al difunto sobre la fosa de Eliseo, y, he aquí,
que el hombre en cuestión, resucitó. Recordemos que Eliseo también resucitó al
hijo muerto de la Sunamita (2R 4, 18-37). Sería tal vez por esto, que -hacia el
final de la perícopa (7,16)- alguien alabó a Jesús llamándolo “Un gran profeta”.
Esta
parábola es exclusiva de San Lucas. Aparece, aquí, en esta perícopa, un verbo
que nos habla de la sinodalidad: se trata del verbo συμπορεύομαι
[sumporenomai] “caminaban
con Él”; esta sinodalidad nos muestra cómo en torno suyo iba agrupándose una
asamblea espontánea de “testigos” que serán portadores del “Anuncio”, y en
quienes se depositó la tradición del “kerigma”.
Ellos
tuvieron ocasión de contemplar uno de los fenómenos fundamentales de la fe y de
Dios-Humanado: vieron con sus propios ojos que Κύριος ἐσπλαγχνίσθη ἐπ’ αὐτῇ [Kyrios splanchniste ep
aute] “el Señor se compadeció de ella”. Compadecerse no significa decir
“Ay, pobrecito”, ¡eso no es compasión! Compadecerse significa, sentir en uno,
el mismo dolor que otro siente, sentirlo en la propia piel, en el propio ser,
tocar el máximo de identificación y solidaridad con el que sufre. Nosotros
consideramos que este verbo encierra el trasfondo del cristianismo, esta
palabra nos hace entender Quien es Jesús, nos deja traslucir la clase de
sentimientos que Él porta, nos deja entrever de dónde dimanan sus acciones, por
qué hace lo que hace. Elimina de nosotros ese punto de vista que presenta los
“milagros” como “espectáculos” de Jesús para mostrar Su Grandeza. Es cierto que
se trasparenta la Grandeza Divina, pero no por la espectacularidad, sino por la
Ternura, la Bondad, la Suprema Generosidad. Esta mujer, era una viuda, al morir
su hijo, ella quedaba en el abandono y el desamparo total, muchas veces
llegamos a pensar que, quizás en aquel momento, Él vio, en aquella mujer, la
imagen de María -su Madre-, y la desprotección en la que Ella iba a quedar tras
su entrega en la Cruz; si alcanzamos a vislumbrar algo de este “sentimiento que
manaba de sus entrañas-amorosas”, podremos acercarnos un poco al corazón
Misericordioso de Jesús; compasión -en
Jesús- significa Misericordia, significa que el dolor de aquella madre visitó
el corazón de Jesús, y fue por eso que lo resucitó: ἐγέρθητι [egerdeti] ¡Levántate!, ¡Despiértate!
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