1Tim
2, 1-8
Esta
perícopa está caracterizada como “oración litúrgica”, es lo que nos atañe en
nuestra participación gubernativa: Orar por los que detentan este encargo de
ser “pastores de pueblos y naciones” y, no es una responsabilidad de poca monta,
tal vez, no oramos lo bastante por ellos, y por eso no les alcanza la “gasolina”
para cumplir con una tarea tan gigante.
“Ruego
que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por toda la humanidad” (1Tim 2, 1) “…en
todo lugar los hombres oren levantando manos santas, sin ira ni discusiones
(1Tim 2,8bc). Se pide que haya oración, toda la perícopa se remite a
intensificar este llamado ¡es preciso orar!
¿Por quien se ha de orar? Respuesta: por los reyes y por
todos los que estén constituidos en ὑπεροχῇ [hyperoché] “autoridad”,
los que han sido puestos “arriba” ascendidos a pedestal. Se debe encomendar a
los que se les ha encargado gobernar, es indispensable que nosotros pidamos a
Dios que los ilumine, que los guíe, que les ablande el corazón para que, desde el puesto que se les ha asignado,
hagan todo el bien posible.
¿En
qué consiste hacer todo el bien posible para los que han recibido el encargo
del gobierno? Ellos tienen que crear un ambiente propicio a sus gobernados, a
los que están en la categoría de subalternos, para que puedan desarrollar su
vida en el marco de “la ἤρεμον [eremón] “tranquilidad”, el ἡσύχιον [esychión]
“sosiego”, “tranquilidad”, y vivir con toda εὐσέβεια
[eusebeia] “piedad” y σεμνότητι [semnoteti]
“admirable respeto” (Cfr. 1Tim 2, 2).
La
autoridad es un tema de importancia descomunal, el que tiene “autoridad” recibe
de Dios mismo unos carismas descomunales; tristemente, somos tan frágiles para
manejar tanto poder y tan pronto nos hacemos con él, la cabeza nos da vueltas y
caemos en lo que se denomina “ebriedad de poder”; nada peor que un borracho
para llevar el timón y “gobernar” freno y acelerador.
Ellos
tienen la facultad de crear esa atmosfera propicia al ser humano para que este
se plenifique y alcance -en su proceso de plenificación- los más altos
escalones. Fue con este propósito que Dios envió a Jesucristo, salvador, para
que Él nos informará -con lo que seremos instituidos en el ἐπίγνωσιν ἀληθείας [epignosin
aledeias] “conocimiento de la verdad” y para que diera testimonio de la Unidad
y la Unicidad de Dios-Padre, haciendo de su Divinidad-Humanada, una víctima de
expiación y de rescate.
Pablo
queda allí, como un “sándwich” entre Dios Humanado y Timoteo; San Pablo tiene
una misión de ser la correa de trasmisión -en el eje pastoral- asumiendo el encargo
eclesial de ser διδάσκαλος ἐθνῶν ἐν πίστει καὶ ἀληθείᾳ [didaskalos
en pistei kai aledeia] “maestro de las naciones en la fe y en la verdad”. No es
cualquier rol el que jugará San Pablo, y el que a nosotros -en tanto que
miembros de la Iglesia también tenemos- ser κῆρυξ καὶ ἀπόστολος [keryx
kai apostolos] “heraldos y apóstoles” en el testimonio de Cristo Jesús.
La
Iglesia debe bregar con denuedo a ser “consejera” de los gobernantes, pero el
rey quiere desoír al “profeta”, -una vez más diremos- nadie más sordo que aquel
que no quiere oír.
Sal
28(27), 2. 7. 8-9
Este
Salmo es magnífico, sabe muy bien que la autoridad verdadera viene de Dios, Él
es el Único que en verdad la detenta, y por eso lo llama צוּרִי֮ [tsur] “Roca”,
porque Él es le firmeza de toda autoridad.
Estamos
en la órbita del gobierno y la autoridad que están llamados a ejercer. Dios los
“reviste” de autoridad y los pone en la sede de gobierno para que velen por el
pueblo. No son puestos para su lucro, tampoco para el “culto” a la personalidad;
ser gobernantes significa ser “pastores” de seres humanos, así que su tarea es
muy delicada, y debe enfocarse desde la perspectiva del bienestar y la
tranquilidad de la que el ser humano tiene imperiosa necesidad para llevar a la
cima sus potencialidades.
Muy
tristemente, una de las llagas que acarrea la יֵצֶר רַע [yetzar
´ra],” concupiscencia”, es que no podemos soportar la autoridad. ¿Qué nos
queda, entonces? Ponernos en Manos de Dios y clamar a Él. Es muy curioso,
sacamos la bandera y decimos que confiamos en Él, que creemos en Él; pero, acto
seguido, y sin renglón de por medio, sacamos las estadísticas, la lógica común,
las “perspectivas”, los presagios cientificistas y concluimos: ¡hay que
llevarle la contraria a Dios, porque, si seguimos haciendo lo que Él propone,
iremos directo al tacho! ¡Respaldado ´por un estudio de la Universidad de
Swachington!
En
esta clase de Salmos, el Salmista tiene voz de profeta, sabe que el panorama
está pintado con color marrón intenso, bastante sombrío. Pero, a su vez, sabe
que el Señor rasgará, con su Poderosísima Luz, toda tiniebla, y desde ya le
agradece. ¡Eso es fe!
Este
salmo profético, tiene 9 versos, de ellos se toman 4 que vienen a conformar la
perícopa de hoy, con esos 4 versos se conforman tres estrofas:
La
primera: Ruega a Dios escuche su voz suplicante y le regale auxilio.
La
segunda. Como el Señor es escudo y fuerza de protección -ahí comienza la
profecía- tiene el corazón alegre, feliz de darse cuenta que Dios no lo desamparará
y llena sus labios de gratitud.
En
la tercera estrofa: Identifica a Dios como:
a) Fuerza para su
pueblo
b) Apoyo
c) Salvación para su
Ungido
Basándose
sobre esto, le pide:
a) Que salve a su
Pueblo
b) Que bendiga su
heredad
c) Que sea Él, el gobernante
directo, que los apaciente, como ovejas que tienen de Él tan enorme necesidad.
Lc
7, 1-10
También
en esta Lectura -del Evangelio- el eje es la ἐξουσίαν
[exousía] “autoridad”, “un
derecho facultad o privilegio que se asigna para actuar decisivamente”; no es
algo que se tiene, es algo que se “da”, que se “delega”, que se “atribuye”, es
un “préstamo que hace Dios”.
El
centurión explica su fe, desde una parábola militar, sabe que, si él da una
orden, sus “hombres” la acatan, si les dice que vayan, van- y si los llama que
vengan, pues, de inmediato vienen; él entiende que, si Jesús le da una orden a
la “muerte”, por la autoridad de Jesús, tendrá que acatarlo y marcharse sin
herir al criado, que en tanta estima tenía.
La
autoridad del Hijo de Dios es el poder de su Palabra, que tiene el mismo poder
Creador que tiene la Palabra de su Padre-Celestial. La autoridad gubernativa de
Dios es la facultad de Crear vida y Dar salud, en síntesis, de Hacer el Bien.
Un
aspecto, imposible de ignorar, es que normalmente nos aparece Jesús enfrentado
a los judíos, pero habrá que notar que Él tiene polémicas y encontrones con los
fariseos y los escribas, por su manera leguleya de leer la Torá, pero aquí -hoy-
vemos que Jesús acepta y acoge la intercesión de los πρεσβυτέρους τῶν Ἰουδαίων [presbiterous
ton Ioudaion] “ancianos judíos” que se acercan para presentar su ruego en favor
del Centurión, y su solicitud se respalda con el argumento de que él “les ha
construido la sinagoga”. Nos ayuda a justipreciar cuales son las relaciones
reales de Jesús con el judaísmo.
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