Is 49, 1-6
Esta perícopa se trata del
Segundo Cántico del Siervo de YHWH. Estamos en el Deuteroisaías, más
exactamente en la primera parte del Libro de la consolación, en el cuarto ciclo
de oráculos (Is 49, 1-13). Esto históricamente quiere decir que nos hallamos en
los finales del Imperio Neo-babilónico, lo que representa un in-crescendo de la
hegemonía persa en la zona oriental. Este contexto nos lleva a pensar en un
“Isaías” que vivió los últimos años del exilio en Babilonia, por tanto,
posterior a Ezequiel. Podemos estar hablando de -alrededor- del 546 a.C.
Un aspecto a destacar, que
nos parece muy importante es el cambio de perfil mesiánico. Se pasa de la idea
de un Mesías rey poderoso militarmente hablando; a la de un Mesías diverso que
enseña un camino de salvación “universalista”, que lidera enseñando y sufriendo
y que conduce a la liberación a través de su propio sufrir.
El universalismo del que
estamos hablando es la clave de lectura de la perícopa: Que se encargue de
congregar a los Israelitas, no es una tarea suficiente. Llama a las islas, a
las tierras lejanas, a las “naciones” se ha traducido גּוֹיִ֔ם [gouyin] “gentes”, a los “gentiles”; ojo
que aquí se está superando el nacionalismo recalcitrante y abriendo el anuncio
a todos, creyentes o no, fieles e incircuncisos. Ya no es un mensaje para un
selecto número de “compatriotas” sino una proclamación que ha de llegar hasta
los confines de la tierra. (Cfr. Is 49, 6cd).
El profeta se da plena
cuenta que no habla de algo que se le viene a la cabeza, sino que es el portavoz
de una comunicación que proviene de YHWH. Es Él Quien le ha dado a su palabra y
a su lengua el valor de una espada afilada y de puntas de flecha que Dios mismo
lleva en Su אַשְׁפָּה [ashpah] “Carcaj”, “bolsa especial para portar las flecha a la
espalda” (carcaj en persa se dice tarkāš). Que no significan violencia sino “perfección”,
“adecuación del habla para que la palabra llegue al corazón”.
Sal 139(138), 1-3. 13-14. 15
Uno dice Omnisciente y
piensa en ecuaciones que rigen y gobiernan todo el Universo. Se piensa también
en leyes y decretos que rigen la tendencia general, y en bases de datos que
almacena miles de miles de datos. A este entendimiento de la omnisciencia por
“universales” se le escapan los detalles particulares, la unicidad de la
criatura, el hecho de no haber sido creados por moldes y en serie. El
pensamiento semita tiene otro enfoque, que es el que detectamos aquí en el
salmo.
En la primera estrofa: Él se
concentra en la persona, conoce la trayectoria particular de cada uno, y las
peculiaridades de las acciones que no son generales, sino que mientras uno está
sentado, otro yace y un tercero está de pie, mientras el cuarto se dispone a
acostarse. Él sabe en qué posición y qué propósito tiene cada uno en cada
instante.
En la segunda estrofa,
conoce nuestros órganos, con sus peculiaridades, con sus dobleces y
circunvoluciones, sus repliegues, cada plisado de las entrañas, cada tejido y
célula de tu miocardio, y cada gota de tu sangre con sus plaquetas, sus
glóbulos y su plasma. Hasta el propio fondo del alma, no se le escapa. Cada
quien es fruto de su Maravilloso Designio. Lo era el profeta, no menos lo es el
Precursor.
Es poco este conocimiento,
pues la tercera estrofa nos anuncia otro conocimiento que perfecciona hasta el
límite la intensidad de nuestra presencia en el corazón Divino: Conoce hasta
nuestros huesos cuando se iban gestando en el vientre materno nos conoce tan
totalmente que se informó con ecografía celestial, como evolucionaba nuestro
sistema óseo a medida que íbamos germinando en el seno de nuestra madre.
Hch 13, 22-26
San Pablo hizo un trabajo de
evangelización muy minuciosos en Antioquía de Pisidia, donde predicaba muy
especialmente en la sinagoga. Siguiendo el programa que Jesús les dio predica,
primero a los propios judíos, antes de ampliar el círculo a los Samaritanos y
hasta los confines de la tierra (Cfr. Hch 1,8def). Esta perícopa se toma de uno
de los dos discursos más desarrollados que encontramos en los Hechos de los
Apóstoles, el otro es el de Pentecostés que pronunció San Pedro.
¿A quién se dirige el
discurso? A los Israelitas. (13,16) En 13, 26 se precisa que les habla a los
del linaje abrahamico. Luego, como va a enfocarse en el Mesías, era preciso
sentar la referencia davídica, señalando que David tenía los dos rasgos
esenciales para ser iniciador de la estirpe mesiánica: a) “era conforme al
corazón de Dios”, y b) cumplidor de la Torá (la Ley).
Para que lo reconociéramos,
envió (seis meses por delante) al Nuevo Elías, el Precursor, San Juan el
Bautista. Que tenía por misión allanarle el camino, elevar lo que estaba
hundido y abajar, aplanando, lo que estaba escarpado.
A los ojos de este pueblo
era difícil discernir, y ya empezaban a confundirlo con el Mesías; él tuvo que
especificarles que no era “el que estaban pensando”, y que -a pesar de su
importantísima Misión- no le daba ni a los tobillos al Mesías. Su encargo, no
era traer la confusión sobre la identidad del Mesías, sino encender el
“reflector” e ir señalando sobre Jesús, a Quien tendríamos todos que “desatarle
las sandalias”.
Lc 1, 57-66.80
Uno de los signos preferidos
de Dios es la esterilidad. Si fuese un hijo engendrado tan naturalmente no nos
maravillaría la acción de Dios y, se disolvería Su Poder quedando ahogado en la
indiferencia de nuestra cotidianidad. Él no necesita, pero nosotros sí, y nos
llama la atención, con este -que es una especie de redoble de tambor- que
significa: “Presten atención”, “aquí hay algo especial, muy especial, se trata
de un regalo de Dios a su pueblo”. ¡Ya viene el Salvador!
Al leer este fragmento del
Evangelio según San Lucas, se nota el énfasis especial en el nombre, uno no
entiende por qué se llama Juan, por qué Isabel le elige ese Nombre, menos por
qué Zacarías está de acuerdo y, por qué se le desata por fin el habla cuando
aprueba en la tablilla que el Nombre para su Hijo será “Juan”.
Si averiguamos lo que
significa Juan en lengua hebrea, de inmediato se nos despegan los párpados y
entendemos: Juan = “Dios es Misericordioso”. Isabel y Zacarías dan inicio a la
obra y tarea que tendrá su Hijo. Este Nombre escogido, ya empieza a anunciar la
Bondad de Dios, ya comunica y anuncia de Quien será Precursor su hijo. Ya habla
de generosidad y Bondad Divina, al nacer, el hogar y todos los vecinos
cambiaron su estado de ánimo, pasaron súbitamente a la alegría. Quizás ni
sabían de dónde brotaba su dicha, pero su corazón si presentía que estaba
naciendo una nueva Era, que Aquel Bebé, venía por delante, preparando el Camino
del Señor.
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