1R 17, 1-6
Vamos a iniciar un cursillo sobre el Primer
Libro de los reyes, en siete “clases”. Como vía de acceso vamos a remitirnos al
“ciclo de Elías”, luego añadiremos dos clases más, tomadas del Segundo Libro de
los reyes, para mostrar la continuidad que recibirá el profeta Eliseo, que
recoge la heredad en lo tocante a la misión profética del norte.
La propuesta de estudio que nos trae la
liturgia, no es lineal, ni continuada; parte -como vemos hoy- del capítulo 17,
luego avanza al cap. 18, luego va al 19, el próximo lunes va al capítulo 21, y,
el miércoles 19, saltará el Segundo Libro de reyes, (recordemos que son un
mismo libro dividido en dos por su extensión). Con ese plan de estudio
tendremos una perspectiva general de estos dos profetas.
Para ubicar cronológicamente los
episodios que vamos a ver, conviene tener en cuenta que han pasado unos 50 años
de la división del norte y el sur, Judá; el norte será el reino de Israel. En
procura de un cierto “progreso” se da un desgaste, descuido y olvido de los
valores que el pueblo, guardaba y cultivaba. El rey Ajab se casó con Jezabel,
una sidonita (todo apunta en la dirección de un matrimonio por “pacto” con el
rey de Tiro), y Jezabel indujo al culto de Ba´al. Esta divinidad venía de los cananeos
y de los fenicios y era un dios agrícola que controlaba la fertilidad y -claro-
las lluvias. De ahí se puede entender, porque el elemento base del relato de
Elías, es una sequía. Es un desafío, si su deidad era poderosa, pues, ¿por qué
no hacía llover?
Otro punto a tener en cuenta es que,
estos son profetas “no-escritores”, por lo que son relatos que tuvieron un
tiempo considerable de existencia en el marco de una cultura oral, antes de
llegar a ser registrados por escrito. Muy distinto de lo que hacían los periodistas
que escribían “artículos” para informar a la gente lo que estaba pasando, aquí
lo que querían era enseñar a la gente a ver, con ojos de profeta, lo que hacían
los “reyes”. Se quería trasmitir un pensamiento crítico, que tenía como punto
de perspectiva la mirada de Dios.
Un profeta no es un adivino de lo que va
a pasar, es un Custodio de la Alianza, es la voz de la conciencia en cada
momento de la vida: Cuando nosotros hablamos de nuestra función profética, no
es un uniforme, como la camiseta de un equipo, que se nos entrega el día de
nuestro bautismo, sino una opción “intelectiva” para que nos acostumbremos a
entender nuestra vida desde el foco de la “Justicia” de Dios. Así tendremos una
identidad de fe y una conciencia de “misión”. Hay dos maneras de lograr
identidad: una identidad superficial y externa, que se logra poniéndose cierta
prenda, un brazalete, un escudo, una medallita; y otra identidad más clara y
definitoria, la identidad existencial, para vivir, en nuestro caso, “con los
mismos sentimientos de Jesucristo”, nuestra identidad no es exterior, es
interior, consiste en un corazón manso y bueno, un corazón compasivo. Nuestra
identidad consiste en una cristificación de nuestra vida, no a escala
individual sino a nivel sinodal, comunitario.
Estamos aproximadamente en el año 860
antes de Cristo. Elías fue, como se lo indicó el Señor, al arroyo Querib y
bebía de sus aguas y los cuervos le llevaban la comida. La sequía afectaba a
los idolatras, pero para los suyos siempre había agua y pan. Que el profeta de
Dios estuviera viviendo tan lejos, significaba que la Palabra de YHWH no era
oída, que su adopción de Baal, anulaba la Alianza que habían jurado respetar.
Estar lejos de Dios es pasar hambre y sed y carecer de lo más vital: el agua y
el pan de vida.
Ajab le construyó un templo a Baal en
Samaria. Y de esa manera arrastró a todos los “convidados” al foso profundo de
la aridez.
Sal 121(120), 1bc-2. 3-4. 5-6. 7-8
Es un salmo gradual: un acercamiento paso
a paso, procesual, a Dios. Imaginemos una caravana (grupo de vecinos y amigos
que van al templo), que se cuidan los unos a los otros, sin otra defensa que la
protección que Dios Misericordioso les daba desde el Cielo. Y todos los riesgos
que la imaginación nos puede indicar que sorteaban para cumplir su deber oracional
de presentarse al Templo, y allí, ofrecer sus inmolaciones. Muchos males se
cernían, y en la jornada la insolación era una amenaza constante.
Pero los peregrinos reconocían que todos
los riesgos eran apartados por el Señor, que les daba su tutelaje por todo el
camino de ida y vuelta.
La peregrinación siempre ha sido figura
de la vida entera y de nuestro paso por la tierra. ¿Qué podemos decir sobre
nuestro seguro de vida? Podemos afirmar, que “Nuestro auxilio es el Nombre del
Señor”. ¿Qué respaldo de solidez tiene
esta Aseguradora? ¡Imagínense!
Fue esta misma empresa de Seguros la que
“hizo el Cielo y la Tierra”.
Mejor dicho, ¡no puede haber una certeza
superior!
Mt 5, 1-12
Afortunados los que
han descubierto esta perspectiva de vida
Hoy iniciamos nuestro estudio del
Evangelio según San Mateo, y dejamos aparte la infancia de Jesús (tema
estudiado por Navidad), la huida a Egipto y su venida a Nazaret, la perícopa
acerca de Juan el Bautista, el Bautismo de Jesús y el llamado de los primeros
discípulos (estudiados por cuaresma); y pasamos directamente al “Sermón del
Monte”, en el capítulo 5.
El Sermón del Monte se inicia con las
Bienaventuranzas, que en Mateo se destinan a:
1)
Los pobres de
espíritu
2)
Los afligidos.
3)
Los que lloran
4)
Los que tienen
hambre y sed de Justicia.
5)
Los Misericordiosos
6)
Los limpios de
corazón
7)
Los que trabajan por
la paz
8)
Los perseguidos por
causa del bien
9)
Ustedes, los
persigan por su causa
Son los atributos que deben anhelar los
discípulos-misioneros. Son sus rasgos distintivos, que les conseguirán la
verdadera satisfacción del “deber cumplido”
1)
El Reino de Dios les
pertenece
2)
Serán consolados
3)
Heredaran la tierra
4)
Disfrutaran de una
realidad justa.
5)
Serán tratados
misericordiosamente
6)
Verán a Dios
7)
Serán llamados hijos
de Dios.
8)
El Reino de Dios les
pertenece.
9)
La paga que les
tiene reservada Dios es una medida generosa, sacudida, rebosante.
Entendamos que:
a)
Dice Cielo, porque
ellos tienen vetado pronunciar el “Santo Nombre de Dios”.
b)
Bienaventurados
significa “felices en grado superlativo”.
c)
La Legislación que
rige en el “Reino de Dios” es la constitución llamada “Bienaventuranzas” y
nuestro corazón el territorio donde flamea Su Bandera.
d)
La Bienaventuranzas
son como un salmo gradual, nos van llevando en el paso a paso hacia niveles
cada vez más altos de la madurez cristiana en ese proceso que nos gasta la vida
de la manera más fructífera que quepa concebir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario